El Papa insta a "ser custodios de de la verdad y la memoria" de las víctimas del Holocausto Francisco pide "el cese de la violencia" en la República Democrática del Congo

Francisco saluda a los fieles en la audiencia general
Francisco saluda a los fieles en la audiencia general RD/Captura

"Pidamos también al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento del bautismo, vive y crece en nuestras vidas". Glosando la figura -para él muy querida- de José, Francisco puso de ejemplo la actitud del esposo de María, que asume "la paternidad legal" de Jesús frente a los propios sueños

"Pidamos también al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento del bautismo, vive y crece en nuestras vidas". Glosando la figura -para él muy querida- de José, Francisco puso de ejemplo la actitud del esposo de María, que asume "la paternidad legal" de Jesús frente a los propios sueños.

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Y "¿qué sueña José de Nazaret? Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con el milagro que él realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de guardar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual", indicó el Papa, pero quien, ante la revelación de que su esposa estaba embarazada, "su amor se vio sometido a una dura prueba".

"Ante esta revelación, José no pide más pruebas, confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor", prosiguió Francisco..

"José, en todo esto, no profiere palabra alguna, sino que cree, espera y ama. No habla con 'palabras al viento', sino con hechos concretos", puso en valor el Papa, de ahí que concluya esta catequesis en la audiencia general en el Aula Pablo VI pidiendo "la gracia de escuchar más de lo que hablamos, de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo".

Fieles en el Aula Pablo VI durahte la audiencia general
Fieles en el Aula Pablo VI durahte la audiencia general RD/Captura

A la hora de los saludos, el Papa recordó a los fieles chinos la celebración en este día del nuevo año lunar, "que celebran millones de familias", a las que deseó para este período "mis mejores deseos"

Posteriormente, y dirigiéndose a los polacos, señaló el Papa que "en estos días recordamos a vuestros compatriotas que, junto a miembros de otras naciones, fueron víctimas de exterminio en campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Ser custodios de la verdad y la memoria de esta tragedia y de sus víctimas, entre ellas bastantes mártires cristianos, es una advertencia del compromiso constante con la paz y por la defensa de la dignidad de la vida humana en cada nación y en cada religión". 

Peregrinos españoles en la audiencia  general con el Papa Francisco
Peregrinos españoles en la audiencia general con el Papa Francisco RD/Captura

Finalmente, el Papa expreso su preocupación por el agravamiento de la seguridad en la República Democrática del Congo, "y exhorto a todas las partes en conflicto a comprometerse al cese de las hostilidades y a la salvaguarda de la población civil de Goma y de las otras zonas afectadas por las operaciones militares".

"Sigo con aprensión también -continuó Francisco- lo que sucede en la capital, Kinshasa, deseando que cese lo antes posible toda forma de violencia contras las personas y sus bienes y rezo por el pronto restablecimiento de la paz y de la seguridad, y pido a las autoridades locales y a la comunidad internacional el máximo compromiso para resolver por medio pacíficos la situación del conflicto".

Por último, el Papa insistió en que "no olvidemos rezar por la paz en Palestina, en Israel, en Myanmar y en tantos países que están en guerra, la guerra e siempre una derrota, recemos por la paz".

Peregrinos españoles en la audiencia  general con el Papa Francisco
Peregrinos españoles en la audiencia general con el Papa Francisco RD/Captura

Audiencia General

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hoy seguiremos contemplando a Jesús, nuestra esperanza, en el misterio de sus orígenes, narrado por los Evangelios de la infancia. Mientras que Lucas nos lo muestra desde la perspectiva de la madre, la Virgen María, Mateo se sitúa en la perspectiva de José, el hombre que asume la paternidad legal de Jesús, injertándolo en el tronco de Jesé y vinculándolo a la promesa hecha a David.

Jesús, en efecto, es la esperanza de Israel que se cumple: es el descendiente prometido a David (cf.2Sam 7,12; 1Cr 17,11), que hace que su casa sea «bendita para siempre» (2Sam 7,29); es el brote que nace del tronco de Jesé (cf. Is 11,1), el «germen justo» destinado a reinar como verdadero rey, que sabe practicar el derecho y la justicia (cf. Jr 23,5; 33,15).

José entra en escena en el Evangelio de Mateo como novio de María. Para los judíos, el compromiso era un verdadero vínculo jurídico, que preparaba para lo que sucedería un año más tarde, es decir, la celebración del matrimonio. Era entonces cuando la mujer pasaba de la custodia de su padre a la de su esposo, mudándose con él y poniéndose a su disposición para el don de la maternidad.

Fue precisamente durante este tiempo cuando José descubrió el embarazo de María y su amor se vio sometido a una dura prueba. Ante tal situación, que habría llevado a la ruptura del compromiso, la Ley sugería dos posibles soluciones: o bien un acto jurídico público, como citar a la mujer ante el tribunal, o bien una acción privada, como entregar a la mujer una carta de repudio.

Mateo define a José como «justo» (zaddiq), es decir, un hombre que vive según la Ley del Señor, que se inspira en ella en todas las ocasiones de su vida. Siguiendo así la Palabra de Dios, José actúa ponderadamente: no se deja vencer por sentimientos instintivos ni teme llevarse a María con él, sino que prefiere dejarse guiar por la sabiduría divina. Opta por separarse de María sin clamores, es decir, en privado (cf. Mt 1,19). Esta sabiduría le permite no equivocarse y hacerse abierto y dócil a la voz del Señor, que resuena en él a través del canal del sueño.

De este modo, José de Nazaret nos recuerda a otro José, hijo de Jacob, apodado «señor de los sueños» (cf. Gn 37,19), tan amado por su padre y tan odiado por sus hermanos, a quien Dios elevó sentándolo en la corte del faraón.

Ahora bien, ¿qué sueña José de Nazaret? Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con el milagro que él realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de guardar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual. El vientre de su esposa está preñado de la promesa de Dios, una promesa que lleva un nombre en el que se da a todos la certeza de la salvación (cf. Hch 4,12): Jesús, Dios nuestra salvación.

Durante su sueño José oye estas palabras: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque engendrado en ella es del Espíritu Santo; ella dará a la luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de todos sus pecados» (Mt 1,20-21). Ante esta revelación, José no pide más pruebas, confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor.

José, en todo esto, no profiere palabra alguna, sino que cree, espera y ama. No habla con «palabras al viento», sino con hechos concretos. Él pertenece a la estirpe de los que el apóstol Santiago llama factores Verbi (cf. Stg 1,22), los que 'ponen en práctica la Palabra', traduciéndola en hechos, en carne, en vida. José confía en Dios y obedece: «Su vigilancia interior por Dios... se convierte espontáneamente en obediencia» (Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Milán-Ciudad del Vaticano 2012, 57).

Pidamos también al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento del bautismo, vive y crece en nuestras vidas.

Traducción no oficial

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