El “profetismo” del obispo
| Eduardo de la Serna
El “profetismo” del obispo
Eduardo de la Serna
Los profetas, en la Biblia (tanto en la Biblia hebrea como en la cristiana) son varones y mujeres que miran muy atentamente la realidad, la vida y la muerte, la política – incluso internacional – y, especialmente, la situación de los y las pobres de la tierra. Y, por eso, saben marcar caminos, denunciar situaciones, alertar siempre en nombre de Dios. Son varones y mujeres que miran (visiones) muy atentamente la realidad, pero la miran desde Dios, con quien están en profunda “sintonía”. Aunque no sea precisamente bíblico, es justo decir que tienen un oído en Dios y otro oído en el pueblo. Se podrían poner decenas de ejemplos de todo esto.
Pero resulta que ser “profetas” no es algo del pasado. O no debiera serlo. Y hacen falta siempre voces proféticas (masculinas y femeninas, obviamente) que señalen caminos o alerten ante los rumbos errados. Para ser más exactos todavía, habría que decir que hoy, como ayer, no sólo hacen falta profetas, sino también un pueblo que los y las escuche, porque muchas veces hay profetas, pero o bien se los desprecia (como a Jeremías) o se los escucha como “pintorescos” (como a Ezequiel).
Lo cierto es que un obispo dijo dos palabras que no son sino “lugares comunes” y muchos parecieran sorprendidos como si “un profeta se hubiera levantado entre nosotros”. Hace unos días, Rodolfo Brardinelli en un muy buen artículo en Página 12 hablaba, con precisión, de la actitud tibia de los obispos argentinos frente al neoliberalismo (“El macrismo y el ‘papa peronista’”, 13/9/2019). Por ejemplo, “ayer” – decían los Medios – se cambió la cúpula del Episcopado por una más afín al pensamiento del Papa Francisco. De los tres obispos que cambiaron, uno permaneció (Poli), otro dejó su lugar por edad (Arancedo), el que “fue cambiado” fue Cargnello, reemplazado por Colombo. Cargnello suele ubicarse en el grupo de los obispos bastante conservadores, y por decir, abriendo decenas de paraguas, cuidando no ofender… ¡y sabiendo que estaba junto a él también el gobernador de Salta, y candidato de otra fracción, siempre conservadora!, que en Salta no hay “pobreza cero” y que los pobres son “dignos” resulta que pareciera que Angelelli ha resucitado y Romero encontró alguien que le hace sombra.
Realmente, es notable la falta de preparación para temas eclesiásticos de prácticamente todo el ambiente periodístico. No tienen por qué tenerlo, se puede señalar, pero en ese caso sería de desear que al abordar ciertos temas no lo hagan desde una inmensa superficialidad sino consultando o invitando a quienes pueden hacerlo con un poco de conocimiento. Cargnello es el mismo que invitó a la misa a Macri expresándole "mis expresiones de confianza en usted y en su gestión" y afirmando que se compromete "a rezar por su servicio desinteresado al bien común de todos los argentinos". Es el mismo que debió enfrentar curas de su diócesis que no se caracterizan por su militancia en defensa de los pobres que afirmaron que la presencia del presidente, además de inoportuna sería vista como una provocación y que podría “empañar la fiesta” (la fiesta religiosa más importante de todo el NOA; según el diario El Tribuno, este año participaron unas 850.000 personas). Esto lo afirmó un cura (Raúl Méndez) “junto con otros miembros del clero” quien le pidió al presidente que "más bien que se ocupe de resolver los graves problemas en que embarcó al país". No es extraño, en este contexto, político y diocesano que el obispo haya querido “flotar” para no quedar mal con nadie (de hecho, cuando habló de “pobreza cero” aclaró que no era para el presidente sino para todos, lo cual era un dicho sin sentido en ese contexto y con ese “auditorio”).
Es cierto que en la Biblia hay profetas “tiempo completo” y hay otros que lo son unos pocos días precisos (es el caso de Ageo, por ejemplo). No discutiremos que ayer un obispo o un cura, una catequista o una teóloga puedan “desentonar” del coro de aduladores y pronuncien una palabra clara de parte de Dios para este tiempo, o este día. Y lo celebramos. Pero más celebraremos si como pueblo somos capaces de caminar rumbos más parecidos al sueño que Dios tiene para la humanidad. Senderos que siempre precisarán voces proféticas que los corrijan, precisen, alerten o cuestionen, pero, al menos, un camino bastante más parecido a lo que Dios quiere, que el neoliberalismo. Y eso también lo deseamos para la Iglesia. Obispos y papas incluidos.
Foto tomada de Wikipedia