El Papa advierte sobre "una eventual guerra atómica" y pide a los ancianos ser "profetas contra la corrupción" Francisco clama: "Señor, detén la mano de Caín y, cuando la hayas detenido, cuida de él, es nuestro hermano"
"¿Debemos dar crédito a ciertas teorías recientes, que denuncian la especie humana como un daño evolutivo para la vida en nuestro planeta?"
"Nuestra fantasía parece cada vez más concentrada en la representación de una catástrofe final que nos extinguirá. El 'día después' – si aún habrá días y seres humanos – se deberá empezar de cero"
"Parece que el símbolo del diluvio esté ganando terreno en nuestro inconsciente
"¿La vejez salvará el mundo? ¿En qué sentido? ¿Y cómo?"
"La vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad"
"Parece que el símbolo del diluvio esté ganando terreno en nuestro inconsciente
"¿La vejez salvará el mundo? ¿En qué sentido? ¿Y cómo?"
"La vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad"
"La vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad"
El Papa Francisco aprovechó la doble audiencia de este miércoles, para volver a abrir su corazón, especialmente a los más jóvenes, y pedir por “la paz, que tanto necesitamos” y que “se construye de la mano del compartir. E invitó a los presentes a rezar especialmente por “los niños que están sufriendo, víctima de la soberbia de los mayores”.
En la catequesis, Francisco abordó e tema de "La vejez, un recurso para la juventud despreocupada" y, en tonos un tanto pesimistas, pero realistas denuncia “una eventual guerra atómica”, porque “parece que el símbolo del diluvio esté ganando terreno en nuestro inconsciente”. Una deriva de la que, según el Papa, sólo nos puede salvar la ancianidad: “Se necesita la sabiduría de los ancianos para luchar contra la corrupción. El sentido de la vejez es ser profetas contra la corrupción”.
Audiencia de los miércoles en dos partes. Primero, el Papa Francisco se reunió con los estudiantes de la Escuela 'La Zolla' de Milán en la basílica de San Pedro. Después, la audiencia normal de los miércoles en el Aula Pablo VI.
Al final de su encuentro con dos mil estudiantes del Instituto milanés "La Zolla" en la Basílica de San Pedro, Francisco recitó una emotiva oración por los más pequeños y y los jóvenes de Ucrania "que están viviendo bajo las bombas".
"Señor Jesús, mira a estos chicos, bendícelos y protégelos, son las víctimas de nuestra soberbia de adultos". Niños y jóvenes "que viven bajo las bombas, que ven esta terrible guerra", están en el corazón del Papa Francisco, que concluye el encuentro en la Basílica de San Pedro con dos mil estudiantes del instituto profesional "La Zolla", en Milán, con una intensa oración por ellos.
Tienen un futuro por delante, ellos huyen de las bombas
Antes de la oración, el Papa había pedido a los estudiantes milaneses que dirigieran su pensamiento "a los muchos niños, niñas, chicos y chicas que están en guerra y que están sufriendo". Ustedes tienen un futuro por delante, la seguridad de crecer en una sociedad de paz, "y en cambio estos pequeños tienen que huir de las bombas, con el frío que hace allí". Hoy están sufriendo, a tres mil kilómetros de aquí. Aquí están sus palabras y su oración final.
"Y ahora les pido que piensen, que tengan un pensamiento. Miremos todos a nuestro corazón y pensemos en los muchos niños, niñas, chicos y chicas que están en guerra, que hoy están sufriendo en Ucrania, ellos son como nosotros, como ustedes. Seis, siete, diez, catorce años y ustedes tienen un futuro por delante, la seguridad social de crecer en una sociedad en paz. En cambio, estos pequeños, incluso pequeñísimos, tienen que huir de las bombas, están sufriendo, muchos, con ese frío que hace allí... Pensemos. Que cada uno de nosotros piense en estos niños, niña y en estos chicos y chicas, que están sufriendo hoy, a 3000 km de aquí. Recemos al Señor. Yo haré la oración y ustedes con su corazón con su mente recen conmigo. Señor Jesús, te pido por los niños y las niñas, los chicos y chicas que están viviendo bajo las bombas, que ven esta terrible guerra, que no tienen nada que comer, que tienen que huir, dejándolo todo en casa... Señor Jesús, mira a estos niños, a estos niños, protégelos, son las víctimas de la soberbia de nosotros, los adultos. Señor Jesús, bendice a estos niños y protégelos. Juntos rezamos a la Virgen para que los proteja. Y así, en silencio, de pie, recibimos la bendición del Señor".
Discurso del Papa a los estudiantes
Queridos alumnos del Instituto La Zolla
Me complace darles la bienvenida y les extiendo un cordial saludo a ustedes, a sus padres y a sus profesores. Su escuela de inspiración cristiana es una preciosa realidad para la zona de Milán y ofrece un apreciado servicio educativo en colaboración con las familias. Es importante construir una comunidad educativa en la que, junto con los profesores, los padres puedan ser protagonistas del crecimiento cultural de sus hijos.
A vosotros, jóvenes, me gustaría dejaros dos palabras que me salen del corazón: compartir y acoger. Compartir: no te canses de madurar junto a las personas que te rodean: compañeros de colegio, padres, educadores, amigos. Es necesario "trabajar en equipo", crecer no sólo en conocimientos, sino también en forjar vínculos para construir una sociedad más solidaria e inclusiva y fraternal. Porque la paz, que tanto necesitamos, se construye de la mano del compartir.
La segunda palabra: bienvenido. El mundo actual pone tantas barreras entre las personas. Y el resultado de estas barreras es la exclusión y el rechazo. Hay barreras entre estados, entre grupos sociales, pero también entre personas. Y a menudo incluso el teléfono, al que no dejas de mirar, se convierte en una frontera que te aísla en un mundo que tienes al alcance de la mano. Qué hermoso es mirar a los ojos de la gente, escuchar su historia y acoger su identidad; construir puentes a través de la amistad con hermanos y hermanas de diferentes tradiciones, grupos étnicos y religiones. Sólo así construiremos, con la ayuda de Dios, un futuro de paz y esperanza.
Gracias por esta reunión, gracias por su testimonio. Rezo por ti y tú, por favor, no te olvides de rezar por mí. Y ahora te bendigo.
Catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje bíblico – con el lenguaje simbólico de la época en la que fue escrito- nos dice algo impresionante: Dios estaba tan amargado por la difundida maldad de los hombres, que se había convertido en una forma de vida normal, que pensó que se había equivocado al crearlos y decidió eliminarlos. Una solución radical. Incluso podría tener un giro paradójico de misericordia. No más humanos, no más historia, no más juicio, no más condena. Y muchas víctimas predestinadas por la corrupción, la violencia, la injusticia se salvarían para siempre.
¿No nos sucede a veces también a nosotros – abrumados por el sentido de impotencia contra el mal o desmoralizados por los “profetas de la fatalidad” - pensar que era mejor no haber nacido? ¿Debemos dar crédito a ciertas teorías recientes, que denuncian la especie humana como un daño evolutivo para la vida en nuestro planeta?
De hecho, estamos bajo presión, expuestos a tensiones opuestas que nos confunden. Por un lado, tenemos el optimismo de una juventud eterna, encendido por los progresos extraordinarios de la técnica, que pinta un futuro lleno de máquinas más eficientes y más inteligentes que nosotros, que curarán nuestros males y pensarán por nosotros las mejores soluciones para no morir. Por otro lado, nuestra fantasía parece cada vez más concentrada en la representación de una catástrofe final que nos extinguirá. Una eventual guerra atómica. El “día después” – si aún habrá días y seres humanos – se deberá empezar de cero. No quiero hacer banal el tema del progreso, naturalmente. Pero parece que el símbolo del diluvio esté ganando terreno en nuestro inconsciente. La pandemia actual, además, hipoteca, de forma no leve, nuestra representación despreocupada de las cosas que importan, para la vida y para su destino.
En el pasaje bíblico, cuando se trata de poner a salvo de la corrupción y del diluvio la vida de la tierra, Dios encomienda el trabajo a la fidelidad del más anciano de todos, el “justo” Noé. ¿La vejez salvará el mundo? ¿En qué sentido? ¿Y cómo? ¿Y cuál es el horizonte? ¿La vida más allá de la muerte o solamente la supervivencia hasta el diluvio?
Una palabra de Jesús, que evoca “los días de Noé”, nos ayuda a profundizar el sentido de la página bíblica que hemos escuchado. Jesús, hablando de los últimos tiempos, dice: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos» (Lc 17,26-27). De hecho, comer y beber, tomar mujer o marido, son cosas muy normales y no parecen ejemplos de corrupción. ¿Dónde está la corrupción? En realidad, Jesús destaca el hecho de que los seres humanos, cuando se limitan a disfrutar de la vida, pierden incluso la percepción de la corrupción, que mortifica la dignidad y envenena el sentido.
Y viven sin preocupación también la corrupción, como si fuera parte de la normalidad del bienestar humano. Todo tiene su precio. Los bienes de la vida son consumidos y disfrutados sin preocupación por la calidad espiritual de la vida, sin cuidado por el hábitat de la casa común. Sin preocuparse por la mortificación y del abatimiento que muchos sufren, y tampoco del mal que envenena la comunidad. Mientras la vida normal pueda estar llena de “bienestar”, no queremos pensar en lo que la vacía de justicia y amor.
¿La corrupción puede volverse normalidad? Lamentablemente sí. Se puede respirar el aire de la corrupción como el oxígeno, como algo normal. ¿Y qué es lo que abre el camino? La despreocupación que se dirige solo al cuidado de sí mismos: este es el pasaje que abre la puerta a la corrupción que hunde la vida de todos. La corrupción obtiene gran ventaja de esta despreocupación que no es buena: ablanda nuestras defensas, ofusca la conciencia y nos hace – también involuntariamente – cómplices.
La vejez está en condiciones de captar el engaño de esta normalización de una vida obsesionada por el disfrute y vacía de interioridad: vida sin pensamiento, sin sacrificio, sin interioridad, sin belleza, sin verdad, sin justicia, sin amor. La sensibilidad especial de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Se necesita la sabiduría de los ancianos para luchar contra la corrupción. El sentido de la vejez es ser profetas contra la corrupción. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones. La bendición de Dios elige la vejez, por este carisma tan humano y humanizador.
Y Noé es el ejemplo de esta vejez generativa: Noé no hace predicaciones, no se lamenta, no recrimina, pero cuida del futuro de la generación que está en peligro. Construye el arca de la acogida y hace entrar hombres y animales. En el cuidado por la vida, en todas sus formas, Noé cumple el mandamiento de Dios repitiendo el gesto tierno y generoso de la creación, que en realidad es el pensamiento mismo que inspira el mandamiento de Dios: una bendición, una nueva creación (cfr Gen 8,15-9,17). La vocación de Noé permanece siempre actual. El santo patriarca debe interceder todavía por nosotros. Y nosotros, mujeres y hombres de cierta edad, no olvidemos que tenemos la profecía de la sabiduría y ser como el buen vino.
Hago un llamamiento a toda la gente de cierta edad, para denunciar la corrupción humana en la que se vive, como si todo fuese lícito. El mundo necesita de jóvenes fuertes y de viejos sabios.
Saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos reflexionando sobre el sentido y el valor de la vejez. En la lectura del libro del Génesis hemos escuchado que Dios, para salvar al hombre de la corrupción y del diluvio, eligió a Noé, que era el más anciano de todos los hombres. Podríamos preguntarnos, ¿en qué sentido la vejez puede salvar el mundo? En un tiempo en que vivimos bajo presión, confundidos entre la imagen de la “juventud eterna” y la representación catastrófica del “fin del mundo”, ¿qué pueden aportar los ancianos?
La vejez ayuda a desenmascarar el engaño de una vida que sólo busca el placer, o que está vacía de interioridad, y que abre la puerta a la corrupción y al desprecio de los demás. Noé es el ejemplo de la vejez que genera vida, que no se queja ni recrimina, sino que mira al futuro con confianza, respeta la creación y cuida la vida de todos. Dios lo bendice con un don especial de humanidad, sensibilidad y cercanía. Por eso, la vocación de Noé también es una llamada para cada uno de nosotros.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que, como Noé, sepamos acoger, valorar y proteger el don de la vida en todas sus manifestaciones. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Dibujo para @reddedibujantes en Instagram #40 días por La Paz. #compArte#Ama#evangelio#GodIsGood#mercachifles#nuevaevangelizaccion#Cambiaelmundo#NuevaIglesia#ElSoploIlustradopic.twitter.com/5wvTAGih0T
— Agustín de la Torre (@agustindlatorre) March 16, 2022
Saludo en italiano
En su saludo en italiano, el Papa volvió a denunciar la guerra, invitando a todos a rezar con la oración del arzobispo de Nápoles, Mimmo Battaglia, en la que entre otras cosas se dice: Señor, detén la mano de Caín y, cuando la hayas detenido, cuida de él, es nuestro hermano".
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores.
Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que murió en los brazos de su madre en un búnker de Kharkiv, ¡ten piedad de nosotros!
Señor Jesús, enviado con veinte años al frente, ¡tenga piedad de nosotros! Señor Jesús, que aún ves las manos armadas a la sombra de tu cruz, ¡ten piedad de nosotros!
Perdónanos, Señor,
si, no contentos con los clavos con los que atravesamos tu mano, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas. Perdónanos, Señor, si estas manos, que creaste para guardar, se han convertido en instrumentos de muerte.
Perdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestro hermano, si seguimos como Caín sacando piedras de nuestro campo para matar a Abel. Perdónanos, Señor, si seguimos justificando la crueldad con nuestro cansancio, si con nuestro dolor legitimamos la crueldad de nuestros actos.
Perdona la guerra, Señor.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios, te lo imploramos. ¡Detengan la mano de Caín!
Ilumina nuestra conciencia,
que no se haga nuestra voluntad,
¡no nos abandones a nuestras propias acciones! ¡Deténganos, Señor, deténganos!
Y cuando hayas detenido la mano de Caín, ocúpate también de él. Es nuestro hermano.
¡Oh, Señor, detén la violencia! ¡Detennos, Señor!
† Don Mimmo
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