Sentida despedida en el Vaticano al arzobispo leonés, Limosnero Emérito de Su Santidad Monseñor Félix del Blanco Prieto, 'un obispo bueno'
El Vaticano despide al Arzobispo Limosnero Emérito de Su Santidad, fallecido el sábado 10 de abril, a la edad de 84 años, en el Policlínico Gemelli de Roma
Cardenal Parlolin: "Amaba lo sencillo, buscaba la verdad, tenía ‘patris cordi’ (corazón de padre),apoyaba todo lo que construía Iglesia, sabía abrir puertas de paz para los pueblos; vivía la caridad como justicia… su lema episcopal 'Gratia per iustitiam'"
Preside la Santa Misa el Secretario de Estado de Su Santidad, el Cardenal Pietro Parolin, concelebran un cuarteto de cardenales, más de una docena de obispos y superan la treintena los sacerdotes
Preside la Santa Misa el Secretario de Estado de Su Santidad, el Cardenal Pietro Parolin, concelebran un cuarteto de cardenales, más de una docena de obispos y superan la treintena los sacerdotes
| Fray Vidal Rodríguez López ofm
El sol juega con las nubes y las nubes bailan al sol de Roma. Es la mitad de abril, jueves 15, del año de nuestro Señor 2021. La cruz de guía enfila el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana de San Pedro. Allí, sobre el mármol alfombrado reposa el féretro de Don Félix del Blanco Prieto, Arzobispo.
A la derecha, de sotana de blanco amarfilado y silencioso, el Papa Francisco, recogido y orante, sin decir nada lo dice todo. Mirando al cirio pascual que titila junto al ambón de la Palabra, señala aquella llama del Resucitado, como un día Pedro, el pescador de Galilea: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).
Preside la Santa Misa el Secretario de Estado de Su Santidad, el Cardenal Pietro Parolin, concelebran un cuarteto de cardenales, más de una docena de obispos y superan la treintena los sacerdotes. Los bancos están cuajados de gentes, sobre todo religiosas, compañeros de la Secretaria de Estado, la Limosnería Pontificia, amigos de la colonia española en Roma… de la Curia.
A mediodía, empezó a devanarse la liturgia y el hilo de la Palabra de Dios fue atando nudos de consuelo y lazos de esperanza en aquella peregrinación hacia la Pascua eterna a la que ha sido llamado a llamar a la puerta, Monseñor Félix.
El presidente tejió la homilía releyendo la vida familiar, vocación sacerdotal y ministerio episcopal de Don Felix como un pertenecer a Cristo. Él quiso ser de Cristo y Cristo quiso que fuera de los suyos y de su Iglesia. De esta relación, vinculante, total y exclusiva nació la llamada al sacerdocio en su Iglesia matriz de León, en su formación romana, en las colaboraciones y trabajos en la Secretaria de Estado, al lado del grande Cardenal Casaroli. Luego, desplegando su buen hacer como embajador de Cristo y nuncio del Papa, en Santo Tomé-Príncipe, Angola, Camerún, Guinea Ecuatorial, Malta y Libia… hasta recalar culminando su misión como limosnero del sucesor de Pedro, entonces el Papa Benedicto XVI.
Don Félix, ‘semper fidelis’, tuvo cargos y mando. A otros tocará anotar su curriculum cuajado, aunque lo mejor siempre quedara, como buen diplomático.
Me dicen desde Roma que acaba de terminar el funeral de don Félix del Blanco, limosnero emérito del Papa Un emotivo momento de oración presidido por el secretario de Estado en presencia de @Pontifex_es Unidos desde @IglesiaEnLeonpic.twitter.com/FT8NErd7hI
— Luis Ángel de las Heras cmf (@cmfluisangel) April 15, 2021
Monseñor Félix del Blanco Prieto, 'un obispo bueno'
'Escondido con Cristo en Dios' (Col 3,3). Sólo quisiera apuntar la coincidencia al anunciarnos su muerte a los que le conocimos y estimamos: ‘Era un obispo bueno’.
Su corazón leonés se formó en Roma, pero se expandió en África, en misiones en países heridos por tantas fisuras en los que intentó ayudar con buen oficio de embajador samaritano. Le gustaba decir: ‘Nunca faltan ocasiones para hacer el bien’. Y su corazón bueno, en el buen sentido de la palabra ‘bueno’, se fue llenando de esperanzas de hombres, de gratitudes de mujeres, de risas de niños, de proyectos de religiosas, de mañanas misioneros, de tardes contemplativas, de puentes diplomáticos… ‘haciéndose todo a todos, para ganarlos en Cristo’ (1Cor 9,22).
Porque como creyente cabal amaba lo sencillo, como hombre honesto buscaba la verdad, como sacerdote tenía ‘patris cordi’ (corazón de padre), como obispo apoyaba todo lo que construía Iglesia, como nuncio sabía abrir puertas de paz para los pueblos; como limosnero más que administrar recursos, vivía la caridad como justicia… su lema episcopal ‘GRATIA PER IUSTITIAM’.
Era de ojos limpios, de mirada larga, de mano fuerte, de oído atento, de gratitud pronta, de respetos hondos, de lealtad fiel, de rezo cayado, de amistades sólidas, de esperanza evangélica… Era un obispo bueno, porque era un hombre bueno.
Su familia, su Iglesia madre de León, tantas Comunidades Religiosas, tantos amigos de la Curia, la Secretaría de Estado, la Limosnería Pontificia, las Nunciaturas… la colonia española en Roma; hoy hemos despedido a un hombre y sacerdote, un padre y obispo, un amigo y maestro, un embajador fino y excelente nuncio, a un buen trabajador y mejor colaborador del Papa, Monseñor Don Félix, ‘el bueno’.
"Durante su larga vida, rica de encuentros y experiencias, conoció a personas de todos los ámbitos y de culturas tan diferentes entre sí, dando testimonio de amabilidad, comprensión y paciencia en sus relaciones con el prójimo, tratando de señalar – siguiendo la mejor tradición de la diplomacia papal – la verdad y el auténtico bien de las personas con la respetuosa delicadeza que brota de la caridad…
Monseñor del Blanco deja un importante legado espiritual: el testimonio de la total pertenencia a Cristo, que se tradujo en la búsqueda constante del Reino de Dios por encima de todo, en el cumplimiento fiel de su propio deber, y con el ejemplo de una inquebrantable confianza en Dios en cualquier circunstancia de su vida, incluso en el momento del sufrimiento y de la enfermedad” [1]
Pertenecer a Cristo fue su vocación y la Iglesia fue su amor. Cristo y la Iglesia, fueron su gozo y su esperanza. Ahora Cristo es su Pascua eterna en la Iglesia de los cielos. Allí llama sin más cartas credenciales que la paz sembrada en los pueblos y en las gentes de África, sin más valijas diplomáticas que las gracias aprendidas al repartir la caridad del Papa, sin más embajadas que abrazar a Cristo, nuestra Pascua… ‘No temas hermano, Cristo murió por ti, y en su resurrección fuiste salvado.’
Que María, la Virgen del Camino, empuje las puertas del Reino para que entre este embajador del Papa, mensajero del Evangelio, obrero de la Iglesia, amigo de los pobres.
Gracias Señor que nos has dado tan buen pastor y amigo, Don Félix, un buen hombre, ‘un obispo bueno’.
‘Descanse en paz y brille para él la luz perpetua. Amén.’
[1] Homilía de S. E. Cardenal Parolin, Secretario de Estado de Su Santidad, en la S. Misa Funeral de Mons. Félix del Banco Prieto, Arzobispo, Ciudad del Vaticano, 15 de abril 2021.