'Instrumentum laboris' del Sínodo de la Sinodalidad Un documento 'aguado' pero que deja (afortunadamente) alguna puerta entreabierta
Tal y como estaba previsto, y a la luz de las líneas maestras que guiarán la reflexión de los padres y madres sinodales que participarán el próximo mes de octubre en la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad, no hay grandes sorpresas en el contenido del Instrumentum laboris, presentado esta mañana en rueda de prensa en el Vaticano
Siguen en el ambiente las grandes cuestiones (papel de la mujer, mayor corresponsabilidad...) y aparecen sugerencias que seguro que gustarán a quienes, por otra parte, consideran que se ha 'aguado' este proceso precisamente ante las virulentas reacciones
Sigue cerrada la puerta de la ordenación femenina, en estudio su diaconado, pero se abre la puerta para que "las personas puedan entrar sin sentirse amenazadas o juzgadas" a la Iglesia con la sugerencia de creación de un ministerio específico para ellas.
Se subraya en varias partes del texto que el proceso sinodal es irreversible, que no tiene vuelta a tras y que hay iglesias que han mostrado "un increíble entusiasmo por la metodología sinodal"
Sigue cerrada la puerta de la ordenación femenina, en estudio su diaconado, pero se abre la puerta para que "las personas puedan entrar sin sentirse amenazadas o juzgadas" a la Iglesia con la sugerencia de creación de un ministerio específico para ellas.
Se subraya en varias partes del texto que el proceso sinodal es irreversible, que no tiene vuelta a tras y que hay iglesias que han mostrado "un increíble entusiasmo por la metodología sinodal"
Tal y como estaba previsto, y a la luz de las líneas maestras que guiarán la reflexión de los padres y madres sinodales que participarán el próximo mes de octubre en la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad, no hay grandes sorpresas en el contenido del Instrumentum laboris, presentado esta mañana en rueda de prensa en el Vaticano.
Siguen en el ambiente las grandes cuestiones (papel de la mujer, mayor corresponsabilidad...) y aparecen sugerencias que seguro que gustarán a quienes, por otra parte, consideran que se ha 'aguado' este proceso precisamente ante las virulentas reacciones que se han vivido a lo largo de de este camino de escucha, iniciado hace ya tres años, y que amenazaban con hacerlo descarrilar antes de acabar.
Sigue cerrada la puerta de la ordenación femenina, en estudio su diaconado, pero se abre la puerta para que "las personas puedan entrar sin sentirse amenazadas o juzgadas" a la Iglesia con la sugerencia de creación de un ministerio específico para ellas y se pone coto al ejercicio "monárquico" del poder por parte de los pastores.
Y se subraya en varias partes del texto que el proceso sinodal es irreversible, que no tiene vuelta a tras y que hay iglesias que han mostrado "un increíble entusiasmo por la metodología sinodal". De hecho, se comienza subrayando que "muchas diócesis y conferencias episcopales han introducido este método en sus estructuras, con gran éxito", y destacando que "existe una gran conciencia del valor de las Iglesias locales y de su camino, de la riqueza de la que son portadoras y de la necesidad de que sus voces sean escuchadas".
Cuando en este proceso han sido numerosas las voces que se han levantado previamente contra este Sínodo, no parece casual que en el texto del Instrumentum laboris se cite específicamente a una conferencia episcopal africana que remitió el siguiente mensaje a la Secretaría del Sínodo: "Ya no se puede considerar y tratar a las Iglesias locales simplemente como receptoras del anuncio del Evangelio, que tienen poco o nada que aportar".
Estos son algunos de los aspectos más destacados del Instrumentum laboris.
Promoción del papel de las mujeres
"De los aportes de las Conferencias Episcopales surgen pedidos concretos para ser considerados por la Segunda Sesión, entre ellos: (a) la promoción de espacios de diálogo en la Iglesia, para que las mujeres puedan compartir experiencias, carismas, habilidades, intuiciones espirituales, teológicas y pastorales para el bien de toda la Iglesia; b) una participación más amplia de las mujeres en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las etapas de los procesos de toma de decisiones (redacción y toma de decisiones); c) un acceso más amplio a los puestos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones eclesiásticas, de acuerdo con las disposiciones existentes; d) un mayor reconocimiento y apoyo a la vida y a los carismas de las mujeres consagradas y a su empleo en puestos de responsabilidad; e) el acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad en los seminarios, institutos y facultades de teología; f) un aumento del número de juezas en los procesos canónicos".
"Las aportaciones de las Conferencias Episcopales reconocen que hay muchos ámbitos de la vida eclesial abiertos a la participación de las mujeres. Sin embargo, también señalan que estas posibilidades de participación a menudo quedan sin utilizar. Por ello, sugieren que la Segunda Sesión promueva el conocimiento de las mismas y fomente su mayor desarrollo dentro de las parroquias, diócesis y otras realidades eclesiales, incluidos los puestos de responsabilidad. También piden que se exploren otras formas ministeriales y pastorales que expresen mejor los carismas que el Espíritu derrama sobre las mujeres en respuesta a las necesidades pastorales de nuestro tiempo. Una Conferencia Episcopal Latinoamericana lo expresó así: 'En nuestra cultura sigue siendo fuerte la presencia del machismo, mientras que es necesaria una participación más activa de la mujer en todos los ámbitos eclesiales'".
Diaconado femenino: no, en este momento, pero...
"Mientras algunas Iglesias locales piden que se admita a las mujeres en el ministerio diaconal, otras reiteran su oposición. Sobre esta cuestión, que no será objeto de los trabajos de la Segunda Sesión, es bueno que continúe la reflexión teológica, con tiempos y modalidades apropiados. Los frutos del Grupo de Estudio, que tendrá en cuenta los resultados de las dos Comisiones que han tratado el tema en el pasado, contribuirán a su maduración".
Más corresponsabilidad laical
"Muchas de las exigencias expresadas más arriba se aplican también a los laicos, cuya falta de participación en la vida de la Iglesia se lamenta a menudo. En general, la reflexión sobre el papel de la mujer suele poner de relieve el deseo de que se refuercen todos los ministerios ejercidos por los laicos (hombres y mujeres). También se hace un llamamiento para que los laicos, hombres y mujeres, adecuadamente formados, contribuyan a la predicación de la Palabra de Dios, incluso durante la celebración de la Eucaristía".
"En el sistema latino, el Obispo puede delegar en fieles laicos, hombres o mujeres, la tarea de asistir a los Matrimonios. Conviene seguir reflexionando sobre cómo confiar estos ministerios a los Laicos de forma más estable. Esta reflexión debería ir acompañada de la relativa a la promoción de formas más numerosas de ministerio laical, incluso fuera del ámbito litúrgico".
Iglesia no burocrática y capaz de escuchar
"En todas las etapas del proceso sinodal resonó con fuerza la necesidad de sanación, reconciliación y restablecimiento de la confianza dentro de la Iglesia y la sociedad. Esta es una dirección fundamental del compromiso misionero del Pueblo de Dios en nuestro mundo, y al mismo tiempo un don que debemos invocar desde lo alto. El deseo de recorrer este camino es en sí mismo un fruto de la renovación sinodal".
"A lo largo del proceso sinodal y en todas las latitudes, ha surgido la llamada a una Iglesia no burocrática, sino capaz de alimentar las relaciones: con el Señor, entre hombres y mujeres, en la familia, en la comunidad, entre los grupos sociales".
"El camino recorrido hasta aquí ha llevado a reconocer que una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha, capaz de acoger y acompañar, de ser percibida como hogar y familia. Se trata de una necesidad que emerge en todos los continentes y que concierne a personas que, por diferentes razones, están o se sienten excluidas o al margen de la comunidad eclesial, o luchan por encontrar en ella el pleno reconocimiento de su dignidad y de sus dones. Esta falta de acogida les rechaza, obstaculiza su camino de fe y de encuentro con el Señor, y priva a la Iglesia de su contribución a la misión"
El ministerio de "la puerta abierta"
"Parece muy oportuno crear un ministerio de escucha y acompañamiento reconocido y, eventualmente, instituido, que haga concretamente experimentable este rasgo característico de una Iglesia sinodal. Se necesita una 'puerta abierta' de la comunidad, por la que las personas puedan entrar sin sentirse amenazadas o juzgadas. Las formas de ejercer este ministerio deberán adaptarse a las circunstancias locales, según la diversidad de experiencias, estructuras, contextos sociales y recursos disponibles".
"Esto abre un espacio de discernimiento que deberá articularse a nivel local, también con la participación de las Conferencias Episcopales nacionales o continentales. La presencia de un ministerio específico, sin embargo, no significa reservar el compromiso de escuchar sólo a los ministros. Al contrario, tiene un carácter profético. Por una parte, subraya que la escucha y el acompañamiento son una dimensión ordinaria de la vida de una Iglesia sinodal, que compromete de diversas maneras a todos los bautizados y en la que todas las comunidades están invitadas a crecer; por otra parte, recuerda que la escucha y el acompañamiento son un servicio eclesial, no una iniciativa personal, cuyo valor se reconoce así. Esta toma de conciencia es un fruto maduro del proceso sinodal.
El cansancio de obispos y sacerdotes
"La reunión 'Párrocos para el Sínodo' relacionó este cansancio con la dificultad de obispos y sacerdotes para caminar verdaderamente juntos en su ministerio compartido. Una recomprensión del ministerio ordenado en el horizonte de la Iglesia sinodal misionera es, pues, no sólo una exigencia de coherencia, sino también una oportunidad de liberación de estas fatigas, a condición de que vaya acompañada de una conversión efectiva de las prácticas, que haga perceptible el cambio y sus beneficios a los ministros ordenados y a los demás fieles".
"Además del nivel de la vida personal de cada uno de los ministros, este camino de conversión implicará una nueva manera de pensar y de organizar la acción pastoral, que tenga en cuenta la participación de todos los bautizados, hombres y mujeres, en la misión de la Iglesia, con el objetivo particular de poner de relieve, reconocer y animar la diferentes carismas y ministerios bautismales. La pregunta "¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?" nos lleva a reflexionar concretamente sobre las relaciones, las estructuras y los procesos que pueden favorecer una visión renovada del ministerio ordenado, pasando de un modo piramidal de ejercer la autoridad a un modo sinodal".
"En el marco de la promoción de los carismas y ministerios bautismales, puede iniciarse una reasignación de tareas cuyo desempeño no requiera el sacramento del Orden. Un reparto más articulado de las responsabilidades favorecerá sin duda también procesos de toma de decisiones marcados por un estilo más claramente sinodal".
No a un ministerio episcopal "monárquico"
"El Obispo tiene la tarea de presidir una Iglesia, siendo principio visible de unidad dentro de ella y vínculo de comunión con todas las Iglesias. La singularidad de su ministerio comporta una potestad propia, ordinaria e inmediata, que cada Obispo ejerce personalmente en nombre de Cristo (cf. LG 27) en el anuncio de la Palabra, en la presidencia de la celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos, y en la guía pastoral. Esto no implica su independencia de la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada (cf. CD 11), y a la que está llamado a servir en nombre de Cristo Buen Pastor".
"El hecho de que 'con la consagración episcopal se confiere la plenitud del sacramento del Orden' (LG 21) no es la justificación de un ministerio episcopal que tiende a ser "monárquico", concebido como una acumulación de prerrogativas de las que deriva cualquier otro carisma y ministerio. Por el contrario, es una afirmación de la capacidad y del deber de reunir y componer en la unidad todos los dones que el Espíritu derrama sobre los bautizados, hombres y mujeres, y sobre las diversas comunidades".
Transparencia y rendición de cuentas
"En nuestro tiempo, la exigencia de transparencia y rendición de cuentas en y por la Iglesia ha surgido como consecuencia de la pérdida de credibilidad debida a los escándalos financieros y, especialmente, a los abusos sexuales y de otro tipo a menores y personas vulnerables. La falta de transparencia y responsabilidad alimenta el clericalismo, que se basa en la suposición implícita de que los ministros ordenados no son responsables ante nadie por el ejercicio de la autoridad que se les ha conferido".
"La transparencia y la rendición de cuentas no se limitan al ámbito de los abusos sexuales y financieros. También debe referirse a los planes pastorales, a los métodos de evangelización y al modo en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo, en lo que se refiere a las condiciones de trabajo dentro de sus instituciones".
Poner deberes a las conferencias episcopales
"A partir de lo surgido durante el proceso sinodal, se propone: a) reconocer a las Conferencias Episcopales como sujetos eclesiales dotados de autoridad doctrinal, asumiendo la diversidad sociocultural en el marco de una Iglesia polifacética y favoreciendo la valorización de expresiones litúrgicas, disciplinares, teológicas y espirituales adecuadas a los diferentes contextos socioculturales b) proceder a una evaluación de la experiencia vivida del funcionamiento de las Conferencias Episcopales y de las Estructuras Jerárquicas Orientales, de las relaciones entre los Episcopados y con la Santa Sede, con el fin de identificar las reformas concretas que deben aplicarse; las visitas ad limina, que forman parte de la Comisión de Estudio nº. 7, podrían constituir una ocasión propicia para esta evaluación; c) garantizar que todas las diócesis o eparquías estén adscritas a una Provincia Eclesiástica y a una Conferencia Episcopal o Estructura Jerárquica Oriental (cf. CD 40)".
El obispo de Roma, principio visible de unidad
"En virtud de esta función, el Obispo de Roma, como principio visible de la unidad de toda la Iglesia (cf. LG 23), es el garante de la sinodalidad: a él corresponde convocar a toda la Iglesia a la acción sinodal, convocando, presidiendo y confirmando los resultados de los Sínodos de los Obispos; a él debe corresponder el cuidado de que la Iglesia crezca en estilo y forma sinodales".
"La reflexión sobre las formas de ejercicio del ministerio petrino debe realizarse también en la perspectiva de la 'saludable descentralización' (EG 16), urgida por el Papa Francisco y solicitada por muchas Conferencias Episcopales. En la formulación dada por la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, esto supone 'dejar a la competencia de los Pastores la facultad de resolver en el ejercicio de 'su tarea propia de maestros' y de Pastores aquellas cuestiones que conocen bien y que no afectan a la unidad de doctrina, disciplina y comunión de la Iglesia, actuando siempre con esa corresponsabilidad que es fruto y expresión de ese mysterium communionis específico que es la Iglesia'" (EP II, 2).