" Una Religión clerical sin clérigos terminará en nada, ¡Dios no lo quiera!" El Sínodo que continúa: e la nave va (II)
"En octubre de 2024 parece que la “cosa” ya estaba más controlada, pues había un tipo de certeza de que todo acabaría sin que se rebosaran los cauces con riesgos de catástrofes"
"Lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”: Esto último, escrito destacado, me parece trascendente y de consecuencias acaso no previstas
"¿En qué quedamos? Recuerdo que según el vigente Código de Derecho canónico, el diaconado, es uno de los tres órdenes del Sacramento del Orden"
"¿En qué quedamos? Recuerdo que según el vigente Código de Derecho canónico, el diaconado, es uno de los tres órdenes del Sacramento del Orden"
Monseñor Ambongo Besungu, cardenal-arzobispo de Kinshasa, destacó como diferencia fundamental entre la Primera sesión (octubre 2023) y la Segunda sesión (octubre 2024), ambas de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que la Primera fue más habladora y discutidora acerca de todo, con muchos debates; por el contrario, en la Segunda sesión, apenas hubo discusiones o debates, habiendo más consensos, estando todos y todas sosegados y menos inquietos. Sería interesante analizar los documentos de una y otra sesión, para observar en ellos la diferencia apuntada por el purpurado centroafricano.
Esos documentos son la llamada Relación de Síntesis, de la Primera sesión, que, como se dice en la misma, no es un documento final, sino un instrumento al servicio del discernimiento que deberá continuar todavía, en la siguiente sesión, y el llamado Documento final, de la Segunda sesión (octubre 2024). Además, están las llamadas herramientas de trabajo para las dos fases en las que se dividió la fase asamblearia del proceso sinodal”. La Primera sesión de la Asamblea tuvo una herramienta o Instrumentum laboris, muy interesante y que ya analicé aquí mismo, en Religión Digital. La Segunda sesión tuvo otro Instrumentum laboris, muy diferente al anterior, más aburrido. Por la forma y contenido de uno y otro, parecen hacerse patentes las diferencias apuntadas por Monseñor Ambongo.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Además, los “tiempos” de octubre de 2023 eran diferentes a los de 2024: mucha agitación entonces y peligros advertidos ante planteamientos doctrinales por episcopados del Norte de Europa, siempre muy sensibles a lo de siempre: a la Reforma y a las reformas y con lo del sacerdocio femenino. En octubre de 2024 parece que la “cosa” ya estaba más controlada, pues había un tipo de certeza de que todo acabaría sin que se rebosaran los cauces con riesgos de catástrofes. Es como si los “sinodales”, obispos y los otros y otras, ya estuviesen un tanto fatigados. Tanto en 2023 como en 2024, la posición de las mujeres en la Iglesia creó inquietudes, aunque de diferente manera.
El Instrumentum laboris de la Primera sesión, llevó a la Sección B.2 “Corresponsables de la Misión” las interrogaciones sobre el reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de las mujeres. Se reconoció con valentía que “de manera sustancial unánime todas las Asambleas continentales piden que se preste atención a la experiencia, la condición y el papel de las mujeres” y que “todas las Asambleas continentales piden que se aborde la cuestión de la participación de las mujeres en el gobierno, toma de decisiones, la misión y ministerios a todos los niveles de la Iglesia”. Preguntas y declaraciones para contestación y pronunciamiento en la primera sesión.
Después de la Primera sesión, en la Relación de Síntesis, en el número 9 de la parte II de la misma se escribe: “El proceso sinodal muestra que hay necesidad de renovación de las relaciones y cambios estructurales”. Se añade que, con urgencia, hay que garantizar que las mujeres puedan participar en los procesos de decisión y asumir roles de responsabilidad en la pastoral y en el ministerio; se manda que siga adelante la investigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado, añadiendo: "Si es posible -añade- los resultados deberían presentarse en la PRÓXIMA SESIÓN DEL DE LA ASAMBLEA”.
Eso no ocurrió. Y aparece una letra, la r) en la que se propone que las mujeres “adecuadamente preparadas” (lo entrecomillado sobra), puedan ser jueces en todos los procesos canónicos.
Llegamos a octubre de 2024, con el Instrumentum laboris, previo a esta segunda sesión, que tiene una Introducción y 112 números. En el número 13 se habla de una “reciprocidad relacional dinámica” en el seno de la Iglesia entre hombres y mujeres. Señala el papel de las mujeres en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, fijándose en tres letras a), b) y c) las denominadas “guías para el discernimiento”; se reconoce que Dios eligió a algunas mujeres para que fueran las primeras en ser testigos y anunciar la resurrección, y se propone un cambio de mentalidad y que se descubran posibilidades que a menudo no se utilizan. En el número 57 se requiere una atención a la promoción de la participación de las mujeres en los programas de formación, junto a seminaristas, sacerdotes, religiosos y laicos.
Y finalmente, llegamos al final de la Asamblea sinodal (segunda fase del Sínodo), al llamado “Documento final”, que consta de 154 números, aprobado el sábado 26 de octubre de 2024 por la Asamblea, número a número, con el quórum cualificado que dijimos en la parte anterior. Ahora interesa especialmente el número 60. Después de referirse al Bautismo, Sacramento de la igualdad entre los hombres y las mujeres, y después de reconocer que “La Escritura atestigua el papel destacado de muchas mujeres en la historia de la Salvación”, se señalan excelencias protagonizadas por las mujeres en la vida de la Iglesia, y se indica, de manera contundente que “no hay nada en las que impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: Lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”. Esto último, escrito destacado, me parece trascendente y de consecuencias acaso no previstas.
No obstante ello, se concluye con un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer. Y se concluye que sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado.
Pregunto: ¿En qué quedamos? Recuerdo que según el vigente Código de Derecho canónico, el diaconado, es uno de los tres órdenes del Sacramento del Orden. En la actualidad, por mandato del canon 1024 del mismo Código, sólo el varón bautizado puede recibir válidamente la sagrada ordenación.
Y volviendo al Instrumentum laboris de la Segunda sesión, ha de tenerse en cuenta lo que se dice en el número 17: “Mientras que algunas Iglesias locales piden la admisión de las mujeres al ministerio diaconal, otras reiteran su oposición. Sobre esta cuestión, que no será objeto de los trabajos de la Segunda sesión, es bueno que continúe la reflexión teológica…”. Se comprende el clima de mayor tranquilidad en la Segunda y que a alguno se le quitara el hipo, enfermedad mortal de papas (Pío XII).
En el artículo anterior escribí del exitoso fenómeno del feminismo y de su incidencia en la Iglesia. Un femenino dividido entre un feminismo más conservador y otro más o muy radical; es decir, entre un feminismo progresista y otro regresivo, allí llamado por las progresistas. Pienso en la “no binaria” (ni hombre ni mujer), así inscrita en el Registro de California y allí profesora en la Universidad de Berkeley, Judith Butler, autora de la teoría queer, que como escribe Darío Villanueva en su libro El atropello a la razón (Planeta 2004), “representa el maridaje entre la impronta francesa de Michel Foucault y la lingüística americana de la performatividad”. Y Judith Butler, judía, es muy influyente, con protagonismo continuo en los medios de comunicación (entrevistas a doble y triple página en el diario El País los días 1 de mayo de 2022 y 5 de mayo 2024). Y para saber sobre combates entre feminismos se puede leer a Alice Schwarzer, también en El País, el pasado domingo, 3 de noviembre.
Y si escribo sobre Judith Butler es porque en su último libro ¿Quién teme al género?, cuya primera edición (en Paidos) es de mayo de este mismo año, es porque en la Introducción (Ideología de género y miedo a la destrucción), así como en el “capítulo 2 (El punto de vista del Vaticano) formula críticas muy duras contra la Iglesia y los papas Benedicto XVI y Francisco, por varias razones. También por la consideración eclesiástica de la complementariedad entre hombres y mujeres y porque rechaza que el género pueda disociarse del sexo biológico, avivando el privilegio masculino. Sobre el papa Francisco escribe: “Aunque en círculos progresistas se le suele considerar más progresista que Ratzinger, el papa actual ha amplificado la retórica de Ratzinger, comparando el poder destructivo del género con el nazismo y la guerra nuclear” (página 93).
Con ocasión de la reciente presentación, el 29 de octubre de 2024, del “Primer Informe anual sobre abusos y protección de menores en toda la Iglesia”, elaborado por la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, es interesante señalar que en el libro de Judith Butler hay frases muy duras contra el fenómeno de la pederastia en la Iglesia, que trató de descalificar, de raíz, la teoría del género de Butler. Utiliza ésta en defensa de su teoría el fenómeno anterior.
Me interesan las opiniones de los clérigos cuando hablan o escriben sobre el papel de la mujer en la Iglesia. Lo de denunciar, primero el “carrerismo clerical”, al que se refirió Benedicto XVI y luego el clericalismo en los actuales tiempos del Papa Francisco. Naturalmente, que me parece bien (lo mismo que criticar el machismo en alocuciones papales y textos vaticanos), pero siempre que se haga con cuidado, pues la católica es una Religión clerical, de clérigos, a diferencia de otras religiones, como el Judaísmo, que carece de clérigos, pues los rabinos, hombres y también mujeres, no son clérigos.
Es sabida la importancia de los Sacramentos en la vida y en el catecismo de la Iglesia católica; pues bien, en los Sacramentos, tal vez a excepción del Sacramento del Matrimonio, la presencia de clérigos es fundamental y constitutiva. Una Religión clerical sin clérigos terminará en nada, ¡Dios no lo quiera! De ahí las advertencias del jesuita, cardenal y arzobispo de Luxemburgo, Jean Claude Hollerich, también Relator del Sínodo, quien manifestó que la estructura sacramental de la Iglesia precisa de sacerdotes, asunto muy grave en estos tiempos de carencia de vocaciones sacerdotales.
El sacerdote y párroco de la Iglesia gijonesa de San Pedro, don Javier Gómez Cuesta, también monseñor, del que me dicen que en la Semana Santa se faja, o mejor y más ajustado, “se ciñe con faja” de tela de color rojo o morado, que son colores de mitrados, el 10 de febrero de este mismo año, publicó en el periódico La Nueva España, un artículo que tituló: Desmasculinizar la Iglesia, en el que se “aborda” lo que denomina “status” de la mujer en la responsabilidad y gobierno de la Iglesia, todo lo cual lo parece emparentarlo con una tesina de esas, las de sumar puntos.
Lo de la faja o fajín nunca lo vi, pues por esas fechas no rezo en Gijón, sino en Salamanca, dando vueltas por la plaza del Concilio de Trento, mirando los calcetines blancos de los frailes dominicos que por allí atraviesan. En otro tiempo, con frecuencia lo visito o telefoneo. Y por ser clérigo, con y por prudencia, lo calificaré de amigo. El artículo de don Javier Gómez Cuesta me gustó, estando muy bien recordar por él que en la considerada última reunión del Consejo de Cardenales, “apelada C9”, que no apaleada, se volvió a plantear el tema de “la dimensión femenina de la Iglesia” y que “la Iglesia es mujer, es esposa”.
El neologismo Desmasculinizar no me suena muy bien; me parece confuso, aunque por terminar en “ar” es verbo regular y de la primera conjugación como “amar” y virilizar”. Pero el cuidado ha de extremarse, pues desvirilizar es más complicado aún que desmasculinizar, ya de por sí muy complicado de deshacer. Si dolorosos son los infinitivos, muchísimo más son los demás modos, los verbales, especialmente los subjuntivos.
Si la Asamblea Ordinaria del último Sínodo de los Obispos fue la número XVI, las tres primeras ordinarias fueron las de los años 1967, 1971 y 1974, siendo la primera extraordinaria la de 1969. Con ocasión de la quinta Asamblea sinodal, en 1977, cuyo tema fue la catequización de los niños y los jóvenes de hoy, el sacerdote y periodista José Luis Martín Descalzo escribió un artículo en la revista ilustrada Blanco y Negro, en el año 1977, muy interesante sobre la historia y naturaleza sinodales, muy diferente a los conciliares. En el año 1977 se estaba aún lejos de la preocupación actual, teológica y eclesial sobre el papel de las mujeres en la Iglesia. En 1977, Martín Descalzo, acaso aburrido se preguntó: ¿Cómo será la fe del año 2000? Y escribo aburrido porque ese tipo de preguntas las suelen hacer los que bostezan mucho.
Y leyendo al cura y periodista toledano, comparo los ataques al papado y las graves crisis en tiempos montinianos (Pablo VI), sin duda más graves y peligrosas que las padecidas por el Papa Francisco en los comienzos y desarrollo del último proceso sinodal. Pablo VI el “papa de la depresión”, tal vez el único depresivo con razón. Y termino recordando el serial de artículos que bajo el título La crisis de la Iglesia romana, publicaron en Le Monde los periodistas Henri Fesquet (1 de enero de 1969) y Jacques Nobécourt (2 de enero de 1969).
Continuará.
Etiquetas