Un santo para cada día: 27 de mayo San Agustín de Canterbury ( Evangelizador de Inglaterra)
| Francisca Abad Martín
Según nos cuentan Tertuliano y Orígenes, en Inglaterra había penetrado el cristianismo desde muy antiguo y continuó su expansión durante el Imperio Romano, sucedió no obstante que después de esta etapa floreciente, se produjera la invasión de los sajones, durante los siglos V y VI y las luchas habidas entre éstos y los bretones fueron motivo para que las Islas Británicas cayeran en la idolatría, sobreviviendo a este desastre algún pequeño núcleo de cristianos en las montañas de Gales.
Las noticias que tenemos de Agustín de Canterbury, el evangelizador de las Islas Británicas, se las debemos a un monje benedictino inglés, fallecido en el año 735, llamado Beda el Venerable, escritor y erudito, quien escribió, entre otros libros, uno titulado “Historia eclesiástica gentis Anglorum”, escrito en latín, en el que nos cuenta cómo el abad Agustín, junto con otros 39 monjes, fueron enviados por el Papa Gregorio I (San Gregorio Magno) a evangelizar Inglaterra.
Gregorio había fundado en Roma el monasterio de San Andrés, del que era su abad y cuando a Gregorio le eligen Papa, deja como sucesor en el cargo a Agustín, bien conocido y estimado por la solidez de sus virtudes y su espíritu ardiente y emprendedor. Entonces Gregorio I ya papa, piensa en la idea de enviar un grupo de misioneros para que acometieran la grande y difícil empresa de evangelizar Inglaterra. Ya se le había ocurrido antes la idea de comprar esclavos jóvenes de ese país y prepararlos para el sacerdocio, para después enviarlos allí como misioneros, de este modo no tendrían problema con el idioma, pero se dio cuenta de que esto llevaría muchos años, por eso se decide a enviar a los monjes de San Andrés, con Agustín al frente.
Llegados a Provenza se detuvieron en el monasterio de Leríns y allí, los frailes de ese monasterio les hablaron de la extrema crueldad de los anglosajones. Ellos se acobardaron y obligaron a Agustín a regresar a Roma. Allí, el Papa les animó a intentar de nuevo la empresa. Regresan a Francia y llevando consigo algunos intérpretes, pasan a Inglaterra, desembarcando en las costas de Kent, al sudeste de la isla. En este lugar son recibidos por el monarca Ethelberto, quien les acogió con gran cortesía y les permitió que se acomodaran en la ciudad de Canterbury, dándoles libertad para que predicaran su religión.
Ethelberto, aun siendo pagano, dejaba libertad a sus súbditos para que eligieran la religión que quisieran. Agustín y sus compañeros, por medio de la oración y con el ejemplo de sus vidas, fueron logrando muchas conversiones, incluso la del rey, probablemente también por la influencia de su esposa que era cristiana. El Papa, ante estas halagüeñas noticias, se alegró mucho y pidió al Obispo de Arlés que consagrara como obispo a Agustín. El rey Ethelberto, por su parte, cedió su palacio para que fuera convertido en monasterio y residencia del obispo Agustín. Pasado un tiempo llegaron de Roma nuevos misioneros, quienes entregaron a Agustín, de parte del Papa el palio arzobispal.
Entregado por entero a su misión evangelizadora y después de haber gastado sus fuerzas y energías en misión tan noble, Agustín fallecía un 26 de mayo del año 604, el mismo año que falleció el Papa San Gregorio. Este monje benedictino fue el primer arzobispo de Canterbury y uno de los grandes padres de la Iglesia latina, venerado como santo no solo por la Iglesia católica, sino también por la iglesia anglicana y ortodoxa.Sus restos fueron trasladados, definitivamente, a lo que hoy es la Catedral de Canterbury.
Reflexión desde el contexto actual:
La tarea evangelizadora nunca ha sido empresa fácil, pero no se debiera desesperar por ello. En el actual presente, las cosas están difíciles, eso nadie lo duda. El viejo continente europeo, al igual que sucediera con la Inglaterra de tiempos de Agustín de Canterbury, ha sufrido un proceso de metamorfosis religiosa, pero hay que pensar que si el apóstol de Inglaterra en el siglo VI pudo reconvertir la situación, recristianizando a las Islas Británicas, eso mismo podemos hacer ahora con Europa, sacándola del neopaganismo en que la vemos sumida.