"Siempre nos tendrán dispuestos a acogerlas de nuevo en nuestra familia" Clarisas y franciscanos piden a las monjas de Belorado que "reconsideren su postura" y "vuelvan a lo que siempre han sido"
"Pedimos perdón por todo el mal y daño que esta situación, provocada por una errónea decisión de las hermanas clarisas de Belorado ha creado dentro de la Familia Franciscana, especialmente entre las clarisas, en los cristianos del mismo pueblo de Belorado y en general en todos los cristianos de buena voluntad"
Una nota que ve la luz después de que la Conferencia Episcopal hubiera roto su mutismo, y que parece indicar que la Iglesia, al fin, comienza a tomarse en serio el posible cisma de las clarisas de Belorado
"Reconsideren su postura, disciernan su doctrina de acuerdo a los modos franciscanos de comunión y fraternidad y con humildad franciscana vuelvan a lo que siempre han sido". La hermana Javier Soto, presidenta Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Arantzazu, a la que pertenece Belorado, y el provincial de los franciscanos, Joxe Mari Arregi, han emtido un comunicado conjunto en el que instan a las monjas cismáticas a volver al redil, al tiempo que piden perdón a los fieles por el escándalo.
En el texto, los religiosos manifiestan "nuestra sorpresa y dolor ante la actitud, escritos y comentarios que nuestras hermanas clarisas de Belorado han realizado en estos últimos días, por su dura crítica a la Iglesia Católica y especialmente por su ManifiestoCatólico de 70 páginas, un compendio de críticas infundadas e interpretaciones erróneas".
Al tiempo resaltan su "total y fraterna comunión" con el Papa y los obispos Iceta y Elizalde, protagonistas de algunos de los 'dardos' lanzados por las monjas y sus asesores de la Pía Unión. Una nota que ve la luz después de que la Conferencia Episcopal hubiera roto su mutismo, y que parece indicar que la Iglesia, al fin, comienza a tomarse en serio el posible cisma de las clarisas de Belorado.
A su vez, "pedimos perdón por todo el mal y daño que esta situación, provocada por una errónea decisión de las hermanas clarisas de Belorado ha creado dentro de la Familia Franciscana, especialmente entre las clarisas, en los cristianos del mismo pueblo de Belorado y en general en todos los cristianos de buena voluntad".
Finalmente, tras pedir a las monjas que den marcha atrás, les recuerdan que "siempre nos tendrán dispuestos a acogerlas de nuevo en nuestra familia, de la que también ellas forman parte y de la que nunca debieron marchar".
Comunicado
Ante las noticias que vamos conociendo de nuestras hermanas clarisas de Belorado, y que tanta repercusión mediática están teniendo, en comunión y en nombre de nuestro Ministro General de la Orden (OFM), Fr. Massimo Fusarelli, hacemos este comunicado.
- Manifestamos, en primer lugar, nuestra sorpresa y dolor ante la actitud, escritos y comentarios que nuestras hermanas clarisas de Belorado han realizado en estos últimos días, por su dura crítica a la Iglesia Católica y especialmente por su ManifiestoCatólico de 70 páginas, un compendio de críticas infundadas e interpretaciones erróneas.
- Manifestamos, siguiendo el espíritu y la doctrina de San Francisco y de Santa Clara de Asís, nuestra total y fraterna comunión con la Iglesia, con el Papa Francisco, con el arzobispo de Burgos, Don Mario Iceta y con Don Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria.
- Pedimos perdón por todo el mal y daño que esta situación, provocada por una errónea decisión de las hermanas clarisas de Belorado ha creado dentro de la Familia Franciscana, especialmente entre las clarisas, en los cristianos del mismo pueblo de Belorado y en general en todos los cristianos de buena voluntad.
- Pedimos así mismo a las hermanas clarisas de Belorado que reconsideren su postura, disciernan su doctrina de acuerdo a los modos franciscanos de comunión y fraternidad y con humildad franciscana vuelvan a lo que siempre han sido.
- Finalmente, manifestamos a las mismas hermanas clarisas de Belorado que siempre nos tendrán dispuestos a acogerlas de nuevo en nuestra familia, de la que también ellas forman parte y de la que nunca debieron marchar.