Francisco pide que el Congo "pase de una economía que se sirve de la guerra a una economía que sirva a la paz” El Papa denuncia el iniverno demográfico: "Las casas se llenan de cosas pero se vacían de hijos"
"El Señor no se ha cansado ni se cansará jamás de nosotros, desea venir y visitarnos”
“Queridos hermanos y hermanas, habéis venido de lejos. Habéis dejado vuestras casas, vuestros afectos y vuestras cosas queridas. Reunidos aquí, habéis encontrado acogida junto a dificultades e imprevistos"
“El consumismo es un virus que ataca la raíz de la fe, porque te hace creer que la vida depende de lo que tienes"
"Hoy rezamos por la paz, gravemente amenazada en el Este del país, especialmente en en los territorios de Beni y de Minembwe, donde reinan los conflictos, alimentados desde fuera y con el silencio cómplice de tantos. Alimentado por aquellos que se enriquecen, vendiendo armas”
“El consumismo es un virus que ataca la raíz de la fe, porque te hace creer que la vida depende de lo que tienes"
"Hoy rezamos por la paz, gravemente amenazada en el Este del país, especialmente en en los territorios de Beni y de Minembwe, donde reinan los conflictos, alimentados desde fuera y con el silencio cómplice de tantos. Alimentado por aquellos que se enriquecen, vendiendo armas”
En el primer domingo de Adviento, el Papa Francisco presidió la eucaristía por la comunidad católica congoleña de Roma, que celebra el 25 aniversario de la fundación de su capellanía romana. Una misa diferente, colorida, africana, con rito zaireño. El Papa, en la homilía denunció "el virus del consumismo" que "llena las casas de cosas, pero las vacía de hijos", al tiempo que pedía la paz para el Congo, presa de conflictos "alimentados desde fuera y con el silencio cómplice de tantos".
En la Basílica de San Pedro suenan ritmos y cantos no acostumbrados: Monaguillos, curas y fieles que cantan y danzan con ritmo africano. Es el rito zaireño, aprobado por el Papa Juan Pablo II hace 25 años. Belleza en la forma de rezar el pueblo congoleño.Incluso el Papa lleva una casulla típicamente congoleña. Se puede y se debe evangelizar a ritmo de danza.
Tras el rito inicial, se invoca a los santos y a los antepasados, para entrar en la comunión de los santos. El coro africano, con guitarras eléctricas y tambores.
La primera lectura, en francés, de Isaías. Evangelio según Mateo: “Velad...” Y tras le lectura del Evangelio, explota, una vez más, la alegría del canto del aleluya.
El Papa comienza su homilía saludando en congoleño: paz. Y la asamblea, responde, entre cantos y vítores: fraternidad. Francisco parece constipado, pero sigue predicando con la misma fuerza de siempre.
Algunas frases de la homilía papal
“En las Lecturas de hoy aparece a menudo un verbo, venir, presentes tres veces en la primera Lectura, mientras el Evangelio concluye diciendo que “viene el Hijo del hombre”. Jesús viene. El Adviento nos recuerda esta certeza ya en el nombre, porque la palabra Adviento significa venida”.
“El Señor viene: ésta es la raíz de nuestra esperanza, la seguridad de que, en medio de las tribulaciones del mundo, nos llega la consolación de Dios, una consolación que no está hecha de palabras, sino de presencia, de su presencia que viene en medio de nosotros”
"El Señor viene. Hoy, primer día del Año litúrgico, este anuncio firma nuestro punto de partida. Sabemos que, más allá de cualquier evento favorable o desfavorable, el Señor no nos deja solos. Vino hace dos mil años y volverá una vez más al final de los tiempos, pero viene también hoy en mi vida y en la tuya”.
“Sí, esta vida nuestra, con todo sus problemas, sus angustias y sus incertidumbres, es visitada por el Señor. Ésta es la fuente de nuestra alegría: el Señor no se ha cansado ni se cansará jamás de nosotros, desea venir y visitarnos”
“Mientras el mal en la tierra deriva del hecho de que cada cual sigue su propio camino sin los demás, el profeta ofrece una visión maravillosa: todos van juntos al monte del Señor. En el monte, estaba el templo, la casa de Dios, y el que es invitado es esperado”
“Queridos hermanos y hermanas, habéis venido de lejos. Habéis dejado vuestras casas, vuestros afectos y vuestras cosas queridas. Reunidos aquí, habéis encontrado acogida junto a dificultades e imprevistos. Pero, para Dios, siempre sois invitados gratos. Para Él no somos jamás extranjeros, sino hijos esperados. Y la Iglesia es la casa de Dios. Sentiros, pues, siempre como en casa”
“Pero a la luz del Señor se pueden preferir las tinieblas del mundo. Se puede responder no al Señor que viene y a su invitación de ir tras Él. A menudo, no se trata de un no directo y descarado, sino escondido. Es el no frente al que nos pone en guardia Jesús en el Evangelio, exhortándonos a no hacer como en los días de Noé”
“¿Qué pasa en los días de Noé?...En otras palabras, todos reducían la vida a sus necesidades, se contentaban con una vida plana, horizontal, sin impulso. No se esperaba a nadie, sino que lo único que se pretendía era acumular cosas, consumir”
“El consumismo es un virus que ataca la raíz de la fe, porque te hace creer que la vida depende de lo que tienes, y, de esta forma, te olvidas de Dios que te sale al encuentro y que está a tu lado”
“El Señor viene, pero tú sigues más bien a tus apetitos; el hermano llama a tu puerta, pero te fastidia, porque desajusta tus planes”
“El verdadero peligro para la fe es lo que anestesia el corazón, es decir depender del consumo y dejar disipar y tapar el corazón por las necesidades”
“Entonces, se vive de cosas y ya no se sabe por qué; se tienen muchos bienes, pero no se hace el bien; las casas se llenan de cosas pero se vacían de hijos (éste es el drama de hoy, el invierno demográfico, que estamos sufriendo); se gasta el tiempo en pasatiempos, pero no se tiene tiempo para Dios y para los demás”
“Y, cuando se vive para las cosas, las cosas nunca son suficientes, la avaricia crece y los otros se convierten en obstáculos en el camino y se termina por sentirse amenazados y, siempre insatisfechos e indignados, es decir se sube el nivel del odio”
“Lo vemos hoy claramente allí donde impera el consumismo: cuánta violencia, aunque sólo sea verbal, cuándo odio y cuánto deseo de buscar un enemigo a cualquier precio. Así, mientras el mundo está lleno de armas que provocan muertes, nos olvidamos de que seguimos armando el corazón de odio”
“De todo esto, Jesús quiere advertirnos. Y lo hace con el verbo 'vigilad'. Vigilar era la tarea del centinela, que vigilaba permaneciendo despierto, mientras todos dormían. Vigilar es no ceder al sueño que embarga a todos”
“Para poder vigilar es necesario tener una esperanza cierta: que la noche no durará siempre, que pronto llegará el alba. Dios viene y su luz arrastrará incluso a las tinieblas más profundas. Hoy, a nosotros, nos toca vigilar: vencer la tentación de que el sentido de la vida es acumular, desenmascarar el engaño de que se es feliz si se tienen muchas cosas, resistir a las luces cegadoras del consumo, que brillarán por todas partes durante este mes, y creer que la oración y la caridad no son tiempo perdido, sino los mayores tesoros”
“Cuando abrimos el corazón al Señor y a los hermanos, viene el bien más precioso que las cosas nunca nos podrán dar y que Isaías anuncia en la primera lectura, la paz: “De sus espadas harán arados... Son palabras que nos hacen pensar también en vuestra patria. Hoy rezamos por la paz, gravemente amenazada en el Este del país, especialmente en en los territorios de Beni y de Minembwe, donde reinan los conflictos, alimentados desde fuera y con el silencio cómplice de tantos. Alimentado por aquellos que se enriquecen, vendiendo armas”
“Recordad hoy una figura bellísima, la beata Marie-Clementine Anuarite Nengapeta, violentamente asesinada no sin antes decirle a su asesino, como Jesús: 'Te perdono, porque no sabes lo que haces'. Pidamos por su intercesión que, en nombre del Dios-Amor y con la ayuda de las poblaciones vecinas, se renuncie a las armas, para alcanzar un futuro que ya no sea unos contra los otros, sino los unos con los otros, y el país pase de una economía que se sirve de la guerra a una economía que sirva a la paz”.
Aplausos y vítores, al término de la homilía del Papa, tras la cual tiene lugar el acto penitencial, mientras el Papa bendice a la asamblea y el coro entona una bella canción. Y, a continuación, tiene lugar el rito de la paz. Tras reconciliarse con el Señor, la asamblea se reconcilia con los hermanos.
Inmediatamente después, las peticiones y el ofertorio. Con una procesión, con trajes tradicionales, portan cestos de flores y frutas, dos imágenes de dos beatos congoleños, el pan y el vino, mientras la asamblea canta al Señor.
Palabras de agradecimiento de una monja congoleña, Sor RITA MBOSHU KONGO
“Santo Padre, nuestros sueños y deseos se han hecho realidad y, por eso, le estamos infinitamente agradecidos”
“Nos ha demostrado una atención paterna por las iglesias que están en las periferias”
“Toda África y especialmente el Congo se sienten especialmente honradas”
“Como a un padre, le pedimos que no se canse de nosotros. Somos sus hijos y, como hijos, tenemos muchos sueños. Por ejemplo, ver a nuestros beatos convertirse en santos. Un segundo sueño es verlo a usted en el Congo, el segundo pulmón de la humanidad tras la Amazonía. En estos momentos, Congo sufre el cáncer de la guerra y de la inseguridad, cuyas víctimas son los pobres y los inocentes, especialmente las mujeres y los niños. En nuestro país, han muerto seis millones de personas en los últimos años. Es un genocidio del que nadie habla".
"Por intereses económicos, grandes líderes internacionales siguen haciendo del Congo una jungla, donde todos pueden entrar y usarla. Papa Francisco, sólo queremos la paz incondicionada para nuestro país. Santo Padre, le aseguramos nuestra humilde y constante oración”.
Y tras saludar al Papa, le regala una casulla congoleña.
Etiquetas