"Os agradezco a todos por vuestras oraciones y agradezco a quienes me asisten con tanta dedicación" El texto agradecido del ángelus enviado por el Papa desde el Gemelli: "¡Cuánta luz brilla en los hospitales!"

"Comparto con vosotros estos pensamientos mientras estoy atravesando un momento de prueba, y me uno a los tantos hermanos y hermanas enfermos: frágiles, en este momento, como yo"
"Nuestro físico está débil, pero, incluso así, nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos, estar los unos para los otros, en la fe, señales luminosas de esperanza"
"¡Cuánta luz brilla, en este sentido, en los hospitales y en los centros de asistencia! ¡Cuánta atención amorosa ilumina las habitaciones, los pasillos, los ambulatorios, los lugares donde se prestan los servicios más humildes!"
"Recemos por la Iglesia, llamada a traducir en decisiones concretas el discernimiento que se ha hecho en la reciente Asamblea Sinodal"
"¡Cuánta luz brilla, en este sentido, en los hospitales y en los centros de asistencia! ¡Cuánta atención amorosa ilumina las habitaciones, los pasillos, los ambulatorios, los lugares donde se prestan los servicios más humildes!"
"Recemos por la Iglesia, llamada a traducir en decisiones concretas el discernimiento que se ha hecho en la reciente Asamblea Sinodal"
El Papa Francisco envía un texto sentido del ángelus desde el hospital Gemelli, donde está ingresado desde hace un més. Tras reconocer que, como otros enfermos, está atravesando "un momento de prueba", pero asegura que, también así ("con el físico débil") también se puede "amar y rezar".
Por eso y por propia experiencia exclama: "¡Cuánta luz brilla, en este sentido, en los hospitales y en los centros de asistencia! ¡Cuánta atención amorosa ilumina las habitaciones, los pasillos, los ambulatorios, los lugares donde se prestan los servicios más humildes!"
Y tras pedir por los países en guerra, da las gracias a todos los que rezan por su recuperación (especialmente a los niños) a insta a rogar por la Iglesia "llamada a traducir en decisiones concretas el discernimiento que se ha hecho en la reciente Asamblea Sinodal". La primavera no ha terminado, porque Francisco quiere hacer realidad las decisiones del Sínodo en la carne de la Iglesia de todo el mundo.

Texto íntegro del ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!
Hoy, segundo domingo de Cuaresma, el Evangelio nos habla de la Transfiguración de Jesús (Lc 9,28- 36). Después de subir a la cima de un monte con Pedro, Santiago y Juan, Jesús se sumerge en la oración y se vuelve radiante de luz. Así muestra a los discípulos lo que se oculta tras los gestos que Él hace en medio de ellos: la luz de su amor infinito.
Comparto con vosotros estos pensamientos mientras estoy atravesando un momento de prueba, y me uno a los tantos hermanos y hermanas enfermos: frágiles, en este momento, como yo. Nuestro físico está débil, pero, incluso así, nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos, estar los unos para los otros, en la fe, señales luminosas de esperanza. ¡Cuánta luz brilla, en este sentido, en los hospitales y en los centros de asistencia! ¡Cuánta atención amorosa ilumina las habitaciones, los pasillos, los ambulatorios, los lugares donde se prestan los servicios más humildes! Por eso, quisiera invitaros hoy a uniros a mí en las alabanzas al Señor, que nunca nos abandona y que en los momentos de dolor nos pone al lado a personas que reflejan un rayo de su amor.
Os agradezco a todos por vuestras oraciones y agradezco a quienes me asisten con tanta dedicación. Sé que rezan por mí muchos niños; algunos de ellos han venido hoy aquí al “Gemelli” en señal de cercanía. ¡Gracias, queridos niños! El Papa os quiere y espera siempre encontraros.
Sigamos rezando por la paz, especialmente en los países heridos por la guerra: en la martirizada Ucrania, en Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, República Democrática del Congo. Y recemos por la Iglesia, llamada a traducir en decisiones concretas el discernimiento que se ha hecho en la reciente Asamblea Sinodal. Agradezco a la Secretaría General del Sínodo, que en los próximos tres años acompañará a las Iglesias locales en este compromiso.
Que la Virgen María nos guarde y nos ayude a ser, como Ella, portadores de la luz y de la paz de Cristo.
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