"El tablero eclesiástico se está modificando con velocidad" Mario Poli: Un cardenal para controlar el legado de Francisco

(Valores Religiosos)- El hombre que viajará a Roma en los próximos días para ser investido como purpurado por el Papa Francisco suele salir al atardecer desde la Catedral metropolitana con una bicicleta a recorrer los barrios de San Telmo, Constitución o la Costanera Sur. Quiere sentir el pulso de la calle, como antes lo hacía Jorge Bergoglio con sus viajes en subte o colectivo. Tiene un beneficio: nadie lo reconoce.

A los 66 años, de perfil bajo y voz pública casi inaudible, Mario Poli fue el hombre elegido por Francisco para defender su legado en la arquidiócesis de Buenos Aires: la lucha contra el narcotráfico en las villas, el diálogo interreligioso, la continuidad de las tareas de evangelización y promoción de la piedad popular.

La misión de Poli es caminar las parroquias y ofrecer la caridad pastoral a pobres y excluidos. Ya lo hacía en el santuario de San Cayetano. Con su elección, Bergoglio buscó un pastor fiel y retuvo para sí el control político de la Curia porteña.

"Poli nunca tuvo interés en la política, no participa de la "rosca", ni se reúne con dirigentes a primera hora de la mañana como hacía Bergoglio. Poli articulará algunas políticas de "cabotaje" en la ciudad, el fomento a las escuelas religiosas, y cuidará que "las ovejas estén bien", comenta a Clarín una fuente de la Curia.

La elección de Poli como arzobispo de Buenos Aires fue rápida y sorpresiva. Sin Bergoglio en la Santa Sede, es probable que jamás hubiese sido escogido para esa plaza. El nombre de Poli no estaba en los pronósticos de nadie.

Mientras Bergoglio estaba esperando que le aceptaran la dimisión, entre sus herederos en la Arquidiócesis se mencionaba al arzobispo de Mercedes-Luján Agustín Radrizzani, de preferencial relación con el Gobierno; al arzobispo de Corrientes Andrés Stanovnik, de relación más directa con Bergoglio, y al obispo de Gualeguaychú Jorge Lozano, que jugaba un poco más suelto.

Sin embargo, su elección como Pontífice le dio a Bergoglio el poder de la elección. Y bastaron quince días de gobierno en Roma para que anunciara a Poli, entonces obispo de La Pampa. Poli no estaba en la terna previa y carecía de una proyección política propia, como sí la tenían los otros tres candidatos, que luego se preocuparon por esconder su enojo ante Francisco.

Había un fundamento en la inclinación por Poli: Bergoglio prefirió reservarse para sí mismo el potencial político de la arquidiócesis. Y desde entonces lo ejerce en su oficina de la Casa Santa Marta, donde se reúne con la dirigencia argentina en horas de la tarde, por afuera de la agenda oficial de la Santa Sede.

La designación de Poli en el Arzobispado, que el Papa luego invistió como cardenal sin demoras, en el primer Consistorio, fue la acción inicial para cubrir espacios vacantes con su propio signo.

"Bergoglio designó a los obispos más cercanos a su pensamiento. Ya no se van a ver más obispos de estilos "principescos" o "señoriales" ni tampoco conservadores", comenta una fuente que lo visita en forma habitual en Roma.

El nuevo tablero eclesiástico local se está modificando con velocidad. En los últimos meses, Bergoglio trasladó a tres obispos auxiliares de Buenos Aires, de su confianza, y los puso al mando de las diócesis de Santa Rosa (La Pampa), Rafaela (Santa Fe) y Santiago del Estero.

En esta última diócesis, el obispo conservador Francisco Polti Santillán, miembro del Opus Dei, apenas presentó su dimisión cuando cumplió 75 años el último noviembre, como prescribe el Derecho Canónico, y le fue aceptada. Cuatro semanas después Bergoglio designó un nuevo obispo, Vicente Bokalic Iglic, de perfil misionero y lo puso al mando de la diócesis.

El nuevo criterio desde Roma es cambio y velocidad

"Bergoglio hace las designaciones rápido: en dos o tres meses, o menos, produce los reemplazos. Antes, con Benedicto XVI las sucesiones se concretaban en un año y medio o dos. Pero lo que busca, sobre todo, es cubrir las diócesis con curas jóvenes, de características pastorales y que no propaguen una doctrina vacía", comenta la fuente citada a Clarín.

Para obtener un parámetro de la magnitud de los cambios, basta observar que en ocho años de Pontificado, Ratzinger realizó 34 designaciones episcopales en la Argentina. En menos de un año, Bergoglio ya lleva 8 designaciones y siete traslados de obispos.

De este modo, desde Roma se va determinando la matriz de la nueva Iglesia "bergogliana", en perjuicio de aquellos obispos conservadores que lo habían desafiado cuando era titular de la CEA y le reclamaban posiciones menos "tibias" frente a la sanción del matrimonio igualitario o le realizaban otros cuestionamientos doctrinales, que trasladaban con informes a El Vaticano.

Aquel grupo del poder conservador eclesiástico que tenía su terminal en Roma con el ex embajador Esteban Caselli, otra base en Buenos Aires con el nuncio Adriano Bernardini y apoyo del arzobispo Héctor Aguer en La Plata, ya quedó desarticulado.

En este mismo proceso de desintegración, en fuentes eclesiásticas, se considera que las arquidiócesis de La Plata, Rosario (que ya fue sometida a una auditoría papal) y la diócesis de Zárate-Campana pueden ser intervenidas o quedar vacantes este año, aún cuando sus titulares no están en edad de pedir el retiro.

La máxima autoridad de un obispo es el Papa y será él quien decida sobre sus viejos enemigos.

La incertidumbre de los obispos que conspiraron contra Jorge Bergoglio

"A sus enemigos los va cocinando a fuego lento. Ellos están esperando que golpee de frente. Pero Bergoglio cree que no hay nada peor que decirles que se quedan... pero que nunca sepan hasta cuándo", refiere una fuente cercana a Francisco consultada por Clarín.

Son momentos de incertidumbre para obispos conservadores que conspiraron contra Bergoglio, con el aliento del Vaticano, cuando aquél era cardenal.

En la Iglesia se da por hecho que hay dos arquidiócesis y una diócesis "disponibles" para una pronta sucesión. Por un lado, la del arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, de 70 años, cuando aún le restan 5 años más para jubilarse. Líder de obispos conservadores y capellán de la Orden de Malta, Aguer movilizó sus influencias en Roma -a través del ex embajador Esteban Caselli y el entonces secretario de Estado de la Santa Sede, Angelo Sodano- para remover a Bergoglio de la Arquidiócesis porteña y "liberarla" para el sector conservador. Uno de los candidatos a ocuparla fue el actual titular de la diócesis Zárate-Campana Oscar Sarlinga, ordenado obispo a los 42 años, en marzo de 2006.

La designación de Sarlinga, vinculado al Opus Dei y también a la Orden de Malta, fue resistida por Bergoglio. Su nombre habría sido agregado por el tandem Sodano-Caselli al escritorio del Papa Ratzinger por afuera de la terna sugerida a Roma por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

El mismo procedimiento habría sucedido, de manera simultánea, con la designación del arzobispo José Luis Mollaghan en la arquidiócesis de Rosario. Con la designación de nuevos obispos, existía la voluntad desde el Vaticano de cambiar la matriz del episcopado argentino y darle un sentido conservador y ortodoxo, en oposición a Bergoglio. Aguer, Sarlinga y Mollaghan eran las "cabezas" locales del plan y ahijados políticos de Caselli. Éste les abría las puertas del "gran elector" de obispos de todo el mundo, Sodano.

No faltó mucho tiempo para que el grupo conservador fuera a la caza del trono mayor: la arquidiócesis porteña. A fines de 2008, Sarlinga sonó como posible reemplazo de Bergoglio. Faltaba que Roma convocase a éste para integrarlo a la Curia romana y liberar la sede.

En la Casa Rosada hubo oficinas interesados en esa operación. La agitaba el empresario inmobiliario Jorge O'Reilly, asesor del entonces jefe de gabinete Sergio Massa y miembro del Opus Dei. A su vez, él se proponía como embajador en la Santa Sede.

Bergoglio, ahora como Pontífice, no se olvidó de ninguno de ellos: a Mollaghan le envió una supervisión a Rosario por el descontrol en el manejo de los fondos. Se espera una determinación. A Sarlinga, quien ya había sido cuestionado por Bergoglio en 2011 por la millonaria compra de un semipiso en avenida Del Libertador a nombre de su fundación, no le responde las cartas y prepara otra "fraternal" intervención para revisar sus finanzas. Aguer prefirió anticiparse y ofreció su renuncia a Francisco. Espera respuesta. "Lo dejó en lenta agonía", refiere la fuente. Por último, el diputado Sergio Massa todavía no pudo obtener su foto con el Santo Padre, que la desea.

Volver arriba