"Jiménez Losantos, háztelo mirar por los profesionales de la psique" Cuando el odio no respeta ni a los muertos

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"Como era de esperar, la muerte del Papa Francisco ha empezado a producir una avalancha de artículos, opiniones, juicios, balances..."

"La cuestión cambia cuando de la opinión se pasa al insulto … Me estoy refiriendo a los exabruptos, los ultrajes, las injurias, las difamaciones, las ofensas de un insultador compulsivo y reiterativo como el periodista y locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos"

"Con el cuerpo todavía caliente del Obispo de Roma… Sólo un ser miserable y sin un ápice de dignidad ética y moral se atreve a insultar tan gravísimamente a una persona fallecida, sea Papa o mero ciudadano"

Como era de esperar, la muerte del Papa Franciscoha empezado a producir una avalancha de artículos, opiniones, juicios, balances... sobre su persona, su vida, y su pontificado en general. Toda esa avalancha continuará por bastante tiempo, incluso en los primeros meses y años de su sucesor. Es normal. Francisco ha sido un Papa que ha marcado con luz propia un tramo de la historia más viva y convulsa del siglo XXI.

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Evidentemente, todas esos juicios, balances y opiniones entran dentro de la legitimidad y del más elemental derecho de expresión e información. Pueden ser más acertados o más pintorescos, más benévolos o más críticos, más laudatorios o más ácidos, más serios o más frívolos, pero son normales, legítimos y razonables, cada uno en su estilo.

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La cuestión cambia cuando de la opinión se pasa al insulto, a la grosería, a la calumnia, a la difamación, a la falta grave de respeto y educación. Entonces, ya no es ni información ni opinión. Y deja de entrar en el citado derecho de expresión, de información y de opinión. El insulto elimina cualquiera de esos derechos.

Toda esta introducción viene a cuento de algo que solivianta a cualquier ciudadano normal y de bien. Me estoy refiriendo a los insultos, los exabruptos, los ultrajes, las injurias, las difamaciones, las ofensas de un insultador compulsivo y reiterativo como el periodista y locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos. Al día siguiente de la muerte del Papa Francisco, este señor (por llamarle con un eufemismo) se ha dedicado, desde su chiringuito radiofónico, a verter todo el odio posible sobre la persona y el pontificado de Francisco. Sólo un ser miserable y sin un ápice de dignidad ética y moral se atreve a insultar tan gravísimamente a una persona fallecida, sea Papa o mero ciudadano.

"Sólo un ser miserable y sin un ápice de dignidad ética y moral se atreve a insultar tan gravísimamente a una persona fallecida, sea Papa o mero ciudadano"

Ciertamente, a mí, no me ha extrañado en absoluto. Este señor (vuelvo a usar el eufemismo) ha estado insultando y calumniando al Papa Francisco a lo largo y ancho de sus 12 años de pontificado. Cada dos por tres, ha estado enfocando su deporte favorito, que es el insulto más grosero y maleducado, contra el Papa Francisco. Realmente, su obsesión patológica y enfermiza contra Francisco es algo digno de analizar por los profesionales de la psique.

Con el cuerpo todavía caliente del Obispo de Roma, ha vuelto a repetir sus peores y más ofensivos y mordaces insultos. No quiero repetirlos aquí, para no hacer propaganda a este sujeto. Porque es de los que incluso se refocila en su propio odio.

Un apunte final. Este individuo estuvo durante diecisiete años de locutor estrella en la COPE, propiedad de la Conferencia Episcopal Española. ¿No podrían los obispos españoles o su portavoz sacar una nota de tres líneas para afear, rechazar y refutar esos insultos y, de paso, defender al Papa Francisco? Ya sé que es una pregunta ingenua, pero ahí la dejo, por si acaso.

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