Un santo para cada día: 16 de julio La Virgen del Carmen. El jardín de Dios
España fue la primera en obtener del Papa Clemente X, en 1674, el permiso para celebrar la festividad de la Virgen del Carmen en todos los dominios del Rey Católico. El 24 de septiembre de 1726, Benedicto XIII la extendía a toda la cristiandad
“Flor del Carmelo, viña florida, esplendor del Cielo, Virgen fecunda ¡Oh Madre dulce! intacta de hombre, a todos tus devotos concede favores, estrella del mar!”
Ya en el Antiguo Testamento, en el libro de Isaías, se menciona el Monte Carmelo como “ha´karmel” (lugar del jardín). Bien distinto del de Judea, el monte Carmelo de Galilea junto al mediterráneo es bello y feraz, donde comienza a tejerse la historia mariana que arranca del profeta Elías, padre espiritual del Carmelo. En sus cuevas se han encontrado restos prehistóricos. Era un monte preferido por los cananeos para sacrificar a su dios Baal. La estancia del profeta Elías allí, en una cueva, ha dado fama a este monte. El pueblo de Israel había pecado y Dios manda al profeta para castigarle. En defensa del monoteísmo retó a los sacerdotes de Baal. Con su oración hizo que no lloviera en tres años y medio. Arrepentidos, los israelitas piden perdón a Yahvé. Elías vuelve a rezar insistentemente, hasta que aparece en el horizonte una nubecilla que habría de traer lluvia en abundancia, bendita nubecilla en la que muchos han podido ver la prefiguración de la Intercesora Universal y Señora Nuestra.
Es después, en la Edad Media, cuando un grupo de ermitaños, inspirados por la devoción al profeta Elías, decidieron retirarse al Monte Carmelo y habitar una serie de cuevas. A partir del Concilio de Calcedonia, los ermitaños del Monte Carmelo levantaron allí una capilla, a donde iba la gente en peregrinación durante los siglos XII y XIII. En las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo pasado, se descubrieron los cimientos de una pequeña capilla y junto a ella una pared de 2 m. y medio, que parece haber pertenecido a un primitivo monasterio de San Brocardo, superior de los eremitas que estuvieron allí.
Poco después de aprobarse la Regla de la Orden Carmelitana por Horacio III en 1226, vinieron los Carmelitas a Occidente. Se llamaban “Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo”. Pronto comenzó una persecución contra ellos y el Superior General de la Orden, San Simón Stock, oró a la Santísima Virgen y según la tradición, se le apareció la imagen de la Virgen del Carmen y le entregó sus hábitos y el escapulario, principal signo del culto mariano carmelita. Según esta tradición, la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida y el sábado siguiente a su muerte llevarlas al Cielo. Esta veneración recibió el reconocimiento papal en 1587 y ha sido respaldada por los pontífices posteriores.
En 1631 El P. Próspero Garaizabal, carmelita descalzo, volvió al Monte Carmelo y levantó allí un pequeño convento, permaneciendo en pie hasta 1821, en que fue destruido por los turcos otomanos. En 1836 se inauguró la Iglesia actual, que el Papa Gregorio XVI elevó a la categoría de Basílica Menor, con el título de “Stella Maris”. Bajo el altar está la gruta donde se cobijó el profeta Elías.
España fue la primera en obtener del Papa Clemente X, en 1674, el permiso para celebrar la festividad de la Virgen del Carmen en todos los dominios del Rey Católico. El 24 de septiembre de 1726, Benedicto XIII la extendía a toda la cristiandad.
Reflexión desde el contexto actual:
La devoción al santo escapulario ha sido siempre una característica de las familias cristianas, aunque en estos tiempos ha decaído bastante y lo mismo sucede con el hábito; sin embargo el fervor a la Virgen del Carmen permanece muy arraigado en los corazones de muchos fieles, como decía el cardenal Gomá “Nadie ignora lo extendida que está por todo el pueblo cristiano, en todas partes, y con qué profundo arraigo, la devoción a la Santísima Virgen del Carmen, de tal forma que a esta devoción podemos llamarla por antonomasia “devoción cristiana”, o mejor, “católica”. Ella sigue siendo la Reina de los mares a la que todos los marineros rinden pleitesía y la consideran como su Patrona. Virgen del Carmen siempre reina, siempre madre, imploramos tu ayuda en estos momentos difíciles, protégenos en vida, asístenos en la agonía y sálvanos cuando hayamos dejado para siempre este mundo.