Francisco invita a "rezar con el corazón y el alma desnudos" El Papa pide que las familias que “no pueden salir de casa” creen “relaciones de amor” y “venzan las angustias"
"Rezar con el alma desnuda, sin travestirse con la propia virtud. Rezar así con el corazón desnudo, sin taparlo"
“Cuando vamos al Señor un poco seguros de nosotros mismos, ponemos la seguridad en otra parte. Éste no es el camino. El camino es el abajamiento, la realidad"
“Justificarse a uno mismo es soberbia y orgullo, es exaltarse a uno mismo, es travestirse de lo que no soy. Y las miserias permanecen dentro"
“Justificarse a uno mismo es soberbia y orgullo, es exaltarse a uno mismo, es travestirse de lo que no soy. Y las miserias permanecen dentro"
Antes de comenzar la eucaristía diaria del Papa Francisco en Santa Marta, la cámara de la televisión vaticana se detienen en el Cristo que preside la capilla. Al instante sale el Papa. Apenas unas cuantas personas. En la oración inicial, el Papa pide por las familias encerradas en sus casas, para que, durante el confinamiento,se comuniquen bien, construyan relaciones de amor y "sepan vencer las angustias de este tiempo juntos".
“Quiero recordar a las familias que no pueden salir de casa. El único horizonte que tienen es el balcón y, dentro, la familia con los padres y lo niños. Para que sepan encontrar la forma de comunicarse bien, de construir relaciones de amor en la familia. Que sepan vencer las angustias de este tiempo juntos en la familia. Pidamos por la paz de la familia hoy en esta crisis y por ls creatividad”
Lectura del profeta Oseas, leída por una monja: “Aprendamos a conocer al Señor. Su venida es segura como la autora”. En el salmo, un armonio y un cantor intenta poner algo de música en la celebración.
El maestro-capilla lee el pasaje del evangelio de Lucas en la parábola del fariseo y del publicano: “El que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.
Homilía del Papa
“La palabra del Señor vuelve y vuelve a invitar a casa: 'Venid, regresemos al Señor'. Y con esta esperanza, el pueblo comienza< el camino de regresar al Señor”
“Una forma de encontrar al Señor es la oración. Recemos al Señor. En el Evangelio, Jesús nos enseña cómo rezar”
“Dos hombres, uno presuntuoso, que va a rezar, pero para decir que es un valiente. Así se dirige a Dios. La presunción. Hacía todo lo que decía la ley. Esto me recuerda a otros dos hombres: el hijo mayor de la parábola del Hijo pródigo: A éste desgraciado le haces fiesta. Presuntuoso. El otro es la historia del rico, incapaz de tener un nombre. Un rico, que no le importaba la miseria de los demás. Los que ponen la seguridad en el dinero, en el poder”
“Está el otro, el publicano, que se queda a distancia. Me hace recordar al hijo pródigo: la humillación. Y me hace recordar a Lázaro a la puerta del rico. Siempre estas duplas en el Evangelio”
“En cualquier caso, el Señor nos enseña cómo acercarnos a él: con humildad. Una bella imagen en el himno de San Juan Bautista: El pueblo se acercaba con el alma desnuda. Rezar con el alma desnuda, sin travestirse con la propia virtud. Rezar así con el corazón desnudo, sin taparlo, sin fiarse ni siquiera en aquello que aprendí de la forma de rezar. Rezar tú y yo, cara a cara, con el alma desnuda”
“Cuando vamos al Señor un poco seguros de nosotros mismos, ponemos la seguridad en otra parte. Éste no es el camino. El camino es el abajamiento, la realidad. El único que captó la realidad fue el publicano: Tú eres Dios y yo, pecador. Y digo que soy pecador no solo de palabra.
“Justificarse a uno mismo es soberbia y orgullo, es exaltarse a uno mismo, es travestirse de lo que no soy. Y las miserias permanecen dentro. El fariseo se justificaba. Confesar los propios pecados, sin justificarlos. Con el alma desnuda. Que el Señor nos enseñe a entender esta actitud, para comenzar la oración. Oración con nuestras seguridades no es oración, es hablar con el espejo”
“Comenzar la oración con la realidad: soy pecador. Que Jesús nos enseñe esto”
Y Francisco concluye la eucaristía con la oración de la comunión espiritual de San Alfonso María de Ligorio:
Fórmula de San Alfonso María de Ligorio
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos.
No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.
Y tras unos diez minutos de oración ante el Santísimo expuesto, el Papa bendice a los presentes con la custodia.
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