Pensamiento social, Antropología y Misión en Pablo VI
Este 19 de Octubre, en el Vaticano, se ha llevado a cabo la beatificación del Papa Pablo VI. Una muy buena ocasión para recordar el legado que nos dejó este Papa, del que es necesario hacer memoria y valorarlo por todo lo que nos regaló. Lo primero, recordar que Pablo VI fue el que lleva a termino, a buen puerto el Concilio Vaticano II, el acontecimiento crucial de la historia de la Iglesia contemporánea, que convocara San Juan XXIII. En este sentido, en la vida y enseñanza de Pablo VI se expresa y profundiza las orientaciones más valiosas del Vaticano II. El Papa, con su magisterio y documentos, propone la fe e Iglesia en clave: de dialogo con el mundo (Enc. Ecclesiam suam); misionera-evangelizadora (Exh. Apost. Evangelii nuntiandi); de desarrollo solidario e integral de la humanidad (Enc. Populorum progressio); y compromiso público, sociopolítico de los cristianos (C. Apost. Octogesima adveniens).
Toda una propuesta espiritual y antropológica, eclesial y pastoral, tal actual, para la fe y misión evangelizadora de la Iglesia. La cual se realiza en el dialogo con el mundo, para su desarrollo humano y social, espiritual e integral, para que haya igualdad y participación, más justicia y libertad como anhela la humanidad. El Papa Pablo VI nos presenta así a la Iglesia que tiene su razón de ser en la misión evangelizadora. Esto es, en anunciar y celebrar, vivir y servir al Reino de Dios que es lo esencial, lo que constituye la identidad y misión de la Iglesia. Un Reino de amor y justicia liberadora de todo lo que esclaviza u oprime al ser humano, de todo pecado, mal e injusticia. En la misión de la Iglesia es básico comprender, experienciar que el Evangelio acoge y promueve todas las dimensiones antropológicas, inter-relacionadas, del ser humano. Tales como lo espiritual y corporal o material que son inseparables. En perspectiva de la antropología teologal, no se puede disociar la salvación de la creación, ni la fe del amor que es la entraña del cristianismo. Por tanto, la misión supone constitutivamente la promoción de la justicia y los derechos humanos, del desarrollo y liberación integral de los pueblos, en el dialogo con las culturas, sociedades y religiones.
En esta línea, de forma precursora y similar a lo que nos enseñan hoy las ciencias sociales, el desarrollo no puede ser concebido en clave economicista-mercantilista, frente al neoliberalismo/capitalismo. Es un desarrollo integral que abarca todas las necesidades-dimensiones de las personas, y solidario para toda la humanidad, sin exclusión de ningún pueblo ni persona. Pablo VI mostró muy bien la inherente inmoralidad e imperialismo del capitalismo, con su liberalismo económico. Ya que impone una falsa libertad, humana y de mercado, sin ninguna regulación ética, social y política en el bien común. Con un dominio opresor de sus empresas multinacionales. Y propone un discernimiento crítico de las ideologías, del comunismo-colectivismo y del neoliberalismo/capitalismo: mostrándonos sus males e injusticias. A la vez que anima a buscar, en la legitima diversidad de opciones políticas, lo bueno y las utopías que, desde claves éticas y evangélicas, se nos transmite. Desde la fe y justicia con los pobres, sacramento de Cristo, que es lo primero.
Toda una propuesta espiritual y antropológica, eclesial y pastoral, tal actual, para la fe y misión evangelizadora de la Iglesia. La cual se realiza en el dialogo con el mundo, para su desarrollo humano y social, espiritual e integral, para que haya igualdad y participación, más justicia y libertad como anhela la humanidad. El Papa Pablo VI nos presenta así a la Iglesia que tiene su razón de ser en la misión evangelizadora. Esto es, en anunciar y celebrar, vivir y servir al Reino de Dios que es lo esencial, lo que constituye la identidad y misión de la Iglesia. Un Reino de amor y justicia liberadora de todo lo que esclaviza u oprime al ser humano, de todo pecado, mal e injusticia. En la misión de la Iglesia es básico comprender, experienciar que el Evangelio acoge y promueve todas las dimensiones antropológicas, inter-relacionadas, del ser humano. Tales como lo espiritual y corporal o material que son inseparables. En perspectiva de la antropología teologal, no se puede disociar la salvación de la creación, ni la fe del amor que es la entraña del cristianismo. Por tanto, la misión supone constitutivamente la promoción de la justicia y los derechos humanos, del desarrollo y liberación integral de los pueblos, en el dialogo con las culturas, sociedades y religiones.
En esta línea, de forma precursora y similar a lo que nos enseñan hoy las ciencias sociales, el desarrollo no puede ser concebido en clave economicista-mercantilista, frente al neoliberalismo/capitalismo. Es un desarrollo integral que abarca todas las necesidades-dimensiones de las personas, y solidario para toda la humanidad, sin exclusión de ningún pueblo ni persona. Pablo VI mostró muy bien la inherente inmoralidad e imperialismo del capitalismo, con su liberalismo económico. Ya que impone una falsa libertad, humana y de mercado, sin ninguna regulación ética, social y política en el bien común. Con un dominio opresor de sus empresas multinacionales. Y propone un discernimiento crítico de las ideologías, del comunismo-colectivismo y del neoliberalismo/capitalismo: mostrándonos sus males e injusticias. A la vez que anima a buscar, en la legitima diversidad de opciones políticas, lo bueno y las utopías que, desde claves éticas y evangélicas, se nos transmite. Desde la fe y justicia con los pobres, sacramento de Cristo, que es lo primero.