(Vatican News).- A través de su actividad diplomática, la Santa Sede quiere "comprometerse con todos los hombres de buena voluntad para ayudar a la humanidad a redescubrir sus esperanzas y deseos más profundos" y orientarlos a conseguir lo que "se desea y lo que se espera para su "bienestar material y espiritual" (cf. Juan 5,6)". Así lo afirmó el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, durante la Santa Misa celebrada el martes 29 de marzo por la mañana en la Basílica de San Pablo Extramuros, con motivo del 40º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Gran Bretaña.
El 1 de abril de 1982, recordó el cardenal, Sir Mark Evelyn Heath presentó las cartas con las que la reina Isabel II le acreditócomo su primer enviado extraordinario y embajador plenipotenciario ante la Santa Sede. Este acontecimiento, añadió, marca "la culminación de un trabajo discreto y delicado para restablecer un intercambio pleno y una cooperación fructífera entre las dos instituciones, curando las heridas del pasado y abriendo esta relación a la esperanza común".
Al mismo tiempo, explicó el Secretario de Estado, los contactos entre la Sede Apostólica y Gran Bretaña "no son en absoluto de origen reciente". De hecho, "cubren un periodo de casi catorce siglos", remontándose a los días en que el "apóstol de los ingleses", Agustín de Canterbury, un monje benedictino, fue enviado por Gregorio Magno para llevar el Evangelio de Cristo a los ingleses.
La Basílica de San Pablo Extramuros, señaló el cardenal, es testigo de "la cercanía histórica de la monarquía inglesa a la Sede de Pedro". En efecto, los monarcas ingleses no sólo "visitaron las tumbas de Pedro y Pablo en la ciudad", sino que se sabe que "hacia el final de la Edad Media también actuaron como protectores de esta misma basílica paulina".
Más recientemente, recordó, incluso "antes del establecimiento de relaciones diplomáticas plenas", la Reina Isabel II realizó varias visitas a los Papas en el Vaticano durante sus 70 años de servicio al pueblo del Reino Unido y la Commonwealth. Ciertamente, subrayó, 1982 seguirá siendo un año "que se recordará no sólo por el establecimiento de las relaciones entre la Santa Sede y Gran Bretaña", sino también por el viaje apostólico de San Juan Pablo II a Gran Bretaña, "la primera vez en la historia que un Obispo de Roma pisaba suelo británico".
Esta conmemoración, señaló el cardenal, tiene lugar durante la Cuaresma, el período de 40 días de oración, ayuno y limosna en preparación para la celebración de la resurrección del Señor en la Pascua.
El tema "del agua enlaza las dos lecturas de hoy". El profeta Ezequiel, añadió el cardenal, "tiene una visión del templo de Jerusalén con agua que fluye hacia el este desde debajo del templo hacia el desierto, trayendo vida y salud dondequiera que fluya". De forma muy imaginativa, Ezequiel "declara que la presencia de Dios en el templo es vivificante para todos".
En cambio, en el Evangelio del día, no es "el agua del estanque junto a la Puerta de las Ovejas de Jerusalén la que da vida al paralítico, sino el propio Jesús". Jesús, "el rostro de la misericordia del Padre", se acerca al estanque de Betesda, "nombre que significa 'casa de la misericordia', lugar donde muchos ciegos, cojos y paralíticos solían acostarse bajo los pórticos, esperando que un ángel del Señor viniera a remover las aguas, y que quien entrara primero en el estanque después de que las aguas se hubieran removido quedara curado de su aflicción".
Jesús, explicó el Secretario de Estado, "ve a un hombre que lleva treinta y ocho años sufriendo una parálisis, y él mismo toma la iniciativa: '¿Quieres curarte? Uno podría preguntarse: "¿Por qué necesitaría Jesús hacer una pregunta así? ¿No es obvio que el hombre quiere ser curado?". La pregunta, señaló el cardenal, no era superflua. Jesús dio al hombre "la oportunidad de contar su historia y ayudarle a sacar los deseos de su corazón".
Por último, el cardenal recordó el Acto de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María realizado por el Papa Francisco el 25 de marzo, invitando a rezar con más fervor por la paz.
Entre los concelebrantes se encontraban los cardenales Vincent Gerard Nichols, arzobispo de Westminster, Seán Baptist Brady, arzobispo emérito de Armagh, y el arcipreste de la basílica, James Michael Harvey; el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados. Junto con el Embajador de Gran Bretaña ante la Santa Sede, John Christopher Trott, y el Cuerpo Diplomático, estuvo presente el Consejero, Monseñor Luigi Roberto Cona.
El embajador: un vínculo fundamental
Con motivo del 40º aniversario de las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la Santa Sede, el embajador británico ante la Santa Sede, John Christopher Trott, expresó su satisfacción por el acontecimiento al micrófono de Radio Vaticana, en entrevista con Linda Bordoni.
"Este vínculo -dijo- es hoy más importante que nunca si observamos los problemas que afligen al mundo, incluida la guerra en Ucrania. Trott recordó que el Papa Francisco calificó la guerra como un "acto de barbarie" y dijo que "el papel de la Santa Sede es crucial para crear un mundo de paz, un mundo más justo, para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para erradicar la pobreza y trabajar por el bien común". Por ello, concluyó el embajador, "nuestras relaciones bilaterales son tan fundamentales y relevantes hoy como lo fueron en 1982".
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