El Arzobispo Metropolitano de la Madre de Dios de Moscú comenta desde Roma sus impresiones sobre el sínodo y el aparentemente lejano fin de la guerra ruso-ucraniana Pezzi: "Acciones como la visita de Zuppi a Rusia son destellos, pasos hacia la paz"
El Arzobispo Metropolitano de la Madre de Dios de Moscú, presente en Roma con motivo del Sínodo, explica cómo se ha recibido el Sínodo en Rusia y los frutos recogidos por las iniciativas sinodales en las diócesis católicas
A continuación, anuncia los planes para el Jubileo, principalmente la peregrinación de un icono de la Salus Populi Romani donado por el Papa a territorio ruso
| Salvatore Cernuzio
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-Arzobispo Pezzi, usted de Moscú está aquí en Roma desde el 2 de octubre para los trabajos del Sínodo del que es miembro. Y precisamente sobre el Sínodo quería preguntarle ¿qué percepción había y hay en Rusia, en la Iglesia católica y también en la Iglesia ortodoxa y, más en general, en la sociedad?
-Dentro de la Iglesia había una percepción muy buena, en mi opinión. Hemos hecho un camino sinodal en nuestra Iglesia local, también en las otras diócesis, que ha dado lugar a una -para nosotros- numerosa serie de encuentros a todos los niveles, en los que han participado sacerdotes, religiosos, consagrados, fieles laicos.
Hay dos ventajas que hemos experimentado en este camino. La primera se refiere a la metodología: con los ajustes necesarios, la Conversación en el Espíritu dio excelentes resultados, sobre todo en cuanto a la disposición a escuchar. Así se evitó reaccionar, saltar sobre el otro sin dejarle terminar de hablar, lo que es bastante normal cuando se discute. Esto permitió escuchar más y ser más proactivos.
La segunda ventaja fue identificar cuestiones reales y concretas para nuestra Iglesia local, que serán el contenido de las reuniones del año pastoral, que comenzó en septiembre y continuará hasta mayo. La idea, pues, es vincular este camino a una asamblea sinodal que celebraremos a principios de septiembre de 2025.
-Mencionó la metodología que es una de las novedades de esta doble sesión del Sínodo sobre la sinodalidad. Es decir, el diálogo entre diferentes almas, diferentes personas y personalidades de la Iglesia de diferentes mundos y también con delegados de otras confesiones. ¿Qué impacto ha tenido esto en el diálogo ecuménico y, en particular, con la Iglesia ortodoxa, que es constitutivamente sinodal?
-El impacto ha sido en parte curiosidad y en parte, no digo duda, sino perplejidad. Sin embargo, esto también ha tenido ventajas interesantes. Personalmente, el año pasado decidí enviar una carta a la Iglesia Ortodoxa Rusa, a otras confesiones cristianas y también a musulmanes y judíos, preguntándoles si había algo similar en su historia y si tenían algo que aportar. Esto dio lugar a algunas reuniones en las que dialogamos sobre lo que es el Sínodo.
La sinodalidad es una expresión nueva incluso dentro del cristianismo ortodoxo, pero surgió el aspecto de la colegialidad, entendida como una llamada al conocimiento comunitario. De ahí la contribución de la comunidad, de juzgar juntos, de discutir juntos, que es incomparable con el trabajo que podría hacer cualquier individuo. El otro aspecto es que toda autoridad dentro de esta comunión, se concibe no como algo externo, sino orgánico y expresivo de la comunión. Esta conciencia ayuda mucho a desmantelar toda forma de autoritarismo.
-¿Podemos hablar, por tanto, de un modelo de democracia dentro de la Iglesia?
-Yo diría que no, porque en la Iglesia el desarrollo nunca se produce con categorías mundanas, sino siempre con categorías intraeclesiales. Ahora bien, la categoría intraeclesial de la democracia es precisamente la comunión. Aunque es una forma de democracia, sólo incluye algunos aspectos de la misma.
-¿Puede esta comunión en la Iglesia ser también un ejemplo para la sociedad y la política?
-Yo creo que sí. Jesús introdujo no sólo un modo de vivir el encuentro con Él, sino también un modo de gobernar que no es ni democracia ni monarquía, es exactamente una amistad o, en términos eclesiales, una comunión.
-Hablando de la acción de la Iglesia, el segundo viaje del cardenal Matteo Zuppi a Moscú se enmarca en los trabajos del Sínodo. Segunda parte de una misión iniciada el año pasado y que le fue confiada por el Papa. Después, un regreso con nuevos encuentros con las autoridades políticas y eclesiásticas. ¿Cómo juzga esta visita de Zuppi a Rusia y, en su opinión, qué frutos ha dado y puede dar todavía?
-Valoro muy positivamente esta visita. El primer fruto al que también nos recuerda continuamente el Papa Francisco es tender puentes, mantener siempre las puertas abiertas. Y esto es muy importante porque hace que uno vea en el otro algo bueno, algo positivo, no un enemigo o un competidor. Ahora bien, en tiempos de conflicto, esta inversión de perspectiva, podríamos decir revolución de perspectiva de 180 grados, es lo más necesario. En este caso, la visita de Zuppi iba en esta dirección en la primera ocasión. En el segundo viaje, lo confirmó.
Los frutos concretos que todo el mundo espera son los que se han mencionado. No conozco los detalles, pero se refieren básicamente a la vertiente humanitaria, al intercambio de prisioneros y soldados y al intento de regularizar la situación de un cierto número de menores que deberían estar en Rusia y que proceden de Ucrania.
Todo es siempre un poco "en condicional" porque el estatus de estos menores es diferente visto desde las dos posiciones. Así que, como decía, la importancia de ver en el otro no un competidor sino una baza permite llegar a la concreción de las "negociaciones".
-Una dimensión humanitaria que, sin embargo, puede ser un paso hacia la paz, un objetivo que parece cada vez más lejano...
-Debo ser sincero: no tengo la impresión de que exista una voluntad o un deseo real de paz, me parece que prevalecen otros intereses. Ahora bien, en una situación así, mantener las puertas abiertas se parece mucho a un milagro, a algo que mantiene la esperanza. Porque cuando aún no puedes vislumbrar el final del túnel, lo que puede moverte en la oscuridad es la certeza de que hay un final del túnel, de que hay luz, pero también hay que tener la paciencia de caminar un poco tentativamente.
Este tipo de visita va en esta dirección. Ciertamente la perspectiva es la luz, es la paz, pero es difícil ver destellos en la oscuridad. Acciones como la visita de Zuppi son destellos, pasos hacia la paz. Cuándo será y cómo, es realmente difícil para mí verlo y decirlo hoy.
-Pronunció una palabra clave, esperanza, en el corazón de todo el Jubileo. El Sínodo está llegando a su fin, pero dentro de exactamente dos meses se abrirá el Jubileo sobre el tema "Peregrinos de la esperanza". ¿Qué expectativas existen para el Año Santo, pero también qué iniciativas está emprendiendo o ha emprendido ya concretamente la Iglesia en Rusia para comprender y vivir mejor el Jubileo?
-Al principio hablé de una Asamblea sinodal que tendrá lugar en nuestra diócesis a principios de septiembre. Es uno de los cuatro eventos jubilares que con los demás obispos hemos decidido hacer en cada diócesis católica. En Rusia tenemos cuatro diócesis y habrá cuatro eventos sinodales. Cada uno de estos acontecimientos está vinculado a un tema y a una imagen de la Virgen. En cada uno de ellos habrá, en diferentes formas, una peregrinación. Dado que la posibilidad de que los peregrinos rusos vengan a Roma será algo limitada, esto nos permitirá llevar a cabo al menos un cierto número de iniciativas en la zona y, sobre todo, no concentrarlas en un punto, Moscú. Hemos decidido expandirnos, llegar al mayor número posible de creyentes dispersos por un territorio tan extenso.
La otra gran iniciativa, que me parece muy hermosa, es que hemos pedido al Santo Padre Francisco que nos regale una copia auténtica de la Salus Populi Romani. Este icono irá a muchas de nuestras parroquias llevando un mensaje de esperanza. Así que la primera peregrina de la esperanza para nosotros es la propia Virgen, Aquella que acogió a Dios que se hizo hombre y lo mostró al mundo. Esta peregrinación se llevará a cabo al mismo tiempo que los diversos acontecimientos y en cada diócesis durante un período de tres meses. En todos los lugares donde se detenga, será una ocasión para rezar y ganar la indulgencia. El icono está listo y mañana por la mañana (ndr: hoy, 25 de octubre) tendré la suerte de recibir esta efigie bendecida por el Papa para nuestra Iglesia.