Un santo para cada día. 1 de agosto San Alfonso María de Ligorio (Fundador de los Redentoristas. Patrono de abogados, confesores y moralistas)
| Francisca Abad Martín
Maestro eximio de moralistas cristianos. No concibe su vida sino para Dios y las almas. De él se podría decir: “Abrió su boca en medio de la Iglesia y la llenó el Señor de sabiduría e inteligencia”.
Nace en Marianella de Nápoles, en 1696. Sus padres eran D. José de Ligorio, capitán de las galeras reales y su madre Dª Catalina Cavalieri, de vieja sangre napolitana. Es lógico que D. José pensara para el hijo primogénito un porvenir brillante. Era un muchacho inteligente y espabilado, tanto que a los 12 años se matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nápoles y a los 16 obtiene el Grado de Doctor en Derecho civil y Derecho Canónico, algo insólito a tan temprana edad, pero a su padre le tiene preocupado la piedad excesiva que demuestra el muchacho.
Comienza a ejercer como abogado, obteniendo brillantes resultados. En cuanto tiene edad para casarse, su padre intenta desposarlo, por dos veces, con jóvenes que son buenos “partidos”, pues quiere emparentarle con la nobleza y las clases altas, pero eso no entraba en los planes de Alfonso, ni tampoco en los de Dios.
Cuando tiene ya 26 años, al perder un célebre pleito entre el duque de Orsini y el gran duque de Toscana, por una declaración “amañada” que le hacen firmar, reconociendo que se había equivocado, se encierra durante tres días llorando en su cuarto y comprende que el camino de la abogacía no es el suyo. Se despoja de la toga y exclama: “¡Mundo, te conozco! ¡Adiós, tribunales!”.
Un día, visitando a los enfermos en el hospital de incurables, experimenta una llamada interior. Pasa por la Iglesia de la Merced y ante una imagen de Nuestra Señora hace voto de dejar el mundo, pero la batalla más dura sería decírselo a su padre, que tantas esperanzas había puesto en él. Al fin el padre, llorando, acepta la decisión del hijo, solo le pide que siga viviendo en la casa familiar.
En 1723, a la edad de 27 años, viste el hábito eclesiástico y 3 años después, el 6 de abril de 1726, es ordenado sacerdote, a la edad de 30 años. Comienza a trabajar en los suburbios de Nápoles y en los pueblos y aldeas de los alrededores. Comprende que su verdadera vocación está en el campo de las misiones y en la predicación. Este mismo deseo es el que despierta en él su vocación como fundador. Asesorado por su director espiritual y seguido por algunos compañeros sacerdotes, funda el 9 de noviembre de 1732 la Congregación del Santísimo Redentor (conocida como los Redentoristas) y durante más de 30 años recorre las provincias del reino de Nápoles con sus equipos de misioneros.
Es también para él una época fecunda como escritor, de tanto provecho para la devoción de las gentes sencillas, como “Las visitas al Santísimo” o “Las glorias de María”, como para la formación de los sacerdotes “Teología Moral” o “Práctica del confesor”. San Alfonso se revela como el moralista y el gran maestro de la pastoral de su tiempo. En los 40 años de su plenitud escribió más de 120 obras. Una de sus mayores satisfacciones llegaría cuando el Papa Benedicto XIV le aprueba en 1749 la Regla de los Redentoristas.
En 1762 es nombrado obispo de Santa Águeda de los Godos, hasta 1775, llevando la santa misión a todos los pueblos de la diócesis y predicando él mismo los sermones en las fiestas más importantes. Debido a sus problemas de salud, pues padecía una artrosis cervical muy dolorosa y que iba deformando su cuerpo, el Papa Pio VI le releva de su cargo pastoral en 1755 y se recluye en su casa de Pagani a esperar la muerte. Aún vivirá 12 años, lleno de achaques que van desmoronando su cuerpo. Muere en Pagani el 1 de agosto de 1787 al toque del Ángelus. Tenía más de 90 años.
Fue beatificado el 15 de septiembre de 1815 y canonizado por el Papa Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839. En 1871 Pio IX lo declaró Doctor de la Iglesia. En 1950 Pio XII lo proclamó patrón de los confesores y de los moralistas. Su cuerpo permanece incorrupto en una urna de cristal en la Basílica de Pagani (Italia).
Reflexión desde el contexto actual: En vida, a Alfonso Mª de Ligorio le cupo la enorme satisfacción de ver y tener en sus manos ya publicada su ingente obra moral, fruto de la solidez doctrinal y de la experiencia personal del confesonario; de ella Pio X pudo decir: Todos pueden seguirle con absoluta seguridad. Después de muerto podemos decir que ha creado escuela; en torno suyo encontramos seguidores de la talla de, Jose Cafasso, S. Juan Bosco, el cura de Ars, Antonio Mª Claret, Hofbaner, etc. Declarado oficialmente por Pio XII patrón de los abogados, confesores y moralistas católicos, el santo napolitano se ha convertido en un autor referente para las generaciones presentes, aunque es bien sabido el rumbo que recientemente han tomado las ciencias sociales y morales, donde la subjetividad ha venido a suplantar en gran medida a los principios universales sólidamente establecidos.