Dios es nuestro Padre rico en misericordia.
Domingo Cuarto de Cuaresma. Año C.07.03.2016.
(Lucas 15, 1-3, 11-32.).
1.-Ante una Iglesia temporal en crisis, y pecado, por parte de varios de sus miembros; ante un pecado de lucha de poderes que le acarrea divisiones graves; ante actos de corrupción con respecto al dinero; ante conocimiento de un informe de hábitos y malas costumbres en Vaticano; ante problemas serios en Curia, que hace que todo signifique una merma de credibilidad de la Iglesia ante el mundo.
2.-Ante un mundo con una cultura también en crisis, con una pérdida de valores fundamentales y permanentes, haciendo en hombres y mujeres una moral muy permisiva y una situación de una sociedad empecatada.
3.-Ante un mundo con una economía perversa que hace que unos pocos ricos y políticos agudicen las escandalosas desigualdades, haciendo el 80% de pobreza en la humanidad; haciendo que se sufra el "pecado social", que trae tantos dolores y angustias de hombres y mujeres, de familias enteras, todos seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios. Y en Chile, esta economía está sustentada por una institucionalidad, que desde su origen y posteriormente con una Constitución ilegítima y dictatorial, le ha dado al Estado no la búsqueda del bien común de la ciudadanía, sino le ha dado un rol y poder gibarizado, no teniendo en sus manos las riquezas básicas de la nación, entregándolas a manos privadas: grandes empresarios coludidos con políticos, también con poder foráneo, haciendo el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría, haciendo en los hechos una dictadura social y económica, que viola sistemáticamente los derechos humanos fundamentales de los chilenos, especialmente de los más pobres que sufren una tortura moral y real permanente.
4.-Ante una rebeldía y mal uso de la libertad, haciendo idolatrías cuyas raíces se encuentran en culto al poder, a la riqueza, al orgullo personal, y de élite.
5.- Hay desconfianzas mutuas. ¿Acaso todo no nos dice que hay una situación de pecado generalizada? Por eso, ante el pecado en general: personal y social, constatamos que hay un rumbo no acorde con la voluntad de Dios. Esto se ha hecho palpable muy nítidamente, desde hace un tiempo a esta parte, haciéndose visibles hechos de corrupción, que hacen una opresión y un despojo descarado a muchos chilenos
6.-No obstante, este panorama de ausencia de Dios; de alejamiento de Dios de muchos seres humanos, vemos con emoción y esperanza, un llamado de Dios a la conversión, mostrando una misericordia divina que busca y acoge a pecadores; hoy, buscando de una manera especial a miembros pecadores de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. No sólo de aquellos que han sido descubiertos en este tiempo, sino también, vemos que misericordia de Dios nos busca a todos como Cuerpo suyo que somos, porque como ya hemos dicho antes, todos somos pecadores y miembros del Cuerpo de Cristo: Iglesia, Pueblo de Dios. Por tanto es un problema de todos. Cada miembro del Cuerpo tiene una responsabilidad personal y comunitaria y social. Todos debemos responder al llamado a la conversión. Todos debemos, ante un Dios que busca con misericordia, responder y dejarse encontrar por el Padre, permitiendo dar pasos comunitarios, sociales y eclesiales, que nos conduzcan a una pascua de resurrección eclesial y de liberación de nuestro país.
7.-Veo que surge un llamado de Dios a la conversión de este Cuerpo Eclesial, cuya Cabeza es Cristo mismo, Cabeza que hoy nuevamente está coronada de espinas.
Anteriormente he recordado la máxima bíblica: "Todo sucede por el bien de los que aman a Dios"..
En estas circunstancias, hay un Dios que no permanece indiferente; y a la manera del Buen Samaritano y del Padre de parábola del hijo pródigo, se acerca y se aproxima, llamando a una conversión personal, social y eclesial. Y lo hace, especialmente para nosotros, miembros de su Cuerpo, en este tiempo propicio de Cuaresma. Quiere Dios que pasemos el Mar Rojo, y salgamos convertidos, haciendo una Iglesia "espléndida, santa, sin mancha ni arruga ni nada parecido".
8.-Me insto y quiero instar a todos mis hermanos a aceptar, abriendo la puerta de nuestra vida, con humildad y pobreza de alma y corazón, a este Padre Dios, que quiere nuestra salvación y conversión radical.Pero éste es un llamado sin muros y grandes horizontes para todo y para todos. Es un llamado universal.¿Por qué no a los extra eclesiales?
Aceptemos la misericordia del Padre Dios que nos sale al encuentro en nuestro camino de vida extraviado. Aceptemos al Padre de las misericordias, como Pueblo de Dios, y será posible, gracias a esta gran misericordia divina del ungido,una salvación y liberación de conversión. Hará de nuestras vidas una conversión pascual y de resurrección de nuestra Iglesia. No descarto que la gracia y acción de Dios toque los corazones de los grandes empresarios y poíticos.
9.-Seamos hijos pródigos. Tengamos la seguridad que esta misericordia divina, está tomando una iniciativa de amor, está esperando nuestra vuelta, que también está haciendo una búsqueda intensa de nosotros y de muchos, sin merecerlo, sólo por amor puro y gratuito, procurando una acogida de misericordia a nosotros pecadores, especialmente a los miembros de Iglesia muertos por sus pecados ya nombrados.
10.- Tomar conciencia de que somos hijos pródigos.
"Pródigo" significa "disipador", "gastador y despilfarrador". Es un ser humano que usa mal la libertad dada por Dios. Porque nosotros tenemos el triste privilegio, con la libertad que Dios nos dio, de poder decirle no a Dios y no hacer su santa voluntad. Y hoy dentro de la Iglesia y fuera de ella, en el mundo social,con mucha frecuencia, se le está diciendo no a Dios. Se está tomando, con ignorancia y enajenación, un camino de libertinaje, que nos marca un rumbo inconducente.
11.-La parábola del hijo pródigo, en este contexto señalado, por nuestra condición de criaturas frágiles y pecadoras, y en un contexto cuaresmal hacia la pascua, está puesta con una intención evidente. En nombre de Dios se nos está diciendo que nuestra conversión es posible gracias a la misericordia de Dios. Y esto es hasta tal punto cierto, que "hay o habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que cambie su corazón y su vida, volviendo al Padre, como el hijo pródigo, convirtiéndose, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse".
Parece que es esto o que fue esto lo que no comprendió, con un dejo de actitud farisaica, el hermano mayor o hijo mayor de la parábola.
12.-La parábola nos hace tomar conciencia que el pecado, cualquiera que sea produce alejamiento de Dios o una partida de su lado. Es la figura del hijo pródigo. El pecado de aquel que se aleja de Dios es siempre mentiroso; a la larga nos deshumaniza; también hace que la amistad con Dios, nuestro Padre, sea realmente comprendida como parte esencial de nuestra felicidad y de todo desarrollo humano. El hijo pródigo se nos presenta como un hijo lleno de necesidades, que incluso lo hace llegar al punto de cuidar puercos; lo lleva a emporcarse: a vivir como un cerdo.
13.-La nostalgia que se produce en nuestra conciencia pecadora, echando de menos una vida más digna y más feliz en profundidad, es ya el inicio de la conversión. Esta nostalgia para los hijos de la Iglesia, sean éstos más o menos pecadores, tiene un nombre: se trata de una persona: Cristo, el Evangelio.
Todos, como el hijo pródigo, tenemos este momento de reflexión nostálgico, que más aún, buscados por Dios, nos hace recapacitar y querer volver donde Él.
Quiero fervientemente que este momento se dé. Se lo pido con ardiente fe a Jesús de quien es la Iglesia. Llamo al Señor, por los que buscan poder dentro de la iglesia, haciendo divisiones y pugnas, para que deponiendo cualquier actitud reñida a Cristo, se abran a la acción del Espíritu. Pido al Señor: Católicos de Espíritu.
14.- La conversión es desde abajo, desde una situación inhumana hacia el humanismo del Evangelio. Es decir, tiene que producirse un encuentro entre nuestra miseria y la misericordia del Padre Dios, Encarnada en el Hijo, quien toma la iniciativa de hacerse nuestro próximo, haciéndose tan prójimo, que no consideró indigno, siendo Dios, hacerse uno de nosotros: Dios se hizo Hombre. Vino hacia nuestro encuentro no para condenarnos, sino para darnos su perdón salvador. Se produce un encuentro decisivo, que nos lanza hacia los brazos de Nuestro Salvador. No olvidemos nunca: es una iniciativa de Dios y no nuestra. Nadie se convierte si Dios no lo trabaja en su corazón y en su interior, y si uno no se entrega y se deja trabajar por el amor de Dios. Esto nos lleva a un encuentro mutuo.
Nunca está demás, recordar, en este lugar, que la palabra misericordia viene de un compuesto latino: "miser-miseris"= miseria, y "cor- cordis"= corazón.
Lo que que queremos decir, en relación a la venida de Jesús, y encuentro mutuo, con Él, es nada más y nada menos, el prodigio de un Jesús, el Dios hecho Hombre, que pone su Corazón junto a nuestra miseria, y cual ascensor nos saca desde abajo, sacándonos de nuestras miserias y servidumbres humanas. Nos sube, tirándonos para arriba, con un amor gratuito hasta el extremo.
Santa Teresita decía "que los brazos de Jesús eran su ascensor en su vida".
15,-Es propio de un arrepentimiento el reencontrarse con la persona que hemos ofendido. Y es propio del perdón tener una manifestación expresiva con signos concretos. Es lo que llamamos arrepentimiento-perdón.
A este encuentro personal Jesús le dio una medida religiosa en la parábola: la misericordia de Dios se hace palpable y latente. El Padre sale al encuentro de su hijo, lo acoge de nuevo en su morada, abrazándolo y olvidando el pasado.
16.- La conversión se transforma en un encuentro con la misericordia de Dios. Esto se hace y se encuentra en la base del sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación. Allí, al reconocer nuestros pecados, Dios nos da el perdón por medio de un ministro de su Iglesia. Y esto es así, y Dios lo ha querido así, para hacernos entender, que perteneciendo al Cuerpo de Cristo, Iglesia, como miembro de él, cada pecado nuestro no es sólo contra Dios, sino también contra la Iglesia. Cada pecado abaja o rebaja al Cuerpo, como también, cada acto de amor y de bien, de uno de los miembros, sube, perfecciona y mejora al Cuerpo. Cada pecado afecta al Cuerpo.
Entonces, deducimos que nuestro arrepentimiento y petición de perdón no es como un tiro al aire a un Dios que está encielado, que desde nuestra condición pecadora ni siquiera lo tocamos con el pétalo de una rosa. Le mostramos nuestro arrepentimiento y petición de perdón a un representante del Cuerpo-Iglesia, donde también está el Señor; Cuerpo-Iglesia que ha sido dañado y afectado con nuestro pecado. Este miembro-ministro del Cuerpo y de la Comunidad Eclesial, no sólo tiene la facultad de perdonar en nombre de Dios, sino también, en nombre de la Iglesia perjudicada con nuestro pecado.El ministro de Dios y de la Iglesia nos reincorpora como pertenencia de Dios y de la Comunidad Eclesial.
El sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación, cada vez que lo practicamos o celebramos, estamos encarnando al Verbo de la parábola del hijo pródigo.
17.-Este proceso de conversión a fin de cuentas nos hace comprender que Dios es nuestro Padre y que nosotros somos sus hijos.
"Dios no nos puso en la tierra para cosechar méritos y premios, sino para descubrir que somos sus hijos. Pero, de hecho, nacimos pecadores. El pecado está inscrito en nuestro destino: es lo que llamamos el pecado original, o sea, el pecado que envenena los orígenes de nuestra raza y las raíces de nuestra libertad. Debido a esto, la primera manifestación de nuestra libertad es, muchas veces, una rebeldía.
Dios no se sorprende de nuestras maldades, pues, al crearnos libres, aceptó el riesgo de que cayéramos. Él no hace suya nuestra distinción entre justos y pecadores, la cual supone que unos merecen premios y otros castigos. Al contrario nos acompaña a todos en nuestra experiencia del bien y del mal, hasta que pueda llamarnos hijos suyos, gracias a su único Hijo, Jesús.
Este es nuestro Dios y Padre que hace salir el bien del mal; que Él nos crea día a día, sin que nos demos cuenta, mientras seguimos nuestros caminos; el que busca pecadores a los que pueda llenar de sus riquezas.
Pero de todo esto , no entendió nada el hijo mayor, el hombre cumplidor de corazón cerrado. Él sirve con la esperanza de ser premiado o, por lo menos, de ser reconocido superior a los demás. Y no puede acoger a los pecadores, ni participar en la fiesta de Cristo, porque en realidad no sabe amar". (Comentario sacado de Biblia Latinoamericana con respecto a parábola del hijo pródigo, página 155).
18.- Debo reconocer que he contextualizado mucho más esta parábola en la Iglesia, Pueblo de Dios. La razón es muy simple y significativa. Soy un hijo de la Iglesia y la amo profundamente; y con dolor, pero con esperanza, estoy viviendo la problemática actual de ella.
Quiero que salga victoriosa, poniendo toda mi confianza en Jesús, que le ha prometido estar con ella hasta el fin de los tiempos; y poniendo mi compromiso con amor por su recuperación. Tengo la certeza de un éxodo victorioso: "No tengan miedo yo he vencido al mundo".
Pero me preocupa la actitud de varios hermanos católicos. Han tomado una actitud beligerante, contraria a la misericordia divina. Más aún, una actitud distante, como desde afuera, en contra de la Iglesia. Yo los insto a sumarse y no a restarse en campaña cuaresmal y penitencial de recuperación y superación de nuestra dolorosa situación, y aún de pecado.
Somos miembros del Cuerpo de Cristo. Cada miembro, unido a Cristo Cabeza, forma la Iglesia y asume una causa común encomendada por Cristo.
Juntos como hermanos, miembros de la Iglesia, busquemos nuestra conversión, no sólo individualmente,sino caminando juntos, en esta cuaresma, hacia la pascua eclesial como Pueblo de Dios. Esto, incluso, significa que toda corrección y propuesta de cambio, para ser más una Iglesia de Jesús, implique un compromiso verdadero y de amor con ella, de todos y de cada uno. Juntos como Iglesia, caminemos al encuentro del Señor, que nos busca, queriendo una vuelta de cada pecador y una vuelta de una Iglesia según el Corazón de Cristo, Jesús,el Buen Pastor y Buen Samaritano, que nos busca por nuestros extravíos; que se acerca: se hace próximo, para curar nuestras heridas, acogiendo nuestra vuelta, como el Padre del hijo pródigo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(Lucas 15, 1-3, 11-32.).
1.-Ante una Iglesia temporal en crisis, y pecado, por parte de varios de sus miembros; ante un pecado de lucha de poderes que le acarrea divisiones graves; ante actos de corrupción con respecto al dinero; ante conocimiento de un informe de hábitos y malas costumbres en Vaticano; ante problemas serios en Curia, que hace que todo signifique una merma de credibilidad de la Iglesia ante el mundo.
2.-Ante un mundo con una cultura también en crisis, con una pérdida de valores fundamentales y permanentes, haciendo en hombres y mujeres una moral muy permisiva y una situación de una sociedad empecatada.
3.-Ante un mundo con una economía perversa que hace que unos pocos ricos y políticos agudicen las escandalosas desigualdades, haciendo el 80% de pobreza en la humanidad; haciendo que se sufra el "pecado social", que trae tantos dolores y angustias de hombres y mujeres, de familias enteras, todos seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios. Y en Chile, esta economía está sustentada por una institucionalidad, que desde su origen y posteriormente con una Constitución ilegítima y dictatorial, le ha dado al Estado no la búsqueda del bien común de la ciudadanía, sino le ha dado un rol y poder gibarizado, no teniendo en sus manos las riquezas básicas de la nación, entregándolas a manos privadas: grandes empresarios coludidos con políticos, también con poder foráneo, haciendo el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría, haciendo en los hechos una dictadura social y económica, que viola sistemáticamente los derechos humanos fundamentales de los chilenos, especialmente de los más pobres que sufren una tortura moral y real permanente.
4.-Ante una rebeldía y mal uso de la libertad, haciendo idolatrías cuyas raíces se encuentran en culto al poder, a la riqueza, al orgullo personal, y de élite.
5.- Hay desconfianzas mutuas. ¿Acaso todo no nos dice que hay una situación de pecado generalizada? Por eso, ante el pecado en general: personal y social, constatamos que hay un rumbo no acorde con la voluntad de Dios. Esto se ha hecho palpable muy nítidamente, desde hace un tiempo a esta parte, haciéndose visibles hechos de corrupción, que hacen una opresión y un despojo descarado a muchos chilenos
6.-No obstante, este panorama de ausencia de Dios; de alejamiento de Dios de muchos seres humanos, vemos con emoción y esperanza, un llamado de Dios a la conversión, mostrando una misericordia divina que busca y acoge a pecadores; hoy, buscando de una manera especial a miembros pecadores de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. No sólo de aquellos que han sido descubiertos en este tiempo, sino también, vemos que misericordia de Dios nos busca a todos como Cuerpo suyo que somos, porque como ya hemos dicho antes, todos somos pecadores y miembros del Cuerpo de Cristo: Iglesia, Pueblo de Dios. Por tanto es un problema de todos. Cada miembro del Cuerpo tiene una responsabilidad personal y comunitaria y social. Todos debemos responder al llamado a la conversión. Todos debemos, ante un Dios que busca con misericordia, responder y dejarse encontrar por el Padre, permitiendo dar pasos comunitarios, sociales y eclesiales, que nos conduzcan a una pascua de resurrección eclesial y de liberación de nuestro país.
7.-Veo que surge un llamado de Dios a la conversión de este Cuerpo Eclesial, cuya Cabeza es Cristo mismo, Cabeza que hoy nuevamente está coronada de espinas.
Anteriormente he recordado la máxima bíblica: "Todo sucede por el bien de los que aman a Dios"..
En estas circunstancias, hay un Dios que no permanece indiferente; y a la manera del Buen Samaritano y del Padre de parábola del hijo pródigo, se acerca y se aproxima, llamando a una conversión personal, social y eclesial. Y lo hace, especialmente para nosotros, miembros de su Cuerpo, en este tiempo propicio de Cuaresma. Quiere Dios que pasemos el Mar Rojo, y salgamos convertidos, haciendo una Iglesia "espléndida, santa, sin mancha ni arruga ni nada parecido".
8.-Me insto y quiero instar a todos mis hermanos a aceptar, abriendo la puerta de nuestra vida, con humildad y pobreza de alma y corazón, a este Padre Dios, que quiere nuestra salvación y conversión radical.Pero éste es un llamado sin muros y grandes horizontes para todo y para todos. Es un llamado universal.¿Por qué no a los extra eclesiales?
Aceptemos la misericordia del Padre Dios que nos sale al encuentro en nuestro camino de vida extraviado. Aceptemos al Padre de las misericordias, como Pueblo de Dios, y será posible, gracias a esta gran misericordia divina del ungido,una salvación y liberación de conversión. Hará de nuestras vidas una conversión pascual y de resurrección de nuestra Iglesia. No descarto que la gracia y acción de Dios toque los corazones de los grandes empresarios y poíticos.
9.-Seamos hijos pródigos. Tengamos la seguridad que esta misericordia divina, está tomando una iniciativa de amor, está esperando nuestra vuelta, que también está haciendo una búsqueda intensa de nosotros y de muchos, sin merecerlo, sólo por amor puro y gratuito, procurando una acogida de misericordia a nosotros pecadores, especialmente a los miembros de Iglesia muertos por sus pecados ya nombrados.
10.- Tomar conciencia de que somos hijos pródigos.
"Pródigo" significa "disipador", "gastador y despilfarrador". Es un ser humano que usa mal la libertad dada por Dios. Porque nosotros tenemos el triste privilegio, con la libertad que Dios nos dio, de poder decirle no a Dios y no hacer su santa voluntad. Y hoy dentro de la Iglesia y fuera de ella, en el mundo social,con mucha frecuencia, se le está diciendo no a Dios. Se está tomando, con ignorancia y enajenación, un camino de libertinaje, que nos marca un rumbo inconducente.
11.-La parábola del hijo pródigo, en este contexto señalado, por nuestra condición de criaturas frágiles y pecadoras, y en un contexto cuaresmal hacia la pascua, está puesta con una intención evidente. En nombre de Dios se nos está diciendo que nuestra conversión es posible gracias a la misericordia de Dios. Y esto es hasta tal punto cierto, que "hay o habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que cambie su corazón y su vida, volviendo al Padre, como el hijo pródigo, convirtiéndose, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse".
Parece que es esto o que fue esto lo que no comprendió, con un dejo de actitud farisaica, el hermano mayor o hijo mayor de la parábola.
12.-La parábola nos hace tomar conciencia que el pecado, cualquiera que sea produce alejamiento de Dios o una partida de su lado. Es la figura del hijo pródigo. El pecado de aquel que se aleja de Dios es siempre mentiroso; a la larga nos deshumaniza; también hace que la amistad con Dios, nuestro Padre, sea realmente comprendida como parte esencial de nuestra felicidad y de todo desarrollo humano. El hijo pródigo se nos presenta como un hijo lleno de necesidades, que incluso lo hace llegar al punto de cuidar puercos; lo lleva a emporcarse: a vivir como un cerdo.
13.-La nostalgia que se produce en nuestra conciencia pecadora, echando de menos una vida más digna y más feliz en profundidad, es ya el inicio de la conversión. Esta nostalgia para los hijos de la Iglesia, sean éstos más o menos pecadores, tiene un nombre: se trata de una persona: Cristo, el Evangelio.
Todos, como el hijo pródigo, tenemos este momento de reflexión nostálgico, que más aún, buscados por Dios, nos hace recapacitar y querer volver donde Él.
Quiero fervientemente que este momento se dé. Se lo pido con ardiente fe a Jesús de quien es la Iglesia. Llamo al Señor, por los que buscan poder dentro de la iglesia, haciendo divisiones y pugnas, para que deponiendo cualquier actitud reñida a Cristo, se abran a la acción del Espíritu. Pido al Señor: Católicos de Espíritu.
14.- La conversión es desde abajo, desde una situación inhumana hacia el humanismo del Evangelio. Es decir, tiene que producirse un encuentro entre nuestra miseria y la misericordia del Padre Dios, Encarnada en el Hijo, quien toma la iniciativa de hacerse nuestro próximo, haciéndose tan prójimo, que no consideró indigno, siendo Dios, hacerse uno de nosotros: Dios se hizo Hombre. Vino hacia nuestro encuentro no para condenarnos, sino para darnos su perdón salvador. Se produce un encuentro decisivo, que nos lanza hacia los brazos de Nuestro Salvador. No olvidemos nunca: es una iniciativa de Dios y no nuestra. Nadie se convierte si Dios no lo trabaja en su corazón y en su interior, y si uno no se entrega y se deja trabajar por el amor de Dios. Esto nos lleva a un encuentro mutuo.
Nunca está demás, recordar, en este lugar, que la palabra misericordia viene de un compuesto latino: "miser-miseris"= miseria, y "cor- cordis"= corazón.
Lo que que queremos decir, en relación a la venida de Jesús, y encuentro mutuo, con Él, es nada más y nada menos, el prodigio de un Jesús, el Dios hecho Hombre, que pone su Corazón junto a nuestra miseria, y cual ascensor nos saca desde abajo, sacándonos de nuestras miserias y servidumbres humanas. Nos sube, tirándonos para arriba, con un amor gratuito hasta el extremo.
Santa Teresita decía "que los brazos de Jesús eran su ascensor en su vida".
15,-Es propio de un arrepentimiento el reencontrarse con la persona que hemos ofendido. Y es propio del perdón tener una manifestación expresiva con signos concretos. Es lo que llamamos arrepentimiento-perdón.
A este encuentro personal Jesús le dio una medida religiosa en la parábola: la misericordia de Dios se hace palpable y latente. El Padre sale al encuentro de su hijo, lo acoge de nuevo en su morada, abrazándolo y olvidando el pasado.
16.- La conversión se transforma en un encuentro con la misericordia de Dios. Esto se hace y se encuentra en la base del sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación. Allí, al reconocer nuestros pecados, Dios nos da el perdón por medio de un ministro de su Iglesia. Y esto es así, y Dios lo ha querido así, para hacernos entender, que perteneciendo al Cuerpo de Cristo, Iglesia, como miembro de él, cada pecado nuestro no es sólo contra Dios, sino también contra la Iglesia. Cada pecado abaja o rebaja al Cuerpo, como también, cada acto de amor y de bien, de uno de los miembros, sube, perfecciona y mejora al Cuerpo. Cada pecado afecta al Cuerpo.
Entonces, deducimos que nuestro arrepentimiento y petición de perdón no es como un tiro al aire a un Dios que está encielado, que desde nuestra condición pecadora ni siquiera lo tocamos con el pétalo de una rosa. Le mostramos nuestro arrepentimiento y petición de perdón a un representante del Cuerpo-Iglesia, donde también está el Señor; Cuerpo-Iglesia que ha sido dañado y afectado con nuestro pecado. Este miembro-ministro del Cuerpo y de la Comunidad Eclesial, no sólo tiene la facultad de perdonar en nombre de Dios, sino también, en nombre de la Iglesia perjudicada con nuestro pecado.El ministro de Dios y de la Iglesia nos reincorpora como pertenencia de Dios y de la Comunidad Eclesial.
El sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación, cada vez que lo practicamos o celebramos, estamos encarnando al Verbo de la parábola del hijo pródigo.
17.-Este proceso de conversión a fin de cuentas nos hace comprender que Dios es nuestro Padre y que nosotros somos sus hijos.
"Dios no nos puso en la tierra para cosechar méritos y premios, sino para descubrir que somos sus hijos. Pero, de hecho, nacimos pecadores. El pecado está inscrito en nuestro destino: es lo que llamamos el pecado original, o sea, el pecado que envenena los orígenes de nuestra raza y las raíces de nuestra libertad. Debido a esto, la primera manifestación de nuestra libertad es, muchas veces, una rebeldía.
Dios no se sorprende de nuestras maldades, pues, al crearnos libres, aceptó el riesgo de que cayéramos. Él no hace suya nuestra distinción entre justos y pecadores, la cual supone que unos merecen premios y otros castigos. Al contrario nos acompaña a todos en nuestra experiencia del bien y del mal, hasta que pueda llamarnos hijos suyos, gracias a su único Hijo, Jesús.
Este es nuestro Dios y Padre que hace salir el bien del mal; que Él nos crea día a día, sin que nos demos cuenta, mientras seguimos nuestros caminos; el que busca pecadores a los que pueda llenar de sus riquezas.
Pero de todo esto , no entendió nada el hijo mayor, el hombre cumplidor de corazón cerrado. Él sirve con la esperanza de ser premiado o, por lo menos, de ser reconocido superior a los demás. Y no puede acoger a los pecadores, ni participar en la fiesta de Cristo, porque en realidad no sabe amar". (Comentario sacado de Biblia Latinoamericana con respecto a parábola del hijo pródigo, página 155).
18.- Debo reconocer que he contextualizado mucho más esta parábola en la Iglesia, Pueblo de Dios. La razón es muy simple y significativa. Soy un hijo de la Iglesia y la amo profundamente; y con dolor, pero con esperanza, estoy viviendo la problemática actual de ella.
Quiero que salga victoriosa, poniendo toda mi confianza en Jesús, que le ha prometido estar con ella hasta el fin de los tiempos; y poniendo mi compromiso con amor por su recuperación. Tengo la certeza de un éxodo victorioso: "No tengan miedo yo he vencido al mundo".
Pero me preocupa la actitud de varios hermanos católicos. Han tomado una actitud beligerante, contraria a la misericordia divina. Más aún, una actitud distante, como desde afuera, en contra de la Iglesia. Yo los insto a sumarse y no a restarse en campaña cuaresmal y penitencial de recuperación y superación de nuestra dolorosa situación, y aún de pecado.
Somos miembros del Cuerpo de Cristo. Cada miembro, unido a Cristo Cabeza, forma la Iglesia y asume una causa común encomendada por Cristo.
Juntos como hermanos, miembros de la Iglesia, busquemos nuestra conversión, no sólo individualmente,sino caminando juntos, en esta cuaresma, hacia la pascua eclesial como Pueblo de Dios. Esto, incluso, significa que toda corrección y propuesta de cambio, para ser más una Iglesia de Jesús, implique un compromiso verdadero y de amor con ella, de todos y de cada uno. Juntos como Iglesia, caminemos al encuentro del Señor, que nos busca, queriendo una vuelta de cada pecador y una vuelta de una Iglesia según el Corazón de Cristo, Jesús,el Buen Pastor y Buen Samaritano, que nos busca por nuestros extravíos; que se acerca: se hace próximo, para curar nuestras heridas, acogiendo nuestra vuelta, como el Padre del hijo pródigo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+