Un santo para cada día: 2 de septiembre S. Antolín (Patrono de Palencia y Medina del campo)

San Antolín, patrón de Palencia
San Antolín, patrón de Palencia

El día 2 de septiembre se abren las puertas de la catedral de Palencia y en la cripta los palentinos cumplen con la costumbre de una antigua tradición, que consiste en beber del agua de su santo patrón, extraída del pozo próximo a donde se encuentran sus restos. Después de este ritual y una vez celebrada la eucaristía, parten los palentinos devotos con gran regocijo en procesión por las calles de la ciudad, arrancando desde la catedral. Esta costumbre data de la época del rey Sancho III el Mayor, desde entonces se viene venerando en esta localidad la fiesta de su santo patrón. S. Antolín, que también es el patrón de Medina del Campo, en cuyo honor los medinenses celebran sus fiestas locales desde tiempos inmemoriales. 

Los datos que nos han llegado sobre la vida y milagros de este santo se entremezclan con las leyendas y sucesos, sin que los autores logren ponerse de acuerdo. Se trata de un santo varón visigodo, que habría nacido hacia el año 453 en la ciudad siria de Apamea, según unos y según otros en la ciudad francesa de Narbona. Su procedencia había que relacionarla con el tronco de los Antoninos o Antolines en su versión vulgar, que es así como se les conoce a los siete emperadores de Roma desde el 96 al 192, que dieron nombre al periodo conocido como el siglo de los Antoninos. Nuestro personaje se cree que estaba emparentado con la familia real, posiblemente sobrino de Teodorico.

En este tiempo en que vivió Antolín, las familias cristianas estaban divididas: unos seguían la doctrina de Arrio y otros se ajustaban a la ortodoxia romana, cual era el caso de Antolín, por cuya razón se vio obligado a huir a Roma cuando el enfrentamiento con su padre se hizo insostenible. La intención de Antolín era dedicarse a la predicación del evangelio, llegando hasta Palermo donde sería ordenado sacerdote. Su misión a partir de entonces fue sembrar la semilla cristiana por esas tierras, gracias a lo cual muchas gentes importantes se convirtieron al catolicismo, entre otros el noble Festus. Después de dos décadas y a pesar de las súplicas de los habitantes de la región, Antolín decidió irse de estos territorios con la promesa de que regresaría.

Su próximo destino sería la Galia, fijando su campo de acción en el entorno de Rouerguer, provincia situada al Mediodía de Francia, para avanzar posteriormente hacia Toulouse, cada vez más cerca de los tentáculos de Teodorico. En estas tierras pudo conocer a Juan, Almaquio y a otros que llegarían a ser discípulos suyos, siendo muy apreciado por sus correligionarios que querían verle de obispo cuando muriera Saturnino, pero él siempre se negó. Consciente el rey del peligro que suponía la presencia en su territorio de este familiar suyo, mandó apresarle, confinándole en una cárcel sin darle de comer ni de beber durante unos días, para que le sirviera de escarmiento.  Gracias a la ayuda de un joven noble, que le pudo pasar suministros de forma clandestina, logró Antolín resistir en la prisión, hasta que murió su tío. Una vez liberado de la cárcel, se retiró a la soledad de un bosque próximo en Pamiers donde, juntamente con Almaquio y otros acompañantes, trató de extender el evangelio de Jesucristo, viviendo pobremente en una gruta conocida como la «Fuente de Oriente». Así hasta que fueron descubiertos por Galacio, sucesor de Teodorico,  quien ordenó que fueran arrestados todos, para ser posteriormente decapitados hacia el año 506, siendo sus cuerpos arrojados al río, encargándose sus discípulos de recoger el cuerpo de Antolín y darle cristiana sepultura en este lugar, donde según la leyenda sería encontrado pasado mucho tiempo, en el trascurso de una cacería organizada por el Rey D. Sancho de Navarra, suceso éste que  quedaría representado en el trascoro de la catedral de Palencia con bastante realismo.  

Reflexión desde el contexto actual: 

Repasando la época histórica de Alta y Baja Edad Media, nos damos cuenta que el exceso de credulismo fue motivo de una sacralización generalizada y excesiva, viendo signos extraordinarios por todas las partes, por lo que el anecdotario de la vida de los santos es producto en gran medida de la imaginación humana; aún con todo, el fervor popular fundado en la confianza y la pureza de intenciones de estos relatos, eleva a la categoría de sobrenatural todo aquello que profundamente se anhela y se desea. Trátese de S. Antolín o de cualquier otro santo reconocido por la Iglesia, no podemos olvidar su carácter ejemplarizante, que sin duda existió, siendo esto lo importante y a lo que debemos atenernos.

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