Humildad ante el misterio de Dios. ¿Chile, Mundo e Iglesia, imagen de Dios?
FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. Año C. 22.05.2016.
Juan 16,12-15.
Juan 3,16-18.
Mateo 28, 16-20.
He querido darle a este escrito el título que ustedes pueden ver al comienzo. La razón es para indicar la actitud de vida que nosotros debemos tener para adentrarnos al misterio de nuestro único Dios. Porque a los creyentes, no obstante serlo de verdad, nos cuesta darle su verdadero sentido a la fiesta de la Santísima Trinidad. Es lo que me pasa a mí al tratar de hablarles a ustedes de este misterio insondable, imposible de explicar con nuestra sola inteligencia y nuestra sola razón. Aquí, más bien, cabe un acto de fe profunda. Lo digo de este modo, al comenzar, para diferenciarme de los racionalistas que sólo aceptan lo que les dice su razón: les falta el don de la fe. Y si hablo de un solo acto de fe, ¿por qué me atrevo a hablarles con mis palabras hilvanadas por mi inteligencia? Porque mi inteligencia está actuando e hilvanando, con la fe, acerca de cosas reveladas por Jesús y por la Biblia. Soy un hombre de fe y creo en todo lo revelado por Dios. De antemano, tratándose del misterio insondable de Dios, les pido disculpas por si mis ideas hilvanadas y deducidas de la revelación no son totalmente ordenadas y claras. Sólo es un intento de servicio a mis hermanos en esta fiesta de la Trinidad. No olviden: ante Dios, la bienaventuranza:
"Felices los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios".
He dicho que se trata de un misterio divino insondable e imposible de explicar con nuestra sola inteligencia.
Se trata de hablar y dar testimonio de tres personas iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses. Se trata de un solo Dios.
Me acuerdo de mi preparación a mi primera Comunión Eucarística. Ahí, se nos enseñaba: ¿Quién es Dios? Y los niños contestaban: "El ser infinitamente perfecto que es la Santísima Trinidad. Y, ¿quién es la Santísima Trinidad?... El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; tres personas distintas, iguales en dignidad, y un solo Dios no más".
No podemos entenderlo. Por eso, ante el misterio de Dios, con humildad, pobreza de alma y corazón, decimos:
"Dios es Dios y yo soy solo una criatura humana".
A Dios Amor infinitamente perfecto no podemos comprenderlo y aprehenderlo con la sola fuerza de nuestra naturaleza humana y de criatura. La Trinidad es un misterio más allá de nuestra inteligencia. Si pudiéramos entender, completamente a Dios, querría decir que estaríamos entendiendo a un dios falso, incluso parecido a nosotros.
Con la humildad de los pobres de espíritu y corazón: de los bienaventurados, tendríamos que aceptar:
"Mi Dios es Dios y yo no lo soy, ni con mi razón, ni con mi inteligencia: yo no soy Dios".
Solamente porque Jesús es nuestro amigo es que nos ha revelado este misterio de la esencia divina. Es Jesús el que nos dice:
"Ustedes son mis amigos si cumplen lo que yo les mando. Ya no los llamaré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre". (Juan 15, 14-15).
Y con admiración y humildad, por la amistad y el amor que Jesús nos tiene, podemos alabarlo, como Dios, diciéndole como el salmista:
¿Quién es el hombre, para que te acuerdes de él, el hijo de Adán, para que de él cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y grandeza; y le entregaste las obras de tus manos, bajo sus pies has puesto cuanto existe". (Salmo 8, 5-7).
Somos amigos de Jesús, el Dios hecho Hombre. Somos sus confidentes:
"Jesús respondió: Hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí?
Las palabras que les he dicho no vienen de mí: el Padre que está en mí, es el que hace sus obras. Créanme: yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí; al menos créanlo por esas obras. Ahora me toca irme al Padre...
En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes...
Si ustedes me aman, guardarán, mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que Él permanece con ustedes, y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos sino que vengo a ustedes. Dentro de poco, el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo, y ustedes también vivirán.
En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes...
Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará y vendremos a él para hacer nuestra morada en él...
Les he hablado mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo Intérprete, que el Padre les enviará en mi Nombre, les va a enseñar todas las cosas y les recordará mis palabras". (Jn.14, 9-12.15-20.23.25).
Cristo, nuestro amigo, nos hace entrar en la familia divina de tres personas distintas, iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Dios es una Comunidad de Amor tan estrecho y esencial, que es un Uno y Único Dios.
Si Cristo nos hace entrar en su familia divina, no hablemos tanto de "acercarnos" a Dios, como si Él estuviera lejos o distante de nosotros. Tampoco pensemos que se trata de "estar a su lado", como si Dios fuera una sola persona frente a nosotros. No. Nosotros entramos en la vida misteriosa de las personas divinas que se compenetran y comparten todo y que son un Único Dios. Mejor dicho: Dios pasa a habitar en nosotros, y nosotros pasamos a ser su morada.
Las cosas materiales y los cuerpos no se pueden compenetrar, porque esto sólo se puede producir en el mundo del espíritu. Cristo está en el Padre y el Padre está en Él y también el Espíritu Santo está en ellos y ellos en el Espíritu Santo.
Ellos establecen en nosotros y en cada uno su morada, tal como lo decía la cita evangélica anterior.
Jesús, nos dice, que toda la actuación de Dios en el mundo, se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Y agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a otra persona que es el Espíritu Santo. Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer, encarnándose y haciéndose Hombre. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres y mujeres. Sin embargo, si lo pueden hacer, mediante el Espíritu Santo, al que debiéramos llamar: Dios se comunica.
Por eso, llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
Creo que aquí, en estas palabras, caben bien las palabras de Jesús a sus Apóstoles:
"Ya han oído lo que les dije: Me voy, pero vengo a ustedes. Si ustedes me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, pues el Padre es mayor que yo". ( Jn. 14, 28).
Jesús nos está recordando la meta: el Padre es el origen y el fin de todo y de todos. Jesús hecho Hombre, como Hombre, nos dice:
"El Padre es mayor que yo".
Son las palabras de Jesús que quieren decir que el misterio de Dios, cuya fuente es el Padre, sobrepasa infinitamente lo que los Apóstoles pudieron contemplar en la persona humana de Jesús. Esta afirmación no se opone a que Dios-Hijo sea igual al Padre. Y para confirmar lo que estoy diciendo, vayamos al Evangelio:
"Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros: hemos visto su gloria, la que corresponde al Hijo Único cuando su Padre lo glorifica".(Jn.1, 14).
"Jesús les dijo: "El Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino lo que ve hacer al Padre. Cualquier cosa que haga Éste, lo hace también el Hijo". (Jn.5, 19).
"Un día, con el pueblo que venía a bautizarse, se bautizó también Jesús. Y, mientras estaba orando, se abrieron los cielos; el Espíritu Santo bajó sobre Él y se manifestó exteriormente con una aparición como de paloma. Y del cielo llegó una voz: "Tú eres mi Hijo, el Amado; tú eres mi Elegido". (Lucas 3, 21-22).
Hemos hablado de su común Espíritu, porque Jesús dijo en igual forma:
"Yo rogaré al Padre y les dará otro Intérprete que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de la Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que Él permanecerá con ustedes, y estará en ustedes". (Jn. 14, 16-17).
"Yo les enviaré, desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre. Este Intercesor, cuando venga, presentará mi defensa. Y ustedes también hablarán en mi favor, pues han estado conmigo desde el principio". (Jn. 15, 26-27).
"Y cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, los introducirá a la verdad total.
Él no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y les anunciará las cosas futuras. Me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo". (Jn. 16, 13-15).
El Espíritu no es una figura poética: Es Alguien. Y Jesús promete enviárselo a sus Apóstoles después de la Ascensión y Glorificación.
Desde Pentecostés el Espíritu empezó a actuar en la Iglesia, demostrando así que era el Espíritu de Cristo. El Espíritu actúa en los Apóstoles, dándoles así la certeza íntima de que Jesús ha resucitado y está entre nosotros, con nosotros y en nosotros: Iglesia: Pueblo de Dios.
A lo largo de la historia, el Espíritu impulsará a hombres y mujeres, de fe y de Iglesia, como misioneros, y por medio de ellos transformará el mundo.
Así como cuesta dar sentido al misterio del Dios Uno y Trino, imposible de explicar desde el punto de vista racional (tres Personas en un solo Dios), también nos cuesta entender qué consecuencia tiene todo este gran misterio para nuestra vida concreta, y para los problemas humanos y sociales que nos rodean.
No seremos bien cristianos, si en nuestra vida concreta, no tenemos relaciones personales no con"un dios abstracto", sino con el Padre, con Jesús y con el Espíritu Santo; según la misión que cada Persona divina tiene en el mundo y en la Iglesia, y según la modalidad como cada Persona divina se comunica con nosotros.
DIOS PADRE:
Primeramente Dios es nuestro Padre. El Dios nuestro no es una "idea", un "primer motor", un creador distante, un "ser supremo". Es, ante todo, un Padre: Nuestro Padre: "Abbá - Papacito".
Y esto, con todo lo que significa de amor personal y de predilección por cada uno de nosotros, y mucho más, en la medida que seamos más como su Hijo. Así, Dios Padre nos ama, como si fuéramos únicos, comunicándonos todo lo bueno que un Padre da a su hijo, haciéndonos herederos de la infinita felicidad de Dios, y aún las contradicciones que tenemos en la vida están en relación a esa felicidad, que en nuestro caminar terrenal no conocemos bien.
DIOS HIJO:
El Padre nos envía a su Hijo, Jesús, Dios hecho Hombre; es el Verbo Encarnado:
la encarnación real y visible de la bondad, del amor y de la misericordia de Dios.
En Jesús, en lo que hizo por nosotros, reconocemos todas esas cualidades y virtudes teologales del Padre y quedamos firmemente reconciliados, gracias al amor más grande de Jesús, que da la vida por los que ama, que cubre la multitud o muchedumbre de nuestros pecados.
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; todo conducente, para ir al Padre, felicidad y vida eterna. Esto es lo que esperan, los que caminan o peregrinan en este mundo, con fidelidad a Cristo, el Hijo.
DIOS ESPÍRITU SANTO:
Pero al Padre nunca nadie lo vio. Y Jesús, el que nos mostraba al Padre diciendo:
"El que me ha visto a mí ha visto al Padre... El Padre que está en mí, obra por mí. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos créanmelo por mis obras". (Juan 14, 8.10-11).
Ese Jesús, Dios Encarnado, ya no está visiblemente para nosotros, ya no está a la vista de nosotros; sus palabras, sus acciones; sus milagros, sus gestos y señales; sus miradas, sus ejemplos; todo, está distante en la historia de hoy. Entonces, ¿cómo encontrarlo hoy en la vida de todos nuestros días? ¿Cómo entender y reconocer y seguir sus enseñanzas en la realidad histórica de hoy?
El Espíritu Santo, para eso ha venido sobre nosotros, haciendo morada en los limpios de corazón; es el Espíritu Santo, que nos anima y nos inspira" para discernir los signos de los tiempos", descubriendo a Jesús, su enseñanza y su Pascua, en el corazón del mundo, en nuestras experiencias personales; en la oración, hecha en la escucha del Evangelio: ahí nos encontramos con Jesús, Buena Nueva, para nuestra vida de hoy día y para encarnar a Jesús en el mundo y sociedad actual.
También el Espíritu nos hace ver y encontrar a Jesús en la comunidad cristiana, en la reunión de hermanos en la fe y en la Iglesia:
"Asimismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre en los cielos se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy ahí en medio de ellos. (Mateo 18, 19-20)
Repetimos: Jesús está hoy en la Iglesia en unión con el Padre y por su Espíritu Santo.
Para reafirmar a Jesús, hoy, en su Iglesia, citamos las mismas palabras de Jesús:
"Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, o sea, Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia que los poderes del Infierno no podrán vencer". (Mateo 16, 18).
"Simón, hijo de Juan, ¿ me amas más que éstos?". Éste contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero"... Entonces apacienta mis corderos. Y le preguntó por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Cuida mis ovejas". Insistió Jesús por tercera vez: "Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas"...Después, Jesús le dijo a Pedro: "Sígueme". (Juan 21, 15-22).
Pedro es el Papa de la Iglesia nombrado por Jesús y asistido por Él.
"La Paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Dicho esto, sopló sobre ellos: "Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, queden atados".(Juan 20,21-23)
"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra. Por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo los que yo les he encomendado. Yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo". (Mateo 28,19-20).
"El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió".(Lucas 10, 16).
EPÍLOGO:
"Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande los peces del mar y las aves del cielo y a los reptiles que se arrastran por el suelo". Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra.
Dijo Dios: "Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde". Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno...".
"Así fueron hecho el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos... Éste es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados". (Génesis 1, 26-31; 2, 1. 4.).
Creo que estas citas bíblicas nos dicen mucho.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Eso me dice semejanza al Dios Uno y Trino. Y le entregó la obra de sus manos: la creación con todo lo que eso significa:
bienes para todos y una ecología y medio ambiente saludable para la calidad de vida.
Pero lo importante es preguntarnos: ¿Cómo estamos respondiendo a este Dios?
Nosotros: los seres humanos; el varón y la mujer, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Es decir, somos personas, hijos de Dios, distintos, pero iguales en dignidad como la Trinidad. Y todo lo creado debe llevar ese sello de Dios; de un Dios Comunidad de Personas distintas e iguales en dignidad: Comunión de Personas que participan de todo lo creado, en todo y en todos. Comunión de Amor y de Participación.
Todos somos iguales en dignidad pero distintos: precisamente distintos, para tener un tú que amar y con quien complementarnos, aportando cada uno de lo suyo.
No podemos ser solitarios, individualistas ni egoístas: eso, si así fuera, sería una contradicción con nuestra esencia de imagen y semejanza de un Dios Comunión-Amor de Personas. Ni tampoco podemos, porque somos distintos unos de otros, andar en una constante pugna y división e intolerancia, con luchas y disputas de poder y de acaparar los bienes creados para todos.
Si somos distintos es para amarnos en comunión, participando y aportando cada uno lo distinto, para complementarnos, buscando el bien de todos (bien común); para amarnos en comunión y participación: para ser una comunidad de amor y de igualdad, porque repito: tenemos una misma e igual dignidad. Y por esto último, no podemos vivir con tremendas e injustas desigualdades; con graves y flagrantes violaciones de derechos humanos. No olvidemos a Jesús, el Dios hecho Hombre:
Desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre, los derechos humanos son los derechos de Dios mismo.
Repito: estamos creados para amarnos y respetarnos distintos y para tratarnos con un respeto de personas de dignidad e igualdad; y creados, para ser una comunidad de amor, de comunión y participación de todos, sin exclusión alguna y sin marginación de nadie; para hacer habitable este mundo y esta sociedad, haciéndolo, algunos con conciencia de creyentes, con otros, tal vez, sin creencia, un adelanto del Reino de Dios.
Lamentablemente hay que hacer denuncias de graves hechos y acciones que contradicen nuestra esencia, y contradicen a Dios mismo, que nos hizo a su imagen y semejanza.
En este mundo globalizado hay pugnas y guerras fratricidas; muchas veces porque no somos tolerantes unos con otros, no nos estamos respetando distintos ni complementando mutuamente como personas de una sociedad, ni tampoco como ciudadanos, integrantes de un país. Estamos fallando. En este momento me acuerdo de mis hermanos mapuches. Tenemos una deuda histórica con pueblo mapuche. Y el Estado de Chile es el principal responsable.
Hay otros problemas entre nosotros que reflejan nuestra contradicción con nuestro ser imagen de Dios. Objetivamente hay un pecado mortal y social. Esto es así, cuando estamos siendo testigos de profundas injusticias y violaciones con las personas humanas, en una política de sordos y ciegos, en una economía perversa y de negación de la esencia de una democracia, en la vivienda; en la salud y en la educación; en el mundo de la empresa y del trabajo humano, hay sueldos miserables, tratos y relaciones infrahumanas, de dominador a dominado; de opresor a oprimido.
¿Por qué no una empresa comunitaria, de cogestión; todos personas humanas distintas, pero iguales en dignidad, complementándose: capital dinero(ricos) con capital trabajo humano? Todos dueños de una empresa de fraternidad y de comunión y participación. Y, ¿por qué no esto mismo en el plano agrario y también con otras riquezas, dadas por Dios, para la felicidad de hombres y mujeres?
¿Por qué seguir con una lucha fratricida donde prima el tener por sobre el ser, el dinero y el poder por sobre la persona humana? Y esto lo digo en un Chile con una institucionalidad ilegítima y con una mentirosa democracia. Y en un Chile con economía Neo Liberal: "capitalista salvaje", no se ve para nada el respeto a la persona humana, sino más bien una intolerancia entre una clase política coludida con empresarios empoderados, que se aferran al poder y a las estructuras y a una institucionalidad ilegítima, iniciada en dictadura y continuada por casi 27 años por los gobiernos y políticos posteriores hasta hoy; con una Constitución ilegítima, injusta, fraudulenta y dictatorial; todo favorece a individualistas privados y ricos, unidos a clase política, que usando: "el fin justifica los medios", han caído en una corrupción recién descubierta y que viene sucediendo hace tiempo; a pesar de las quejas del pueblo soberano, los coludidos, con trampas, le mentían a la ciudadanía.
Esta economía perversa y sus agentes encubiertos, hacían y hacen el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría. Y aquí, en este momento, digo en nombre de los pobres y desde los pobres:
¡Nunca el dinero por sobre la persona humana!¡Juicio y castigo a los culpables! ¡Verdad y Justicia! ¡No más mentiras!
La Doctrina Social de la Iglesia y su Magisterio, hace mucho tiempo que ha denunciado este cruel sistema y no está de acuerdo con esta situación pecadora.
Que nunca más lo olviden los hijos de la Iglesia, y que trabajen y se comprometan a derribar esta barrera inhumana de esta situación. No hacerlo es caer en el pecado. No hacerlo por comodidad o un acomodarse al Chile de hoy, es un pecado de omisión, y pasarían hacer responsables in causa de la falta de fraternidad, de la falta de justicia, y también, ¿por qué no de la violencia reinante?
Y, en los internacional?
¿Hasta cuándo una economía globalizada que ha hecho la pobreza de un 80% de habitantes de este mundo creado por Dios?
¡Basta ya de imperialismo coludido con derecha internacional, metiéndose en otros países, buscando Golpes, y faltando a la autodeterminación de los pueblos, más aún, oprimiéndolos y sometiéndolos!
Y, ¿cómo el hombre está cuidando lo que Dios le entregó? ¿la creación con su fauna, ecología y medio ambiente?
Bolivia tiene gas. Chile no tiene el gas suficiente pero tiene mar. ¿Qué hacer como distintos pero iguales en dignidad? Y así, ¿por qué no entre otros países?
Y, ¿qué decir de nuestra Iglesia?
Tiene muchas cosas positivas. No en vano es del Dios Uno y Trino. ¡Bendito sea Dios!
Ha nacido la esperanza. Se habla de un nuevo Juan XXIII, en Francisco I. ¿Vuelve o no vuelve la "primavera" de una Iglesia del Vaticano II, el cual es una tarea pendiente de la Iglesia? Y la Iglesia no es sólo un Francisco I por muy esperanzador que él sea. Somos todos los bautizados: Hemos sido bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Somos templos vivos de Dios, más aún imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. La Iglesia depende de todos nosotros, haciendo Comunión y Participación, de personas distintas, pero iguales en dignidad. Ya más arriba me he referido a la Iglesia.
Como ya hice algunas denuncias referentes al mundo y sociedad actual, creo que también debo hacer algunas denuncias con respecto a nosotros, a nuestra Iglesia. Hechas con amor, con la mejor intención de que se viva el Evangelio por todos nosotros.
De partida les digo:
Yo amo a la Iglesia santa y pecadora.
Todos somos responsables de mostrar a Un Dios Uno y Trino: Comunidad de amor. Más bien se trata de una convocación a vivir consecuentemente entre nosotros nuestra condición de imagen y semejanza de Dios en todos los niveles de nuestra querida Iglesia. Espero que así se entiendan mis palabras.
Benedicto XVI renunció no sólo por no tener fuerzas físicas, sino también, porque por sus años, le faltaban fuerzas anímicas, al ver divisiones, luchas de poder, corrupción del dinero; por abusos sexuales y falta de respeto a la dignidad de las personas, hechas a imagen y semejanza de Dios, en el interior de la Iglesia.
Conozco el problema de no respetarse distintos e iguales en dignidad en la Iglesia. He visto envidias y celos pastorales de algunos sacerdotes. Soy testigo de mucho lío y cahuín entre los Agentes Pastorales, sean éstos laicos, sacerdotes o religiosas. Hay una pugna de poder y se hace "carrera y competencia de poder eclesial".
Se hace acepción de personas. El último, a veces, no es el primero. No se valora la condición distinta de sus miembros: con diversos talentos. En vez de buscar la complementación de unos con otros para el bien del Cuerpo de Cristo, se busca la uniformidad autoritaria. Recuerdo al Cardenal Raúl frente al dictador, que le hacía ver que leía la Biblia, y había encontrado la frase: "Toda autoridad viene de Dios". Y le decía al Cardenal: "Y usted no me hace caso". Don Raúl, serenamente contesta: "Sí General, toda autoridad viene de Dios, pero el autoritarismo es del demonio mismo y a eso yo no le hago caso".
Eso hay que aplicarlo en nuestra querida Iglesia.
Conozco laicos que se quejan de sus sacerdotes, porque éstos, a cada instante, y por diversos motivos, les están recordando: "Acuérdese que la Iglesia es jerárquica".
A veces, no estamos siendo testimonio de Unidad y Comunidad de Amor, del Dios que representamos, como su imagen y semejanza.
La dignidad del laico no se equipara a la del sacerdote y viceversa. A veces, nos presentamos individualistas y algunos hermanos muy personalistas y "solterones" porfiados, contrariando las líneas pastorales, y haciendo involución y restauración de la Iglesia.
Centrados en nosotros mismos, hacemos marginación y exclusión, no viviendo una opción pastoral por los más pobres, incluso no hacemos una Iglesia Misionera de Comunión y Participación de personas, cuando no hay comunidades cristianas, como base de nuestras parroquias, de sus capillas y de la misma Iglesia. Y centrados en nosotros mismos, no acompañamos el calvario de nuestro pueblo sufrido. No estamos, como la Virgen Modelo de la Iglesia, como dice Vaticano II, al pie de la cruz y sufrimientos de nuestros hermanos, al contrario, no entendiendo, la igual dignidad de las personas, que marginamos de nuestro corazón pastoral, nos mostramos cómplices del "pecado social" que viola todo derecho humano de un hermano imagen y semejanza de Dios. Creo, que de ser así, pastoralmente no se hace comunión y participación de personas distintas, olvidando que tienen igual dignidad que cualquiera de nosotros.
Creo que hace falta una Iglesia más profética, que abogue por el respeto y dignidad de las personas: hombres y mujeres de nuestro pueblo. Una voz que promueva y defienda sin miedo los derechos fundamentales del Dios Hijo, hecho Hombre, en nuestros hermanos, los más pequeños. No olvidemos que por eso seremos juzgados por Dios.
Insto a mi Iglesia a valorar nuestra condición de ser imagen y semejanza de un Dios que es Comunión de Amor de personas distintas, pero iguales en dignidad. Así, podremos cambiar nuestra vida y hacerla semejante a Dios, también la vida de las familias, y la vida de nuestra sociedad empecatada por la idolatría del tener, causa de un mundo y de un país, que en la práctica, no se muestra de Comunión y de Unidad.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
Juan 16,12-15.
Juan 3,16-18.
Mateo 28, 16-20.
He querido darle a este escrito el título que ustedes pueden ver al comienzo. La razón es para indicar la actitud de vida que nosotros debemos tener para adentrarnos al misterio de nuestro único Dios. Porque a los creyentes, no obstante serlo de verdad, nos cuesta darle su verdadero sentido a la fiesta de la Santísima Trinidad. Es lo que me pasa a mí al tratar de hablarles a ustedes de este misterio insondable, imposible de explicar con nuestra sola inteligencia y nuestra sola razón. Aquí, más bien, cabe un acto de fe profunda. Lo digo de este modo, al comenzar, para diferenciarme de los racionalistas que sólo aceptan lo que les dice su razón: les falta el don de la fe. Y si hablo de un solo acto de fe, ¿por qué me atrevo a hablarles con mis palabras hilvanadas por mi inteligencia? Porque mi inteligencia está actuando e hilvanando, con la fe, acerca de cosas reveladas por Jesús y por la Biblia. Soy un hombre de fe y creo en todo lo revelado por Dios. De antemano, tratándose del misterio insondable de Dios, les pido disculpas por si mis ideas hilvanadas y deducidas de la revelación no son totalmente ordenadas y claras. Sólo es un intento de servicio a mis hermanos en esta fiesta de la Trinidad. No olviden: ante Dios, la bienaventuranza:
"Felices los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios".
He dicho que se trata de un misterio divino insondable e imposible de explicar con nuestra sola inteligencia.
Se trata de hablar y dar testimonio de tres personas iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses. Se trata de un solo Dios.
Me acuerdo de mi preparación a mi primera Comunión Eucarística. Ahí, se nos enseñaba: ¿Quién es Dios? Y los niños contestaban: "El ser infinitamente perfecto que es la Santísima Trinidad. Y, ¿quién es la Santísima Trinidad?... El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; tres personas distintas, iguales en dignidad, y un solo Dios no más".
No podemos entenderlo. Por eso, ante el misterio de Dios, con humildad, pobreza de alma y corazón, decimos:
"Dios es Dios y yo soy solo una criatura humana".
A Dios Amor infinitamente perfecto no podemos comprenderlo y aprehenderlo con la sola fuerza de nuestra naturaleza humana y de criatura. La Trinidad es un misterio más allá de nuestra inteligencia. Si pudiéramos entender, completamente a Dios, querría decir que estaríamos entendiendo a un dios falso, incluso parecido a nosotros.
Con la humildad de los pobres de espíritu y corazón: de los bienaventurados, tendríamos que aceptar:
"Mi Dios es Dios y yo no lo soy, ni con mi razón, ni con mi inteligencia: yo no soy Dios".
Solamente porque Jesús es nuestro amigo es que nos ha revelado este misterio de la esencia divina. Es Jesús el que nos dice:
"Ustedes son mis amigos si cumplen lo que yo les mando. Ya no los llamaré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre". (Juan 15, 14-15).
Y con admiración y humildad, por la amistad y el amor que Jesús nos tiene, podemos alabarlo, como Dios, diciéndole como el salmista:
¿Quién es el hombre, para que te acuerdes de él, el hijo de Adán, para que de él cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y grandeza; y le entregaste las obras de tus manos, bajo sus pies has puesto cuanto existe". (Salmo 8, 5-7).
Somos amigos de Jesús, el Dios hecho Hombre. Somos sus confidentes:
"Jesús respondió: Hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí?
Las palabras que les he dicho no vienen de mí: el Padre que está en mí, es el que hace sus obras. Créanme: yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí; al menos créanlo por esas obras. Ahora me toca irme al Padre...
En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes...
Si ustedes me aman, guardarán, mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que Él permanece con ustedes, y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos sino que vengo a ustedes. Dentro de poco, el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo, y ustedes también vivirán.
En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí, y yo en ustedes...
Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará y vendremos a él para hacer nuestra morada en él...
Les he hablado mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo Intérprete, que el Padre les enviará en mi Nombre, les va a enseñar todas las cosas y les recordará mis palabras". (Jn.14, 9-12.15-20.23.25).
Cristo, nuestro amigo, nos hace entrar en la familia divina de tres personas distintas, iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Dios es una Comunidad de Amor tan estrecho y esencial, que es un Uno y Único Dios.
Si Cristo nos hace entrar en su familia divina, no hablemos tanto de "acercarnos" a Dios, como si Él estuviera lejos o distante de nosotros. Tampoco pensemos que se trata de "estar a su lado", como si Dios fuera una sola persona frente a nosotros. No. Nosotros entramos en la vida misteriosa de las personas divinas que se compenetran y comparten todo y que son un Único Dios. Mejor dicho: Dios pasa a habitar en nosotros, y nosotros pasamos a ser su morada.
Las cosas materiales y los cuerpos no se pueden compenetrar, porque esto sólo se puede producir en el mundo del espíritu. Cristo está en el Padre y el Padre está en Él y también el Espíritu Santo está en ellos y ellos en el Espíritu Santo.
Ellos establecen en nosotros y en cada uno su morada, tal como lo decía la cita evangélica anterior.
Jesús, nos dice, que toda la actuación de Dios en el mundo, se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Y agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a otra persona que es el Espíritu Santo. Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer, encarnándose y haciéndose Hombre. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres y mujeres. Sin embargo, si lo pueden hacer, mediante el Espíritu Santo, al que debiéramos llamar: Dios se comunica.
Por eso, llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
Creo que aquí, en estas palabras, caben bien las palabras de Jesús a sus Apóstoles:
"Ya han oído lo que les dije: Me voy, pero vengo a ustedes. Si ustedes me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, pues el Padre es mayor que yo". ( Jn. 14, 28).
Jesús nos está recordando la meta: el Padre es el origen y el fin de todo y de todos. Jesús hecho Hombre, como Hombre, nos dice:
"El Padre es mayor que yo".
Son las palabras de Jesús que quieren decir que el misterio de Dios, cuya fuente es el Padre, sobrepasa infinitamente lo que los Apóstoles pudieron contemplar en la persona humana de Jesús. Esta afirmación no se opone a que Dios-Hijo sea igual al Padre. Y para confirmar lo que estoy diciendo, vayamos al Evangelio:
"Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros: hemos visto su gloria, la que corresponde al Hijo Único cuando su Padre lo glorifica".(Jn.1, 14).
"Jesús les dijo: "El Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino lo que ve hacer al Padre. Cualquier cosa que haga Éste, lo hace también el Hijo". (Jn.5, 19).
"Un día, con el pueblo que venía a bautizarse, se bautizó también Jesús. Y, mientras estaba orando, se abrieron los cielos; el Espíritu Santo bajó sobre Él y se manifestó exteriormente con una aparición como de paloma. Y del cielo llegó una voz: "Tú eres mi Hijo, el Amado; tú eres mi Elegido". (Lucas 3, 21-22).
Hemos hablado de su común Espíritu, porque Jesús dijo en igual forma:
"Yo rogaré al Padre y les dará otro Intérprete que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de la Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que Él permanecerá con ustedes, y estará en ustedes". (Jn. 14, 16-17).
"Yo les enviaré, desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre. Este Intercesor, cuando venga, presentará mi defensa. Y ustedes también hablarán en mi favor, pues han estado conmigo desde el principio". (Jn. 15, 26-27).
"Y cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, los introducirá a la verdad total.
Él no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y les anunciará las cosas futuras. Me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el Padre también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo". (Jn. 16, 13-15).
El Espíritu no es una figura poética: Es Alguien. Y Jesús promete enviárselo a sus Apóstoles después de la Ascensión y Glorificación.
Desde Pentecostés el Espíritu empezó a actuar en la Iglesia, demostrando así que era el Espíritu de Cristo. El Espíritu actúa en los Apóstoles, dándoles así la certeza íntima de que Jesús ha resucitado y está entre nosotros, con nosotros y en nosotros: Iglesia: Pueblo de Dios.
A lo largo de la historia, el Espíritu impulsará a hombres y mujeres, de fe y de Iglesia, como misioneros, y por medio de ellos transformará el mundo.
Así como cuesta dar sentido al misterio del Dios Uno y Trino, imposible de explicar desde el punto de vista racional (tres Personas en un solo Dios), también nos cuesta entender qué consecuencia tiene todo este gran misterio para nuestra vida concreta, y para los problemas humanos y sociales que nos rodean.
No seremos bien cristianos, si en nuestra vida concreta, no tenemos relaciones personales no con"un dios abstracto", sino con el Padre, con Jesús y con el Espíritu Santo; según la misión que cada Persona divina tiene en el mundo y en la Iglesia, y según la modalidad como cada Persona divina se comunica con nosotros.
DIOS PADRE:
Primeramente Dios es nuestro Padre. El Dios nuestro no es una "idea", un "primer motor", un creador distante, un "ser supremo". Es, ante todo, un Padre: Nuestro Padre: "Abbá - Papacito".
Y esto, con todo lo que significa de amor personal y de predilección por cada uno de nosotros, y mucho más, en la medida que seamos más como su Hijo. Así, Dios Padre nos ama, como si fuéramos únicos, comunicándonos todo lo bueno que un Padre da a su hijo, haciéndonos herederos de la infinita felicidad de Dios, y aún las contradicciones que tenemos en la vida están en relación a esa felicidad, que en nuestro caminar terrenal no conocemos bien.
DIOS HIJO:
El Padre nos envía a su Hijo, Jesús, Dios hecho Hombre; es el Verbo Encarnado:
la encarnación real y visible de la bondad, del amor y de la misericordia de Dios.
En Jesús, en lo que hizo por nosotros, reconocemos todas esas cualidades y virtudes teologales del Padre y quedamos firmemente reconciliados, gracias al amor más grande de Jesús, que da la vida por los que ama, que cubre la multitud o muchedumbre de nuestros pecados.
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; todo conducente, para ir al Padre, felicidad y vida eterna. Esto es lo que esperan, los que caminan o peregrinan en este mundo, con fidelidad a Cristo, el Hijo.
DIOS ESPÍRITU SANTO:
Pero al Padre nunca nadie lo vio. Y Jesús, el que nos mostraba al Padre diciendo:
"El que me ha visto a mí ha visto al Padre... El Padre que está en mí, obra por mí. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos créanmelo por mis obras". (Juan 14, 8.10-11).
Ese Jesús, Dios Encarnado, ya no está visiblemente para nosotros, ya no está a la vista de nosotros; sus palabras, sus acciones; sus milagros, sus gestos y señales; sus miradas, sus ejemplos; todo, está distante en la historia de hoy. Entonces, ¿cómo encontrarlo hoy en la vida de todos nuestros días? ¿Cómo entender y reconocer y seguir sus enseñanzas en la realidad histórica de hoy?
El Espíritu Santo, para eso ha venido sobre nosotros, haciendo morada en los limpios de corazón; es el Espíritu Santo, que nos anima y nos inspira" para discernir los signos de los tiempos", descubriendo a Jesús, su enseñanza y su Pascua, en el corazón del mundo, en nuestras experiencias personales; en la oración, hecha en la escucha del Evangelio: ahí nos encontramos con Jesús, Buena Nueva, para nuestra vida de hoy día y para encarnar a Jesús en el mundo y sociedad actual.
También el Espíritu nos hace ver y encontrar a Jesús en la comunidad cristiana, en la reunión de hermanos en la fe y en la Iglesia:
"Asimismo, si en la tierra dos de ustedes unen sus voces para pedir cualquier cosa, estén seguros que mi Padre en los cielos se la dará. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy ahí en medio de ellos. (Mateo 18, 19-20)
Repetimos: Jesús está hoy en la Iglesia en unión con el Padre y por su Espíritu Santo.
Para reafirmar a Jesús, hoy, en su Iglesia, citamos las mismas palabras de Jesús:
"Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, o sea, Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia que los poderes del Infierno no podrán vencer". (Mateo 16, 18).
"Simón, hijo de Juan, ¿ me amas más que éstos?". Éste contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero"... Entonces apacienta mis corderos. Y le preguntó por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Cuida mis ovejas". Insistió Jesús por tercera vez: "Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: "Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero". Entonces Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas"...Después, Jesús le dijo a Pedro: "Sígueme". (Juan 21, 15-22).
Pedro es el Papa de la Iglesia nombrado por Jesús y asistido por Él.
"La Paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Dicho esto, sopló sobre ellos: "Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, queden atados".(Juan 20,21-23)
"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra. Por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo los que yo les he encomendado. Yo estaré con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo". (Mateo 28,19-20).
"El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió".(Lucas 10, 16).
EPÍLOGO:
"Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande los peces del mar y las aves del cielo y a los reptiles que se arrastran por el suelo". Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra.
Dijo Dios: "Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde". Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno...".
"Así fueron hecho el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos... Éste es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados". (Génesis 1, 26-31; 2, 1. 4.).
Creo que estas citas bíblicas nos dicen mucho.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Eso me dice semejanza al Dios Uno y Trino. Y le entregó la obra de sus manos: la creación con todo lo que eso significa:
bienes para todos y una ecología y medio ambiente saludable para la calidad de vida.
Pero lo importante es preguntarnos: ¿Cómo estamos respondiendo a este Dios?
Nosotros: los seres humanos; el varón y la mujer, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Es decir, somos personas, hijos de Dios, distintos, pero iguales en dignidad como la Trinidad. Y todo lo creado debe llevar ese sello de Dios; de un Dios Comunidad de Personas distintas e iguales en dignidad: Comunión de Personas que participan de todo lo creado, en todo y en todos. Comunión de Amor y de Participación.
Todos somos iguales en dignidad pero distintos: precisamente distintos, para tener un tú que amar y con quien complementarnos, aportando cada uno de lo suyo.
No podemos ser solitarios, individualistas ni egoístas: eso, si así fuera, sería una contradicción con nuestra esencia de imagen y semejanza de un Dios Comunión-Amor de Personas. Ni tampoco podemos, porque somos distintos unos de otros, andar en una constante pugna y división e intolerancia, con luchas y disputas de poder y de acaparar los bienes creados para todos.
Si somos distintos es para amarnos en comunión, participando y aportando cada uno lo distinto, para complementarnos, buscando el bien de todos (bien común); para amarnos en comunión y participación: para ser una comunidad de amor y de igualdad, porque repito: tenemos una misma e igual dignidad. Y por esto último, no podemos vivir con tremendas e injustas desigualdades; con graves y flagrantes violaciones de derechos humanos. No olvidemos a Jesús, el Dios hecho Hombre:
Desde el mismo momento que Dios se hizo Hombre, los derechos humanos son los derechos de Dios mismo.
Repito: estamos creados para amarnos y respetarnos distintos y para tratarnos con un respeto de personas de dignidad e igualdad; y creados, para ser una comunidad de amor, de comunión y participación de todos, sin exclusión alguna y sin marginación de nadie; para hacer habitable este mundo y esta sociedad, haciéndolo, algunos con conciencia de creyentes, con otros, tal vez, sin creencia, un adelanto del Reino de Dios.
Lamentablemente hay que hacer denuncias de graves hechos y acciones que contradicen nuestra esencia, y contradicen a Dios mismo, que nos hizo a su imagen y semejanza.
En este mundo globalizado hay pugnas y guerras fratricidas; muchas veces porque no somos tolerantes unos con otros, no nos estamos respetando distintos ni complementando mutuamente como personas de una sociedad, ni tampoco como ciudadanos, integrantes de un país. Estamos fallando. En este momento me acuerdo de mis hermanos mapuches. Tenemos una deuda histórica con pueblo mapuche. Y el Estado de Chile es el principal responsable.
Hay otros problemas entre nosotros que reflejan nuestra contradicción con nuestro ser imagen de Dios. Objetivamente hay un pecado mortal y social. Esto es así, cuando estamos siendo testigos de profundas injusticias y violaciones con las personas humanas, en una política de sordos y ciegos, en una economía perversa y de negación de la esencia de una democracia, en la vivienda; en la salud y en la educación; en el mundo de la empresa y del trabajo humano, hay sueldos miserables, tratos y relaciones infrahumanas, de dominador a dominado; de opresor a oprimido.
¿Por qué no una empresa comunitaria, de cogestión; todos personas humanas distintas, pero iguales en dignidad, complementándose: capital dinero(ricos) con capital trabajo humano? Todos dueños de una empresa de fraternidad y de comunión y participación. Y, ¿por qué no esto mismo en el plano agrario y también con otras riquezas, dadas por Dios, para la felicidad de hombres y mujeres?
¿Por qué seguir con una lucha fratricida donde prima el tener por sobre el ser, el dinero y el poder por sobre la persona humana? Y esto lo digo en un Chile con una institucionalidad ilegítima y con una mentirosa democracia. Y en un Chile con economía Neo Liberal: "capitalista salvaje", no se ve para nada el respeto a la persona humana, sino más bien una intolerancia entre una clase política coludida con empresarios empoderados, que se aferran al poder y a las estructuras y a una institucionalidad ilegítima, iniciada en dictadura y continuada por casi 27 años por los gobiernos y políticos posteriores hasta hoy; con una Constitución ilegítima, injusta, fraudulenta y dictatorial; todo favorece a individualistas privados y ricos, unidos a clase política, que usando: "el fin justifica los medios", han caído en una corrupción recién descubierta y que viene sucediendo hace tiempo; a pesar de las quejas del pueblo soberano, los coludidos, con trampas, le mentían a la ciudadanía.
Esta economía perversa y sus agentes encubiertos, hacían y hacen el "pecado social": una minoría tiene secuestrada a una mayoría. Y aquí, en este momento, digo en nombre de los pobres y desde los pobres:
¡Nunca el dinero por sobre la persona humana!¡Juicio y castigo a los culpables! ¡Verdad y Justicia! ¡No más mentiras!
La Doctrina Social de la Iglesia y su Magisterio, hace mucho tiempo que ha denunciado este cruel sistema y no está de acuerdo con esta situación pecadora.
Que nunca más lo olviden los hijos de la Iglesia, y que trabajen y se comprometan a derribar esta barrera inhumana de esta situación. No hacerlo es caer en el pecado. No hacerlo por comodidad o un acomodarse al Chile de hoy, es un pecado de omisión, y pasarían hacer responsables in causa de la falta de fraternidad, de la falta de justicia, y también, ¿por qué no de la violencia reinante?
Y, en los internacional?
¿Hasta cuándo una economía globalizada que ha hecho la pobreza de un 80% de habitantes de este mundo creado por Dios?
¡Basta ya de imperialismo coludido con derecha internacional, metiéndose en otros países, buscando Golpes, y faltando a la autodeterminación de los pueblos, más aún, oprimiéndolos y sometiéndolos!
Y, ¿cómo el hombre está cuidando lo que Dios le entregó? ¿la creación con su fauna, ecología y medio ambiente?
Bolivia tiene gas. Chile no tiene el gas suficiente pero tiene mar. ¿Qué hacer como distintos pero iguales en dignidad? Y así, ¿por qué no entre otros países?
Y, ¿qué decir de nuestra Iglesia?
Tiene muchas cosas positivas. No en vano es del Dios Uno y Trino. ¡Bendito sea Dios!
Ha nacido la esperanza. Se habla de un nuevo Juan XXIII, en Francisco I. ¿Vuelve o no vuelve la "primavera" de una Iglesia del Vaticano II, el cual es una tarea pendiente de la Iglesia? Y la Iglesia no es sólo un Francisco I por muy esperanzador que él sea. Somos todos los bautizados: Hemos sido bautizados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Somos templos vivos de Dios, más aún imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. La Iglesia depende de todos nosotros, haciendo Comunión y Participación, de personas distintas, pero iguales en dignidad. Ya más arriba me he referido a la Iglesia.
Como ya hice algunas denuncias referentes al mundo y sociedad actual, creo que también debo hacer algunas denuncias con respecto a nosotros, a nuestra Iglesia. Hechas con amor, con la mejor intención de que se viva el Evangelio por todos nosotros.
De partida les digo:
Yo amo a la Iglesia santa y pecadora.
Todos somos responsables de mostrar a Un Dios Uno y Trino: Comunidad de amor. Más bien se trata de una convocación a vivir consecuentemente entre nosotros nuestra condición de imagen y semejanza de Dios en todos los niveles de nuestra querida Iglesia. Espero que así se entiendan mis palabras.
Benedicto XVI renunció no sólo por no tener fuerzas físicas, sino también, porque por sus años, le faltaban fuerzas anímicas, al ver divisiones, luchas de poder, corrupción del dinero; por abusos sexuales y falta de respeto a la dignidad de las personas, hechas a imagen y semejanza de Dios, en el interior de la Iglesia.
Conozco el problema de no respetarse distintos e iguales en dignidad en la Iglesia. He visto envidias y celos pastorales de algunos sacerdotes. Soy testigo de mucho lío y cahuín entre los Agentes Pastorales, sean éstos laicos, sacerdotes o religiosas. Hay una pugna de poder y se hace "carrera y competencia de poder eclesial".
Se hace acepción de personas. El último, a veces, no es el primero. No se valora la condición distinta de sus miembros: con diversos talentos. En vez de buscar la complementación de unos con otros para el bien del Cuerpo de Cristo, se busca la uniformidad autoritaria. Recuerdo al Cardenal Raúl frente al dictador, que le hacía ver que leía la Biblia, y había encontrado la frase: "Toda autoridad viene de Dios". Y le decía al Cardenal: "Y usted no me hace caso". Don Raúl, serenamente contesta: "Sí General, toda autoridad viene de Dios, pero el autoritarismo es del demonio mismo y a eso yo no le hago caso".
Eso hay que aplicarlo en nuestra querida Iglesia.
Conozco laicos que se quejan de sus sacerdotes, porque éstos, a cada instante, y por diversos motivos, les están recordando: "Acuérdese que la Iglesia es jerárquica".
A veces, no estamos siendo testimonio de Unidad y Comunidad de Amor, del Dios que representamos, como su imagen y semejanza.
La dignidad del laico no se equipara a la del sacerdote y viceversa. A veces, nos presentamos individualistas y algunos hermanos muy personalistas y "solterones" porfiados, contrariando las líneas pastorales, y haciendo involución y restauración de la Iglesia.
Centrados en nosotros mismos, hacemos marginación y exclusión, no viviendo una opción pastoral por los más pobres, incluso no hacemos una Iglesia Misionera de Comunión y Participación de personas, cuando no hay comunidades cristianas, como base de nuestras parroquias, de sus capillas y de la misma Iglesia. Y centrados en nosotros mismos, no acompañamos el calvario de nuestro pueblo sufrido. No estamos, como la Virgen Modelo de la Iglesia, como dice Vaticano II, al pie de la cruz y sufrimientos de nuestros hermanos, al contrario, no entendiendo, la igual dignidad de las personas, que marginamos de nuestro corazón pastoral, nos mostramos cómplices del "pecado social" que viola todo derecho humano de un hermano imagen y semejanza de Dios. Creo, que de ser así, pastoralmente no se hace comunión y participación de personas distintas, olvidando que tienen igual dignidad que cualquiera de nosotros.
Creo que hace falta una Iglesia más profética, que abogue por el respeto y dignidad de las personas: hombres y mujeres de nuestro pueblo. Una voz que promueva y defienda sin miedo los derechos fundamentales del Dios Hijo, hecho Hombre, en nuestros hermanos, los más pequeños. No olvidemos que por eso seremos juzgados por Dios.
Insto a mi Iglesia a valorar nuestra condición de ser imagen y semejanza de un Dios que es Comunión de Amor de personas distintas, pero iguales en dignidad. Así, podremos cambiar nuestra vida y hacerla semejante a Dios, también la vida de las familias, y la vida de nuestra sociedad empecatada por la idolatría del tener, causa de un mundo y de un país, que en la práctica, no se muestra de Comunión y de Unidad.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+