Un santo para cada día: 28 de marzo S. Esteban Harding. (Cofundador del Cister)
A finales del siglo XI comienza a sentirse la necesidad de ir introduciendo algunas reformas en el monacato, son los años en que vamos a asistir al debilitamiento del Cluny por haber quedado anticuado y a la irrupción impetuosa del cister en la que habrá de jugar un papel tan importante Esteban Harding
A finales del siglo XI comienza a sentirse la necesidad de ir introduciendo algunas reformas en el monacato, son los años en que vamos a asistir al debilitamiento del Cluny por haber quedado anticuado y a la irrupción impetuosa del cister en la que habrá de jugar un papel tan importante Esteban Harding. De él se sabe que nació hacia el año 1060 en Dorset uno de los 47 condados de Inglaterra, sabemos también que fue estudiante en Paris y aparte del idioma inglés dominaba el normando y el latín; un hombre inquieto que después de haber pasado por la abadía de Scherborner se convirtió en un itinerante, deseoso de enseñar y de aprender.
En sus correrías llegó a la Borgoña. Aquí conocería a Roberto y a Alberico y con ellos precisamente emprendería la gran aventura de la reforma del Cister. Roberto sería el iniciador, Alberico el continuador y él, como hombre de letras, se encargaría de la organización. No fue del agrado de todos la reforma emprendida por estos héroes del desierto, se les acusaba de traición, de transfuguismo, de rebeldía, eran tan duras las críticas que hasta por momentos ellos mismos llegaron a dudar y necesitaron que llegara alguna luz del cielo que les iluminara.
Los tres se afincaron en Cîteaux, (Châlons,) en 1098 y allí fundaron una comunidad distinta a la benedictina, que habría de dar origen a la Orden Cisterciense, que pronto llegaría a ser admirada por la gente. Muerto su compañero de viaje Alberico, es Esteban Harding quien se convierte en el tercer abad de Císter. Durante 25 años gobernaría la abadía y la orden cisterciense con acierto. En 1112 tuvo la gran suerte de recibir la visita de Bernardo de Claraval, que aquí se habría de quedar bajo su mando para hacerse monje. La llegada a la Comunidad de este hombre providencial llamado a ser el padre espiritual de Europa, se hizo notar desde sus tiempos de novicio. Como un huracán arrastra con poder irresistible a los espíritus que buscan refugio en el seno de esta Comunidad incipiente. Entre 1112 y 1119, la nueva orden se va extendiendo, fundándose doce nuevas casas cistercienses, para las que Esteban escribió un documento fundamental, donde se establecían los principios básicos de la orden cistercienses, que lleva por título Carta charitatis ("Carta del amor") y que tanto habría de contribuir a la consolidación y crecimiento de la nueva orden. Hacia 1125, Esteban fundaría también el primer monasterio cisterciense para mujeres en Tart-l'Abbaye (Borgoña).
Un historiador de la época Guillermo Malmesbury se hace eco de cuanto estaba pasando y escribe estas esclarecedoras palabras “La religión del Cister apareció de repente como el camino más excelente para llegar al cielo. ¡Qué magnífica empresa de santidad; qué espléndida reforma la que realizaron estos héroes del desierto! Los siglos bendecirán eternamente la memoria de estos caballeros de Cristo que vencieron a la naturaleza. Duermen sobre una tabla desnuda, vestidos y ceñidos. Se levantan a media noche para maitines y ya no vuelven al dormitorio. El trabajo, la oración y la salmodia llenan su día. El abad cumple la regla como los demás. Desde septiembre hasta Pascua no toman alimento más que una sola vez al día. No salen del monasterio sino para ir al trabajo. Nunca rompen el silencio. Es angélica su ternura con los pobres y peregrinos y por decirlo con una palabra, ellos son el gran espectáculo que ofrece nuestro tiempo, como modelo a los fervorosos, a los tibios como aguijón”
En 1133, la mala salud le obligó a renunciar a su cargo con el presentimiento de que el final estaba cerca. Un año después Esteban moría un 28 de marzo con la certeza de que su obra iba a tener continuidad
Reflexión desde el contexto actual:
Esteban Harding viene hoy a recordarnos a todos los europeos que nuestro viejo continente hunde sus raíces en la civilización cristiana y que hombres como él, Bernardo de Claraval y otros, fueron los artífices del viejo continente europeo y quienes supieron implantar hace diez siglos las raíces de las que aún se nutre nuestro continente, aunque desgraciadamente este espíritu cristiano va desapareciendo y sin él difícilmente Europa va a poder ostentar el liderazgo moral del mundo Europa debe despertar y enderezar su rumbo por el bien propio y por el bien del mundo