El primer Monasterio de clausura femenino del sur de Italia
El proyecto del Parque-Jardín de Rossano, inspirado en la Laudato si' del Papa Francisco, comenzó hace mucho tiempo, pero sólo este año, gracias a una campaña de recaudación de fondos, que aún sigue en marcha, y a los numerosos organismos patrocinadores, ha tomado forma, y Sor Lucía anuncia que finalmente estará abierto a los visitantes en abril del 2022.
Cuando las monjas agustinas llegaron aquí desde la Ermita de Lecceto, en las colinas de Siena, no había nada en kilómetros a la redonda, ni siquiera el Monasterio, inaugurado hace dos años, en la llanura de Vernile, el primer convento de clausura femenino del sur de Italia, y también el primero de la península dedicado al gran Padre de la Iglesia, pero inmediatamente todas ellas percibieron, más que la soledad o el aislamiento, el enorme potencial de esta zona, un lugar ideal para reencontrarse con lo esencial.
La intuición del Padre Vittorino
"Fue un hermano nuestro, el Padre Vittorino Grossi, gran estudioso de San Agustín, quien vino a visitarnos en el 2016, y tuvo la primera intuición”, dice Sor María Lucía Solera, Superiora de las agustinas de Rossano. “En aquel momento vivíamos en un lugar provisional, y lo llevamos a ver el lugar donde se construiría el Monasterio. El Padre Vittorino miró asombrado a su alrededor y dijo: "Oh, qué bonito sería esto, un jardín lleno de flores y árboles". En un instante nos regaló esa mirada contemplativa que sabe ver más allá de la realidad, que apunta al potencial de desarrollo, de belleza y de bien que todo ser humano debería poder disfrutar. Esta sugerencia suya no cayó en saco roto, ¡al contrario! Nos permitió empezar a soñar”.
El plan de Dios en línea con la tradición monástica
"Poco después – continúa Sor Lucía – nos visitó otro querido amigo de la comunidad, un agrónomo laico de Roma que había venido a estudiar algunas especies botánicas particulares en la Sila. Cuando él también vio este lugar, se enamoró inmediatamente y exclamó: "¡Un jardín quedaría muy bien aquí!". Pero no un jardín cualquiera, sino uno que albergara especímenes raros y preciosos de árboles y plantas.
En ese momento no podíamos hacer como si no pasara nada, y aunque parecía un proyecto que nos superaba, empezamos a trabajar en él concretamente, también porque había algo muy típico de la tradición monástica en esta idea: muchos monasterios, en Italia y en otros lugares, nacieron así a lo largo de los siglos.
Muchos monasterios, en Italia y en otros lugares, se han fundado a lo largo de los siglos de esta manera: se identificaron lugares insalubres, áridos y llenos de espinas y zarzas, o incluso pantanosos, que, gracias al trabajo tenaz de los monjes, volvieron a la vida, hasta el punto de ser llamados Chiaravalle”.
El aliento sinodal del proyecto
Sor Lucía subraya que detrás del proyecto del Jardín, del que también se habló en el "Foro de la información Católica para la custodia de la Creación" organizado por Greenaccord, no hay un trabajo hecho y pensado por las monjas o por los expertos, sino un camino "con aliento sinodal" en el que han participado todos: "A lo largo del tiempo hemos recogido muchas sugerencias, indicaciones e ideas de nuestra gente", explica. "Y creo que esta escucha generalizada ha marcado la diferencia. Además, todo esto nos parecía especialmente importante después del tiempo oscuro de la pandemia que nos obligó, sobre todo, a estar dentro de casa, en espacios cerrados, estrechos y aislados... Puedo decir que releyendo la Laudato si' del Papa Francisco encontramos no sólo inspiración, sino también la confirmación de lo que estábamos haciendo".
Primero cultivar la tierra de nuestra propia interioridad
Hay un pasaje de la encíclica – dice Sor Lucía – en el que el Pontífice nos invita a cultivar espacios exteriores que, sin embargo, remiten al cuidado interior. Como decía también Benedicto XVI: "Si los desiertos externos se multiplican, es porque los desiertos internos se van expandiendo". Y así, como monjas agustinas, atentas al aspecto de la interioridad – "volver al corazón" decía San Agustín – pero también de la ‘comunionalidad’, es decir, el vivir en unidad, un solo corazón y una sola alma, tendiendo la mano hacia Dios, hemos pensado que el Jardín podría ser un signo muy feliz, una síntesis perfecta de estos dos elementos juntos. Por eso, como se dice en la encíclica, hemos puesto el acento, en primer lugar, en el cultivo de la tierra de la propia interioridad, y a partir de aquí en la necesidad de cultivar las relaciones humanas, para que también ellas lleguen a convertirse en un jardín".
De la Laudato si' la llamada a la responsabilidad
La Superiora de las monjas de Rossano destaca también el gran sentido de la responsabilidad que las ha impulsado durante este tiempo: "Nos encontramos en un lugar maravilloso, lleno de belleza, y nos sentimos llamadas al deber de cuidarlo y devolverlo a los primeros destinatarios, la gente que siempre ha vivido en esta zona. Además, esta zona del norte de Calabria lleva años sufriendo una fuerte despoblación y nos da pena ver cómo se va la gente, sobre todo los jóvenes. Muchos jóvenes deciden abandonar esta zona al terminar el instituto y dirigirse a otros destinos, sobre todo al norte de Italia. Así que pensamos que sería bonito crear este Jardín que fuera una ‘obra-signo’ para decir precisamente a estos jóvenes: "Miren, viven en una hermosa tierra que tendrá futuro y no se convertirá en un desierto, sólo en la medida en que sepan amarla y cuidarla".
Llamadas a desempeñar, cada una, el propio papel
“Nosotros, a nuestra manera, prosigue diciendo, nos hemos sentido llamadas a la responsabilidad de hacer nuestra parte, pero como dice el Papa en la Laudato si', para cambiar las cosas, y cada una, según su nivel, su papel en la sociedad y en el mundo, debe actuar, sin retroceder. Cada vez que Francisco habla del cuidado de la Casa común, cada vez que nos recuerda cómo todo está conectado, siempre nos encuentra muy vibrantes, al unísono con él, ¡pero sobre todo nos despierta! Realmente pensamos que el Parque-Jardín puede ser una ayuda, como recomienda el Papa, para recuperar "los diferentes niveles de equilibrio ecológico: el nivel interior con uno mismo, el nivel de solidaridad con los demás, el nivel natural con todos los seres vivos y el nivel espiritual con Dios".
Semillas de esperanza y cambio
Para que la exitosa idea del Parque-Jardín del Monasterio de San Agustín se convierta en realidad, el proyecto prevé: la compra y plantación de múltiples variedades de árboles, cuidadosamente seleccionadas y compatibles con la altitud, el clima y la flora autóctona; la creación de senderos para el acceso al parque y de caminos para las viabilidad interna; la creación de carteles que describan las especies botánicas para su uso educativo y científico y el inicio de los trabajos para asegurar las futuras dependencias del Monasterio para acoger a huéspedes y peregrinos.
Diez organismos patrocinadores: la Archidiócesis de Rossano-Cariati, el Ayuntamiento de Corigliano-Rossano, el Museo diocesano del Codex, los Parques Nacionales de la Sila y el Pollino, la Sociedad Botánica Italiana, Unical - Departamento DiBest, la Asociación de Periodistas GreenAccord, la Federación de Monasterios Agustinos de Italia y la Orden de San Agustín. Pero cualquiera puede poner su granito de arena haciendo una donación online en www.osarossano.it. A cambio, su nombre estará escrito en el árbol de la gratitud que se colocará dentro del Jardín. Precisamente en Calabria, una tierra tan evocadora y rica en historia, pero a menudo desfigurada por tantas formas de contaminación, el proyecto de las monjas agustinas quiere ser una semilla de esperanza y cambio.
En Rossano (Italia) el jardín inspirado en la Laudato si https://t.co/8H6YTjqzLOpic.twitter.com/t0yZNG1bXi
— Iglesia del Milagro (@IglesiaMilagro) November 23, 2021
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