Sopla una brisa
¡Feliz lunes! La brisa siempre es señal de refresco o de alivio, sobre todo en tiempo estival. La música de hoy va a ser un verdadero consuelo puesto que es de una calidad que incluso a veces uno piensa que cas no puede ser de este mundo.
Es de George Frideric Handel (1685-1759), compositor alemán nacido en Halle aunque luego fue nacionalizado inglés, muriendo finalmente en Londres. Se cuenta que una vez tomó prestado un material musical de Bononcini y le preguntaron por qué. Handel respondió: «Es demasiado para él y no sabía que hacer con el material». Otro cantante inglés no hacía más que quejarse de la forma que tenía Handel a la hora de acompañar a los cantantes al clave y prometía que, de hacerlo así, saltaría sobre el clave y lo haría trizas. Handel respondió: «Por favor, dígame cuándo lo hará. Seguro que la gente acudirá a ver cómo salta en vez de a escucharlo cantar». A propósito de la fama de un oratorio suyo se le ofreció el doctorado en música. Cuando se dio cuenta de que el título valía cien libras, se volvió medio loco y dijo que no pensaba hacerlo «para complacer a un saco de zopencos». Genio y figura.
Una de sus óperas (la séptima) se titula Rodelinda. El duque Grimoaldo ha usurpado el trono de Milán que es propiedad de Bertarido, a quien se lo donó su padre. El rey huye de la ciudad y deja atrás a su esposa Rodelinda y a otros familiares. Grimoaldo pretende el amor de Rodelinda para conseguir plenamente el trono. Sin embargo, Bertarido no está dispuesto a ello y regresa a la capital lombarda con la argucia de que envía primero un emisario anunciado su muerte y regresando luego en secreto y disfrazado. Al comienzo del acto tercero tenemos el aria Un zeffiro spirò. La canta Unulfo, que es uno de los consejeros de Bertarido, meditando cómo tiene que calmarse para poder salvar a su señor.
La partitura de la ópera puede descargarse aquí.
La interprestación es de Marie-Nicole Lemieux (contralto) e Il Complesso Barocco digirido por Alan Curtis.