"El Papa nos ha dicho que la Iglesia o es 'en salida' o no es Iglesia" Fabio Baggio: "Hay que ayudar a nuestras comunidades a superar el miedo, saliendo al encuentro del otro, oportunidad única para encontrar a Cristo"
"La imagen de la Iglesia como 'hospital de campaña' expresa perfectamente la idea de lo que tiene que hacer la Iglesia en estas periferias"
"Hablamos de millones de personas y familias que se ven forzados a abandonar su lugar de origen por otro dentro del propio país en búsqueda de sobrevivencia. Se trata de un éxodo que muchas veces permanece invisible, noticia marginal"
"A final de 2019 se estimaba que había más de 50 millones de desplazados en el mundo"
"Los cuatro verbos que nos ha regalado Francisco sirven para inspirar el servicio a las periferias existenciales"
"A final de 2019 se estimaba que había más de 50 millones de desplazados en el mundo"
"Los cuatro verbos que nos ha regalado Francisco sirven para inspirar el servicio a las periferias existenciales"
El Subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, Fabio Baggio, nos concede esta entrevista con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Profundizando en todas las aristas de la actual emergencia migratoria, fuerza a la sensibilización social como lo hacen las palabras de Francisco. El fenómeno migratorio está en el centro del corazón del Papa y debe estarlo también en el de la Iglesia, si quiere ser una 'Iglesia en salida'. Y, para eso, según el curial romano, "hay que ayudar a nuesgras comunidades a superar el miedo al otro". Porque, "el otro es Cristo".
¿Por qué han decidido centrar la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en los desplazados internos?
Es una decisión del Santo Padre, quien cada año elige un tema y prepara un mensaje relacionado con ello, con el propósito de llamar la atención y crear conciencia sobre un aspecto particular del fenómeno migratorio. Para la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado Papa Francisco ha escogido el tema de la pastoral de los desplazados internos, titulando su mensaje “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar los desplazados internos”. Así el Santo Padre quiso manifestar su particular preocupación por el drama del desplazamiento interno.
Hablamos de millones de personas y familias que se ven forzados a abandonar su lugar de origen por otro dentro del propio país en búsqueda de sobrevivencia. Se trata de un éxodo que muchas veces permanece invisible, noticia marginal en los medios de comunicación ya que no cruza fronteras internacionales. Y esa invisibilidad determina a menudo la ignorancia del fenómeno, la falta de reconocimiento oficial de las vulnerabilidades propias de los desplazados, la escasez de programas de asistencia particular y la dificultad de asegurar un cuidado pastoral adecuado.
¿De qué volumen de personas estamos hablando?
La naturaleza misma del desplazamiento interno hace difícil calcular el volumen de los flujos; se trata de movimientos fluctuantes en distintos territorios dentro de un país, y muchas veces las instituciones locales o nacionales no tienen las capacidades o los recursos necesarios para registrar todas las salidas y llegadas. A nivel global el International Displacement Monitoring Center produce informes anuales. A final de 2019 se estimaba que había más de 50 millones de desplazados en el mundo. Hay que destacar que se trata de un fenómeno presente en todas las regiones del mundo.
¿Cuáles son las causas principales de su desplazamiento?
Como bien evidencian las “Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Internos”, un documento publicado por la Sección Migrantes y Refugiados hace unos pocos meses, entre las principales causas del desplazamiento interno cabe destacar: los conflictos armados, las situaciones de violencia generalizada, las violaciones de derechos humanos, los desastres que se producen de manera repentina, así como desastres que se van desarrollando lentamente. Las inversiones realizadas en el desarrollo, tales como los grandes proyectos de infraestructura o de renovación urbana, también pueden causar desplazamientos a gran escala.
¿Cómo tienen que actuar los cristianos frente a la llegada masiva de hermanos y hermanas en búsqueda de refugio o de un futuro mejor?
En su constante escucha de las Iglesias particulares, el Santo Padre ha percibido «un profundo malestar frente a la llegada masiva de inmigrantes y refugiados. Ese malestar debe ser reconocido y entendido a la luz de un momento histórico marcado por la crisis económica, que ha dejado heridas profundas» (Discurso a los participantes en el encuentro de responsables nacionales de la pastoral de migraciones, 22 de septiembre de 2017). Los números de los flujos y la impreparación de las comunidades a la acogida ha generado en muchos de nosotros temor y preocupación. Por otro lado, otros tantos se han puesto al servicio de estos hermanos y hermanas necesitados, compartiendo lo poco que tenían con un espíritu de verdadera caridad cristiana. Hay que ayudar a nuestras comunidades a superar el miedo, saliendo al encuentro del otro, que representa una oportunidad única para encontrar a Jesucristo: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mt 25:35-36).
En su mensaje con motivo de la 104 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el Papa Francisco habla de “acoger, proteger, promover e integrar”. ¿Todo un programa para la Iglesia?
La misión de la Iglesia - y también de la Sección Migrantes y Refugiados - en el ámbito de la migración ha sido admirablemente resumida por el Papa Francisco en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Estos verbos representan los cuatro pilares de una acción coordinada y efectiva que constituye la respuesta a los desafíos de la migración contemporánea, una acción que la Iglesia quiere compartir con todos los demás actores políticos y sociales para un gobierno global de los flujos migratorios a beneficio de todos y todas.
Desde su constitución, la Sección Migrantes y Refugiados se ha comprometido a animar y apoyar las Iglesias locales a poner en práctica estos cuatro verbos para responder a los desafíos pastorales producidos por los flujos migratorios en los distintos contextos. Los cuatro verbos que nos ha regalado el Papa Francisco sirven para inspirar y alentar el servicio que las Iglesias brinda a todos los habitantes de las periferias existenciales, y en particular a los migrantes y a los refugiados más vulnerables.
Hay muchas entidades de Iglesia dedicadas con suma atención a la acogida de emigrantes y refugiados. ¿Se podría decir que bien interpretan la actitud de “hospital de campaña”, como pide Papa Francisco?
El Papa Francisco nos ha dicho que la Iglesia o es “en salida” o no es Iglesia. Se trata de su misión íntimamente relacionada con su naturaleza. Y el salir de la Iglesia tiene como dirección principal las periferias existenciales donde muchos hermanos y hermanas están sufriendo. La imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” expresa perfectamente la idea de lo que tiene que hacer la Iglesia en estas periferias: tener compasión, acercarse, vendar las heridas, hacerse cargo de la persona para cuidarla hasta cuando no pueda volver a caminar (cf. Lc 10,33-34). Y nuestras periferias están densamente pobladas por migrantes y refugiados.
¿Cómo se puede promover el desarrollo de políticas de acogida y misericordia con los desplazados?
En su Mensaje para la Jornada de la Paz de 2018, el Papa Francisco ha indicado el camino: «Necesitamos ver también la ciudad donde vivimos con esta mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia [...]. Esta mirada contemplativa sabe guiar el discernimiento de los responsables del bien público, con el fin de impulsar las políticas de acogida al máximo de lo que «permita el verdadero bien de su comunidad», es decir, teniendo en cuenta las exigencias de todos los miembros de la única familia humana y del bien de cada uno de ellos».