Un santo para cada día: 19 de julio Santas Justa y Rufina (Hermanas que fueron de la mano al martirio. Patronas de Sevilla)
Con el tiempo serían declaradas Patronas de Sevilla y la tradición las señala como protectoras de la Giralda y de la Catedral. Sus nombres eran Justa y Rufina
Recorriendo la parte monumental de Sevilla nos encontramos con que en esta ciudad se profesa un cariñoso recuerdo a dos mártires a las que tienen dedicadas una capilla de la catedral hispalense y en el colegio de los salesianos de la Santísima Trinidad existe también un lugar especial con un altar en recuerdo a su memoria. Este cariño y veneración es debido, al menos en parte, porque por medio de su intervención la ciudad la Giralda y la Catedral no fueron destruidas por el terremoto acaecido en el año 1504. Por esta razón con el tiempo serían declaradas Patronas de Sevilla y la tradición las señala como protectoras de la Giralda y de la Catedral. Sus nombres eran Justa y Rufina.
La historia y martirio de estas dos hermanas está envuelta en una gran nebulosa. Son mencionadas por primera vez en unos documentos del siglo VII. Según estos documentos Justa habría nacido en el 268 y su hermana Rufina en el 270. Eran los tiempos de la dominación romana, impregnados de paganismo. Ellas vivían en el seno de una modesta familia dedicada a la alfarería, por cuya razón son consideradas protectoras del gremio de los alfareros y de los cacharreros. Se sabe también que profesaban la religión cristiana clandestinamente, en un arrabal de Triana, en Sevilla.
Según cuentan, tal como era costumbre, se estaban celebrando unas fiestas paganas en honor de la diosa Afrodita o Venus, en la que se recordaba también a Adonis. Los seguidores de la diosa al paso de la comitiva por las calles iban recogiendo donativos para sufragar los gastos de la fiesta. Todo trascurría normalmente hasta que llegaron al establecimiento de Justa y Rufina y fue entonces cuando se armó un altercado, porque estas dos hermanas se negaron a colaborar y no solamente esto, sino que hicieron añicos a la estatua de la diosa.
Por este suceso fueron acusadas de sacrilegio ante el prefecto de Sevilla, Diogeniano, quien mandó enseguida que fueran encarceladas. Pensó que si las asustaba con algunas torturas renegarían de sus creencias. Primero les aplicó el tormento del potro y después fueron torturadas con garfios de hierro. Viendo que no desistían mandó que fueran encerradas en una tenebrosa cárcel, donde sufrirían de hambre y de sed. Al ver que resistían y habían sobrevivido, fueron castigadas a caminar descalzas hasta Sierra Morena. Como viera el prefecto que no se conseguía nada con ellas y que todo lo soportaban con paciencia mandó que se las encarcelara de nuevo hasta que murieran.
La primera en fallecer fue Justa, agotada por la caminata y deshidratada por la falta de agua y de comida. Mandó que arrojaran su cuerpo a un pozo. El obispo Sabino logró encontrarla y rescató su cuerpo para darle sepultura. Como Rufina aún seguía con vida, la llevaron al anfiteatro y la dejaron a expensas de un león para que la despedazara, pero éste se limitó a mover la cola y lamer sus vestidos. Desesperado el prefecto mandó que la degollaran y quemaran después su cuerpo. El obispo Sabino, de nuevo, recogió sus restos y los enterró junto a su hermana. Era el año 287.
Ante las persecuciones que sufrieron los mozárabes en tiempos de Abderramán II y Mohamed I, muchos huyeron a Toledo y allí fundaron una parroquia bajo la advocación de estas dos santas, las cuales tuvieron algún problema a la hora de ser reconocido su culto, por la sencilla razón de que había quedado establecido que quienes fueran condenados a muerte por destruir un ídolo no fuera contados entre los mártires, ya que este tipo de comportamiento no se ajustaba al evangelio, sin embargo en este caso el culto de ambas se extendió, dedicándoles basílicas a su nombre. Con San Leandro y su hermano San Isidoro, la devoción a Justa y Rufina adquiere gran importancia en Sevilla y se componen textos litúrgicos en su honor. Cuando Fernando III el Santo reconquista Sevilla, el 23 de noviembre de 1248, se recupera el culto y veneración de estas santas mártires, a las que se sigue teniendo gran devoción en la ciudad.
Reflexión desde el contexto actual:
En estos tiempos nos resulta extraño e incomprensible que se dieran encarnizadas persecuciones por motivos religiosos, lo que bastante gente ignora es que muchos cristianos de nuestro tiempo son perseguidos y martirizados con una crueldad similar en diversos puntos del planeta, sin que sea denunciado por los medios de comunicación y sin que la ONU y demás Organismos Internacionales muestren el interés que debieran por evitarlo. El silencio hipócrita de unos y la pasividad cobarde y oportunista de los otros, les convierte en cómplices de los mártires inocentes de nuestros tiempos que se cuentan por millares, aunque luego quienes de forma tan cínica se lavan las manos, sean los primeros a la hora de hablar de los derechos humanos y de la libertad religiosa.