El encuentro con Francisco tuvo como telón de fondo la crisis mundial desatada por la pandemia de Covid-19, así como los desafíos que ella plantea a la sociedad y a la Iglesia que peregrina en Latinoamérica, caracterizada por la diversidad humana y cultural propia del mestizaje vivido por esta región. Por eso el Papa recalcó que “el Evangelio y su mensaje llegó a nuestra tierra por medios humanos, no exentos de pecado, lo sabemos todos, pero la gracia se sobrepuso a nuestra debilidad y su Palabra se extendió por todos los rincones del continente. Los pueblos y las culturas lo acogieron en una rica diversidad de formas que hoy podemos contemplar”. Eso sí, recalcó el Santo Padre, este verdadero milagro de la evangelización ocurrió por la disposición al encuentro mutuo tanto de quienes llegaron a América llevando la fe como de quienes la recibieron. “Esta raíz mestiza nace de un corazón capaz de amar al otro con un amor que es fecundo, es decir, dispuesto a crear algo nuevo que lo supera y lo trasciende”, puntualizó Francisco.
"Arrimar el hombro" para adelantar el Reino
Precisamente dicha apertura de corazón es uno de los desafíos que el Papa propuso en su discurso a los sacerdotes, para que sepan recibir y, al mismo tiempo, se dejen enriquecer por la enorme diversidad de expresiones religiosas y culturales que presenta una Latinoamérica herida por la exclusión social. “Cuando abren el corazón a todos sin distinción por amor de Dios, crean un espacio donde Dios y el prójimo pueden encontrarse. No dejen nunca de manifestar esta disponibilidad, esta apertura: no cierren nunca la puerta a quien en el profundo de su corazón desea poder entrar y sentirse acogido”.
Junto con esto y usando un lenguaje muy cercano, el Santo Padre pidió a los asistentes “arrimar el hombro y convocar a los demás a hacerlo”, es decir, a comprometerse con sus comunidades en la transformación del mundo en un esfuerzo por adelantar la presencia del Reino de Dios en la tierra. “Luchen contra la cultura del descarte y, por favor, no la provoquen con un clericalismo que hace tanto daño, y que es una enfermedad. Luchen contra la segregación social, luchen contra la desconfianza y el perjuicio en razón de la raza, de la cultura o de la fe, para que el sentimiento de fraternidad se imponga sobre toda diferencia”, exhortó Francisco.
Finalmente, de cara a las fracturas políticas y sociales evidenciadas por la frágil respuesta global a la pandemia, el Santo Padre pidió a los presbíteros ayudar a “cuidar al mundo del gran mal que lo aqueja”. Para esto los llamó a buscar esta sanación partiendo “desde abajo, desde los corazones y las almas que un día les serán encomendadas a ustedes. Y debe llegar con propuestas en el ámbito de la educación, la catequesis, el compromiso social; con propuestas que sean capaces de cambiar mentalidades y abrir espacios, para sanar este mal y dar a Dios un pueblo unido”.