Un santo para cada día: 20 de septiembre San Eustaquio de Roma
La vida de Eustaquio está llena de situaciones imprevistas, pero ¿No es ésta la forma de actuar de Dios en nuestra vida cotidiana?
Eustaquio es uno de los 14 santos auxiliares, lo cual quiere decir que prácticamente carece de carnet de identidad; aun así S. Eustaquio es considerado como uno de los santos más celebrados del calendario católico. Sucede no obstante que en la vida de los santos aunque cuenta y mucho, la veracidad de los hechos que se narran de él, también juega un papel importante la ejemplaridad que hay detrás de los supuestos hechos. Porque no olvidemos que la vida de los santos se escribe entre otras cosas para que sirvan como paradigmas o modelos a imitar.
Se llamaba Plácido y vivió a comienzos del S. II, casado con la noble Taciana, con la que tuvo dos hijos. Hombre templado, de buenas costumbres que servía lealmente a los ejércitos imperiales en tiempos de Vespasiano y Tito, llegando a ostentar una alta graduación militar. Jefe de la Legión X en la lucha contra los judíos en Tierra Santa, por lo tanto también había que suponerle el valor entre sus prendas morales. En términos generales y para entendernos podíamos decir que era buena gente; pero esto no era suficiente y Dios quería más de él, por eso un día en el trascurso de una cacería y de forma prodigiosa, así se lo dio a entender. El hecho fue que Plácido se dejó seducir por Dios y todo lo que va a venir después resulta ser consecuencia lógica. El presbítero Juan se encargaría de instruirá en la fe a él y a toda la familia, abriéndoles las puertas de la gracia. Al nacer a la vida del espíritu, pasó a llamarse Eustaquio, su esposa tenía por nombre Teopista y sus hijos, Agapito y Teopisto.
Su vida trascurre en circunstancias lamentables que la fantasía se encargó de escenificar y en las que no vamos a detenernos, el caso es que perdió sus bienes, se alejó de las milicias y desaparecieron su mujer y sus dos hijos de su lado, quedándose en el mundo, solo y suplicante : “ Señor, que me habéis privado de la esposa y de los hijos: Disponed ahora del padre según vuestra santa voluntad.” Pasado un tiempo, Dios iba a disponer las cosas de una forma inesperada. Trajano se acuerda de él y le reclama para ir a la lucha al frente de uno de sus ejércitos. La victoria le sonríe y se dispone a regresar a Roma junto con la tropa. La voz de la sangre le lleva a reconocer entre los legionarios a sus dos hijos y entre el gentío que recibe de forma entusiasta al general vencedor reconoce también a su mujer. Llegado el momento de agradecer a los dioses la victoria conseguida, Eustaquio se niega a hacerlo y con el valor propio de un general se declara cristiano, que era tanto como firmar su sentencia de muerte. Le acompañan su mujer y sus dos hijos y los cuatro juntos se disponen a afrontar con entereza la cárcel. La tortura, las cadenas, las fieras en el circo… Desconocemos los detalles. Lo que sí sabemos es que hacia comienzos del siglo II unos cristianos valientes dieron testimonio de su fe hasta derramar su sangre por Cristo
Todos los años por esta fecha, en la localidad sevillana de Sanlúcar la Mayor se celebra con gran solemnidad la fiesta de S. Eustaquio, considerado como su santo Patrón, siendo sacado en procesión por las calles de la localidad.
Reflexión desde el contexto actual
La vida de Eustaquio está llena de situaciones imprevistas, pero ¿No es ésta la forma de actuar de Dios en nuestra vida cotidiana? Sucede con frecuencia que cuando creíamos que lo teníamos todo atado y bien atado, cuando todo estaba programado sin dejar nada a la improvisación, incluso cuando pensamos que todo está perdido, vemos cómo cambian los vientos y tenemos que replegar velas.