Se celebró en Comillas el Congreso Internacional "Los jesuitas. Religión, política y educación (siglos XVI-XVIII)"

Durante tres días, Comillas acogió a un centenar de expertos internacionales procedentes de 60 universidades, centros de investigación y entidades académicas de Europa, América y Japón que, con alrededor de 70 ponencias y más de 30 comunicaciones, han dado contenido al Congreso Internacional "Los jesuitas. Religión, política y educación (S. XVI-XVIII)", organizado por las universidades Comillas, Autónoma de Madrid y Rey Juan Carlos, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Ciencia e Innovación. De la coordinación del congreso se han encargado José Martínez Millán, catedrático de Historia Moderna y Director del Instituto Universitario La Corte en Europa (IULCE), de la Autónoma de Madrid, y Henar Pizarro, profesora de Historia Moderna, de Comillas, y miembro del IULCE.


En sus cerca de 500 años de historia, la Compañía de Jesús ha suscitado sentimientos opuestos y apasionados. La fascinación ejercida por su fundador, la eficacia de actuación de sus miembros, su universalidad, su metodología pedagógica, la intervención e influencia que ha tenido en los gobiernos de las monarquías y de la propia Iglesia son razones que explican el interés que despierta esta orden religiosa y el creciente número de estudios que investigadores de diversos campos le han dedicado en los últimos decenios. En la sesión de clausura, el profesor Martínez Millán señaló que el interés por la Compañía es inmenso intelectual y socialmente, y destacó la asistencia a las sesiones de alumnos de diferentes universidades públicas madrileñas.


Este congreso ha servido para reforzar el conocimiento y la difusión de la labor de los jesuitas, así como la valoración ponderada de su papel en el contexto histórico abordado en las sesiones: desde la fundación de la Compañía de Jesús hasta la primera expulsión de la orden en el siglo XVIII, y su retorno a comienzos de la siguiente centuria. Las intervenciones de los especialistas se han centrado en tres facetas claves de la actividad de la Compañía: religión, política y educación. Se ha hablado de su espiritualidad y de las doctrinas de sus principales autores, con alusiones a los enfrentamientos teológicos y doctrinales con otras órdenes religiosas. Se ha analizado la labor de los jesuitas como confesores y guías espirituales de los miembros de las dinastías europeas y principales cortesanos, y de aquellos que fueron agentes de los pontífices ante las distintas cortes europeas, para convencer o difundir el espíritu católico de Roma.


La Ratio Studiorum, como modelo de educación que asume los valores humanistas dentro de unos principios religiosos católicos, ha sido eje central de la dimensión educativa, que se tradujo en una literatura (teatro, retórica, oratoria, etc.) y en diversas expresiones artísticas que ponen de manifiesto unos valores y un modelo específico de comportamiento. Como indicó el Rector de Comillas, José Ramón Busto, SJ, durante el acto inaugural del congreso, la reforma universitaria propiciada por el Espacio Europeo de Educación Superior, no hubiera sido posible sin el antecedente del sistema pedagógico jesuita.


El congreso ha puesto también de relieve la difusión del patrimonio de saberes y cultura realizado por los jesuitas en Asia y América con especial atención en el siglo XVII, período que representa la mayor expansión de la Compañía en estos continentes.


"No es casual que el nacimiento de nuevas órdenes, la renovación y revitalización de la Iglesia se produjera tras el Saco de Roma por las tropas del emperador Carlos I. Así, con una intención limpia de renovación espiritual, los jóvenes jesuitas se ponían incondicionalmente al servicio del Papa Pablo III. Su difusión por España y Portugal fue rápida, aunque no se conocía tanto a la Compañía como a cada uno de sus miembros, y pronto obtuvieron el apoyo de la familia real y de importantes personajes de la corte. Gracias al apoyo de reyes y gobernantes, la expansión de la Compañía fue imparable, pese a sus problemas internos", subrayó el profesor Martínez Millán en la conferencia inaugural, sobre ?El nacimiento de la Compañía de Jesús: proyecto religioso y problemas políticos".

Sin embargo, aunque en un principio no hubo diferencias en el apoyo a los jesuitas, pronto aparecieron críticas a su espiritualidad y se les acusó de seguir la corriente alumbrada, aunque importantes nobles y miembros de la familia mantuvieron su apoyo y compartieron su espiritualidad. La situación cambió en 1555, con la radicalización religiosa y la subida al trono de Felipe II, quien con su política de homogeneización revitalizó los estatutos de limpieza de sangre. Además, su religiosidad era distinta a la de la Compañía, lo que sumado al enfrentamiento del monarca con el Papa, y la obediencia que los jesuitas debían a éste, creó no pocos problemas.


En la primera jornada, Robert Bireley, SJ, de la Universidad de Loyola (Chicago), expuso las implicaciones de la actividad de los jesuitas como confesores de los príncipes y presentó el escrito del Padre General Acquaviva "Instruction for confessors of Princes", una orden que el General se vio obligado a escribir porque, aunque las ventajas del papel de confesor de los reyes eran evidentes, también lo eran sus inconvenientes, puesto que tanto los propios confesores como la Compañía en su conjunto podría identificarse con decisiones impopulares y políticas.

La modernidad de la nueva orden, sus votos, su alejamiento de una espiritualidad medieval favorable a la mortificación del cuerpo, su aceptación de "conversos y vizcaínos", su forma de presentar a Dios como un ser bueno y amable, y su confianza en el hombre y en la gracia, sin excluir la libertad, son elementos esenciales de la aversión contra la Compañía surgida de otras órdenes religiosas y de buen número de obispos, manifestó el profesor Teófanes Egido López, carmelita descalzo y profesor de la Universidad de Valladolid, en su ponencia "Formación y funciones del estereotipo antijesuita".


Una aversión que el profesor Egido presentó como un conflicto de mentalidades que se configuró en un estereotipo antijesuítico fundado en miedos, rechazos y odios, y fraguó con éxito en una imagen colectiva que identificaba a cada jesuita con todos los males atribuidos a la Compañía. Durante siglos, la antigüedad había sido un valor esencial para las otras órdenes religiosas, para las que lo nuevo era siempre sospechoso de lo peor. Otra de las razones que sustentó las acusaciones contra los jesuitas fue su apuesta por el diálogo con otras culturas y la aceptación de algunos ritos de los pobladores de los territorios en los que establecieron sus misiones, como fue el caso de China.

En la conferencia de clausura, Manuel Revuelta González, SJ, profesor emérito de Comillas, trató sobre las Cortes de Cádiz y los jesuitas. Con la constitución de las Cortes de Cádiz parecía existir un cierto cambio de actitud frente a la Compañía, expulsada de España por Carlos III en 1767. Pero las propuestas, primero de los diputados americanos para que los jesuitas fueran restablecidos en los territorios de ultramar para hacerse cargo de la enseñanza y las misiones, y después de algunos ex jesuitas refugiados en Palermo, que solicitaron la restauración de la Compañía en un acto de justicia y a la luz de los principios básicos de la Constitución, fueron desoídas.


La restitución de la Compañía por Fernando VII, en 1815, fue una mala jugada para los jesuitas que quedaron vinculados al monarca absoluto, lo que sustentó el mantenimiento de los tópicos históricos sobre la orden en las épocas siguientes, apostilló el profesor Revuelta.
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