Un santo para cada día: 7 de junio Festividad del Sagrado Corazón de Jesús
Fue en el año 1670 cuando por primera vez tiene lugar una celebración dedicada expresamente al Sagrado Corazón de Jesús
Fue en el año 1670 cuando por primera vez tiene lugar una celebración dedicada expresamente al Sagrado Corazón de Jesús. Esta festividad en cuestión, tal como la conocemos hoy, está íntimamente asociada con Sta. Margarita Mª Alacoque, religiosa de la Visitación (Salesa), que fue escogida para dar a conocer el sentimiento amoroso que Jesús profesa a todos los hombres. Esta monja habrá de ser la elegida para ser la confidente de Cristo, que se deshacía en deseos de dar a conocer al mundo lo enamorado que estaba su corazón de cada uno de nosotros. De ella se serviría Nuestro Señor para llevar cabo una importante misión, que no era otra que la de dar a conocer su ferviente deseo de difundir la devoción a su Sacratísimo Corazón. “Él me dijo: te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía”
Reiteradamente, el Esposo se le iba a aparecer, dejando en su interior el inefable consuelo de su presencia física. En una ocasión le fue dispensada la gracia singularísima de poder reposar la cabeza sobre su corazón. Ella misma nos lo cuenta con estas palabras: “Estando yo delante del Santísimo Sacramento, me encontré toda penetrada por su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado” Éste habría de ser el primer encuentro al que pasado un tiempo seguiría una segunda revelación, en que Nuestro Señor le habría de manifestar su intención, en orden de que la imagen del Sagrado Corazón debía ser el símbolo de su amor por los hombres, expresando su deseo de que fuera expuesto en las casas y que los hombres y mujeres lo portaran sobre sus pechos. En la cuarta y última revelación, que sucedió en el año 1675, en el trascurso de la celebración de la octava del Corpus y mientras oraba ante el sagrario, Jesús se hace presente y mostrándole su corazón le dice: “He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no ha recibido más que ingratitudes por parte de ellos. Es mi intención que el viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar mi corazón”. Así fueron los orígenes de esta sacratísima festividad, que se popularizó rápidamente a partir de la muerte de Sta. Margarita María, si bien había que esperar hasta el año 1765, para que la Iglesia la oficializara en territorio francés, siendo el Papa León XIII quien se encargaría de extenderla a toda la iglesia en el año 1899, recomendando encarecidamente a todos los obispos que tal festividad se celebrara en sus respectivas diócesis.
Después de haber conocido las revelaciones a Sta. Margarita María, es natural que la festividad al Sagrado Corazón de Jesús pasara a la historia como una de las celebraciones más importantes del calendario litúrgico cristiano, habiendo penetrado hondamente en los espíritus devotos. Recuerdo mis años de infancia en los que “el detente “, que era la imagen del Corazón de Jesús, tal como se la apareció a Sta. Margarita, colgaba de nuestro cuello a modo de un escapulario, representando por aquel entonces la moneda de cambio de uso corriente, sin la cual no se podía andar seguro por la vida, era como la insignia y el escudo protector que nos ponía a salvo, tal y como rezaba la inscripción: “Detente, el Corazón de Jesús está conmigo”. Son muchos los prodigios y milagros obtenidos por mediación de esta sagrada insignia.
Cuéntase una historia enternecedora, con todos los visos de verosimilitud. Corría el año 1870 en tiempos del pontificado de Pio IX y una madre se vio en la necesidad de tener que despedir a su hijo que partía para la guerra y lo hizo depositando en su pecho un pedazo de paño en el que ella misma había dibujado un detente rojo, al tiempo que le decía: “Él te devolverá sano y salvo a mi cariño”. El joven tuvo que participar en sangrientos combates y presenciar cómo sus compañeros de armas caían a su derecha e izquierda. Una bala hizo blanco en su pecho, justamente en el espacio que cubría el “detente” y no pasó de allí . El joven pudo volver a abrazar a su madre quien contó lo sucedido al Papa, el cual emocionado, bendijo la insignia protectora diciendo “Detente, el corazón de Jesús está contigo” Posteriormente y seguramente en recuerdo de todo lo sucedido, el Papa Pio IX nunca se cansaría de decir “Predicad y difundid por todas partes la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, ella será la salvación para el mundo”. Él es el autor de esta bellísima oración que dice así: “Ábreme, oh buen Jesús, las puertas de tu Sagrado Corazón, úneme a Él para siempre. Que todas las respiraciones y palpitaciones de mi pobre corazón, aún cuando esté durmiendo, te sirvan de testimonio de mi amor y te digan sin cesar: Señor, te amo….. Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío”. Pocos años después,el papa León XIII llevaría a cabo la consagración de todo el género humano al Sagrado Corazón de Jesús, durante la celebración del Año Santo de 1900
En otro orden de cosas, es bueno rememorar que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se ha visto reflejada en innumerables construcciones religiosas, entre las que cabe reseñar la basílica del Sacre Coeur en Paris, en forma de cruz griega y cuatro cúpulas, que nos hacen recordar a Santa Sofía de Estambul o la basílica de S. Marcos de Venecia. Otro monumento emblemático es el Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, que puede ser divisado desde cualquier punto de Madrid y que está considerado centro geográfico de la nación española. La inauguración oficial de este monumento se realizó el 30 de mayo del 1919, con la asistencia de las principales autoridades civiles y religiosas. Tras la celebración de la Eucaristía, Alfonso XIII procedía a la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús;17 años después, un pelotón de milicianos del bando republicano llevaría a cabo la siniestra y diabólica acción del fusilamiento de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, procediendo posteriormente a la destrucción del monumento que habría de ser reconstruido por Franco; obra que finalmente quedaría presidida por una imagen de Jesucristo con los brazos abiertos, de 11,50 metros de altura, apoyada sobre un pedestal de 26 m. de elevación, donde se puede leer la inscripción: España al sagrado Corazón de Jesús.
Aunque los tiempos han ido cambiando, no se puede decir que todo se haya perdido. Somos muchos los que todavía percibimos la presencia real de Jesús Sacramentado y sentimos las palpitaciones de su Sagrado Corazón enamorado. De hecho, ambas realidades son partes de un mismo todo. El corazón viene a ser el centro neurálgico, el punto rojo de la presencia real de Jesús en el sagrario. Las dos festividades están muy próximas, no solo por lo que se refiere al tiempo de su celebración, sino en cuanto a su sentido y significado. Las dos celebraciones, la del Corpus y la del Sagrado Corazón, son la expresión de un hecho real, en las que el alma encuentra el bálsamo que necesita para aliviar las heridas que nos va dejando la vida. Ellas son la mejor terapia para los corazones quebrantados y abatidos, que tienen necesidad de postrarse de rodillas ante el sagrario o reclinar la cabeza sobre el Corazón maternal del dulce Jesús y lo mismo que hubo un apóstol de los sagrarios abandonados, como Mons. D. Manuel González, canonizado por el papa Francisco, que nos hizo sentir la soledad en que se encuentran los sagrarios desiertos a la luz de una mortecina lamparilla, debiera haber un apóstol en los tiempos modernos, que nos ayudara a escuchar los latidos apasionados de un corazón que se ve abandonado y olvidado.
No deja de ser un drama que a quien se quedó a vivir en nuestra propia casa, le estamos dejando solo; nada tan triste como vivir indiferente ante las constantes muestras de cariño del Amor de los amores. Estar abrazado al Corazón de Cristo es ser de Cristo, como dijera D. Manuel. En mi mente siguen resonando esas palabras que aprendí de niño:
“Dueño de mi vida,
vida de mi amor,
ábreme la herida de tu corazón.
“Corazón divino,
¡Qué dulzura dan
de tu sangre el vino
de tu Carne el Pan!”