"Por lo que sé está tranquilo, y mejorando". El testimonio de una de las pocas personas que ha mantenido contacto directo con el Papa Francisco a lo largo de estos cinco días de ingreso, contribuye a 'normalizar' las dudas, persistentes, sobre el estado de salud de Bergoglio. Algo a lo que no contribuyen los comunicados de la Santa Sede, repletos de términos excesivamente medidos y que no concretan, lo que ha desatado multitud de rumores.
Sin embargo, y pese a que se trata de un enfermo de 88 años, cuya salud puede resentirse en cualquier momento, las previsiones de la Santa Sede no están en un desenlace fatal, sino más bien en una recuperación que podría ir más lenta de lo inicialmente esperado. Prueba de ello es la presencia del secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en Uagadugú (Burkina Faso) este lunes, con motivo del 125 aniversario de la evangelización del país.
"Esta visita es la forma que tiene la Santa Sede de decirle al mundo que Burkina Faso existe y que necesita amigos 'desinteresados'", apuntó el número dos del Vaticano, cuya ausencia de Roma es interpretada por algunos analistas como una muestra de que no estamos, como algunos apuntan (o desean) ante un final de pontificado. Cuando menos, no inminente. Parolin no quiso cancelar el viaje, ni regresar antes de tiempo.
Es cierto que existe una creciente preocupación, a la que no contribuyen los partes de actualización de salud del Papa, que no obstante también dejan paso al optimismo: Francisco no está intubado, como falsamente publicaron algunos digitales, y sigue trabajando. Además, tras la pausa del domingo, el pontífice ha vuelto a reanudar sus videollamadas a la parroquia de Gaza.