Una sinfonía clásica

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¡Feliz lunes! En nuestra mente, el concepto 'clásico' abarca toda la música calificada como tal (la que suele escucharse por aquí). Sin embargo, hubo una época llamada clasicismo que cuya música sí es verdaderamente clásica. Hoy tenemos un representante.

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Nos visita hoy Muzio Clementi (1752-1832), compositor italiano nacido en Roma. Muy pronto empezó a estudiar música y cuando tenía trece años era organista en San Lorenzo en Dámaso. Su forma de tocar atrajo la atención del inglés Peter Beckford y lo «compró» a su padre por siete años y se lo llevó a Inglaterra, donde pasó esos siete años estudiando en solitario y practicando al clave. En 1774 fue liberado de sus obligaciones y se trasladó a Londres, donde triunfó en su carrera musical. Tocó ante la reina y esta aplaudió con entusiasmo. Parece ser que también tocó ante José II en Viena. Fue convocado para improvisar al piano en una sesión en la que también tocó Mozart. Este le escribió a su padre: «Clementi toca bien, por lo menos en cuanto a la ejecución de la mano derecha se refiere. Su fuerza recae en los pasajes en tercera. Fuera de eso, es muy mecánico».

Vamos a escuchar su Sinfonía n.º 1 en do mayor, WoO 32. Fue compuesta entre 1810 y 1824 por lo que puede comprobarse que en realidad es una obra tardía. Presenta una introducción en Larghetto, algo tormentoso pero para el que llega la calma. Su orquestación es compleja y el movimiento es toda una demostración de fuerza, algo evidente desde el principio. El segundo movimiento es un Andante con moto encantador, con un tema principal que va evolucionando en todas las secciones de instrumentos. En el Minueto y Trío cobran protagonismo las secciones de viento y en el movimiento final disfrutamos de una fuerza que casi nos recuerda a la de Mozart.

La interpretación es de la Orquesta Philharmonia dirigida por Francisco D'Avalos.

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