Segundo Rosario en dos días en la plaza de San Pedro. El mismo escenario, aunque en esta ocasión cambió el oficiante. Ya no fue Parolin, sino el cardenal Luis Antonio Tagle, que a diferencia del secretario de Estado apenas pronunció una oración al comienzo de la liturgia, y no se arrodilló ante la Virgen, sino que permaneció sentado en la silla que el día anterior había permanecido vacía.
Más cardenales que la víspera, y muy juntos Burke, Müller, Becciu y Sarah, que ayer se encontraba al otro lado. Muchos fieles, animados por las buenas, aunque cautas noticias, que llegan desde el Gemelli, quisieron dar un segundo empujón al Papa para su deseada recuperación. En los alrededores de la plaza de San Pedro, incluso los sin techo se sumaron al rezo por Bergoglio.
"Nos reunimos en oración con María para meditar los misterios de Cristo", arrancó el purpurado filipino. "Recemos por la salud del Santo Padre Francisco. Por intercesión de la Santísima Virgen María, experimentamos la presencia amorosa del Señor Resucitado y la cercana solidaridad de la comunidad cristiana", glosó Tagle, quien dio paso a los misterios dolorosos. Desde el Gemelli, a buen seguro, Francisco descansaba sabedor del amor de muchos, los más, y los deseos de recuperación.