"Si fuéramos más humanos, seguro que nuestras iglesias no estarían tan vacías" Carlos del Valle: "La comunidad no tolera cuando el cura es mandón y pesetero"
"(Los curas jóvenes) se convierten en funcionarios de lo sagrado. Hay seminarios donde se imparte una espiritualidad más preocupada en sacralizar a los sacerdotes que en ponerlos al servicio de las comunidades que acompañan", dice Carlos del Valle en 'Trazando sensibilidad y evangelio'
"El peligro del clericalismo ya se detecta en jóvenes que comienzan encontrando seguridad en la sotana y otros arreos. Pueden comenzar con signos exteriores como síntoma de falta de humanidad, y terminan en funcionarios de lo sagrado"
"Los célibes por imposición vivimos con la amenaza de hacernos egoístas, narcisistas, ansiosos de aprobación y de liderazgo. Expertos en barrer hacia fuera"
"El poder y el dinero son las grandes tentaciones del clero. Por lo general la comunidad cristiana le perdona al sacerdote cualquier debilidad. Pero no tolera cuando el cura es mandón y pesetero"
"Los célibes por imposición vivimos con la amenaza de hacernos egoístas, narcisistas, ansiosos de aprobación y de liderazgo. Expertos en barrer hacia fuera"
"El poder y el dinero son las grandes tentaciones del clero. Por lo general la comunidad cristiana le perdona al sacerdote cualquier debilidad. Pero no tolera cuando el cura es mandón y pesetero"
Fraile verbita enamorado de la misión, Carlos del Valle (Benegiles, Zamora, 1948) vivió por y para la misión. Primero en Chile, durante 30 años. Después, en Roma, durante 10 años, formando a los jóvenes misioneros en una residencia de Propaganda Fide. Conjugando a la perfección teoría y práctica, su libro, 'Trenzando sensibilidad y evangelio' (Verbo Divino) destila autenticidad por todas partes.
Con una lluvia constante de frases rompedoras, que se clavan como alfileres en el alma, Carlos pretende "pasar de la cabeza al corazón, del ego al amor". Por eso, sostiene que las dos grandes tentaciones de los clérigos son el poder y el dinero. Y por eso advierte que "(los curas jóvenes) se convierten en funcionarios de lo sagrado. Hay seminarios donde se imparte una espiritualidad más preocupada en sacralizar a los sacerdotes que en ponerlos al servicio de las comunidades que acompañan".
"Somos misioneros si hacemos de nuestra vida un comentario al Evangelio", dice y añade: "El misionero no vende pan, es levadura en la masa humana, sal que se pierde dando sabor". Por eso, es partidario del celibato opcional, para evitar el clericalismo y "la amenaza de hacernos egoístas, narcisistas, ansiosos de aprobación y de liderazgo. Expertos en barrer hacia fuera". ¡Una gozada de libro, que recomiendo vivamente!
'Trenzando sensibilidad y evangelio', un libro escrito por un misionero: ¿Cuántos años de misionero? ¿Dónde? ¿Y ahora?
He pasado 30 años como misionero del Verbo Divino en Chile, haciendo un poco de todo, como integrante de circo pobre, solemos decir en Chile. Los últimos 10 años me ha tocado dirigir una residencia de jóvenes sacerdotes en Roma. Una institución de Propaganda Fide, con 180 sacerdotes, de unos 50 países, de África y Asia ante todo. Una plataforma rica en oportunidades de formación intercultural. Ahora estoy en Madrid, rumiando experiencias misioneras vividas, que trato de compartir con otros. Consciente de que “la vida era la luz de los hombres” (Jn 1, 4). Era y sigue siendo.
¿Qué pretendes con tu libro?
Pretendo evangelizar formando y formar evangelizando. Me entusiasma la misión y me preocupa. Llevo pegado a la piel el carisma misionero, que se me ha ido haciendo experiencia de vida. Hace dos años publiqué un libro sobre la Vida Consagrada en clave de misión. Ahora sale éste sobre la formación para la misión. Son reflexiones tatuadas en experiencias vividas. Es la mayor riqueza que tenemos los seres humanos para compartir con otros. Mejor no hablar de lo que no se sabe por experiencia.
Este libro esparce semillas de formación para la misión, llevando a crecer en sensibilidad evangélica. Afronto la formación de la sensibilidad en los jóvenes misioneros, no solo la formación de ideas. Un libro que va trenzando sensibilidad y evangelio, para que la formación sea consistente y responda a los desafíos de la realidad. Esos desafíos también los he ido descubriendo en el encuentro y relaciones con aquellos que por vocación deben responder más evangélicamente a su ser misionero. El gran desafío a la formación es pasar de la cabeza al corazón, para que se dé el paso del ego al amor. Quienes nos atrevemos a hablar de Dios tenemos que afrontar muchas incoherencias, y las afronto en el libro. Pero más que hablar de Dios, el libro ayuda a hablar desde Dios. Hay que formar una sensibilidad creyente, que posibilita ir descubriendo a Dios en la vida, en lo humano, para poder hablar desde Dios.
¿Por qué "en buena parte del clero joven hay clericalismo", como afirmas en tu libro? ¿Se preparan en los seminarios para ser meros 'funcionarios de lo sagrado', que viven del "poder, el dinero y el ritualismo"?
Hoy el clero joven es más clerical que hace algunas décadas. Aunque hay diferencia entre sacerdotes que provienen de países donde la Iglesia católica es una potencia y otros en cuyos países la Iglesia es minoría. Los primeros son más clericales.
La matriz del clericalismo está en acentuar el poder sagrado de los sacerdotes para impartir, en “representación de Cristo, cabeza de la Iglesia”, los sacramentos y gobernar las comunidades cristianas. Lo importante de su identidad es representar a Cristo, y actuar en la persona de Cristo-cabeza, con el “poder” (no la autoridad) del ordenado. Se concibe al sacerdocio ministerial desvinculado del sacerdocio bautismal. Eso es clericalismo, una sacralización poderosa del presbítero. Se olvida que el sacerdocio ministerial tiene sus raíces en el sacerdocio bautismal y está al servicio de los bautizados, como responsable de cuidar la comunión y misión en las comunidades. Así se convierten en funcionarios de lo sagrado. Hay seminarios donde se imparte una espiritualidad más preocupada en sacralizar a los sacerdotes que en ponerlos al servicio de las comunidades que acompañan. En el fondo está la raíz de la separación Iglesia-mundo. Los sacerdotes son formados en y desde esa separación.
¿Cuáles son las razones de la "anemia evangélica" que, a tu juicio, sufre la vida consagrada?
Me tocas una tecla débil, porque responde a mi apasionamiento. En Chile trabajé 20 años en la Conferencia de religiosos, y claro que me preocupa la vida religiosa. Digamos que para que la vida religiosa lo sea, debe ser más vida y menos encerrada en lo religioso. VC es seguir a Cristo, más que buscar la perfección o la santidad. Y Cristo se encarnó. La encarnación de Dios es humanización de Dios. Si para salvar al mundo, Dios se hace humano, ¿será que habrá otro camino para nosotros? Si fuéramos más humanos, seguro que nuestras iglesias no estarían tan vacías.
El gran problema de la VC siempre ha estado ligado a la desencarnación del Verbo. Se trata de “estar en el mundo sin ser del mundo”. Pero eso no es huida del mundo, es encarnación del Evangelio. Hay quienes piensan que por no ser de este mundo son del otro. Fe es vivir el Evangelio encarnándolo en la realidad de la vida. Es peligroso caer en espiritualismo, espiritualidad no encarnada, una espiritualidad no atenta a los acontecimientos históricos. Eso hace que la VC padezca anemia evangélica.
¿Son capaces los jóvenes de un compromiso vocacional de por vida?
Entre los jóvenes la capacidad de asumir compromisos a largo plazo o de por vida parece virtud pasada de moda. Pero puedo decir que cuando yo hice la profesión en la VC, más que vocación, tenía ilusión. La vocación es algo que he ido descubriendo y alimentando cada día, en la medida en que la he puesto en práctica viviendo abierto al misterio y sirviendo a los demás.
También en la misión hay jóvenes tocados por la cultura del subjetivismo como medida de todo, visto y valorado en función de uno mismo, la autorrealización. El yo antes que la entrega a los demás. Una hinchazón cancerosa de la subjetividad que llega a considerar los propios sentimientos como norma infalible.
Pero creo que los jóvenes también son un reflejo de nosotros, los adultos. Muchas veces ellos buscan experiencias y les ofrecemos doctrina; necesitan una comunidad viva y encuentran individuos que cumplen con prácticas religiosas; desean comunicación y les brindamos deberes. Me pregunto: ¿Qué buscan hoy los jóvenes cuando se acercan a la VC?: ¿una misión profética o solo una acción pastoral?, ¿capacitación profesional y seguridad personal?, ¿vida comunitaria y lugar de espiritualidad? ¿Los estamos invitando a vivir una aventura evangélica?, ¿los formamos para ser misioneros hoy?
¿Es posible contagiar el Evangelio sin vivir en él, de él y con él?
No, no es posible. La gente espera que le comuniquemos experiencia de Dios. Nuestra VC está en función de la misión. Para vivir en sociedad tenemos la economía, la política, la cultura, la ética, la religión. Misión es configurar todo eso desde el Evangelio. Comenzando por nosotros mismos: siendo solidarios, compasivos, humildes, servidores, sensibles al misterio, humanos: hombres y mujeres de Dios. La vida del misionero es como la llama ante el tabernáculo: recuerda la presencia de Jesús.
Misión es lo que soy y lo que hago desde Jesús y para bien de otras personas. Se necesita todo el árbol para hacer un fruto. Para evangelizar es necesario todo lo que soy. Mi vida es el único evangelio que lee la mayoría de la gente a mi alrededor. Somos misioneros si hacemos de nuestra vida un comentario al Evangelio. Hay tantas formas de transmitir Evangelio cuando vivimos evangélicamente. Si no llenamos de Evangelio los corazones de los jóvenes, será difícil mantener la vitalidad en la Iglesia.
¿A Algunos clérigos sólo les da seguridad la sotana, los arreos y las mitras?
Es peligrosa la relación entre personalidad débil y atracción del poder sacerdotal. Clérigos que se visten de manera que aparecen ante la gente como elegidos, selectos, distintos. Levantamos muros que nos aíslan a los de dentro de los de fuera. Ese dentro y fuera es físico, ideológico, cultural. Es elitismo clerical. El Papa dice que "lo que el Evangelio nos pide es ser pueblo de Dios, no élite de Dios". Por eso, objetivo en la formación es llegar a que el sacerdote se sienta a gusto y sienta gusto por ser pueblo.
Cuando en Chile se habla de los “uniformados” entendemos que se refiere a militares y policías. En Roma, a los “uniformados” habría que añadir los clérigos. El hábito clerical oculta tendencia a aparentar y destacar; es percibido como elemento de alejamiento y separación. La misión no espera que marquemos diferencias y separación en vestido, vivienda, horarios, costumbres y privilegios.
El peligro del clericalismo ya se detecta en jóvenes que comienzan encontrando seguridad en la sotana y otros arreos. Pueden comenzar con signos exteriores como síntoma de falta de humanidad, y terminan en funcionarios de lo sagrado. Eso es clericalismo, identificación de la persona con la función eclesial que desempeña.
¿No caen a menudo los clérigos en la tentación de tener la vida asegurada y resuelta?
Por supuesto, pertenecer a una institución poderosa como la Iglesia es un seguro de vida. Hay quienes se sienten muy a gusto perteneciendo a una congregación religiosa que en la vida les da más seguridad que una carrera universitaria.
Hay clérigos con escasez de personalidad que se refugian en el rol. Les da seguridad y prestigio. Es una máscara de la propia fragilidad no asumida. Se ve en jóvenes inseguros que encuentran seguridad en signos exteriores. Una sacralización por la identificación entre ministerio y ministro, entre rol y persona. De ahí el clericalismo que vive el ministerio como poder y dignidad, no como responsabilidad y servicio, cuidado de los demás, asumiendo a veces la intemperie. En la práctica, clericalismo implica deseo de encontrar identidad y adquirir autoridad y poder en el espacio de lo sagrado y lo litúrgico. Eso da seguridad, estando además bajo el alero de una institución poderosa como la Iglesia, aunque por ello haya que pagar el precio del celibato.
Algunos jóvenes buscan en la institución eclesial el escudo del cumplimiento, la coraza de la ley, el arma del rito. Pero misionero no es quien hace ritos y rezos, sino el testigo de la bondad de Dios amando y construyendo fraternidad. Si el rito construye fraternidad, vale; si no, además de magia puede ser vanidad.
¿El celibato opcional purificaría muchas motivaciones vocacionales?
Desde el Evangelio es más positivo actuar por opción libre que por imposición. Si regimos la vida por normas y leyes, no será tan fácil anunciar el Evangelio. En ese contexto tenemos que lidiar con incoherencias continuas. Y seguramente un celibato evangélicamente asumido purificaría muchas motivaciones vocacionales, optando por el servicio y cuidado de la comunidad cristiana. La espiritualidad de Jesús se muestra en cómo nos relacionamos con otros, no en cumplimiento de normas.
Sueño con una Iglesia de sacerdotes-misioneros libremente célibes por convicción, que aman su vocación, y aman según su vocación. Misioneros que viven su celibato como afecto a los privados de él, no afecto encerrado y exclusivo, dando testimonio de que la vida es valiosa cuando se regala al servicio de otros. Porque de hecho los célibes por imposición vivimos con la amenaza de hacernos egoístas, narcisistas, ansiosos de aprobación y de liderazgo. Expertos en barrer hacia fuera. Cuando predicamos la conversión, parece que es para otros. Y convertirse es seguir a Jesús, no simplemente ser un poco más bueno.
¿Cuáles son las tentaciones más frecuentes de los clérigos?
El poder y el dinero. Por lo general la comunidad cristiana le perdona al sacerdote cualquier debilidad. Pero no tolera cuando el cura es mandón y pesetero.
Otra tentación… la instalación. Quizá los jóvenes sacerdotes sean nuestro espejo, porque también se percibe en ellos una adhesión verbal a ciertos valores sin interiorizarlos. Solemos buscar a Dios de forma intelectual. Queremos entenderlo y saber quién es y cómo es. Hasta somos capaces de practicar la Lectio divina, pero haciendo exégesis de la Palabra más que de la propia vida. Cuando estamos instalados, hablamos de nueva evangelización sin mover un dedo para que sea realmente nueva.
Nos acostumbramos a gestionar el ministerio con criterios empresariales, que impide asumir motivaciones evangélicas. Por eso la formación debe preocuparse de recuperar la identidad y la misión del sacerdote hoy. No somos funcionarios de lo sagrado, somos hombres de Dios, testigos de Jesús, que no por dar lecciones de espiritualidad contagiamos experiencia de Dios. Los jóvenes tienen necesidad de referentes forjados en experiencia de vida misionera, apasionados por Jesús y el reino.
¿También hay, por desgracia, misioneros abusadores, lo cual confirma el viejo aforismo de 'corruptio optimi pessima'?
Claro que los hay, cuando aparecen más como representantes de la institución eclesiástica que como testigos del Evangelio; cuando viven un catolicismo centrado en su versión sacerdotal y hacen proselitismo de la misión. Es el típico funcionario de cosas sagradas, que convierte el Evangelio en relatos hermosos que se acumulan en el cerebro sin tocar la vida. El funcionario busca y transmite a Dios en el templo. El misionero busca y transmite a Dios en la vida; es testigo. Misionero es quien vive con Dios en el corazón para que entre en el corazón de la gente, no solo por la puerta del templo. El misionero no vende pan, es levadura en la masa humana, sal que se pierde dando sabor.
El evangelio de Lucas muestra a María que camina a visitar a Isabel. Es la custodia en la procesión del Corpus: María con Dios dentro. Y lleva servicio y alegría. Esa es nuestra misión: caminar en la vida con Dios dentro, llevando servicio y alegría.
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