Jesús es el único Buen Pastor que nos ama a todos nosotros.
Dominica Cuarta de Pascua. Año C. 19.04.2013.
(Juan 10, 27-30.).
El Evangelio de esta domínica nos presenta a Jesús como el único pastor de los cristianos. Todos los demás pastores son sólo instrumento de Jesús, el Buen Pastor. Y Él se nos presenta como un pastor comprometido y lleno de amor por nosotros. Se trata de un pastor comprometido con los suyos.Su compromiso es tal que siempre está dispuesto a dar su vida por nosotros:"Me siguen y yo les doy la vida eterna: nunca morirán... Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas... Nadie me las puede quitar". Y no olvidemos, que en otro parte de este mismo pasaje evangélico, Jesús, como nuestro Buen Pastor, nos dice: "Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. El asalariado , que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, y el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas". Quiere decir: que va delante de su rebaño y que no huye ante cualquier peligro (lobo),al contrario expone su vida y es capaz de darla por nosotros.
Jesús, en este Evangelio, nos dice que su redil es la Iglesia, el Pueblo de Dios según Vaticano II. Nos habla de su relación con nosotros, su Pueblo y su Iglesia. Se trata de sus discípulos unidos en comunidad, reunidos por el Espíritu Santo después de su resurrección hasta hoy, y en el transcurso de la historia de la humanidad.Recalcamos 'después de su resurrección', porque del paso de muerte a vida, Cristo hace nacer, como don pascual, la Iglesia de los hombres y mujeres: ¡Somos la Iglesia, el Pueblo de Dios!
Pero esto no significa una Iglesia cerrada y centrada en sí misma. No. La Iglesia está enviada por Jesús. Es misionera. Y después de Vaticano II, hemos comprendido mejor, por el Espíritu, que vamos al mundo a Evangelizar y a ser Evangelizados por el mundo, porque, también en él se está dando la acción pascual de Cristo, como el símil experimentado por los apóstoles, cuando estando sin Cristo en la "barca", lo vieron caminar por el "lago", incluso un "lago" tormentoso.
Se nos dijo, después de Vaticano II:
"Vayan al mundo no sólo como maestros, sino también como discípulos".
Eso significa ir a Evangelizar y dejarse Evangelizar por el mundo.
Pero, como Pedro, caminando por sobre el "lago",temerosos, nos metimos dentro de la "barca"; temerosos del mundo secular.Creo, que por la misma razón, se ha disminuido la importancia pastoral de las comunidades cristianas: Iglesia doméstica. Se teme que los laicos de esas comunidades cristianas, comprometidas con su ambiente y mundo, puedan infiltrar, al interior de la Iglesia, el secularismo.
No podemos olvidar las palabras de Cristo al respecto:"Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz; y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor". Hay que salir a la misión. Ir, y hacer una pastoral de las fronteras.
Las palabras del Buen Pastor deben animar la fe, fortalecer la esperanza y encender un fuego de amor y compromiso apostólico de los hombres y mujeres de nuestra Iglesia. La Iglesia nos da los sacramentos, y nos da al que venció al mundo, ni más ni menos, que al mismo Jesucristo. Él es el rumbo y el que da sentido a nuestra vida y también a nuestra muerte. La Iglesia de Jesús nos entrega la ley eximia del amor, y del amor fraterno. Pero no un amor etéreo, sino un amor encarnado y aterrizado en el mundo de hoy, con un compromiso por los hermanos, con una opción preferencial por los pobres.
Pero, hoy día, a muchos les surge un problema y una inquietante interrogante. Es que, con mayor nitidez, ahora se ven tantas fallas en los cristianos y pecados en los representantes de la Iglesia. Surge la duda acerca de la autenticidad de lo que nosotros enseñamos y trasmitimos. Se mira a una Iglesia con tantas crisis y contradicciones de sus miembros, en sus vidas, que no son ni un buen ejemplo, ni un buen testimonio.Se habla de que se ha perdido la credibilidad en la Iglesia. Más aún, cuando un Papa: Benedicto XVI, renuncia no sólo porque le faltan fuerzas físicas, por su edad, sino que también fuerzas anímicas, aclarando posteriormente, que su renuncia más bien se debe a que hay divisiones internas y luchas de poder en la Iglesia, especialmente en Curia vaticana. La Curia vaticana no marcha bien. Se descubre corrupción del dinero y hay un informe de problemas y pecados de índole sexual. Ya antes, nuestra jerarquía y el mismo Papa, hicieron un mea culpa por pecados y delitos de abuso sexual y de pedofilia de sacerdotes en distintas partes del mundo. Por todo esto, algunos se preguntan: ¿Si la Iglesia puede ser un instrumento de salvación y liberación para hombres y mujeres de nuestro mundo?
Las palabras de Jesús en el Evangelio nos dan una respuesta a la pregunta y duda:"y yo les doy la vida eterna: nunca morirán. Nadie me las puede quitar de mi mano, porque mi Padre que me las ha dado es mayor que todos, y nadie se las puede quitar a Él. Yo y mi Padre somos una misma cosa".
Entonces,la garantía de la Iglesia, de su fidelidad en conducir a los hombres y mujeres a la vida de Cristo resucitado y al Evangelio del amor y la libertad, es que no está en manos de pastores humanos. Estos son sólo instrumentos, necesarios, imperfectos, frágiles y pecadores. Repito: sólo instrumentos necesarios del único Buen Pastor que guía a la Iglesia, y que además suple las fallas de los cristianos: sacerdotes y laicos, por el Espíritu Santo que nos envió. Éste nos da la vida, nos ayuda a seguir a Cristo y a ser comprometidos y fieles a su Evangelio; para animación de su vida interior, independiente de las fallas de los hombres de Iglesia. Y cito el Documento de Puebla: "... la Iglesia permanecerá perfectible bajo muchos aspectos, permanentemente necesitada de autoevangelización, de mayor conversión y purificación... No obstante, el Reino ya está en ella. Su presencia en nuestro continente es una Buena Nueva. Porque ella - aunque de modo germinal - llena plenamente los anhelos y esperanzas más profundos de nuestros pueblos. En esto consiste el
"misterio" de la Iglesia: es una realidad humana, formada por hombres limitados y pobres, pero penetrada por la insondable presencia y fuerza del Dios Trino que en ella resplandece, convoca y salva.La Iglesia de hoy no es todavía lo que está llamada a ser. Es importante tenerlo en cuenta, para evitar una falsa visión triunfalista. Por otro lado, no debe enfatizarse tanto lo que le falta, pues en ella ya está presente y operando de modo eficaz en este mundo la fuerza que obrará el Reino definitivo". (Puebla, 228-231).
La causa de nuestra fe, esperanza y amor a la Iglesia es que esto está en las manos de Dios. Nadie se la puede arrebatar. Formamos parte de una comunidad de hermanos, con muchos defectos, en nosotros y en nuestros agentes pastorales, pero que a causa de que Jesús resucitado es nuestro Pastor, estamos seguros de que Él nos conduce y nos guía a una vida santa y de vida eterna. Así Sea.
(Juan 10, 27-30.).
El Evangelio de esta domínica nos presenta a Jesús como el único pastor de los cristianos. Todos los demás pastores son sólo instrumento de Jesús, el Buen Pastor. Y Él se nos presenta como un pastor comprometido y lleno de amor por nosotros. Se trata de un pastor comprometido con los suyos.Su compromiso es tal que siempre está dispuesto a dar su vida por nosotros:"Me siguen y yo les doy la vida eterna: nunca morirán... Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas... Nadie me las puede quitar". Y no olvidemos, que en otro parte de este mismo pasaje evangélico, Jesús, como nuestro Buen Pastor, nos dice: "Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. El asalariado , que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, y el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas". Quiere decir: que va delante de su rebaño y que no huye ante cualquier peligro (lobo),al contrario expone su vida y es capaz de darla por nosotros.
Jesús, en este Evangelio, nos dice que su redil es la Iglesia, el Pueblo de Dios según Vaticano II. Nos habla de su relación con nosotros, su Pueblo y su Iglesia. Se trata de sus discípulos unidos en comunidad, reunidos por el Espíritu Santo después de su resurrección hasta hoy, y en el transcurso de la historia de la humanidad.Recalcamos 'después de su resurrección', porque del paso de muerte a vida, Cristo hace nacer, como don pascual, la Iglesia de los hombres y mujeres: ¡Somos la Iglesia, el Pueblo de Dios!
Pero esto no significa una Iglesia cerrada y centrada en sí misma. No. La Iglesia está enviada por Jesús. Es misionera. Y después de Vaticano II, hemos comprendido mejor, por el Espíritu, que vamos al mundo a Evangelizar y a ser Evangelizados por el mundo, porque, también en él se está dando la acción pascual de Cristo, como el símil experimentado por los apóstoles, cuando estando sin Cristo en la "barca", lo vieron caminar por el "lago", incluso un "lago" tormentoso.
Se nos dijo, después de Vaticano II:
"Vayan al mundo no sólo como maestros, sino también como discípulos".
Eso significa ir a Evangelizar y dejarse Evangelizar por el mundo.
Pero, como Pedro, caminando por sobre el "lago",temerosos, nos metimos dentro de la "barca"; temerosos del mundo secular.Creo, que por la misma razón, se ha disminuido la importancia pastoral de las comunidades cristianas: Iglesia doméstica. Se teme que los laicos de esas comunidades cristianas, comprometidas con su ambiente y mundo, puedan infiltrar, al interior de la Iglesia, el secularismo.
No podemos olvidar las palabras de Cristo al respecto:"Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz; y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor". Hay que salir a la misión. Ir, y hacer una pastoral de las fronteras.
Las palabras del Buen Pastor deben animar la fe, fortalecer la esperanza y encender un fuego de amor y compromiso apostólico de los hombres y mujeres de nuestra Iglesia. La Iglesia nos da los sacramentos, y nos da al que venció al mundo, ni más ni menos, que al mismo Jesucristo. Él es el rumbo y el que da sentido a nuestra vida y también a nuestra muerte. La Iglesia de Jesús nos entrega la ley eximia del amor, y del amor fraterno. Pero no un amor etéreo, sino un amor encarnado y aterrizado en el mundo de hoy, con un compromiso por los hermanos, con una opción preferencial por los pobres.
Pero, hoy día, a muchos les surge un problema y una inquietante interrogante. Es que, con mayor nitidez, ahora se ven tantas fallas en los cristianos y pecados en los representantes de la Iglesia. Surge la duda acerca de la autenticidad de lo que nosotros enseñamos y trasmitimos. Se mira a una Iglesia con tantas crisis y contradicciones de sus miembros, en sus vidas, que no son ni un buen ejemplo, ni un buen testimonio.Se habla de que se ha perdido la credibilidad en la Iglesia. Más aún, cuando un Papa: Benedicto XVI, renuncia no sólo porque le faltan fuerzas físicas, por su edad, sino que también fuerzas anímicas, aclarando posteriormente, que su renuncia más bien se debe a que hay divisiones internas y luchas de poder en la Iglesia, especialmente en Curia vaticana. La Curia vaticana no marcha bien. Se descubre corrupción del dinero y hay un informe de problemas y pecados de índole sexual. Ya antes, nuestra jerarquía y el mismo Papa, hicieron un mea culpa por pecados y delitos de abuso sexual y de pedofilia de sacerdotes en distintas partes del mundo. Por todo esto, algunos se preguntan: ¿Si la Iglesia puede ser un instrumento de salvación y liberación para hombres y mujeres de nuestro mundo?
Las palabras de Jesús en el Evangelio nos dan una respuesta a la pregunta y duda:"y yo les doy la vida eterna: nunca morirán. Nadie me las puede quitar de mi mano, porque mi Padre que me las ha dado es mayor que todos, y nadie se las puede quitar a Él. Yo y mi Padre somos una misma cosa".
Entonces,la garantía de la Iglesia, de su fidelidad en conducir a los hombres y mujeres a la vida de Cristo resucitado y al Evangelio del amor y la libertad, es que no está en manos de pastores humanos. Estos son sólo instrumentos, necesarios, imperfectos, frágiles y pecadores. Repito: sólo instrumentos necesarios del único Buen Pastor que guía a la Iglesia, y que además suple las fallas de los cristianos: sacerdotes y laicos, por el Espíritu Santo que nos envió. Éste nos da la vida, nos ayuda a seguir a Cristo y a ser comprometidos y fieles a su Evangelio; para animación de su vida interior, independiente de las fallas de los hombres de Iglesia. Y cito el Documento de Puebla: "... la Iglesia permanecerá perfectible bajo muchos aspectos, permanentemente necesitada de autoevangelización, de mayor conversión y purificación... No obstante, el Reino ya está en ella. Su presencia en nuestro continente es una Buena Nueva. Porque ella - aunque de modo germinal - llena plenamente los anhelos y esperanzas más profundos de nuestros pueblos. En esto consiste el
"misterio" de la Iglesia: es una realidad humana, formada por hombres limitados y pobres, pero penetrada por la insondable presencia y fuerza del Dios Trino que en ella resplandece, convoca y salva.La Iglesia de hoy no es todavía lo que está llamada a ser. Es importante tenerlo en cuenta, para evitar una falsa visión triunfalista. Por otro lado, no debe enfatizarse tanto lo que le falta, pues en ella ya está presente y operando de modo eficaz en este mundo la fuerza que obrará el Reino definitivo". (Puebla, 228-231).
La causa de nuestra fe, esperanza y amor a la Iglesia es que esto está en las manos de Dios. Nadie se la puede arrebatar. Formamos parte de una comunidad de hermanos, con muchos defectos, en nosotros y en nuestros agentes pastorales, pero que a causa de que Jesús resucitado es nuestro Pastor, estamos seguros de que Él nos conduce y nos guía a una vida santa y de vida eterna. Así Sea.