Un santo para cada día: 9 de julio Sta. Teresa Benedicta de la Cruz. (Edith Stein) ( Filósofa insigne, mujer de nuestro tiempo, carmelita ejemplar, valerosa mártir, patrona de Europa)
Estamos ante una personalidad que despierta interés general en un mundo como el nuestro sembrado de dudas y recelos. Ella es una mujer de nuestro tiempo que habló nuestro mismo lenguaje y estuvo sumida en nuestras mismas miserias intelectuales; con el tiempo supo encontrar la luz iluminadora que le permitió traspasar las barreras tenebrosas y opresoras, no se desentendió de los problemas de su tiempo, luchó por la igualdad de la mujer y fue víctima de muchos odios e incomprensiones. El día de su elevación a los altares Juan Pablo II la saludaba con estas palabras: “Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, Sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios"
Nace Edith Stein en Breslau (Alemania) un 12 de octubre de 1891. Desde la perspectiva humana, bien podríamos decir que por su condición de judía y de mujer llegaba al mundo en el momento y en el lugar más inapropiado. Fue la última de 11 hermanos. Su padre se llamaba Siegfried Stein y su madre Auguste Courant ambos judíos practicantes, dedicados al negocio de la madera con aserradora propia. Por la temprana muerte de Siegfried es la madre quien tiene que dedicarse por entero a la familia, lo que más adelante recordaría Edith con cariño diciendo: “En nuestra casa todo recibía vida y calor de nuestra madre”
La benjamina de la familia pronto comenzó a dar muestras de ser una niña inteligente, despierta y testaruda, de alguna manera se siente constreñida en el ambiente familiar y aborrece todo proteccionismo, vive empeñada en conseguir metas en aquel tiempo fuera del alcance de la mujer. Comienza realizando los estudios de bachillerato en su ciudad natal con notable éxito, pero súbitamente, a los 15 años sufre una crisis que le hace abandonar sus estudios y también le lleva a perder su fe, cayendo en el ateísmo. Busca refugio en casa de su hermana casada que vivía en Hamburgo y aquí pasará una temporada ayudando en las tareas domésticas y en lo que fuera menester; pasados diez meses regresa a su ciudad natal y vuelve a sus estudios logrando ponerse al día sin grandes dificultades.
Ingresa en la Universidad de Breslau, dando muestras de su brillantez intelectual. Durante el tiempo que permaneció en esta universidad puso en marcha una asociación de mujeres con el propósito de promover “la equiparación entre los sexos”, colaborando estrechamente con Kaethe Scholz, una profesora que impartía cursos de filosofía a las mujeres. Es una joven que se muestra inquieta y rebelde que se subleva contra la mentalidad de la época, según la cual las mujeres debían estar relegadas al ámbito familiar; con pasión defiende que la mujer tiene el mismo derecho que el hombre a dar satisfacción a sus aspiraciones profesionales, lo cual, según nos dice, es saludable para “ el desarrollo de la personalidad individual, que también se corresponden con las demandas sociales que requieren la integración de las fuerzas femeninas en la vida del pueblo y del Estado” . A través de su actuación y de sus escritos ella fue siempre defensora de los valores y derechos de la mujer moderna, al tiempo que supo salvaguardar su identidad y dignidad humana, pero al final acaba dándose cuenta de que esta universidad se le queda corta, por lo que se despide de su familia y traslada su expediente a la Universidad de Götinger.
Edith ha cumplido 21 años y comienza a destacar en este centro universitario. Ella va a ser la primera mujer doctora en Filosofía de la universidad de Götinger. Alumna preferida de Husserl por encima de Heidegger, aunque éste se aprovechó de su condición de varón, ella iba a ser a pesar de todo, la colaboradora del maestro y su asistente de cátedra, su alumna preferida. Durante la guerra mundial la vemos trabajando de enfermera en un hospital militar y por fin va a tener lugar en su vida un hecho crucial. En el verano de 1921 fue a pasar unas semanas junto a la Señora Hedwig, viuda del que había sido un gran amigo suyo, discípulo como ella de Husserl y estando allí, casualmente tropezó con la autobiografía de Teresa de Ávila. Cuando terminó de leer el libro lo cerró y se dijo: “Esta es la verdad “. La verdad que ella había estado buscando toda la vida y no acababa de encontrarla.
Lo que va a venir a continuación es una consecuencia de esta sacudida interior. Decide entrar en un convento de clausura de la orden que fundara la santa castellana y el 14 de octubre de 1922 ve cumplidos sus deseos. Aquí se entregaría a la contemplación de los misterios sagrados y a la santificación de su alma, aunque sin abandonar su actividad intelectual, siendo de esta época muchos de sus valiosos escritos. Juan de la Cruz la va enseñando a desprenderse de todo y a vivir solamente del amor, hasta que llegó el fatídico 2 de agosto en que la Gestapo entra en el convento para llevársela detenida. Sobre la mesa quedaban llorando unos folios en los que esta carmelita insigne estaba escribiendo “Ciencia de la Cruz”. Edith permaneció inalterable ante tan trágica situación, hacía tiempo que había puesto su vida en manos de Dios. El 9 de agosto de 1942 desde el campo de Concentración de Auschwitz, juntamente con su hermana Rosa, emprendía su último viaje hasta los brazos del Padre a la edad de 51 años.
Reflexión desde el contexto actual:
Edith Stein es una santa de nuestro días , que se nos presenta como modelo de mujer comprometida con la equiparación de sexos, que lucha por la defensa de la mujer hasta comprometer su propia situación personal, pues gracias a ella se abrieron puertas que hasta ahora estaban cerradas al sexo femenino, que maneja unos argumentos contundentes para defender la dignidad de la mujer, sin tener por ello que renunciar para nada a su propia identidad femenina, porque no le hace falta, ya que tiene todo lo que hay que tener para sentirse a gusto con lo que es. Edith por muchas razones estaba llamada a ejercer el liderazgo del feminismo que la mujer de nuestro tiempo necesitaba. Fue también ejemplo de filósofa genuina en su búsqueda honesta de la verdad, santa contemplativa, digna hija de Sta. Teresa y discípula de S. Juan de la Cruz, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa, juntamente con San Benito. Lo que se dice un regalo de Dios para nuestro tiempo.