"El Papa ha dormido toda la noche, ahora continúa descansando". Este es el lacónico parte que, como todas las mañanas, acaba de enviar la Santa Sede. Después de los dos episodios de "insuficiencia respiratoria aguda, causados por una importante acumulación de moco endobronquial y el consiguiente broncoespasmo" sufridos en la tarde de ayer, Francisco pasó una noche relativamente normal, a la espera de la evolución de hoy.
Como se subrayó ayer, el Santo Padre "permaneció alerta, orientado y cooperativo en todo momento". El pronóstico sigue siendo reservado. Con todo, anoche se produjeron algunas noticias positivas, pues los valores de los análisis de sangre no cambian, lo que revela la ausencia de leucocitosis, y se aleja la posibilidad de una sepsis, al no detectarse infección.
De hecho, la acumulación de moco pareció consecuencia de "la reacción de los bronquios que intentan expulsar la mucosidad que se acumula para eliminar las bacterias", lo que podría indicar que el organismo está recuperándose de la neumonía bilateral.
El cuadro del estado clínico del Papa sigue siendo, por tanto, complejo, con una situación abierta a criticidades como las ocurridas esta tarde", matizaba la Santa Sede, consciente de que la situación es lo suficientemente cambiante como para ofrecer diagnósticos más concretos y mucho menos definitivos.