Dignitas Infinita: toma y daca (III) "Y los teólogos ¿qué piensan de la I.A? ¿Dios permanecerá absconditus?"
Jonathan Haidt: “Las redes sociales son más adictivas que el tabaco y la heroína, porque son impuestas socialmente”
"Y los teólogos ¿qué piensan de la I.A? ¿Les pasará lo mismo que a los filósofos? ¿Dios permanecerá absconditus? ¿Los pastores nada tendrán que decir?"
"Es normal que una religión, como todas las del llamado Libro, que comienza con los relatos de Adán y Eva, creados así, en su diversidad, por Dios a su imagen y semejanza, rechace de raíz una teoría que considera la diferencia entre el hombre y la mujer como una invención social"
"¡Sólo faltaría que el Dicasterio para la Doctrina de la fe, cuyo Prefecto es Víctor Manuel, Cardenal Fernández, nos planteara problemas morales trágicos!"
"Es normal que una religión, como todas las del llamado Libro, que comienza con los relatos de Adán y Eva, creados así, en su diversidad, por Dios a su imagen y semejanza, rechace de raíz una teoría que considera la diferencia entre el hombre y la mujer como una invención social"
"¡Sólo faltaría que el Dicasterio para la Doctrina de la fe, cuyo Prefecto es Víctor Manuel, Cardenal Fernández, nos planteara problemas morales trágicos!"
I.- Volviendo hacia atrás:
A escasos meses de la polémica Fiducia Supplicans, sobre el sentido pastoral de las bendiciones, el Dicasterio del que es Prefecto el Eminentísimo cardenal Fernández, hizo pública otra Declaración, también firmada por el Papa, Dignitas Infinita, sobre la dignidad humana. Menos “guerrera” resultó esta última que la anterior, y no porque la dignidad humana sea de menos controversia que las bendiciones. Sorpresas que depara lo eclesiástico manejando la Teología.
Es asombroso en estos tiempos, aquí, en la sociedad europea y no sólo en la alemana --en los países emergentes los problemas son otros-- de tanta indiferencia y desprecio a lo relacionado con la “Institución-Iglesia”, considerada efecto del pasado y con rechazo a obedecer a la superestructura centralizada que es la Curia romana, es asombroso -repito- que nos estemos lamentando, de que un documento salido de esa Curia, parezca incompleto y deficiente.
Y es que, en verdad, a algunos católicos, no muy radicales, sí que nos importa, pues no somos de los indiferentes y ajenos, y, además, escribiendo en un periódico digital, de confesión católica, como es éste. Y yo hasta me olvido de la parábola de los talentos, también aplicable a la Iglesia, según escribiera el sacerdote francés, Daniel Duigou, autor en el año 2009, de L´Eglise sur le divan (Editorial Bayard). Se preguntó también el psicoanalista sacerdote mencionado, en relación a la parábola de Cristo sobre los talentos: ¿Qué hace la Iglesia? ¿Qué hacemos nosotros del tesoro que se nos ha confiado?
A los pocos minutos de haber enviado a la redacción de “Religión Digital” la 2ª Parte del artículo Dignitas Infinitas, el pasado jueves, 25 de abril, escuché el Discurso que, en el anfiteatro de La Sorbonne, en París, pronunció el presidente de la República francesa, Macron, "Sur L´Europe”. En ese discurso, el presidente manifestó el deseo de que la mayoría de edad numérica se establezca a los quince años, pidiendo que las grandes plataformas digitales, instrumentos principales de las redes sociales, utilizadas por preadolescentes y adolescentes, se moderen en beneficio de éstos, “revitalizando el espacio numérico”. Y todo ello en prevención de la pandemia de suicidios, a los referidos en el final de la 2ª Parte, y sobre lo que calla la Declaración vaticana.
El domingo siguiente, 28 de abril, Jonathan Haidt, psicólogo social, profesor en una Universidad USA, desde un periódico español, a la pregunta de si el magnate Zuckerberg protege a sus hijos de sus propias plataformas digitales, respondió: “La mayoría de los grandes ejecutivos de esas tecnologías digitales mantienen a sus hijos alejadas de ellas. Suelen llevarlos a colegios tipo Waldorf, donde no se permite el uso de teléfono ni de ordenadores”. Y más adelante, aseguró: “Las redes sociales son más adictivas que el tabaco y la heroína, porque son impuestas socialmente”. Esto dicho coincidió con lo escrito por Raphaël Gaillard en su libro, L´homme augmenté, que tanto comentamos.
Y sobre eso, que ocupa y preocupa a tantos católicos, tan relacionado, como ocurre con todas las adicciones, con la dignidad, en la Declaración del Dicasterio del cardenal Fernández, nada se escribe. Y el mismo Santo Padre, a los jóvenes del Triveneto el domingo 28 de abril, sobre eso en concreto, apenas dijo; y nada sobre la pandemia de suicidios de preadolescentes y adolescentes, horror también de padres. Habló el Papa de la belleza creadora y mencionó, de pasada, eso tan de jóvenes que es “lo digital compulsivo”.
Pudiera ser --no lo sé-- que tales omisiones sean debidas a que las feroces luchas entre clérigos célibes y romanos obstruyan las vías y atasquen. Los problemas para monseñor Fernández deben ser muchos. Y no sigo por ahí, pues puedo equivocarme, a pesar de lo que me dicen monseñores de allí, siempre a base de intermediarios. Y lo del Consistorio para la creación de nuevos cardenales, ¿para cuándo?, que nervios hay muchos.
II.- La Inteligencia artificial (IA) y la dignidad: Filosofía y Teología:
Sabemos los daños a la dignidad humana de la realidad física, la única hasta ahora, e ignoramos esa nueva realidad que es la digital, y más en concreto, todo lo relacionado con la Inteligencia Artificial (IA), la cual, de manera acaso excesivamente simple, en el libro La cultura jurídica en la era digital (Aranzadi, 1ª Edición, 2022), se define: “Conjunto de componentes computacionales que buscan emular ciertas funciones que lleva a cabo el cerebro humano”. Datos y datos y “reglas preprogramas denominadas “algoritmos” según Pablo Bonorino, quien alerta: “” Las elecciones de los programadores son en gran medida subjetivas --y en muchas ocasiones misteriosas--, cuando esas pautas no son accesibles para quien utiliza el programa, esto es, cuando el algoritmo funciona como lo que se denomina una “caja negra””.
Daniel Dennett considera que las máquinas dotadas de IA son capaces de analizar una gran cantidad de datos sin comprenderlos. “Son –escribió-- máquinas eficaces, pero en el fondo estúpidas”. Concepción Gimeno Presa escribe de máquinas antropomórficas. Alabo y recomiendo la lectura del Dossier Vanguardia, número 90 Enero/Marzo 2024. Mientras esto escribo, me llega por mail, remitido por Marcial Pons, la noticia del libro Inteligencia artificial y derechos fundamentales, de Elisa Gutiérrez García, editado por Colex. Y los periódicos tratan de informar sobre la Inteligencia artificial: que si la IA será una ayuda para escribir “novelas de premio”, que si valdrá para seleccionar a los futuros universitarios, que si ya es usada para bombardear adecuadamente en Gaza.
Hay filósofos que, tal vez para “epatar” al personal, lo que es muy propio de filósofos tontos, cada día más frecuentes y solicitados, aseguran que la IA, para sus sofisticados razonamientos, no será aplicable, como ya lo está demostrando ese nuevo agente llamado ChatGPT con sus tres macro/ficheros de datos. Ese es el objeto del libro del que fuera fotogénico profesor de Filosofía, Raphaël Enthoven (L´esprit artificiel), listísimo, aunque no tanto como esa colega suya, Mazarine Pingeot, a la que tanto escondió su padre, François Mitterrand, pareciendo por ello más sobrenatural que natural.
Y los teólogos ¿qué piensan de la I.A? ¿Les pasará lo mismo que a los filósofos? ¿Dios permanecerá absconditus? ¿Los pastores nada tendrán que decir? El Dicasterio para la Doctrina de la Fe, por ahora y con la prudencia o imprudencia, según “el depende”, guarda silencio, que eso resulta después de leer Dignitas Infinita. Y escribiendo de Teología, del pensar, que es esencia de los teólogos, recuerdo las palabras de don Olegario González sobre la esencia teológica: “Realidad de Dios en relación con el mundo y realidad del mundo en relación con Dios”.
Juan Manuel de Prada cantó loas y misereres al libro Antropofobia. Inteligencia artificial y crueldad calculada de Ignacio Castro Rey (Editorial Pre-Textos), y en su artículo de 27 de abril último, escribe de Prada: “Este furioso impulso de aplastar la singularidad humana y crear una humanidad en serie es el motor secreto de .la inteligencia artificial”. Y en mismo Ignacio Castro Rey, en el Epílogo del libro escribe sobre el eugenismo digital, sobre el poshumanismo tecnológico, explícito de la IA, concluyendo: “Posiblemente ya es un error, que aumenta su influencia religiosa --error explicable por las urgencias de un presente que nos tiene a todos atrapados en la actualización- escribir sobre la inteligencia artificial generativa”.
Después de lo del libro y el artículo (Castro y de Prada), vuelvo a hacer las preguntas anteriores sobre los teólogos. E insisto: “Y lo del hombre, creado por Dios, ¿dónde queda, después de lo de la Inteligencia artificial? Resulta que el cerebro humano, la llamada “Estructura natural más compleja del universo, con miles de millones de neuronas” ha de ser superado y como sea.
Y aunque no soy marxista señalo que todo lo de la IA y lo de Meta IA, cuyo presidente ejecutivo es Mark Zuckerberg, también es por dinero, money, money, pues todo es made in USA. ¡Cuánto detesto y me asquean, por desvergonzadas, aquí y en USA, a esas empresas privadas que para mejor “forrarse” dicen que lo “suyo” es de interés público!
III.- La teoría de género:
Es adecuado decir, como hace la Declaración Dignitas infinita, que la llamada Teoría del Género es “extremadamente peligrosa”. Es normal que una religión, como todas las del llamado Libro, que comienza con los relatos de Adán y Eva, creados así, en su diversidad, por Dios a su imagen y semejanza, rechace de raíz una teoría que considera la diferencia entre el hombre y la mujer como una invención social. La diferencia sexual entre hombres y mujeres, según la teoría del género, se hace por la sociedad, siendo el cambio de sexo una de las consecuencias.
Y una “invención social”, dicen, para oprimir a la mujer por el hombre, a través del patriarcado. Y una construcción social amparada, según alegan unos, en textos cristianos muy manipulados y omitiendo otros. Me llama la atención que los analistas de los Gender Studies repitan que la Teoría del Género nació en Norteamérica hace treinta años, en los años 1990 del siglo XX. Y que omitan que su origen más remoto está aquí, en Europa, allá por el mayo francés de 1968 y con el aplauso y la propaganda de los “franceses de la deconstrucción”. Una amalgama o mezcla de personajes que van desde escritores pederastas, Gide y Matzneff, a filósofos como Foucault, personaje de sexualidad desorbitada, acaso loca y causa de muerte. En el verano del año 2014 se cumplieron 30 años de la muerte de Foucault y “un erudito a la violeta”, un violetero, escribió: “Ya no se puede pensar igual que antes de Foucault”.
Cuando leí lo escrito por Papini, en 1956, sobre André Gide, en La loggia dei busti, no lo entendí; ahora sí. Y escribió el toscano: “Así es André Gide, el hombre de las poluciones intelectuales abundantes, pero solitarias e infecundas”.
Para este escritor, que ahora ustedes están leyendo, educado en la excelencia de la cultura francesa, escribir lo anterior es triste, afectando a otros intelectuales, además de los tres señalados, como Lyotard, Derrida, Baudrillard y otros. Las iglesias cristianas, la ortodoxa y la católica, sobre ello callan. Hay un libro interesante sobre ello, de un teólogo cristiano-ortodoxo, Jean Claude Larchet. Y recuerdo a Ratzinger, que sólo una vez levantó el dedo acusador contra esos franceses. Y lo dejo aquí, guardando más detalles para otro artículo sobre ello, si procediese.
Es normal que Dignitas infinita arremeta contra la teoría del género, ratificando su propia teoría del sexo innato, de lo masculino y femenino. Y también es normal que pensadores católicos como Valentín Puig, autor de Dioses de época, reitere que “el sexo no es género”, y que el 12 de abril de 2021, teniendo entonces 72 años, confesara a Salvador Sostres, muy escaso de papolatría respecto al Papa Francisco, lo siguiente: “Intentar transformar la naturaleza humana siempre es un peligro y nos traerá problemas morales trágicos”.
Y Alemania aprobó la Ley de Autodeterminación de género, facilitándose el cambio de género y nombre en el registro Civil. Antes fue la Ley española 4/2023, de 28 de febrero.
¡Sólo faltaría que el Dicasterio para la Doctrina de la fe, cuyo Prefecto es Víctor Manuel, Cardenal Fernández, nos planteara problemas morales trágicos!
Continuará.
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