Diálogo, encuentro y colaboración con todos estos movimientos populares, ciudadanos y sociales Memoria de Rerum Novarum, indignados y democracia real
Estamos celebrando el aniversario de la publicación de la encíclica social del Papa León XIII, Rerum Novarum (RN) aparecida en 1891, con la que se abría la serie de documentos eclesiales que conforman la conocida como doctrina (enseñanza) social de la iglesia (DSI)
También conmemoramos el movimiento del 15-m, aquellos indignados por la crisis de la injusticia social-global que vivíamos en aquel momento (2015). Un amplio y diverso movimiento ciudadano, social que se manifestaba en las calles de España por la democracia real, por un mundo más justo y solidario con derechos.
Estamos celebrando el aniversario de la publicación de la encíclica social del Papa León XIII, Rerum Novarum (RN) aparecida en 1891, con la que se abría la serie de documentos eclesiales que conforman la conocida como doctrina (enseñanza) social de la iglesia (DSI). Y también conmemoramos el movimiento del 15-m, aquellos indignados por la crisis de la injusticia social-global que vivíamos en aquel momento (2015). Un amplio y diverso movimiento ciudadano, social que se manifestaba en las calles de España por la democracia real, por un mundo más justo y solidario con derechos.
Para los creyentes, que hacemos una lectura de la realidad desde la fe, casualidades hay las justas. Más bien, creemos que es el Espíritu Santo de Jesús Crucificado-Resucitado: el que anima y está presente en el mundo e historia; allí donde van surgiendo todas esas semillas y realidades de vida y dignidad, de justicia y paz, de fraternidad y amor, que es la verdadera imagen (rostro) del Dios revelado en Jesús, el Cristo salvador-liberador.
Aunque los poderes de todo tipo hayan querido acabar con ellos, efectivamente a lo largo de la historia, el Espíritu ha ido suscitando movimientos eclesiales, populares y sociales que se han comprometido por la fraternidad, la justicia y dignidad de las personas, entraña del Evangelio de Jesús, de su proyecto del Reino de amor, justicia y paz. Ya en la frontera de la edad moderna-contemporánea, que llega hasta tiempos de León XIII, un significativo movimiento obrero y social, en el que participaron de manera decisiva muchos cristianos-católicos y gente de iglesia, se comprometieron contra el naciente capitalismo industrial que generaba deshumanización, desigualdad e injusticia social. Dando respuesta, de esta forma, a los enormes sufrimientos, miseria y explotación laboral que padecían los obreros y empobrecidos de aquel momento. A la vez, como reacción y fruto del capitalismo salvaje e injusto, se originaron malas y nefastas respuestas a esta cuestión social y obrera, otros totalitarismos como el comunismo colectivista (colectivismo).
“El tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores. Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Añádase a esto que no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios” (León XIII, RN 1).
León XIII recoge pues toda esta cuestión. La RN es documento que afronta el dialogo entre la razón-modernidad o cultura (de aquella época) y la fe, de una forma lucida, crítica, solidaria y social. Acogiendo el clamor y sufrimiento de la desigualdad e injusticia que padecía la población, los trabajadores y empobrecidos. EL Papa con la RN, primeramente, hizo un análisis y critica tanto al capitalismo como al colectivismo. Frente al colectivismo, señaló su error de fondo: que la injusticia de la miseria y la opresión en el trabajo, generada por el capitalismo, no se soluciona meramente con cambiar la estructura de la propiedad privada, por otra donde la propiedad sea estatalista y de partido; lo cual puede generar otras tiranías e injusticias, como bien nos mostró la historia posterior. Más, de igual forma, denuncia y deslegitima moralmente la cultura y estructura fundamental del capitalismo.
Efectivamente, la RN combate y niega el egoísmo e individualismo de fondo del liberalismo economicista y del capitalismo. Esto es, que el interés individual, el beneficio y el capital estén por encima de la vida y dignidad de la persona, del trabajador y de los pueblos. No admite que esta falsa libertad y una injusta ley, basada en este individualismo ególatra, sea lo que maneje el mercado y la vida socio-económica, laboral y pública. El mercado, la economía y el trabajo deben de estar regulados (gobernados) por la sociedad y el estado. Se tiene que promover así la justicia, la dignidad e igualdad para las personas, los trabajadores y sus familias, la solidaridad y el bien común, por encima de la avaricia y usura de unos pocos, los ricos y poderosos.
Como se observa, recogiendo y actualizando el Evangelio y la tradición de la iglesia, la RN pone los principios y las bases sólidas de la DSI contemporánea, que luego desarrollaría el Vaticano II y la DSI posterior de una forma admirable. Sí, porque es ya un tópico decir que la DSI es el tesoro mejor guardado de la iglesia y, ello, no es por casualidad. Sino que a los poderes dominantes les interesa ocultar o manipular esta propuesta social de la iglesia, unido a la falta de conocimiento y formación que se tiene de este mensaje social.
Tal como vemos, estos valores, principio y claves de la DSI son más significativos y actuales que nunca. Y puede haber un dialogo y aportación mutua (fecunda) con la vida económica, civil, social, política y cultural, con todos estos movimientos populares, ciudadanos y sociales que buscan otro mundo posible y una democracia real. Un encuentro con todos aquellos que están indignados ante esta injusticia social-global de las crisis especulativas, usureras e inmorales y que buscan reaccionar con propuestas y alternativas a esta globalización injusta del neoliberalismo y del capitalismo global.
La DSI va al fondo de la inmoralidad e injusticia de esta cultura y sistema capitalista, o de cualquier otra tiranía y totalitarismo como el colectivismo; porque para ella lo más importante es la vida, dignidad y deberes-derechos de las personas y los pobres, que son imágenes de Dios y sacramentos de Cristo, amadas y salvadas por el Dios Trinitario. Frente al egoísmo e individualismo del mercado y capital, del estado y de los partidos, de cualquier ídolo que quiera sacrificar en su altar esta vida y dignidad sagrada de todos los seres humanos.
El mercado y la economía, según nos enseña la DSI, han de estar regidos por los pueblos, por la sociedad civil y las naciones-estados que, a su vez, deben estar fundamentados en la esfera ética y valores de la subsidiariedad o protagonismo de la sociedad civil, del bien común, la solidaridad, la justicia y la paz fraterna. Esa primacía de la vida y dignidad inviolable de cada persona para que haya, por tanto, una verdadera democracia. Nos muestra que el destino universal de los bienes está por encima de la propiedad privada, ya que quiere que haya propiedad personal para todos los seres humanos, no sólo para unos pocos ricos y poderosos como impone el capitalismo. En la misma línea el trabajo, el trabajador con su dignidad y realización personal-social, con sus derechos como es un salario justo, está por encima del capital y del mercado o de cualquier ley inmoral e injusto contrato, que tienen límites éticos, sociales y públicos; teniendo que ser regulados y gestionados por la sociedad civil y el estado para el bien común, la justicia social y el desarrollo humano integral. Y es que la verdadera vida económica, comercial y empresarial tiene su base en la ética, con una democracia moral y socialización de las empresas donde los trabajadores sean los protagonistas de la vida, propiedad y destino de las mismas.
En nuestra realidad histórica de la globalización financiera-especulativa, tiene especial importancia la enseñanza de la DSI sobre estos bienes, recursos y resultados (beneficios) económicos que deben ser fruto del trabajo y de una economía productiva o real. Y no de la codicia, usura (créditos, intereses…) y especulación financiera. Las finanzas han de estar al servicio del trabajador y de su actividad, no al contrario como sucede hoy en dicha globalización. Se trata de promover una mundialización solidaria y el desarrollo sostenible e integral, ético, pacífico y espiritual. En contra de la devastación ecológica y bélica de nuestra actual economía capitalista; con sus falsos dioses de la competitividad y del crecimiento economicista insostenible, de las energías contaminantes e industria militar y de armamentos, generadoras de guerras y violencias inhumanas.
Ya solo nos queda qué desde la iglesia y la sociedad, de forma crítica-ética y solidaria, sigamos potenciando este diálogo, encuentro y colaboración con todos estos movimientos populares, ciudadanos y sociales que quieren esa otra democracia real. Otro mundo posible, que Dios también quiere y sueña. Es el primer testimonio, de fe en el amor y justicia, que podemos dar los creyentes, los seguidores de Jesús y miembros de su iglesia.