Pide una "revolución cultural valiente" hacia una "verdadera hermenéutica evangélica" El Papa culpa del "invierno demográfico" al "salvaje pensamiento único y egoísta"
Arremete contra el "individualismo cómodo y mezquino, preocupados solo por nuestro propio bienestar"
"Parece muy cultural pero es 'salvaje', porque impide hacer historia"
| RD/AICA
Antes de llegar al Capitolio de Roma, el papa Francisco realizó esta mañana una visita sorpresiva a la Pontificia Universidad Lateranense, en la Plaza San Juan de Letrán. En el aula magna de la Casa de Estudios, el pontífice guió la meditación de Cuaresma, una cita que el Ateneo organiza cada año para la comunidad académica.
La meditación cuaresmal contó también con la presencia del Gran Canciller de la Universidad y el vicario de Roma, cardenal Angelo De Donatis.
El Papa ha dado su “lectio divina” a partir del texto del profeta Daniel que narra la oración de los tres jóvenes hijos de Israel, Ananías, Azarías y Misael, arrojados a un horno ardiente por el rey de Babilonia Nabucodonosor, porque se negaban a adorar su estatua de oro.
“Su determinación de ser fieles a Dios y de preservar su libertad -dijo el Papa- en realidad los expone al martirio, como también sucede hoy en día con sus compañeros cristianos en algunas partes del mundo. Pero Dios interviene para evitar que las llamas hieran a los tres jóvenes: frente a los ojos incrédulos de Nabucodonosor, Ananías, Azarías y Misael, caminan en medio del fuego como si en el horno 'soplara un viento lleno de rocío' van acompañados por un ángel y comienzan a alabar y orar a Dios”.
"La memoria siempre nos da fuerza"
Dado que estos hechos transcurren en el siglo VI a.C, durante el exilio en Babilonia, la lógica del texto bíblico es la de recordar el ejemplo de los personajes del pasado para enfrentar valerosamente las persecuciones actuales. “La memoria –afirmó el pontífice- siempre nos da fuerza: la memoria del pasado no nos da solo un mensaje, sino también la fuerza de pertenecer a un pueblo”. De este modo los jóvenes “vencen con su testimonio la violencia destructiva de los poderes de este mundo: permanecen ilesos e incluso obtienen la confesión de fe en Dios de sus enemigos”
“Estar envuelto en llamas y permanecer ileso: se puede lograr con la ayuda del Señor Jesús, el Hijo de Dios y la brisa del Espíritu Santo. Así los imagino –dijo el Santo Padre dirigiéndose a los estudiantes- incluso si vivimos en un contexto cultural marcado por el pensamiento único, que envuelve y adormece a todos con su abrazo mortal y quema todas las formas de creatividad y pensamiento divergente, ustedes caminan ilesos gracias al arraigo en Jesús y su Evangelio, hecho actual por el poder del Espíritu Santo. De esta manera, mantienen la mirada alta y también una mirada diferente sobre la realidad, una diferencia cristiana que aporta novedad.
No al "individualismo cómodo y mezquino"
“Piensen en la incitación que recibimos continuamente todos nosotros a vivir un individualismo cómodo y mezquino, preocupados solo por nuestro propio bienestar, nuestro tiempo libre y la realización personal. Me detengo para tocar un punto que me hace sufrir: nuestro invierno demográfico. El invierno demográfico que todos sufrimos hoy es el efecto de este pensamiento único y egoísta, dirigido solo a uno mismo, que solo busca 'mi' realización. Ustedes, estudiantes, piénsenlo bien: piensen en cómo este pensamiento único es tan 'salvaje'. Parece muy cultural pero es 'salvaje', porque impide hacer historia, dejando una historia detrás de ustedes. Ser tomado de la mano por el Señor, seguir al Espíritu que es como el viento y cuya voz reconocemos hoy, significa evitar quemarse: quemarse en el cerebro, en el corazón, en el cuerpo, en las relaciones, en todo lo que pone en movimiento la vida y la llena de esperanza”.
En el pasaje bíblico elegido por el Papa, los tres jóvenes piden perdón reconociendo al mismo tiempo que Dios ha sido justo en sus juicios y en sus obras, incluso cuando deja que Israel experimente las desastrosas consecuencias de estar lejos del Señor, y en lugar de volverse “tan numeroso como las estrellas del cielo y la arena del mar”, se vuelva “más pequeño que cualquier otra nación”, dividido y parcialmente obligado a exiliarse.
"Esperanza fundada en la promesa de Dios"
“¡Esta oración dolorosa de los jóvenes es hermosa! –exclamó el Santo Padre- En primer lugar, hay gracias por la fidelidad de Dios. Los padres testifican que Dios ha sido justo, pero no ha abandonado a su pueblo a la ruina, sino que fue fiel a las promesas hechas a sus amigos: Abraham, Isaac, Jacob. Los jóvenes creen en este testimonio de los padres, conmemoran la historia del pueblo, siempre marcada por la misericordia de Dios y se abren al futuro. Están convencidos –subrayó- de que habrá un futuro, de que la puerta no está cerrada, incluso en medio de la hostilidad y la persecución. Y esto es porque Dios siempre es fiel y siempre perdona”.
“Me gustaría tanto que guarden esta esperanza fundada en la promesa de Dios. Me gustaría mucho que a la hora de planificar su futuro guarden el recuerdo de ser un pueblo, de tener una historia con luces y sombras, de ser protagonistas hoy de ese diálogo de amor entre Dios y los hombres que cruzó los siglos. El sentimiento de ser parte de un pueblo de pecadores les dará los anticuerpos para evitar cometer los mismos errores: hacia Dios, hacia otros, hacia toda la creación”.
Hermenéutica evangélica
“Por eso, -prosiguió el Santo Padre- he querido que en los estudios eclesiásticos se realizara un “cambio radical de paradigma”, una “revolución cultural valiente” que, como resultado de la contribución de la reflexión y la praxis del pueblo de Dios “sobre el terreno” de todos los rincones del mundo, produzca “una verdadera hermenéutica evangélica, para entender mejor la vida, el mundo, los hombres”.
"Todavía no hemos superado la lógica iluminista. Este es el reto: la nueva hermenéutica que va en esta dirección. La hermenéutica de la memoria, de pertenecer a un pueblo, de contar una historia; la hermenéutica de caminar hacia una esperanza, la hermenéutica de los tres lenguajes, juntos, armónicos: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón, el lenguaje de las manos, para que pensemos en lo que sentimos, sintamos lo que pensamos y hagamos lo que sentimos y pensamos".
El Papa se despidió de los estudiantes deseando que sean “abiertos al futuro, emprendedores y valientes a la hora de soñarlo y planearlo, con la ayuda de los estudios que hacen, porque confiamos en que no hay decepción para los que se confían al Señor”.
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