Malagueña

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¡Feliz viernes! Hoy vamos a escuchar música con mucho ritmo, de un ritmo muy nuestro, como es el de la malagueña. Es cierto que no disfrutaremos de flamento, sino de una pieza que de alguna forma interioriza y abstrae ese ritmo.

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Nuestro visitante de hoy es Pablo de Sarasate (1844-1908), compositor español nacido en Pamplona. Mostró un talento muy precoz desde que era niño y con solo cinco años empezó a tocar el violín, debutando a los ocho; en Madrid fue admirado incluso por la reina Isabel II. Luego estudió en París y logró ganar el primer premio del conservatorio, lo que lo catapultó a la fama. En 1859 se embarcó en una gira que lo llevó a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Austria. Muchos famosos compositores como Lalo, Saint-Saëns o Bruch, compusieron obras para él. La gran mayoría de sus propias obras, escritas para sí mismo, han sido olvidadas excepto algún puñado de ellas que transmiten un peculiar estilo español. En 1904 el maestro grabó varios obras en el fonógrafo y, aunque tenía ya sesenta años, sus fuerzas no mermaron para nada. Se terminó retirando en Biarritz, pero nunca dejó de asistir a los sanfermines para tocar para los pamplonicas.

Escuchemos su Malagueña, op. 21. Es la primera de sus danzas españolas, que fueron compuestas entre 1878 y 1882. El ritmo al que aludía es lento y reposado, con ritmo ternario al mismo modo que la malagueña flamenca. Su dedicatario es el famoso violinsta Joseph Joachim para el que Sarasate compone una melodía noble con un acompañamiento sencillo destinado a que sea el solista el que se luzca. La composició rezuma Andalucía por todos los lados y el color se va haciendo cada vez más claro y ligero gracias a todas las técnicas que el compositor sabe usar sabiamente.

La partitura de la obra puede descargarse aquí.

La interpretación es de Itzhak Perlman (violín) y Samuel Sanders (piano).

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