Dios nos da un gran profeta.
Domingo Doce Año B. Nacimiento de San Juan Bautista. 24.06.2018.
Isaías 49,1-6.
Hechos 13,22-26.
Lucas 1,57-66.80.
Con el nacimiento de Juan, se quiere demostrar el cumplimiento de las palabras del ángel a Zacarías: que Isabel, la estéril daría a luz un hijo, que se llamaría Juan, y que muchos se alegrarían con su nacimiento:
"No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan. Te llenará de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento".(Lc.1,13-14).
Y otra promesa más: Juan sería lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre:
"Estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre materno". (Lc.1,15).
Se ha cumplido esta promesa con el movimiento del niño en el vientre de Isabel cuando es visitada por María:
"Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto de gozo en su vientre; Isabel, llena del espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira en cuanto tu saludo llego a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre".(Lc.1,41-44).
Es en este contexto que tiene lugar el cántico de Zacarías (Lc.1,67-79), el cual está relacionado con el nacimiento, la circuncisión, la imposición del nombre de Juan y su manifestación pública. Sin embargo, el himno no está dedicado a Juan, no podemos perder de vista que la afirmación más importante de todo el himno se centra en la proclamación del carácter mesiánico de Jesús.
(Ustedes, mis lectores, pueden comprobarlo, leyendo tranquilamente el himno en la cita señalada).
Esta celebración del nacimiento de Juan Bautista es tan importante en la vida de los hijos de la Iglesia que, la domínica doce le cede su lugar a la celebración litúrgica de San Juan.
Hoy celebramos el nacimiento de Juan Bautista. Queremos proclamar la salvación que viene de Dios. Se trata de Jesús, que desde los primeros tiempos es, para nosotros los cristianos el Sol que viene del Cielo.
El nacimiento de Juan, el que va a disminuir, prepara el nacimiento de Jesús, el que ha de crecer.
Pero el nacimiento de Juan no es un nacimiento común y corriente. A través de Isabel y Zacarías, dos ancianos estériles, Dios empieza a hacer fecunda nuestra vida. Dios hace cosas grandes, imposibles para nosotros: desde lo pequeño y estéril, Dios hace cosas grandes y fecundas. Para Dios nada es imposible. Hace nacer de lo estéril a Juan el precursor del Señor.
¿Y qué quiere decir el nombre Juan? Significa y quiere decir: Dios salva generosamente, Dios es benévolo.
Por su esterilidad, la situación de Isabel y Zacarías tiene un sesgo de tristeza. Existencialmente no hay esperanza en un futuro como padres.
Hoy, en Iglesia chilena hay una crisis, además hay cierta tristeza, que se ha acrecentado por los abusos y delitos sexuales de algunos religiosos en sus respectivas diócesis y arquidiócesis. Y para gente amante y sencilla de la Iglesia, hay también tristeza y dolor por el modo que cierta gente y jerarquía de nuestra querida Iglesia ha tratado y asumido esta problemática. Se ha producido un sentimiento de también ser víctima de muchos hombres y mujeres de Iglesia; ser víctimas de sus propios hermanos, sean estos laicos o gente de nuestra jerarquía, repito: por el modo con que se ha actuado. No es que ellos no quieran que estos graves casos no sean tratados, juzgados y condenados, y con una correspondiente reparación, sino que con modo poco evangélico se sienten maltratados como hombres y mujeres de Iglesia. Estas personas tristes, sintiéndose también víctimas, son gente que siente que se generaliza, que se ama poco a una Iglesia que es santa y pecadora; que ´la Iglesia no es sólo pecado sexual. Es mucho más que eso. Que es de Jesús, el que viene a salvar y no a condenar. Que es el Esposo de su Iglesia, que la amará y estará con ella hasta la consumación de los siglos, entregándose a ella como su Esposo, haciéndola "santa, sin mancha ni arruga semejante". Más aun es su Cabeza, que unido a sus miembros son un sólo Cuerpo. Que la quiere una Iglesia unida y no dividida. En fin, hay varias razones, que nos indican que hay un trabajo de Comunión y Participación para recuperar la credibilidad de nuestra Iglesia, "No se entiende el cristianismo sin Iglesia". No se es de Iglesia sin Cristo.
Ahora bien, el Evangelio nos dice que Zacarías, el padre de Juan, había quedado mudo, por no haber creído al anuncio de Dios, a través del ángel, que iba a ser padre:
"Zacarías dijo al ángel: "¿Cómo puedo creer esto? Yo ya soy viejo y mi esposa también". El ángel contestó: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia, pero tú no has creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo. Por esto, quedarás mudo hasta el día en que se realice todo esto que te he dicho". (Lc. 1,18-20).
Isaías 49,1-6.
Hechos 13,22-26.
Lucas 1,57-66.80.
Con el nacimiento de Juan, se quiere demostrar el cumplimiento de las palabras del ángel a Zacarías: que Isabel, la estéril daría a luz un hijo, que se llamaría Juan, y que muchos se alegrarían con su nacimiento:
"No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan. Te llenará de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento".(Lc.1,13-14).
Y otra promesa más: Juan sería lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre:
"Estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre materno". (Lc.1,15).
Se ha cumplido esta promesa con el movimiento del niño en el vientre de Isabel cuando es visitada por María:
"Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto de gozo en su vientre; Isabel, llena del espíritu Santo, exclamó con voz fuerte:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Mira en cuanto tu saludo llego a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre".(Lc.1,41-44).
Es en este contexto que tiene lugar el cántico de Zacarías (Lc.1,67-79), el cual está relacionado con el nacimiento, la circuncisión, la imposición del nombre de Juan y su manifestación pública. Sin embargo, el himno no está dedicado a Juan, no podemos perder de vista que la afirmación más importante de todo el himno se centra en la proclamación del carácter mesiánico de Jesús.
(Ustedes, mis lectores, pueden comprobarlo, leyendo tranquilamente el himno en la cita señalada).
Esta celebración del nacimiento de Juan Bautista es tan importante en la vida de los hijos de la Iglesia que, la domínica doce le cede su lugar a la celebración litúrgica de San Juan.
Hoy celebramos el nacimiento de Juan Bautista. Queremos proclamar la salvación que viene de Dios. Se trata de Jesús, que desde los primeros tiempos es, para nosotros los cristianos el Sol que viene del Cielo.
El nacimiento de Juan, el que va a disminuir, prepara el nacimiento de Jesús, el que ha de crecer.
Pero el nacimiento de Juan no es un nacimiento común y corriente. A través de Isabel y Zacarías, dos ancianos estériles, Dios empieza a hacer fecunda nuestra vida. Dios hace cosas grandes, imposibles para nosotros: desde lo pequeño y estéril, Dios hace cosas grandes y fecundas. Para Dios nada es imposible. Hace nacer de lo estéril a Juan el precursor del Señor.
¿Y qué quiere decir el nombre Juan? Significa y quiere decir: Dios salva generosamente, Dios es benévolo.
Por su esterilidad, la situación de Isabel y Zacarías tiene un sesgo de tristeza. Existencialmente no hay esperanza en un futuro como padres.
Hoy, en Iglesia chilena hay una crisis, además hay cierta tristeza, que se ha acrecentado por los abusos y delitos sexuales de algunos religiosos en sus respectivas diócesis y arquidiócesis. Y para gente amante y sencilla de la Iglesia, hay también tristeza y dolor por el modo que cierta gente y jerarquía de nuestra querida Iglesia ha tratado y asumido esta problemática. Se ha producido un sentimiento de también ser víctima de muchos hombres y mujeres de Iglesia; ser víctimas de sus propios hermanos, sean estos laicos o gente de nuestra jerarquía, repito: por el modo con que se ha actuado. No es que ellos no quieran que estos graves casos no sean tratados, juzgados y condenados, y con una correspondiente reparación, sino que con modo poco evangélico se sienten maltratados como hombres y mujeres de Iglesia. Estas personas tristes, sintiéndose también víctimas, son gente que siente que se generaliza, que se ama poco a una Iglesia que es santa y pecadora; que ´la Iglesia no es sólo pecado sexual. Es mucho más que eso. Que es de Jesús, el que viene a salvar y no a condenar. Que es el Esposo de su Iglesia, que la amará y estará con ella hasta la consumación de los siglos, entregándose a ella como su Esposo, haciéndola "santa, sin mancha ni arruga semejante". Más aun es su Cabeza, que unido a sus miembros son un sólo Cuerpo. Que la quiere una Iglesia unida y no dividida. En fin, hay varias razones, que nos indican que hay un trabajo de Comunión y Participación para recuperar la credibilidad de nuestra Iglesia, "No se entiende el cristianismo sin Iglesia". No se es de Iglesia sin Cristo.
Ahora bien, el Evangelio nos dice que Zacarías, el padre de Juan, había quedado mudo, por no haber creído al anuncio de Dios, a través del ángel, que iba a ser padre:
"Zacarías dijo al ángel: "¿Cómo puedo creer esto? Yo ya soy viejo y mi esposa también". El ángel contestó: "Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia, pero tú no has creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo. Por esto, quedarás mudo hasta el día en que se realice todo esto que te he dicho". (Lc. 1,18-20).