Un santo para cada día: 13 de junio San Antonio de Padua (El santo milagrero al que todo el mundo acude)
Es frecuente ver imágenes o cuadros de San Antonio de Padua con el Niño Jesús en sus brazos; esto es porque cuentan que una noche, no podemos precisar en cuál de los momentos de su vida, se le apareció el Niño Jesús, lo tomó en sus brazos y estuvo así con Él toda la noche
| Francisca Abad Martín
A este Santo, contemporáneo de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, gran orador y gran teólogo, le han llegado a calificar como el más grande taumaturgo de todos los tiempos, incluso poseedor del don de la bilocación.
Fernando Bulhoes y Tavero nació en un barrio de Lisboa próximo a la Catedral, entre 1188 y 1191 (según los autores). Se destacó desde niño por su gran devoción a la Santísima Virgen y a Jesús Niño. Como vivía cerca de la Catedral acudió a la Escuela Catedralicia y allí recibió un primer aprendizaje. Ya de adolescente ingresó en el monasterio agustino de San Vicente de Fora, en una colina a las afueras de Lisboa. Pasó allí dos años, yendo después a la Casa Madre en Coimbra, donde ingresó a los 17 o 18 años (según los autores). Allí se entregó a la oración y al estudio.
Él deseaba ir a Misiones en África, pero esa Orden no las tenía en ese continente, por lo que decide trasladarse al monasterio franciscano, cambiando su nombre de pila por el de Antonio. En el año 1220 vistió el hábito franciscano y se va hacia Marruecos; al llegar allí contrae una grave enfermedad que le retiene en cama un tiempo y deciden repatriarlo, pero una tempestad empuja la nave hacia Sicilia y se refugia en un convento franciscano cerca de Mesina.
Una vez recuperado acude al Capítulo General, presidido por San Francisco de Asís y después el Provincial de Romaña lo lleva consigo al Eremitorio de Monte Paolo. Allí vive solitario en una cueva, alternando con los actos comunitarios. En 1221 predica un sermón ante franciscanos y dominicos, quedando todos maravillados de su sabiduría. Entonces el Provincial decide dedicarlo al apostolado.
Lo envían primero a la Romaña, en la Italia Central, zona infestada por los herejes cátaros. De ahí pasa a Rimini, donde encuentra gran oposición y al ver que no quieren escucharle, se va a la orilla del mar y decide predicar a los peces; dicen que éstos sacaban sus cabezas del agua para escucharle. Esto lo presenció mucha gente. Va después a Bolonia, donde le nombran profesor de teología para los frailes más jóvenes. Estando aquí en Bolonia va a suceder un acontecimiento prodigioso que serviría para consagrar al santo como intercesor oficial en orden a encontrar los objetos perdidos. Un día echó de menos un libro que para él era de gran utilidad, en realidad en este tiempo todos los libros eran un preciado tesoro. Antonio se disgustó sobremanera y no dejó de orar para que el libro volviera a sus manos, hasta que de forma inesperada el libro se hizo visible en un lugar del convento y así pudo recuperarlo, con gran satisfacción por su parte. ¿Qué había pasado? Pues una cosa aparentemente muy simple, uno de sus alumnos había puesto los ojos sobre este libro de salmos y no pudo resistir la tentación de sustraérselo a su maestro, pero el joven comenzó a sentir remordimientos por esta mala acción y decidió devolvérselo a su dueño de esta forma velada. Este libro se conserva y puede verse en el convento franciscano de Bolonia. Desde entonces sus fieles devotos, que se cuentan por millares, no han dejado de poner en sus labios estas sencillas palabras que aparecen en el responsorio: “El mar sosiega su ira, redímense encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos”. Trascurrido este periodo magisterial deja Bolonia para dirigirse a Francia, donde Santo Domingo combatía a los albigenses y allí predica y enseña en varias ciudades.
En el capítulo que se celebró en Asís el 30 de mayo de 1227 es elegido Ministro Provincial, cargo que desempeña hasta 1230. Después va al convento de Arcella, cerca de Padua y es tal el fervor que despierta, que tiene que salir escoltado y por la puerta trasera, porque la gente corta trozos de su hábito para guardarlos como reliquias.
Por fin, cansado y enfermo de hidropesía, se retira al Eremitorio de Camposampiero. En el bosque hay un gran nogal y pide que allí, junto al árbol le hagan una celdita. Las tórtolas y las alondras van todos los días a visitarle. Fallece con 35 o 36 años (según los autores), el 13 de junio de 1231, acordándose de su amada Padua.
Canonizado el 30 de mayo de 1232 (fue el 2º Santo más rápidamente canonizado). Pio XII lo proclama Doctor de la Iglesia el 16 de junio de 1946.
Es frecuente ver imágenes o cuadros de San Antonio de Padua con el Niño Jesús en sus brazos; esto es porque cuentan que una noche, no podemos precisar en cuál de los momentos de su vida, se le apareció el Niño Jesús, lo tomó en sus brazos y estuvo así con Él toda la noche.
Reflexiones desde el contexto actual:
¡Que carisma especial tendrá este santo que en tiempos como los nuestros de agnosticismo y apatía religiosa, su popularidad no ha decrecido! S. Antonio sigue siendo el de siempre. “El santo de todo el mundo” y a él acuden las gentes en tropel, sobre todo las mozas casaderas, tal como queda reflejado en la mazurca de las sombrillas de la zarzuela Luisa Fernanda, donde se dice: “A S. Antonio por ser un santo casamentero, pidiendo matrimonio le agobian tanto…” A él se refería también el papa Francisco, cuando conversando con un grupo de muchachas de Padua, les manifestaba jocosamente que las jóvenes cuando tienen 20 años imploran al santo un novio diciendo: ”que venga, que tenga y que convenga”. A los 30 cambia la fórmula; “S. Antonio Bendito que venga y que convenga” y ya cuando tienen 40 años o más, todo se simplifica y se lo ponen más fácil “¡San Antonio Bendito, que venga como sea!".