Un santo para cada día: 11 de junio San Bernabé (Íntimo amigo y colaborador de Pablo de Tarso)
Bernabé es un santo venerado tanto por la Iglesia Latina, como por la Griega. Su nombre figura desde muy antiguo en el Canon de la Misa
| Francisca Abad Martín
Pocas son las noticias que han llegado hasta nosotros sobre San Bernabé. Unos dicen que llegó a conocer a Jesús y se unió al grupo de los Apóstoles, así opinan Orígenes y San Clemente de Alejandría, pero otros sitúan su conversión el día de Pentecostés, cuando los Apóstoles, después de recibir el Espíritu Santo, logran mediante sus palabras una masiva conversión de los que habían ido en peregrinación a Jerusalén y entre esos peregrinos es muy posible que estuviera José, que así se llamaba antes de que fuera conocido como Bernabé que significa el esforzado. Era oriundo de Chipre y pertenecía a la tribu de Leví.
Se cuenta en los Hechos de los Apóstoles que muchos vendían sus bienes y ponían lo recaudado en manos de los Apóstoles para que ellos lo distribuyeran entre los más necesitados, Así se nos dice que “José, el apellidado por los Apóstoles como Bernabé, levita y chipriota de nacimiento, como poseyese un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los Apóstoles” (Act. 4, 36-37).
Según la tradición, Bernabé habría tenido amistad con Saulo, cuando ambos estudiaban en la Escuela de Gamaliel y de esa amistad vendría el que posteriormente fueran a predicar juntos. Ambos eran de temperamento muy distinto: Bernabé, como su nombre indica, era más persuasivo, más sensible, de fácil palabra que encantaba a todos. De él dice San Lucas que era “un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de la fe” (Act. 11, 24). Llegó a desempeñar un papel importante en la organización de la Iglesia primitiva, Saulo en cambio era un hombre impetuoso, con el fuego de su palabra vibrante y atractiva. Ambos se complementaban. Lo cierto es que conjuntamente llevaron a cabo una labor apostólica estando muy cercanos en sus respectivas posiciones, incluso Tertuliano sostuvo que la Epístola a los Hebreos fue escrita por Bernabé.
En sus correrías apostólicas les acompañaba algunas veces Juan Marcos, sobrino de Bernabé. Chipre fue el primer campo de su apostolado, allí logran convertir al procónsul Sergio Paulo, en honor del cual Saulo cambia su nombre por el de Paulo (Pablo). Como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles, estuvieron en Perge, Antioquía, Listra, Panfilia y otras ciudades de Asia Menor. Pero los puritanos de la Ley estaban preocupados, porque ellos defendían, contra viento y marea, la obligatoriedad de la circuncisión, pero al aumentar el número de prosélitos en todas esas comunidades, parecía que eran ya demasiadas “cargas” las que se les imponían.
La influencia de Bernabé y Pablo en el debate que se produjo en el I Concilio de Jerusalén fue decisiva, oponiéndose rotundamente a que los bautizados no judíos tuvieran que ser circuncidados, contando todos los prodigios y conversiones que Dios había logrado por medio de ellos, se decidió no obligar a los gentiles más que a los preceptos estrictamente necesarios.
En las “Actas y martirio de San Bernabé Apóstol”, escrito por un chipriota llamado Alejandro, se dice que Bernabé murió en Salamina, lapidado por los judíos. Cuenta también ese autor que el Santo se le apareció al obispo de Salamina en el 488 para indicarle el lugar de su tumba. Abierto el sepulcro, encontraron sus restos con un ejemplar del Evangelio de San Mateo, escrito de su propia mano.
Bernabé es un santo venerado tanto por la Iglesia Latina, como por la Griega. Su nombre figura desde muy antiguo en el Canon de la Misa.
Reflexión desde el contexto actual:
Bernabé como miembro del colegio apostólico es una figura representativa del naciente cristianismo y forma parte de los cimientos sólidos de una Iglesia que todavía está en construcción después de veinte siglos. Quienes no pertenecemos al pueblo elegido de Dios, hemos de sentirnos agradecidos, porque él fue nuestro valedor, defendiendo que teníamos el mismo derecho a ser cristianos sin tener que pasar por el ritual judío, porque a partir de ahora ya no hay libre ni esclavo, ni judío, ni griego, ya que todos somos uno en Cristo Jesús.”