Ya no bastan los “conocimientos teóricos”, sino que se necesitan “un método de trabajo y un estilo de vida” El Papa reforma la “escuela de Nuncios” para potenciar el ejercicio del "don del sacerdocio"

Se publicó el Quirógrafo con el que el Papa actualiza el itinerario de formación de la Pontificia Academia Eclesiástica, institución que forma a los diplomáticos de la Santa Sede
El objetivo es proveer a los jóvenes sacerdotes una formación completa y adecuada para la misión diplomática
La Academia, configurada como un Instituto de alta formación; otorgará títulos académicos y ofrecerá un curriculum formativo que integre competencias jurídicas, históricas, políticas, económicas y lingüísticas.
La Academia, configurada como un Instituto de alta formación; otorgará títulos académicos y ofrecerá un curriculum formativo que integre competencias jurídicas, históricas, políticas, económicas y lingüísticas.
(Vatican News).- Una formación “completa” y “adecuada” para desempeñar la misión diplomática en diversas naciones, para afrontar los desafíos de un mundo en constante cambio, especialmente en el campo tecnológico, para no perder, al frente del servicio en las Nunciaturas, el ministerio sacerdotal capaz de proximidad, de escucha, de testimonio, de diálogo.
Con un Quirógrafo titulado El Ministerio Petrino, firmado el 25 de marzo pero publicado hoy, 15 de abril, el papa Francisco actualiza el itinerario de formación de los estudiantes de la Pontificia Academia Eclesiástica, la forja diplomática de la Santa Sede – conocida también como la "escuela de los Nuncios" – que en más de 300 años "ha formado generaciones de sacerdotes que han puesto su vocación al servicio del oficio petrino, prestando servicio en las Representaciones Pontificias y en la Secretaría de Estado".
La reforma del Papa está pensada específicamente para los alumnos de la Academia, más aún que para la institución misma, y a través de pequeños cambios y ajustes pretende potenciar el ejercicio del "don del sacerdocio" para aquellos llamados al "servicio constante de llevar la cercanía del Papa a los pueblos y a las Iglesias". El objetivo, subraya un comunicado de prensa de la Santa Sede, "es proveer a los alumnos – jóvenes sacerdotes provenientes de diócesis del mundo entero – de una formación completa y adecuada para la misión que la Santa Sede les confiará”.
Un Instituto de alta formación académica
“El itinerario formativo trazado para los futuros Representantes Pontificios articula las competencias teóricas con un método de trabajo y un estilo de vida capaces de garantizar una comprensión profunda de las complejas dinámicas de las relaciones internacionales”, explica la nota de la Santa Sede. Y señala, entre las principales innovaciones del Quirógrafo, la constitución de la Academia como Instituto ad instar Facultatis para el estudio de las Ciencias Diplomáticas. En otras palabras, la Pontificia Academia Eclesiástica “se configura como un Instituto de alta formación académica en el campo de las Ciencias Diplomáticas”, según explica la nota de la Santa Sede. “Esta decisión forma parte de una visión más amplia de actualización y cualificación de los estudios eclesiásticos según los parámetros internacionales propios de la enseñanza superior”.

Con esta reforma, la Academia “conferirá los grados académicos de Segundo y Tercer Ciclo en Ciencias Diplomáticas”. También ofrecerá un curriculum formativo que integre competencias jurídicas, históricas, políticas, económicas y lingüísticas.
Disciplinas eclesiásticas y evangelización
Más específicamente, explica el documento papal, se procurará que “los programas de enseñanza tengan una estrecha conexión con las disciplinas eclesiásticas, con el método de trabajo de la Curia romana, con las necesidades de las Iglesias locales y, más ampliamente, con la obra de evangelización, la acción de la Iglesia y su relación con la cultura y la sociedad humana”. Según el Papa Francisco, se trata, de hecho, de elementos que son igualmente “constitutivos de la acción diplomática de la Sede Apostólica y de su capacidad de obrar, mediar, superar barreras y de esta manera desarrollar caminos concretos de diálogo y negociación para garantizar la paz, la libertad religiosa para todo creyente y el orden entre las naciones”.
«El ojo atento y lúcido del Sucesor de Pedro»
Ya en febrero de 2020, Francisco había intervenido en el proceso formativo de la Academia Eclesiástica estableciendo, a través de una carta, incluir en el currículo de los estudiantes "un año dedicado íntegramente al servicio misionero" en las Iglesias de Asia, África y América Latina. Una especie de “prácticas” para ampliar el conocimiento de las diferentes realidades eclesiales del mundo y desalentar cualquier carrerismo. En la misma línea, con el Quirógrafo Jorge Mario Bergoglio se inicia efectivamente una nueva temporada para quienes, como leemos, son «el ojo atento y lúcido del Sucesor de Pedro sobre la Iglesia y el mundo» incluso en los momentos en los que parece que «las sombras del mal han marcado cualquier acción con confusión y desconfianza».

Los diplomáticos pontificios «ejercen una acción pastoral que evidencia su espíritu sacerdotal, sus dotes humanas y sus capacidades profesionales», subraya el Papa. Paralelamente a esta acción se encuentra “la representación ante los poderes públicos” que “exige el respeto de las normas de derecho internacional que fundamentan la vida de la Comunidad de los pueblos”. Y «nuestra época pone de manifiesto cómo este servicio ya no se limita a aquellos países donde el anuncio de la salvación ha afianzado la presencia de la Iglesia», sino que se realiza también «en los territorios donde ésta es comunidad naciente» o «en las instancias internacionales» donde la Sede de Pedro «permanece atenta a los debates, evalúa sus contenidos» y «ofrece una lectura sobre los grandes temas que involucran el hoy y el futuro de la familia humana».
Una Iglesia cada vez más sinodal
No se trata, por tanto, sólo de proporcionar «una educación académica y científica con un nivel de alta calidad», sino de «tener cuidado de que su acción será eclesial, llamada a la necesaria confrontación con la realidad de nuestro mundo sobre todo en un tiempo, como el nuestro, caracterizado por rápidos, constantes y evidentes cambios en el campo de la ciencia y la tecnología».
Por lo tanto, ya no bastan los “conocimientos teóricos”, sino que se necesitan “un método de trabajo y un estilo de vida” que permitan comprender plenamente la dinámica de las relaciones internacionales y “hacerse apreciar en la interpretación de los logros y las dificultades que una Iglesia cada vez más sinodal debe afrontar”.
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