"Permanezco entre confuso y decepcionado, acaso no tanto como la teresiana Consuelo Vélez" El sínodo que continúa: e la nave va (I)
"A medida que leía el número 60, iba en aumento mi bienestar antes las cosas agradables y verdaderas sobre las mujeres"
"La propia Iglesia Católica, cuestionada por el escaso papel concedido tradicionalmente a las mujeres y con una discutible visión del sexo y de lo sexual, muy cercanos a lo pecaminoso"
"Lo femenino, ahora con justicia reivindicado y situado en lugares preferentes, plantea muchas cuestiones a la Institución-Iglesia"
"Lo femenino, ahora con justicia reivindicado y situado en lugares preferentes, plantea muchas cuestiones a la Institución-Iglesia"
La segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, para tratar el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, concluyó a finales de octubre de 2024, redactándose el llamado “Documento final”. La primera sesión concluyó a finales de octubre de 2023, con la redacción del documento “Informe de Síntesis”. Sínodo, Asamblea o proceso sinodal que fue y es, tal como se escribirá más adelante, un momento eclesial importante y con protagonismo de tres verbos: encontrar, escuchar y discernir (Homilía del Santo Padre en la Misa para la apertura del Sínodo el 10 de octubre de 2021).
Es preciso, desde este principio, destacar dos aspectos importantes:
A.-La importancia y la pluralidad documental, fundamentalmente los dos textos indicados, a los que deberá añadir el Instrumentum laboris para la Primera Sesión de la Asamblea sinodal, es destacable. Precisamente en este último texto, en el Prólogo, se escribe: “La finalidad del proceso sinodal no es producir documentos, sino abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia”, texto a su vez fue recogido de un documento de la Secretaría General del Sínodo (DEC).
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Pudiera ser que lo último entrecomillado esté en relación con los riesgos de formalismos e intelectualismos, peligros inherentes en la redacción documental; riesgos denunciados por el Papa en el Discurso papal en el “momento de reflexión para el inicio del proceso sinodal”, el 9 de octubre de 2021.
B.-El título dado al último documento de la Asamblea Sinodal (26 de octubre de 2024), el llamado “final”, es final de la Segunda Sesión del Sínodo, pero no del Sínodo en cuanto tal, que aún no ha terminado. En el Documento “final”, en su número 9 se escribe: “El proceso sinodal no termina con el final de la actual Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que incluye la fase de la implementación…Pedimos a todas las Iglesias locales que continúen su camino cotidiano con una metodología sinodal de consulta y discernimiento, identificando caminos concretos e itinerarios formativos para realizar una conversión sinodal tangible en las diversas realidades eclesiales”.
Además, ha de tenerse en cuenta que sustantivos tan sinodales como conversión, misión, camino y otros, son expresión de un dinamismo que no admite las palabras “fin o clausura”. Y queda naturalmente, el trabajo de las diversas comisiones, las cuales durante un tiempo, han de profundizar en ciertas materias sinodales, doctrinales y controvertidas, a petición del Papa.
C).-Es sabido que el llamado “Documento final” fue aprobado, número a número (total de 155) por una mayoría cualificada de dos tercios, siendo 356 el número de los asistentes al Sínodo (también Obispos) con derecho a voto. El canon 346(1) del Codex establece que los miembros del Sínodo de los Obispos son, en su mayor parte (quorum plerique sunt Episcopi), <Obispos.
El Papa aprobó aquel documento tal como fue redactado por la Asamblea General en la segunda sesión, asegurándose que el Vicario de Cristo no redactaría una Exhortación Apostólica, lo cual hizo pensar, equivocadamente, a muchos y a muchas en una novedad, otra más-del Papa Francisco. Mas no hay tal novedad, pues en el Sínodo Extraordinario de 1985, con ocasión del XXV Aniversario del Concilio Vaticano II, el Papa San Juan Pablo II aprobó directamente el documento final, sin Exhortación Apostólica posterior.
Hay pues un precedente, cuya singularidad hace discutible lo considerado por muchos de ser una Tradición. ¿Un precedente es ya Tradición?
D.- Me interesan los documentos que antes mencioné y también naturalmente las palabras del Papa Francisco acerca del Sínodo, pronunciadas en homilías y discursos. Es significativo que la Homilía de la Misa para la apertura del Sínodo, el Domingo 10 de octubre de 2021, y que la Homilía de clausura de la Asamblea General del Sínodo, el Domingo, 27 de octubre de 2024, sean predicación del Evangelio de san Marcos, explicando en la primera (2021): ”Hacer Sínodo significa caminar juntos en la misma dirección”, y explicando en la segunda (2024): “Vivir es ponerse en movimiento, en ruta” y ”Muchas cosas pueden ocurrir en el camino”.
Leí con interés el artículo publicado hace unos días en Religión Digital, por Consuelo Vélez, teóloga y teresiana del Padre Poveda. Lo por ella escrito, no lo repetiré, estando bastante de acuerdo con ello. Y pensando en la teresiana colombiana, recordé --permítaseme el desahogo acaso indiscreto--que enfrente de mi casa, en la calle Campomanes de Oviedo, estaba el Colegio palaciego y ajardinado de las “Teresianas señoritas”, que así se las llamaba.
Ese Colegio fue palacio del Marqués de La Rodriga, narrando en sus Memorias Sainz Rodríguez (don Pedro), experto en literatura mística, monárquico y ex ministro de Franco, que a las tertulias palaciegas acudía el militar africanista Francisco Franco, cuando estaba en Oviedo, después de cortejar a su novia Carmina Polo. Don Pedro dice que las palabras de Franco eran repetitivas y aburridas, tarareando marchas militares.
Curiosamente, los estudios de Primaria y la Primera Comunión no los hice en el Colegio de enfrente, el de las “Teresianas señoritas”, sino en el de más arriba, en la calle González Besada, en las , con tocas redondas como de santa, de hábito marrón, que no carmelitano y que no señoritas por ser monjas teresianas. Y nada que ver con las “teresitas de crema”, muy de los tiempos de Carnaval, siendo los actuales de difuntos más de “huesitos de santos y de santas”.
Los 155 números del llamado “Documento final”, así como la Introducción y las tres partes del “Informe de Síntesis”, junto a las detalladas explicaciones del Instrumentum laboris, son un corpus documental extraordinario sobre la situación de la Iglesia actual y de su misión. Son innumerables e importantes los temas susceptibles de analizar, discutir y discernir, que están en ese Documento.
De entre los muchos e innumerables termas de interés, selecciono dos:
Parte Primera:
Artículo 60 del “Documento final” y número 9 del “Informe de Síntesis (“Las mujeres en la vida y en la misión de la Iglesia).
Parte Segunda:
Número 17 de la tercera parte “Misioneros en el ambiente digital”, en el Documento “Informe de Síntesis”.
PARTE PRIMERA
En el artículo que aquí publique el 8 de abril de 2021, titulado de manera acaso provocativa El miedo al sexo, recogiendo al principio una frase del escritor Martín Garzo, sacada de su libro Elogia de la fragilidad (“Nadie es dueño de su cuerpo en el mundo de los centauros”), escribí: “No es casual que la revolución del siglo XX, a continuación en el XXI, fuese la de las mujeres, con un nuevo discurso sobre lo femenino”.
Por eso, y en los mejores tratados de Ciencia Política, norteamericanos o europeos, hay ya capítulos dedicados a la perspectiva y al movimiento feminista. Jenny Chapman en Theory and Methods in Political Science, escribe: “·La aparición del feminismo radical y del movimiento de liberación de la mujer a finales de los sesenta y principios de los setenta tuvo una profunda influencia en la forma de definir la política de los politólogos, así como efectos más imprecisos en los valores culturales del mundo occidental”.
La imprecisión referida se ha de entender también leyendo textos importantes, como son, sin duda, los del Concilio Vaticano II, celebrado en un tiempo, años sesenta, que son los del inicio o comienzo radicales y revolucionarios de los llamados derechos de las mujeres. Pocas cuentas sobre ello habrá, pues, que pedir al Vaticano II, muy novedoso, indiscutiblemente, en otras cuestiones humanas y teológicas.
Y un Concilio, el Vaticano II, al que el “Sínodo de la Sinodalidad hace la siguiente remisión: “Todo el camino sinodal, enraizado en la Tradición de la Iglesia, se ha desarrollado a la luz del magisterio conciliar. El Concilio Vaticano II ha sido, de hecho, como una semilla sembrada en el campo del mundo y de la Iglesia” (Número 5 del Documento final).
La importancia del movimiento feminista, con reivindicación de lo femenino en todos los ámbitos, desde los años sesenta, los iniciales, hasta ahora mismo, ha ido, en dinámica creciente, afectando a instituciones y personas consideradas estables, que han pasado por inestabilidades e imprecisiones críticas por causa de lo femenino. Es curioso que los derechos ahora indiscutibles de las mujeres hayan ido acompañados de un cuestionamiento de la virilidad de los varones (valga la repetición). Los hombres nos enteramos al fin que lo de “reyes de la creación” es una mentira, patrocinada, curiosamente, por las “mujeres-mamás”.
Y una de aquellas instituciones es la propia Iglesia Católica, cuestionada por el escaso papel concedido tradicionalmente a las mujeres y con una discutible visión del sexo y de lo sexual, muy cercanos a lo pecaminoso. La crisis, por la falta o abandono de los hombres en puestos de preeminencia tradicional eclesiástica, puede facilitar el llamamiento a mujeres, por aquello de “hacer de la necesidad una virtud”.
En cualquier caso, lo femenino, ahora con justicia reivindicado y situado en lugares preferentes, plantea muchas cuestiones a la Institución-Iglesia. Es verdad que un cierto escondite de lo femenino y de lo sexual, parece que fue común en los tres principales monoteísmos: en el Judaísmo, en el Islam y en el Cristianismo; es como si las arenas del desierto y sus vientos portaran lo misógino. Eso fue en tiempos ya pasados para el Judaísmo y el Cristianismo, quedando atrás, como siempre, el Islam.
Y si hay muchos ejemplos en la Iglesia Católica de discriminación entre los sexos, también, por el contrario, hay ejemplo de una igualdad absoluta entre varones y hembras, por ejemplo y entre otras, en la cuestión principal y sacramental del Bautismo (Sacramento sinodal y de la igualdad de hombres y mujeres) y del Matrimonio (consensualidad de hombres y mujeres). En cualquier caso, la Iglesia Católica está tardando mucho en ciertas materias relacionadas con lo femenino.
André Frossard, de la Academia francesa y confidente de Papas escribió: “Las gentes inteligentes son las que cambian de opinión antes que los otros”. Es indudable que en la Iglesia Católica hay muchas gentes inteligentes, pero siendo ELLA preferida por ser más santa que inteligente, --pecados graves no son descartables--. Por ahí anda, entre lo santo y pecaminoso, el retraso o el cambio de opinión después, mucho después que los demás. Un francés, periodista, psicoanalista y sacerdote. Daniel Duigou, dijo que sentó a la Iglesia en el “diván”, escribiendo después un libro que tituló: “L´Église sur le divan”. Sobre todo esto habrá que preguntar al Espíritu Santo., única manera de salir de dudas.
Y en el “Documento final” de la segunda sesión de la Asamblea General y Ordinaria del “caminar juntos”, del Sínodo de los Obispos para la sinodalidad, en el número 60, también en otros números, por ejemplo, los números 50 y 52, se escribe de hombres y mujeres; números incluidos en la parte II, titulada a la náutica manera: “En el barco, juntos”.
A medida que leía el número 60, iba en aumento mi bienestar antes las cosas agradables y verdaderas sobre las mujeres. Copio lo siguiente: “No hay nada en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: Lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”. Mi decepción fue inmediata al leer a continuación: “También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal. Es necesario un mayor discernimiento a este respecto”.
Resulta que después de tanto dicho y tan bien escrito sobre las mujeres, hay que seguir con lo del discernimiento.
Después de esa lectura y con un final en suspenso, permanezco entre confuso y decepcionado, acaso no tanto como la teresiana Consuelo Vélez.
Continuará.
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