Dejarlo todo. Dar la vida como Cristo.
Domingo quinto año ordinario C. 07.02.2016
(Lucas 5,1-11).
Hasta este momento de la pesca milagrosa, Jesús había tenido relaciones esporádicas y algo lejanas con Simón Pedro y sus compañeros pescadores. Pero, en contexto de Evangelio de hoy, nos encontramos con Jesús, que va directo al grano con ellos. Comienza pidiéndole un servicio a Simón Pedro. Era mucha la gente que lo apretujaba por todos lados. Estaban hambrientos y sedientos de la palabra de Jesús. Entonces, ante esta circunstancia, Jesús le dice o le pide a Simón Pedro, subiendo a la barca de él:
"que se apartara un poco de la orilla: luego se sentó en la barca comenzó a enseñar a la multitud".
Pero Jesús por mucho que Pedro le hubiera echado una mano, necesita más de él. Jesús anda buscando cooperadores o apóstoles que se entreguen totalmente a Él y a su trabajo misionero. Oyentes tiene muchos, le hacen falta apóstoles. Por eso, digo que va directo al grano. Hace el primer llamado a Simón Pedro y a sus compañeros.
Después que terminó de hablar a la gente, Jesús, sabiendo muy bien lo que iba a hacer, dijo a Simón:
"Lleva la barca a la parte más honda y echa las redes para pescar".
Esta petición es un llamado. Jesús le está pidiendo algo a Pedro que va contra toda su esperanza humana. Sabía que habían bregado toda la noche y no habían pescado nada.
Pero Jesús cuando llama, llama de verdad y en forma directa. Ha llegado un momento crucial. El Maestro quiere que Simón Pedro y sus compañeros tengan un encuentro decisivo con Él. Encuentro personal indispensable para poder seguir a Cristo. Porque el que no se encuentra personalmente con Jesús podrá decir que es cristiano, tal vez por costumbre y tradición. Pero hemos dicho otras veces anteriores, que hay cristianos católicos, incluso sacerdotes y teólogos sin Cristo. No ha habido encuentro con Cristo y Él no habita en ellos. Y éstos malamente podrán ser apóstoles. Ahora se trata de que Cristo busca ese encuentro personal porque necesita apóstoles. Por eso, ante la palabra y orden directa de Jesús,
"Simón Pedro respondió: "Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada, pero si tú lo mandas, echaré las redes". Así lo hicieron, y pescaron tantos peces que las redes estaban por romperse".
Los pescadores se sintieron tocados especialmente por el Señor. Primero Simón Pedro al ver el milagro se sintió tocado en su vida interior y pecadora. Comprendió la grandeza del que lo estaba ordenando y llamando personalmente con su palabra.
“Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: "Señor, apártate de mí, porque soy un pecador".
Jesús ha tocado a fondo a Pedro; ha llegado a su vida interior y de pecado,como la tenemos nosotros. Y Pedro hace su primer acto de fe en la persona de Jesús, y en la persona divina del Señor. Jesús, no obstante, empleará pecadores para salvar pecadores.
"Lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón".
Pero Jesús dijo a Simón:
"No temas de hoy en adelante serás pescador de hombres". Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo, y siguieron a Jesús”.
Abandonaron todo. No era mucho lo que tenían, pero, para ellos, era toda su vida: trabajo, familia, y todo su pasado de pecadores. Pasaron a ser apóstoles. Apóstol significa enviado. Cristo es el que escogió y los envía en su nombre "a echar las redes y ser pescadores de hombres".
Cristo no ha podido ser y estar más claro. Él se hace encontrar personalmente por ellos, y les ha llamado a ser sus apóstoles. Cristo los necesita. Él va a instaurar el Reino, y sus Apóstoles, con la ayuda del Espíritu, seguirán llamando en nombre del Señor, ayudándole a fundar el Pueblo de Dios: La Iglesia, para prolongar la misión de Reino comenzada por Cristo.
Aquí se entiende lo que es el seguimiento de Cristo. Es radical. "Lo dejaron todo y siguieron a Jesús".
Para entender el seguimiento de Cristo, la respuesta de los apóstoles es decisiva. El llamamiento de Jesús tiene la exigencia e introduce, después del encuentro personal con Él, y su llamada, una dinámica "de dejarlo todo".
Es una exigencia a la cual nos hemos referido anteriormente. Es una exigencia de pobreza. Es cierto que la llamada podrá ser más o menos profunda y radical, y aún podrá, como a los apóstoles, arrancarlos de sus hogares familiares y de sus trabajos y oficios, para una dedicación total y primera a la Evangelización, primera y más concluyente que la sola y primera centralización en los sacramentos. Una Iglesia y un apostolado centralizado en los sacramentos, centra en sí misma y en el clero a la Iglesia: Pueblo de Dios, porque le corresponde principalmente al clero la sacramentación.
Primero está la Evangelización, y ésta se hace por sacerdotes (clero) y laicos (as). Por todos los miembros de la Iglesia.
Pero la exigencia de pobreza de "dejarlo todo", está agregada en la llamada personal de Jesús. No como un consejo, sólo para religiosos o misioneros, sino también para todos, ojalá todos nos revisemos y cumplamos: unos su voto y otros su promesa de pobreza. Pero decía, no sólo para religiosos y sacerdotes, sino para todos:
“Del mismo modo, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío".(Lucas 14, 33).
"Para el cristianismo, el término "pobreza" no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los "pobres de Yahvé (Cfr. Sof.2,3; 3, 12-20; Is. 49, 13;; 66,2; Sal.74,19; 149,4) y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza (Cfr.Mt.5,3: Lc.6,20). San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlas, pues son solo medios para llegar al Reino (Cfr. 1 Cor.7,29-31). Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo "pobreza evangélica" (Cfr. Mt.6,19-34.
Los religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los consejos evangélicos (Cfr. Nos. 733-735). (Puebla 1148).
“La exigencia evangélica de la pobreza, como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en que vive la mayoría del continente, libra al pobre de ser individualista en su vida y de ser atraído y seducido por los falsos ideales de una sociedad de consumo. De la misma manera, el testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo”. (Puebla 1156).
Yo me atrevería, con mucho amor y respeto a mi Iglesia, que con respecto a la pobreza, nos preguntáramos, ¿Iglesia qué dices de ti misma? Porque nuestro problema está, en traducir, en nuestra vida éste "dejarlo todo". Creo que no hay seguimiento de Cristo sin desprendimiento material, aunque reconozco grandes testimonios de pobreza evangélica en muchos hermanos de Iglesia, aprovecho de insistir en una Iglesia más profética y pobre en un mundo globalizado con un sistema económico perverso e inhumano, que hace la pobreza, la miseria e indigencia en tantos hermanos y familias de nuestro continente. Un sistema que es tentación a la violencia porque el sistema es violento. Uno ve que políticos que propician este neo liberalismo y "capitalismo salvaje", ante la reacción de los pobres y oprimidos por el sistema, inmediatamente sacan palabras que acusan a los pobres y oprimidos de violentistas e incluso de terroristas, aplicando una "ley antiterrorista" injusta y falsa contra ellos, rasgando vestiduras, olvidándose de dos cosas: Una: que ellos y su sistema económico es violento y que mata a los postergados de la sociedad, mata a los sin trabajo, a los sin vivienda, a los sin salud, a los sin alimento, a los sin educación, etc. No cabe otra cosa que decirles a los que propician esta economía de "pecado social", que hoy está vigente el mandamiento: "No Matarás". En la práctica, se ve que se sigue aplicando una opresión y represión, llamándola con falsedad: "Seguridad interior del Estado". Es inmoral y asesina de los hermanos, especialmente de los más pobres. Dos: que muchos de ellos aplicaron, siendo cómplices, un terrorismo de Estado en dictadura, que de una u otra forma se sigue aplicando hoy. Hay violencia, hay robos y mucha delincuencia. ¿Será sólo responsabilidad de los hechores? ¿No será también una violencia, robo y delincuencia "in causa" por la economía pecadora aplicada por los poderosos aliados con los políticos?
Aprovecho de solidarizar con pueblo mapuche que está sufriendo la aplicación torpe e inviable, para un proceso justo, de una ley antiterrorista. Chile y el Estado chileno tiene una deuda histórica con los mapuches: “hombres de la tierra”.
Todo esto lo digo, porque creo que tiene que ver con la aplicación, en nuestra vida de discípulos de Cristo, de ese "dejarlo todo y seguir a Cristo".
Porque la renuncia radical y pobreza evangélica, tiene y supone también una renuncia - y que la pide Cristo – en una actitud de libertad interior, que nos hace estar dispuestos a dejar cualquier cosa que se haga incompatible con la exigencia del Señor. Cada uno, cada día, y en cada circunstancia de la vida, que vivimos, tomando las injusticias sociales, que hace pobres a hermanos nuestros, tenemos que saber discernir, con el Espíritu de Dios, en qué forma vamos a concretar el "dejarlo todo y seguir a Cristo" en el hermano que sufre la explotación de un sistema económico aplicado e impuesto por una minoría de políticos coludidos con poderosos y ricos.
Creo que para los de América Latina y el Caribe, especialmente para Chile, la pobreza que Dios nos pide, no puede prescindir del hecho de que grandes cantidades de hermanos viven en la miseria. "Son los millones que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
También sucede, que a veces, se colabora en esta injusticia grave, por ejemplo votando por políticos
que propician esa economía criminal, y no tienen ningún ánimo de cambiar ese sistema; también por la falta de compromiso de muchos, que no quieren o evaden, ser sujetos reales de una liberación que no puede esperar más. Pertenecemos a una sociedad de terribles contrastes entre unos pocos ricos y una masa de pobres. En nuestros países, una minoría tiene secuestrada a una mayoría.
Por eso, la pobreza evangélica nuestra, supone una apertura y un sentido hacia el pobre y una actitud profética condenando este neo liberalismo y "capitalismo salvaje" causante del "pecado social" reinante en una sociedad idolátrica, que pierde sus valores, y lo que es peor, sin Dios de hecho, y con leyes ilegítimas.
Esa apertura y un sentido hacia el pobre, sería una verdadera solidaridad hoy día, y necesariamente con una actitud profética:
"No podemos callar lo que hemos visto y oído". (Nuevo Testamento).
Se trata de comprometerse en la causa del pobre, compromiso de una Iglesia pobre, que se la juega, acompañando al pueblo oprimido en la causa de justicia y liberación.
Sí, amigos, el "dejarlo todo" y "el renunciar a todo" debe ser histórico y no podemos ser obstáculo para los derechos de los pobres, al contrario, debemos ser parte de ese pueblo y sus demandas. Todo desde nuestra condición y perspectiva evangélica. Reconozco que le corresponde, como rol propio y específico, a nuestros laicos, este campo político contingente.
Como cristianos de Iglesia y de Jesús, ante nuestra cuna y origen de Jesús pobre; ante Dios que optó primero que nosotros por los pobres, debemos renunciar, y hacer renunciar a muchos, al prestigio, al "status", a las seguridades de la riqueza y a la riqueza misma. Esto es, lo que obliga hoy, en forma radical, la opción por el pobre y, con ellos, la opción "por dejarlo todo y seguir a Jesús, siendo Pueblo de Dios".
La pobreza del cristiano y de la Iglesia es la consecuencia de un compromiso liberador. No es una pobreza que cada uno de nosotros se inventa, sino la que Dios nos manda. Es el precio "de dejarlo todo y seguir a Cristo". Así creo, que si tenemos pobreza resultante del seguimiento de Cristo, que nos buscó como sus apóstoles, y al que seguimos radicalmente, creo, repito, que se acabaría cierto paternalismo eclesial, que todavía queda, y nos haríamos más parte de un pueblo, que debe ser sujeto de su liberación y no objeto de la sola limosna y "ayuda fraterna".
Este es mi convencimiento ante el Cristo que habita mi ser. Creo que esto lo saben los cristianos: laicos, obispos sacerdotes, religiosos y religiosas, hasta el mismo Papa. A nombre de Jesús, "echarán las redes" "lo dejarán todo para seguir a Cristo, solidarizando con los pobres en situaciones concretas". Esto se hace apremiante para los chilenos, hoy bastante pasivos, tibios, acomodándose y acostumbrándose con mediocridad a situación política actual. ¡Esto debe terminar y cambiar! Y para el cristiano y hombre y mujer de Iglesia es imperioso el término de una actitud tibia. ¡Hay con urgencia que cambiar!
"La caridad de Cristo nos urge".
Y para reafirmar lo dicho, y para entender que este es un llamado urgente del Señor, les cito a Jesús en Mateo 6, 19-34. Ustedes pueden leerlo entero, yo les proclamo algunas partes exigentes del llamado de Jesús:
"No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban.
Acumulen tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el gusano los echan a perder, ni hay ladrones para romper el muro y robar.
Pues donde están tus riquezas, ahí también estará tu corazón... . Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque verá con malos ojos al primero y amará al otro, o bien preferirá al primero y no le gustará el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero". Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(Lucas 5,1-11).
Hasta este momento de la pesca milagrosa, Jesús había tenido relaciones esporádicas y algo lejanas con Simón Pedro y sus compañeros pescadores. Pero, en contexto de Evangelio de hoy, nos encontramos con Jesús, que va directo al grano con ellos. Comienza pidiéndole un servicio a Simón Pedro. Era mucha la gente que lo apretujaba por todos lados. Estaban hambrientos y sedientos de la palabra de Jesús. Entonces, ante esta circunstancia, Jesús le dice o le pide a Simón Pedro, subiendo a la barca de él:
"que se apartara un poco de la orilla: luego se sentó en la barca comenzó a enseñar a la multitud".
Pero Jesús por mucho que Pedro le hubiera echado una mano, necesita más de él. Jesús anda buscando cooperadores o apóstoles que se entreguen totalmente a Él y a su trabajo misionero. Oyentes tiene muchos, le hacen falta apóstoles. Por eso, digo que va directo al grano. Hace el primer llamado a Simón Pedro y a sus compañeros.
Después que terminó de hablar a la gente, Jesús, sabiendo muy bien lo que iba a hacer, dijo a Simón:
"Lleva la barca a la parte más honda y echa las redes para pescar".
Esta petición es un llamado. Jesús le está pidiendo algo a Pedro que va contra toda su esperanza humana. Sabía que habían bregado toda la noche y no habían pescado nada.
Pero Jesús cuando llama, llama de verdad y en forma directa. Ha llegado un momento crucial. El Maestro quiere que Simón Pedro y sus compañeros tengan un encuentro decisivo con Él. Encuentro personal indispensable para poder seguir a Cristo. Porque el que no se encuentra personalmente con Jesús podrá decir que es cristiano, tal vez por costumbre y tradición. Pero hemos dicho otras veces anteriores, que hay cristianos católicos, incluso sacerdotes y teólogos sin Cristo. No ha habido encuentro con Cristo y Él no habita en ellos. Y éstos malamente podrán ser apóstoles. Ahora se trata de que Cristo busca ese encuentro personal porque necesita apóstoles. Por eso, ante la palabra y orden directa de Jesús,
"Simón Pedro respondió: "Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada, pero si tú lo mandas, echaré las redes". Así lo hicieron, y pescaron tantos peces que las redes estaban por romperse".
Los pescadores se sintieron tocados especialmente por el Señor. Primero Simón Pedro al ver el milagro se sintió tocado en su vida interior y pecadora. Comprendió la grandeza del que lo estaba ordenando y llamando personalmente con su palabra.
“Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: "Señor, apártate de mí, porque soy un pecador".
Jesús ha tocado a fondo a Pedro; ha llegado a su vida interior y de pecado,como la tenemos nosotros. Y Pedro hace su primer acto de fe en la persona de Jesús, y en la persona divina del Señor. Jesús, no obstante, empleará pecadores para salvar pecadores.
"Lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón".
Pero Jesús dijo a Simón:
"No temas de hoy en adelante serás pescador de hombres". Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo, y siguieron a Jesús”.
Abandonaron todo. No era mucho lo que tenían, pero, para ellos, era toda su vida: trabajo, familia, y todo su pasado de pecadores. Pasaron a ser apóstoles. Apóstol significa enviado. Cristo es el que escogió y los envía en su nombre "a echar las redes y ser pescadores de hombres".
Cristo no ha podido ser y estar más claro. Él se hace encontrar personalmente por ellos, y les ha llamado a ser sus apóstoles. Cristo los necesita. Él va a instaurar el Reino, y sus Apóstoles, con la ayuda del Espíritu, seguirán llamando en nombre del Señor, ayudándole a fundar el Pueblo de Dios: La Iglesia, para prolongar la misión de Reino comenzada por Cristo.
Aquí se entiende lo que es el seguimiento de Cristo. Es radical. "Lo dejaron todo y siguieron a Jesús".
Para entender el seguimiento de Cristo, la respuesta de los apóstoles es decisiva. El llamamiento de Jesús tiene la exigencia e introduce, después del encuentro personal con Él, y su llamada, una dinámica "de dejarlo todo".
Es una exigencia a la cual nos hemos referido anteriormente. Es una exigencia de pobreza. Es cierto que la llamada podrá ser más o menos profunda y radical, y aún podrá, como a los apóstoles, arrancarlos de sus hogares familiares y de sus trabajos y oficios, para una dedicación total y primera a la Evangelización, primera y más concluyente que la sola y primera centralización en los sacramentos. Una Iglesia y un apostolado centralizado en los sacramentos, centra en sí misma y en el clero a la Iglesia: Pueblo de Dios, porque le corresponde principalmente al clero la sacramentación.
Primero está la Evangelización, y ésta se hace por sacerdotes (clero) y laicos (as). Por todos los miembros de la Iglesia.
Pero la exigencia de pobreza de "dejarlo todo", está agregada en la llamada personal de Jesús. No como un consejo, sólo para religiosos o misioneros, sino también para todos, ojalá todos nos revisemos y cumplamos: unos su voto y otros su promesa de pobreza. Pero decía, no sólo para religiosos y sacerdotes, sino para todos:
“Del mismo modo, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío".(Lucas 14, 33).
"Para el cristianismo, el término "pobreza" no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los "pobres de Yahvé (Cfr. Sof.2,3; 3, 12-20; Is. 49, 13;; 66,2; Sal.74,19; 149,4) y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza (Cfr.Mt.5,3: Lc.6,20). San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlas, pues son solo medios para llegar al Reino (Cfr. 1 Cor.7,29-31). Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo "pobreza evangélica" (Cfr. Mt.6,19-34.
Los religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los consejos evangélicos (Cfr. Nos. 733-735). (Puebla 1148).
“La exigencia evangélica de la pobreza, como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en que vive la mayoría del continente, libra al pobre de ser individualista en su vida y de ser atraído y seducido por los falsos ideales de una sociedad de consumo. De la misma manera, el testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo”. (Puebla 1156).
Yo me atrevería, con mucho amor y respeto a mi Iglesia, que con respecto a la pobreza, nos preguntáramos, ¿Iglesia qué dices de ti misma? Porque nuestro problema está, en traducir, en nuestra vida éste "dejarlo todo". Creo que no hay seguimiento de Cristo sin desprendimiento material, aunque reconozco grandes testimonios de pobreza evangélica en muchos hermanos de Iglesia, aprovecho de insistir en una Iglesia más profética y pobre en un mundo globalizado con un sistema económico perverso e inhumano, que hace la pobreza, la miseria e indigencia en tantos hermanos y familias de nuestro continente. Un sistema que es tentación a la violencia porque el sistema es violento. Uno ve que políticos que propician este neo liberalismo y "capitalismo salvaje", ante la reacción de los pobres y oprimidos por el sistema, inmediatamente sacan palabras que acusan a los pobres y oprimidos de violentistas e incluso de terroristas, aplicando una "ley antiterrorista" injusta y falsa contra ellos, rasgando vestiduras, olvidándose de dos cosas: Una: que ellos y su sistema económico es violento y que mata a los postergados de la sociedad, mata a los sin trabajo, a los sin vivienda, a los sin salud, a los sin alimento, a los sin educación, etc. No cabe otra cosa que decirles a los que propician esta economía de "pecado social", que hoy está vigente el mandamiento: "No Matarás". En la práctica, se ve que se sigue aplicando una opresión y represión, llamándola con falsedad: "Seguridad interior del Estado". Es inmoral y asesina de los hermanos, especialmente de los más pobres. Dos: que muchos de ellos aplicaron, siendo cómplices, un terrorismo de Estado en dictadura, que de una u otra forma se sigue aplicando hoy. Hay violencia, hay robos y mucha delincuencia. ¿Será sólo responsabilidad de los hechores? ¿No será también una violencia, robo y delincuencia "in causa" por la economía pecadora aplicada por los poderosos aliados con los políticos?
Aprovecho de solidarizar con pueblo mapuche que está sufriendo la aplicación torpe e inviable, para un proceso justo, de una ley antiterrorista. Chile y el Estado chileno tiene una deuda histórica con los mapuches: “hombres de la tierra”.
Todo esto lo digo, porque creo que tiene que ver con la aplicación, en nuestra vida de discípulos de Cristo, de ese "dejarlo todo y seguir a Cristo".
Porque la renuncia radical y pobreza evangélica, tiene y supone también una renuncia - y que la pide Cristo – en una actitud de libertad interior, que nos hace estar dispuestos a dejar cualquier cosa que se haga incompatible con la exigencia del Señor. Cada uno, cada día, y en cada circunstancia de la vida, que vivimos, tomando las injusticias sociales, que hace pobres a hermanos nuestros, tenemos que saber discernir, con el Espíritu de Dios, en qué forma vamos a concretar el "dejarlo todo y seguir a Cristo" en el hermano que sufre la explotación de un sistema económico aplicado e impuesto por una minoría de políticos coludidos con poderosos y ricos.
Creo que para los de América Latina y el Caribe, especialmente para Chile, la pobreza que Dios nos pide, no puede prescindir del hecho de que grandes cantidades de hermanos viven en la miseria. "Son los millones que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín).
También sucede, que a veces, se colabora en esta injusticia grave, por ejemplo votando por políticos
que propician esa economía criminal, y no tienen ningún ánimo de cambiar ese sistema; también por la falta de compromiso de muchos, que no quieren o evaden, ser sujetos reales de una liberación que no puede esperar más. Pertenecemos a una sociedad de terribles contrastes entre unos pocos ricos y una masa de pobres. En nuestros países, una minoría tiene secuestrada a una mayoría.
Por eso, la pobreza evangélica nuestra, supone una apertura y un sentido hacia el pobre y una actitud profética condenando este neo liberalismo y "capitalismo salvaje" causante del "pecado social" reinante en una sociedad idolátrica, que pierde sus valores, y lo que es peor, sin Dios de hecho, y con leyes ilegítimas.
Esa apertura y un sentido hacia el pobre, sería una verdadera solidaridad hoy día, y necesariamente con una actitud profética:
"No podemos callar lo que hemos visto y oído". (Nuevo Testamento).
Se trata de comprometerse en la causa del pobre, compromiso de una Iglesia pobre, que se la juega, acompañando al pueblo oprimido en la causa de justicia y liberación.
Sí, amigos, el "dejarlo todo" y "el renunciar a todo" debe ser histórico y no podemos ser obstáculo para los derechos de los pobres, al contrario, debemos ser parte de ese pueblo y sus demandas. Todo desde nuestra condición y perspectiva evangélica. Reconozco que le corresponde, como rol propio y específico, a nuestros laicos, este campo político contingente.
Como cristianos de Iglesia y de Jesús, ante nuestra cuna y origen de Jesús pobre; ante Dios que optó primero que nosotros por los pobres, debemos renunciar, y hacer renunciar a muchos, al prestigio, al "status", a las seguridades de la riqueza y a la riqueza misma. Esto es, lo que obliga hoy, en forma radical, la opción por el pobre y, con ellos, la opción "por dejarlo todo y seguir a Jesús, siendo Pueblo de Dios".
La pobreza del cristiano y de la Iglesia es la consecuencia de un compromiso liberador. No es una pobreza que cada uno de nosotros se inventa, sino la que Dios nos manda. Es el precio "de dejarlo todo y seguir a Cristo". Así creo, que si tenemos pobreza resultante del seguimiento de Cristo, que nos buscó como sus apóstoles, y al que seguimos radicalmente, creo, repito, que se acabaría cierto paternalismo eclesial, que todavía queda, y nos haríamos más parte de un pueblo, que debe ser sujeto de su liberación y no objeto de la sola limosna y "ayuda fraterna".
Este es mi convencimiento ante el Cristo que habita mi ser. Creo que esto lo saben los cristianos: laicos, obispos sacerdotes, religiosos y religiosas, hasta el mismo Papa. A nombre de Jesús, "echarán las redes" "lo dejarán todo para seguir a Cristo, solidarizando con los pobres en situaciones concretas". Esto se hace apremiante para los chilenos, hoy bastante pasivos, tibios, acomodándose y acostumbrándose con mediocridad a situación política actual. ¡Esto debe terminar y cambiar! Y para el cristiano y hombre y mujer de Iglesia es imperioso el término de una actitud tibia. ¡Hay con urgencia que cambiar!
"La caridad de Cristo nos urge".
Y para reafirmar lo dicho, y para entender que este es un llamado urgente del Señor, les cito a Jesús en Mateo 6, 19-34. Ustedes pueden leerlo entero, yo les proclamo algunas partes exigentes del llamado de Jesús:
"No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban.
Acumulen tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el gusano los echan a perder, ni hay ladrones para romper el muro y robar.
Pues donde están tus riquezas, ahí también estará tu corazón... . Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque verá con malos ojos al primero y amará al otro, o bien preferirá al primero y no le gustará el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero". Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+