María, signo de la plenitud de los tiempos

4 Domingo de Adviento  – B  -    Lc 1,26-38   24 de diciembre de  2023

Monseñor Romero titula[1] su homilía : "María, signo de la plenitud de los tiempos".  Retomamos hoy dos pensamientos de su homilía.

En Lc1,28-29, dice: “María entabla un diálogo de aclaración, que no es rebeldía, sino que es el tomar conciencia de la tremenda responsabilidad que se le está ofreciendo: “¿cómo puede ser esto?”  Pero el ángel revela que en ese Cristo viene todo un pasado desde el secreto de los siglos eternos. “Es Dios quien te escoge”.

Quizá esta última frase sea una de las Buenas Nuevas (o Evangelio) más ignoradas.  ¿No debería estar en el corazón de cada predicación, en cada catequesis, en cada clase de religión, .....?  Como cristianos, como pastores, como religiosos, ¿tenemos todavía el valor (1) de tomar conciencia nosotros mismos, una y otra vez, de que Dios nos ha llamado, nos ha elegido?  Y (2) ¿también el valor de decir a la gente, una y otra vez, que Dios les ha elegido?   Por supuesto, estamos hablando del Dios de Jesús, Padre-Madre de todas las personas y no de algún diosito de bolsillo o de ídolos.

Hay tiempos de no saber, tiempos con nubes oscuras y amenazantes.  A veces tenemos que atravesar una fuerte tormenta o pensar que estamos a punto de perecer.  Incluso en esos momentos es tan importante recordar lo que leemos en Jn 15,16: "No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y les he encargado que sigan su camino y den fruto, fruto duradero."   Volvamos entonces la mirada al camino recorrido: ¿adónde nos ha llevado Él?  ¿Dónde hemos oído con más fuerza Su voz?   Entonces recordaremos también que no ha sido tan evidente.  Mons. Romero se refiere a la "conciencia que tiene María de la enorme responsabilidad que se le ofrece: ¿Cómo puede ser esto?".   Seguramente ha sido y es así también en nuestras vidas.   Tomar conciencia de que ser elegidos por Dios, que ser llamados por Jesús -Dios-entre-nosotros, significa descubrir al mismo tiempo que es una enorme responsabilidad. Queremos decir “Sí”, pero nos quedamos con la duda:  ¿cómo puede ser todo posible?  ¡Y sin embargo!   Seguimos nuestro camino. Nos hemos arriesgado por Él.  Y sabemos que en esa historia de salvación de Dios estamos con los hombres y las mujeres y vivimos, esperamos y trabajamos.  No estamos allí solos. Al mismo tiempo, es absolutamente necesario preguntarnos qué hemos cosechado. ¿Qué hay de los frutos duraderos que Dios espera de nosotros?  Lo que importa son los valores de Su Reino.  Cada uno según sus "dones", capacidades, habilidades (en medio de las limitaciones) para hacer brillar esa salvación de los caminos de Dios en nuestro sitio en la historia.  Seguro que podemos estar muy agradecidos. Como María que dice "Al Señor quiero servir: hágase en mí lo que has dicho".  María, la llena de gracia, la agradecida por su misión, que no deja de recordarnos: "Es Dios quien te elige".

Y eso puede convertirse también en nuestro testimonio, de palabra y de obra, en mensaje gozoso para los demás, para los que están en el camino, para aquellos con los que formamos familia, vivimos en comunidad, para los que tienen dificultades en la vida.  Y, sin embargo, ¡Dios te ha elegido para participar en su Reino!  Esa podría (¿debería?) ser al menos la palabra y el signo central en cada celebración sacramental: eres humano, estás llamado, puedes mirar al futuro, la gente cuenta contigo, no tienes que dudar, simplemente hazlo, puedes decidir..... y nosotros, que compartimos esa fe, iremos contigo, te apoyaremos e incluso cuando caigas te ayudaremos a levantarte. Incluso en medio de los tsunamis de la vida, iremos contigo.  Dios te ha elegido porque confía en ti. Sabe que tú, humano, puedes hacerlo.  Así que construyamos un hogar cálido para los demás, incluso para aquellos que han estado a la intemperie (durante mucho tiempo) o que se sienten fracasados.   Si podemos tomar conciencia de que Dios nos elige, entonces nos mantenemos fuertes juntos, podemos sostenernos unos a otros y, cuando sea necesario, soltarnos de nuevo.  Entonces podremos contar los unos con los otros: siempre puedes venir a mí, a nuestra casa.

Ésta es, en efecto, esa gran responsabilidad que experimentamos y que podemos asumir por y con los demás.  María es un gran ejemplo de ello: Tú me has elegido, yo me pongo a tu servicio, quiero ser tu mano, tu voz, tu corazón, tu..... 

En su homilía, Mons. Romero dedica mucha atención a la figura de María y a su significado para nosotros.     Nos recuerda con el Concilio que la Iglesia debe cuidar de no crear una falsa devoción mariana, y luego dice: "El único salvador es Dios, Jesucristo, pero María es el instrumento humano, la hija de Adán, la hija de Israel, encarnación de un pueblo, hermana de nuestra raza; pero que, por su santidad, pudo encarnar la vida divina de Dios en la historia. Por eso, el verdadero homenaje que un cristiano puede rendir a la Virgen es justo en la medida en que ella se esfuerza por encarnar la vida eterna de Dios en las vicisitudes de nuestra efímera historia".

En la tradición católica, María ha recibido mil nombres, mil títulos honoríficos, ... hasta el punto de ser muy irreal a veces.   En todos los países donde hay o ha habido influencia católica, suele haber diversas veneraciones marianas, peregrinaciones marianas, jornadas y congresos marianos, legión de María, y tantas devociones marianas privadas, ... Es curioso que monseñor Romero mencione un texto del Concilio que se refiere a los peligros de una falsa devoción mariana, es decir, donde se da a María un lugar más central en la salvación, en la fe, que al propio Jesús, el Señor.  Y en su comentario de hoy, se refiere a María como ejemplo para los cristianos: ella ha hecho lo que nosotros debemos hacer:  Encarnar la vida de Dios en la historia.  Para ello, ha dicho "sí".   Para ello, se puso enteramente al servicio de Dios sin comprenderlo todo.  Lo arriesgó todo.   Hablando desde su propia devoción a María, Mons. Romero dice que la verdadera devoción mariana y el "verdadero homenaje que un cristiano puede rendir a la Virgen es justo en la medida en que ella se esfuerza por encarnar la vida eterna de Dios en las vicisitudes de nuestra historia transitoria".  ¿Qué puede significar eso? ¿Cómo puede suceder?  ¿Cómo es posible? Éstas son también las mismas preguntas que se hizo María, relata el Evangelio nacido en la comunidad de Lucas.  

Tenemos que romper con los ídolos, los dioses de bolsillo, los falsos dioses. Hay muchos y siempre aparecen nuevos y quieren seducirnos.  Ofrecen la felicidad ideal, la verdad absoluta, lo mejor de lo mejor, el paraíso.  Una vez caminando con ellos nos ciegan y aturden, sólo para amordazarnos, porque sólo ellos dan sentido a la existencia, sólo a ellos se les puede jurar fidelidad,....   Desde ciertos líderes políticos, pasando por diferentes ideologías (partidistas) , dioses de la cultura, ídolos del deporte de élite, de la moda, de las redes sociales, ..... hay una gran variedad de estos ídolos.   Sólo si estamos dispuestos a romper con ellos y nos cuidamos de no caer en sus redes podremos abrirnos a "la vida eterna del Dios vivo" que se hizo hombre en Jesús de Nazaret.

Los que creen en Él, es decir, los que conscientemente responden positivamente a la elección de Dios, tienen por tanto la misma misión de participar en su Reino (justicia, libertad, solidaridad, fraternidad, igualdad, amor, misericordia,...).  Esa es la salvación divina encarnada en la historia humana, tan violenta. Ir a vivir esos valores y dejarlos pasar por la propia vida.   Que no tengamos control sobre las decisiones a escala nacional o mundial no es excusa para no hacerlo a pequeña(s) escala(s).   Ahí está la primera tarea: en la familia, en la comunidad, en el barrio, en el municipio o la ciudad, en el trabajo, en la escuela, con la gente de la periferia,....   Pero no hay que descuidar el otro plano: tirar juntos del carro con muchos... sí que vale la pena.  Levantarse contra la violencia, por el respeto de todos los derechos fundamentales para todas las personas, denunciar la destrucción de la tierra, participar en cadenas económicas alternativas, ... todo eso tiene que ver con esa encarnación de la vida divina en nuestra historia.   Podemos hacerlo junto con creyentes de otras religiones y no creyentes.  Como cristianos, podemos saber y sentirnos llevados y fortalecidos por nuestra misión divina y confiar así en la fidelidad de Dios hacia nosotros.

Preguntas para la reflexión y la acción personal y comunitaria

  1. ¿Qué nos dice el texto "Dios te ha elegido"? Qué ha significado en nuestras vidas como cristianos?
  2. Si María ha hecho lo que nosotros tenemos que hacer, ¿de qué estamos hablando? 2. ¿Qué opciones y qué caminos nos señala María?
  3. ¿Qué significa para ti que Dios te encargue encarnar el Evangelio en la historia humana de hoy? ¿Qué estamos haciendo?  ¿Qué más podemos hacer?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo IV – Ciclo B,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2007, p. 87 en 96

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