"Fue tradicional, incluso sangrienta, la historia de las disputas entre Teología y la Ciencia, que no se solventa ahora con citas de concordia" La denominada 'nota' del Vaticano sobre la inteligencia artificial y la humana (II)

"La IA, “la generativa”, con su pretensión de que la IA supere la humana, puede cuestionar de raíz la esencia del hombre y de la mujer, sus comportamientos y responsabilidades"
"Una cosa es la inteligencia humana, con un potencial creativo, derivado de nuestra inteligencia, trasunto de la divina, y otra la llamada artificial, que es una máquina, un instrumento o herramienta, producto de complicadas operaciones algebraicas"
Terminado el Discurso del Sumo Pontífice en el “Encuentro con los jóvenes del Triveneto o de las tres Venecias”, en la veneciana Plaza junto a la Basílica de la Salud, en una soleada mañana dominical, la del 28 de abril de 2024, escribí el artículo aquí publicado (Religión Digital), el 5 de mayo de 2024 que titulé: “¿Y los teólogos qué piensan de la inteligencia artificial? ¿Dios permanecerá absconditus?”. Lamenté -fue mi modesta opinión- que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en la importante Declaración “Dignitas infinita sobre la dignidad humana” (fechada el 2 de abril de 2024), no hiciera referencia a la inteligencia artificial; también lamenté que el Papa, en el Discurso a los jóvenes el 28 de abril, nada dijera sobre la IA.
Juzgué necesario un pronunciamiento escrito, papal y/o vaticano, teniendo en cuenta que la IA, principalmente la “generativa”, iba a plantear o estaba ya planteando cuestiones básicas sobre el concepto de ser humano (interesante a estos efectos el libro IA Generativa, coordinado por Pepe Cerezo (Digital Journay, octubre 2024). Ya, desde noviembre de 2022 (finales), se conocía la perfomance de la máquina Chat GPT (Chatbot), propiedad de la empresa norteamericana Open AI.

Después de aquel artículo, vendrían los acontecimientos indicados en la 1ª parte: el 14 de junio de 2024, el Santo Padre leería su Mensaje en la Summit del G7 “sobre los efectos de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad”; a los pocos meses, el 24 de octubre, se publicaría la Carta-Encíclica Dilexit nos, con referencia a la inteligencia artificial en el número 20. Finalmente está la “NOTA” conjunta de dos Dicasterios “sobre la inteligencia artificial y la inteligencia humana”, publicada el 28 de enero de este año, con los discutibles aspectos formales ya expresados (1ª Parte), que ahora se reiteran.
Señalo que, ciertamente, una “nota” puede ser un documentum, (de doceo.docere, que sirve para enseñar, instruir, mostrar, hacer ver, y diferente al monumentum (de moneo.monere, pero “Nota” que no resulta apropiada. A las notas se las llama “simples” y “marginales” en la muy formal legislación hipotecaria española.
IV.- Continuando con el fondo de la “NOTA”:
Es natural que en el número 1 del documento aparezcan las tres palabras esenciales: inteligencia artificial (saber científico y tecnológico), seres humanos y Dios (aquéllos a "imagen" de Éste), en lo que se contiene la esencia de la llamada antropología cristiana. Y es que la IA, “la generativa”, con su pretensión de que la IA supere la humana, puede cuestionar de raíz la esencia del hombre y de la mujer, sus comportamientos y responsabilidades. Juan Luis Ruíz de la Peña, en su libro Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental (Sal Terrae, 6ª Edición), escribe: “El cristianismo cree en un Dios salvador del hombre; tiene que ocuparse de éste, siendo la teología cristiana esencial e irrenunciablemente, antropo-logía”. Y añade: “La cuestión del hombre, cristianamente planteada, encubre y conlleva la cuestión de Dios”.
En su libro Antropología teológica, Maurizio Flick y Zoltan Alszeghy (Ediciones Síguemne, 2006) escriben: “La consideración teológica del hombre se extiende en cierto modo por toda la teología, constituyendo una de sus dimensiones trascendentales”, añadiendo líneas después: “Y por no poderse hablar del hombre sin referirse a Dios, la teología cristiana es siempre antropocéntrica”. Al concepto de hombre en la llamada antropología teológica o cristiana, habrá que volver más adelante (VII).

V.- Teología y Ciencia:
En el número 2 del documento se contiene una declaración importante, siendo reiteración de la Constitución Apostólica (Vaticano II) Gaudium et spes y del Catecismo de la Iglesia Católica: “La Iglesia promueve los progresos en la ciencia, en la tecnología, en las artes y en toda empresa humana, viéndolos como parte de la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible”.
--Fue tradicional, incluso sangrienta, la historia de las disputas entre Teología y la Ciencia, que no se solventa ahora con citas de concordia, tan favorables a lo religioso desde la ciencia, caso de Albert Einstein o de Georges Lemaître, sacerdote y científico ejemplar este último según el Papa Francisco (Discurso de Santo Padre a los participantes en el encuentro promovido por Specola Vaticana). “Ciencia y fe -dijo el Papa en ese Discurso- comparten la misma matriz: la verdad absoluta de Dios”.
--El asunto de esas relaciones es tan importante que merece su historia de capítulos de explicación en los tratados de Filosofía de la religión. Pienso en el reciente y buen Tratado de Filosofía de la religión de Manuel Fraijó (Editorial Trotta, 2022), y en el destacado libro de José Gómez Caffarena, fallecido en 2013, titulado El enigma y el Misterio. Una filosofía de la Religión (Editorial Trotta, 2007). En último lugar citaré al libro La filosofía de la Religión del autor Jean Grondin, Herder 2010.
Con la delicadeza que siempre caracterizó a Gómez Caffarena, en su importante libro escribe el jesuita sobre la progresiva erosión de la religión tradicional cristiana, afirmando, en la página 166: “Las ciencias positivas, y la imagen del mundo que abren, constituyen un factor decisivo de la crisis religiosa moderna erosión”. Es indudable que la Ciencia “eriza” y pone en tensión la Fe, habiendo fenómenos de otro tipo, también en la Modernidad y Postmodernidad, con los cuales la Iglesia se siente muy cómoda, caso del fenómeno del nacionalismo, según Reyes Mate, que escribió: “Prueba de ello es el lema esculpido en la fachada del Monasterio de Montserrat -Catalunya será cristiana o no será- una ocurrencia del obispo José Tomas y Bages, ideólogo del nacionalismo catalán. Ahora la Iglesia se tranquiliza remitiendo a Dios (“dones de Dios”) las habilidades y creatividades científicas y tecnológicas de la racionalidad, propiedad de los humanos.

--Sobre la contemporaneidad de la cuestión entre Teología y Ciencia, y para su conocimiento, es necesario ir a los discursos y mensajes de los papas, así como a sus encíclicas. Los discursos y mensajes de San Juan Pablo II, así como la Encíclica Fides et ratio (1998); los discursos y mensajes de Benedicto XVI, reiterativos en la complementariedad entre Fe y Ciencia, así como “su” Encíclica Lumen Fidei (junio de 2013), redactada por Benedicto XVI y firmada por el papa Francisco (por lo que se considera encíclica, no de Benedicto XVI, sino de Francisco; y finalmente, los discursos y mensajes del Papa Francisco, así como la Encíclica Laudato Sí, proponiendo un diálogo entre Religión y Ciencia acerca de la salvaguardia de la creación y del desarrollo sostenible.
VI.- Destinatarios de la “Nota”:
No en todos los documentos vaticanos y/o pontificios se designan los destinatarios. Eso ocurre en el número 5 de la “Nota” que, por su importancia, transcribo a continuación: “Exhorta a cuantos tienen el encargo de transmitir la fe (padres, enseñantes, pastores y obispos) a dedicarse con cuidado y atención a esta cuestión urgente. Si bien está dirigido especialmente a ellos, el presente documento está pensado para ser accesible a un público más amplio, es decir, a aquellos que comparten la exigencia de un desarrollo científico y tecnológico que esté al servicio de la persona y del bien común”.
Tales destinatarios, tan importantes para la Iglesia, y sobre un objeto tan trascendente (“la cuestión –según David Sanz- de si una máquina puede pensar, dejó de ser un mero ejercicio filosófico para convertirse en un desafío científico y tecnológico”), exigirá precisión en la redacción y en la traducción documentales. Además de una lógica que facilite su comprensión, lo cual se consigue con la separación de las llamadas cuestiones o ámbitos, lo antropológico y lo ético (números 3 y 5), y división del contenido que, inexplicablemente, no se lleva al título.
VII.- Lo antropológico cristiano:
En la tercera edición del Diccionario de Teología Fundamental, la voz Antropología cristiana está redactada por L.L. Ladaria, que la comienza trasladando lo que está escrito sobre la naturaleza de la Revelación en el número 2 de la Constitución Dogmática (Vaticano II) sobre la Divina Revelación (Dios se da a conocer mediante Cristo para que los hombres tengan acceso al Padre), y siendo el hombre creado a imagen de Dios, según el Antiguo y el Nuevo Testamento, con remisión ahora al número 12 de la Constitución Pastoral (Vaticano II) Gaudium et Spes.

Y se añade: “La antropología cristiana afirma que no hay más que una perfección del hombre: la plena conformación con Jesús que es el hombre perfecto, que significa la participación en su filiación divina”, analizando la unidad del ser humano en la pluralidad de sus dimensiones: condición corporal, que es también “psique”, vida, alma, sujeto de sentimientos; no hay alma sin cuerpo ni cuerpo sin alma, también con referencia a GS número 14. Más adelante L.L. Ladaria afirmará que el pensamiento cristiano ha desarrollado la noción de “persona” para expresar el carácter del hombre que lo hace diferente de todos los seres que le rodean y que le confiere una dignidad y un valor en sí mismo (GS número 24).
Al interesante tema del “problema de la mente y de las relaciones mente-cuerpo, hago remisión al capítulo 4 del libro Antropología Filosófica de Carlos Beorlegui, editado por la Universidad Pontificia de Comillas en 2016, prestando especial atención al denominado “funcionalismo del siglo XX y la inteligencia artificial” (páginas 249 y siguientes)
Esos conceptos fundamentales sobre la antropología cristiana o concepto del hombre están muy presentes en la “Nota” que estamos comentando, especialmente en su apartado III (La inteligencia en la tradición filosófica y teológica; en apartados como “Encarnación”, “Relacionalidad”, “Relación con la verdad”, “Custodia del mundo” y “Una comprensión integral de la inteligencia humana”). De ello se deduce el sentido funcional de la IA, de llevar a cabo tareas, pero no pensar.
Se dice en el número 29: ”Una correcta concepción de la inteligencia humana, no puede reducirse a una mera adquisición de hechos o capacidad de realizar determinadas tareas específicas, sino que implica la apertura de la persona a las cuestiones últimas de la vida y refleja una orientación hacia lo Verdadero y lo Bueno”. Una cosa es la inteligencia humana, con un potencial creativo, derivado de nuestra inteligencia, trasunto de la divina, y otra la llamada artificial, que es una máquina, un instrumento o herramienta, producto de complicadas operaciones algebraicas (“encadenamiento lógico de operaciones algebraicas”, que diría el Papa en la reunión del G7) y de la técnica ingenieril, cuyas decisiones se basan en acumulación de datos cuantitativos y con una lógica computacional, impulsada por algoritmos. Y todo ello, fabricado por el hombre mismo.
Y ¿por qué los norteamericanos, los “megas” del Silicon Valley, se empeñan en llamar inteligencia artificial a lo que son unas máquinas? La respuesta no puede ser otra que por causa del marketing y de la engañosa publicidad. ¿Qué vende más, llamar a las herramientas simplemente máquinas o denominarlas de inteligencia artificial? A más esperanzas que se creen en lo del post-humanismo y en lo del trans-humanismo, mucho mejor y más negocio. No es casual que a los propietarios de estos instrumentos se llame “mega-ricos”, pues el negocio es casi todo. La alternativa de los chinos, con un régimen de partido único, profundamente antidemócratas, es lamentable: no hay otra alternativa: o el iliberalismo de los norteamericanos o el comunismo de los chinos.

Y sobre el libre acceso, Ignacio Castro escribió: “Si algo de consumo se ofrece gratis es pertinente sospechar que el precio está en otro lado. Posiblemente el precio seas tú, la masa anímica y corporal de tu vida, tu privacidad, tu libre albedrío, tu capacidad de decisión independiente…”.
Escribe Paolo Benanti en el libro La era digital (Ediciones Encuentro 2024): “El valor y la singularidad del ser humano, su vida personal, se expresan con el enunciado dignidad humana”. Es curioso que partidarios de ciertas prácticas contrarias a la dignidad humana, caso de Norbert Hoerster y otros, afirmen que la dignidad humana tiene una asonancia natural con la tradición judeocristiana a desenmascarar.
En el número 8 de la “Nota”, sobre las modalidades de la IA, se comienza con el sistema de ”IA débil” (narrow AI) y se concluye con la “superinteligencia”, sobrepasando la capacidad intelectual humana, o contribuir a la superlongevidad gracias a los procesos de las biotecnologías. Parece más entendible, lo que ya en los manuales de Derecho digital se distingue entre:
La IA “débil” (o estrecha), que se centra en una tarea limitada, una aplicación específica. El ejemplo paradigmático sería el Deep Blue de IBM que únicamente juega al ajedrez. Superordenador de ajedrez que derrotó a Kasparov en 1997, sin realmente entender el juego o tener ninguna intuición real.
La IA “fuerte” (o profunda), capaz de razonar, representar el conocimiento, planificar, aprender, comunicarse en lenguaje natural o integrar todas estas habilidades hacia un objeto común. Aquí se podrían incluir los sistemas de IA Generativa.
La súper inteligencia: capacidad de razonamiento y resolución de problemas superior a la de cualquier ser humano. Sin distinción ya entre lo humano y la máquina.
VIII.- Papel de la ética para guiar el desarrollo y uso de la IA:
La otra parte del documento vaticano o “Nota”, sabiendo lo que es la inteligencia humana y la llamada artificial, es de carácter práctico, o de filosofía moral: sobre el uso de la IA, y responsabilidades morales en relación al uso de la IA por los católicos, para lo cual la Iglesia es competente. Como competente es el Estado para la determinación de las responsabilidades jurídicas a través de leyes especiales, incluyéndose la responsabilidad jurídica por el uso de la IA dentro de la categoría del denominado “Derecho de Daños”, como se incluyó en su día la responsabilidad por daños nucleares o por uso de materiales radiactivos, o la responsabilidad por uso de vehículo de motor.
Continuará.

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