Así lo afirma una denuncia periodística presentada por la W Radio Arquidiócesis de Medellín estaría encubriendo a 17 sacerdotes pederastas

(Juan Pablo Barrientos, en La W).- El 7 de enero de 2016 se estrenó Spotlight, película ganadora del Oscar que narró cómo el Boston Globe descubrió numerosos casos de pederastia en la arquidiócesis de Boston. Terminando la película aparece una lista de otras ciudades del mundo donde también existen numerosos casos de pederastia por parte de sacerdotes y me llamó mucho la atención ver el nombre de Medellín en los primeros lugares.

Días después, ese mismo año, 2016, escuché la denuncia de Julio Cardona contra el padre Elías Lopera de la arquidiócesis de Medellín en La W. Esta entrevista fue bien reveladora de una realidad más amplia en una de las Arquidiócesis más grandes del mundo, incluso en número de sacerdotes, en una ciudad tan conservadora y creyente como Medellín y toda su área metropolitana.

Esta investigación y una entrevista con el arzobispo de Medellín Ricardo Tobón, demuestra la existencia de al menos 17 casos de sacerdotes que habrían abusado de menores de edad en la arquidiócesis de Medellín. Solo un caso ha terminado en condena por la Corte Suprema, pero absuelto por el Derecho Canónico; otro fue archivado por la justicia penal colombiana, pero condenado por el Derecho Canónico y otro está en sus etapas iniciales en la Fiscalía.

Padre Mario Castrillón: casa cural por cárcel.

Este ha sido el único sacerdote de la arquidiócesis de Medellín condenado a cien meses de prisión por acceso carnal abusivo con menor de 14 años en concurso homogéneo y sucesivo y actos sexuales abusivos con menor de 14 años. Pagó su condena en Casa Cural por Cárcel y luego fue enviado a la cárcel de Bellavista, en Medellín. A pesar de ser acusado y juzgado como pederasta, ejerce su sacerdocio en la pomposa clínica de El Rosario en El Poblado y colabora en la parroquia San Juan Apóstol, justo al frente del centro comercial más imponente de Medellín: El Tesoro.

Este presbítero tiene 59 años, nació en Angostura, Antioquia, la tierra del padre Marianito, primer Beato de Colombia. Fue ordenado diácono en marzo de 1986 por el entonces Cardenal Alfonso López Trujillo y en julio de ese mismo año tuvo la fortuna de ser ordenado sacerdote, junto a otros 91 jóvenes, por el papa Juan Pablo II, de visita en Colombia por esos días. A sus 28 años Castrillón ya podía celebrar la Eucaristía y perdonar pecados.

Desde su ordenación sacerdotal la carrera del padre Mario Castrillón ha ido in crescendo. Once años como primer párroco de Cristo Resucitado en Itagüí, hasta 1997. Fue Vicario Foráneo de la Zona Sur de la arquidiócesis en 1996. Luego, en 1998, fue nombrado párroco en El Calvario, una hermosa e histórica parroquia de la Comuna 4 de Medellín, en el barrio Campo Valdés. Su nombramiento es en sí un premio, pues esta es una parroquia muy codiciada por todo el clero. Allí ejerció su ministerio hasta el 2002, cuando es nombrado párroco en Las Bienaventuranzas, barrio 20 de Julio en la Comuna 13 de Medellín, que para esos días vivía un conflicto agudo, que resultó con la intervención del Estado y la muy mal recordada Operación Orión. Esa fue la bienvenida que le dieron al nuevo párroco, quien estuvo allí hasta 2007.

Y es en Las Bienaventuranzas, en la Comuna 13 de Medellín donde se dieron los abusos del padre Mario Castrillón contra dos menores de edad, uno de 9 y otro de 11 años. Por respeto a su dignidad, esta investigación no va a publicar los nombres de las víctimas, quienes hoy son mayores de edad. Al menor de 9 años lo identificaremos como Federico y al de 11 como Antonio. El 12 de diciembre de 2006, Antonio acude a la Fiscalía y denuncia al padre Castrillón por actos sexuales cometidos desde mayo de 2004, cuando tenía 11 años e ingresó al grupo de acólitos de la parroquia. Los abusos se dieron hasta 2005 cuando el menor se cansó y se retiró del grupo de monaguillos. Los actos, según concluye la Fiscalía, fueron sistemáticos. Vivía con su madre y su padrastro, con quienes también ingresó al SINE (Sistema Integral de Nueva Evangelización), una nueva iniciativa de evangelización dentro de la Iglesia Católica a nivel mundial y de la cual el padre Castrillón era experto. Madre y padrastro eran cercanos a la parroquia.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía "el sacerdote aprovechó su calidad de concejero y guía espiritual de los menores, para lograr de éstos los favores sexuales que llenaran su apetito lujurioso, logrando de esta forma propiciarle el beso a Federico y acceder carnalmente a Antonio".

El arzobispo de Medellín, monseñor Giraldo Jaramillo, encubrió y protegió a un sacerdote señalado de abusar de menores y lo mandó a la parroquia El Sagrario sin informarle a los feligreses de los peligros que este sacerdote podría representar. La Fiscalía, que se opuso al beneficio de libertad condicional, argumentó: "El comportamiento del sindicado no nos entrega elementos de juicio para deducir fundada y seriamente, que por su desempeño como sacerdote, no colocará en peligro a la comunidad". A pesar de esto lo mandó a vivir cómodamente en una de las parroquias insignias de la arquidiócesis.

La comunidad de El Sagrario nunca se enteró que el sacerdote que los confesaba y les celebraba los sacramentos tenía tan graves acusaciones. Una vez condenado, el sacerdote salió de esa parroquia directo a la cárcel Bellavista, donde estuvo unos años más. No pagó la condena completa de 8 años.

Lo más impactante de toda esta historia es que los sacerdotes que están siendo investigados por actos sexuales contra menores de edad, no son enviados a un centro de reclusión, como pasaría con cualquier colombiano, sino que amparados en un vetusto Concordato, son remitidos a las casas curales, y cuando son condenados, la arquidiócesis pide que no los envíen a cárceles sino que sean remitidos a la casa sacerdotal San Alberto Hurtado, ubicada en Copacabana.

Prueba de esto es una comunicación del 26 de marzo de 2010 firmada por el entonces arzobispo en la cual, para el caso Castrillón, solicita lo anterior y concluye él mismo que "ya he propuesto este sitio a otros funcionarios judiciales en situaciones similares a esta". Esto permite presumir que más de un caso de pederastia no ha terminado donde debería terminar, en la cárcel, sino en esta casa para sacerdotes con dificultades, como los describe el actual arzobispo de Medellín.

El primero de marzo de 2018, el arzobispo de Medellín respondió una entrevista frente a este y otros casos: En conclusión, según lo que dijo el arzobispo de Medellín, pese a que la Fiscalía y la Procuraduría, en tiempos de Alejandro Ordóñez, encontraron méritos suficientes para endilgar responsabilidad al Padre Castrillón, situación que se confirma en el Juzgado 27 de Medellín, el Tribunal Superior de dicha ciudad, y la Corte Suprema de Justicia, insiste el arzobispo en encontrar inocente a su sacerdote con base en el Derecho Canónico, dándole como premio la continuación de su ministerio. Si bien ya pagó la condena estipulada por la justicia colombiana, ¿es conveniente que siga ejerciendo pastoralmente dados sus precedentes con menores?

La defensa del padre Castrillón, en 2010, siempre dijo que la madre manipuló al menor para acusar al sacerdote. Siete años después, la Iglesia argumenta lo mismo. Este es el padre Juan Diego Ruiz en Cosmovisión, hoy exactamente hace un año. El padre Ruiz es párroco de Santa María Magdalena, abogado y el Delegado Arzobispal para las materias de derecho estatal. ¿Actualmente es el encargado de asesor legalmente a sacerdotes denunciados por delitos de pederastia y abuso a menores?

Roberto Cadavid: un pederasta volado a Estados Unidos.

Otro de los casos en los cuales se demuestra encubrimiento por parte de la Iglesia Católica, y en especial de la Arquidiócesis de Medellín, es el del padre Roberto Antonio Cadavid Arroyave, de 57 años de edad y quien a pesar de haber sido reducido al estado laical, es decir, de haber sido expulsado por la Iglesia por abusar de menores de edad, terminó ejerciendo su ministerio sacerdotal en dos parroquias de la Diócesis de Brooklyn en Nueva York, autorizado y recomendado por al actual arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón. Por muchos años, la misa dominical del padre Cadavid fue transmitida por la emisora Minuto de Dios. Gracias al prestigio, la calidad y el alcance de esta emisora Católica, el padre Cadavid se hizo reconocer en todos los rincones del departamento de Antioquia.

La historia de Roberto Cadavid comienza en agosto de 1988, cuando es ordenado sacerdote, a sus 28 años de edad. Desde entonces ha sido Vicario Parroquial en Cisneros, Antioquia; luego pasó, en 1990, a ser párroco de San Vicente Ferrer en Medellín. De allí fue promovido a la parroquia de Santa Elena en el corregimiento que lleva el mismo nombre; luego de 4 años, en 1998 fue nombrado párroco de Nuestra Señora de Chiquinquirá y rector del colegio parroquial. Hasta febrero de 2005 mantuvo estas dignidades pues llegaron denuncias por pederastia contra dos menores pertenecientes a su comunidad.

Días después fue nombrado párroco de Santa Ana en Manrique Oriental, Comuna 3 de Medellín, en donde también fue nombrado rector del colegio Pablo VI, poniendo con esto en peligro a más menores que estaban bajo su directo cuidado y custodia. En esta parroquia también se presentaron, como era predecible, denuncias por pederastia: puntualmente un caso que llegó a nuestro conocimiento y que una vez analizado por las autoridades eclesiásticas tuvo como resultado la suspensión a cautela del sacerdote, como lo reconoce el arzobispo de Medellín en entrevista para esta investigación.

La fuente principal de este trabajo periodístico, cuyo nombre se protege, indica que la familia de uno de los menores denunció al sacerdote ante la curia arzobispal dos años después de los hechos 2007/2008. El menor, víctima de los abusos, señaló que otro compañerito también habría sido abusado por el sacerdote. Como consecuencia de lo anterior, la curia en vez de denunciar ante la Fiscalía General de la Nación, como es su deber legal, habría conciliado con la primera familia una suma superior a los 100 millones de pesos que habrían salido del bolsillo del sacerdote y pagados supuestamente en efectivo. Solo hay rastro de una denuncia de Cadavid ante la Fiscalía, en 2009, y fue archivada.

En el caso de la segunda familia, la arquidiócesis de Medellín tomó la iniciativa de buscar a supuesta víctima. Las gestiones, sin ningún éxito, las habría realizado el entonces Vicario General de la Arquidiócesis, monseñor Alfonso Vásquez Benjumea. Dice la fuente que se trataba de una familia muy Católica que no quería problemas y que solo quería olvidar el incidente. El arzobispo de Medellín, en la entrevista del primero de marzo, niega rotundamente las supuestas conciliaciones que se habrían hecho entre la presunta víctima y el padre Roberto Cadavid.

Existe el archivo secreto, ergo existen denuncias y posibles conciliaciones. El arzobispo en una de sus respuestas dice "Si lo hicieron, lo hicieron ellos en particular de la forma en que les resultó posible hacerlo". No descarta que el sacerdote lo haya hecho por su cuenta. En efecto, la fuente de esta investigación revela que el dinero siempre salió del bolsillo del sacerdote, no de la arquidiócesis. Ésta solo habría facilitado la conciliación.

En la entrevista, los muy recurrentes "Que yo sepa, no" de monseñor Tobón son bien interesantes, pues no descarta de tajo que las conciliaciones se hayan dado en el arzobispado anterior, el de monseñor Alberto Giraldo, que en efecto así fue. Esta investigación, hasta el momento, no tiene evidencias sólidas de conciliaciones hechas bajo la administración del actual arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón, pero se asume que él como cabeza de esta Iglesia particular está informado del oscuro pasado de algunos de sus presbíteros.

El padre Cadavid viaja a Nueva York.

Pese a estar suspendido, el padre Roberto Cadavid se puso en contacto con la Diócesis de Brooklyn en agosto de 2012 pidiéndole poder ejercer su ministerio sacerdotal en Nueva York. La entrevista con monseñor Ricardo Tobón, que vamos a escuchar a continuación, es bien reveladora, pues el alto prelado asegura que él no tenía conocimiento del desplazamiento del padre Cadavid a los Estados Unidos y que de haber sabido habría contactado al obispo de Brooklyn para reportarle que el padre Roberto Cadavid se encontraba suspendido.

Las afirmaciones del arzobispo Tobón no se compadecen con lo respondido por la Diócesis de Brooklyn. Tras contactar a esa diócesis, para preguntar si era cierto si Cadavid estaba en Brooklyn sin permiso del arzobispo Ricardo Tobón, la jefa de prensa Carolyn Erstad, escribió lo siguiente:

"Cadavid llegó a la Diócesis de Brooklyn con permiso del Arzobispo de Medellín. Tengo una carta del arzobispo fechada el 29 de noviembre de 2012, dándole permiso a Cadavid para venir. (También es importante anotar, que el 16 de febrero de 2015 una carta fue enviada por parte del Arzobispo de Medellín a la Diócesis de Brooklyn, dándole permiso a Cadavid para continuar su ministerio en la Diócesis). Durante su tiempo en la Diócesis de Brooklyn, se le dio residencia, inicialmente en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles en Bay Ridge. En junio de 2013, fue nombrado vicario parroquial de Santa Rita en Long Island City. Entiendo que allí estuvo hasta el final de su tiempo en la Diócesis".

"Jamás nadie le informó a la Diócesis de Brooklyn sobre las denuncias contra Cadavid hasta el 22 de junio de 2017. Ese día, llegó un email del Arzobispo de Medellín informándole a la Diócesis de Brooklyn que Cadavid había sido suspendido del ministerio. La Diócesis de Brooklyn, inmediatamente expulsó a Cadavid del ministerio y alertó a todas las parroquias informándolas sobre las denuncias contra él".

Comparando la respuesta de la Diócesis de Brooklyn y la entrevista del arzobispo Tobón, emergen estas preguntas:

El arzobispo dice que no tenía conocimiento del viaje del padre Cadavid a los Estados Unidos y que si hubiera sabido le informaría al obispo que el sacerdote estaba suspendido. La Diócesis de Brooklyn respondió que el sacerdote ejerció en dos parroquias con recomendación y permiso del arzobispo de Medellín. ¿Por qué mintió, monseñor Ricardo Tobón?

¿Por qué si el sacerdote estaba suspendido y la Santa Sede sabía, como lo afirma Tobón, lo recomienda para trabajar en los Estados Unidos?
¿Por qué si Cadavid estaba suspendido desde 2012 como lo asegura el arzobispo en la entrevista, le dice a la Diócesis de Brooklyn en una carta en 2017, que el sacerdote estaba suspendido desde el 14 de marzo de 2016?

El arzobispo dice en la entrevista que cuando él supo de las denuncias contra Cadavid lo retiró de Santa Ana y lo suspendió. El sacerdote estuvo allí hasta el nombramiento del nuevo párroco, Jorge José Luis Sánchez, un sacerdote ejemplar, el 8 de junio de 2012. A pesar de esto, le informa las anomalías de Cadavid al obispo de Brooklyn cinco años después.

Este caso es uno más que comprueba la pasividad de la Iglesia Católica para investigar, perseguir y castigar a sacerdotes denunciados por pederastia. Por el contrario, son encubiertos y protegidos por la alta jerarquía. El arzobispo ha respondido por todos los casos por los que se le ha preguntado en esta investigación, ¿cómo creerle si evidentemente mintió al decir que no sabía que el padre Cadavid estaba en Brooklyn cuando lo recomendó y le dio permiso para trabajar allí?

El caso de un sacerdote joven: Juan Diego Rodas.

Este caso es doloroso por la historia misma del protagonista. Creció en La Sierra, Comuna 8 de Medellín. Pudo vencer las adversidades del conflicto armado que vivió su barrio por años, con una meta clara en su vida: ser sacerdote. Lo logró en 2010 a sus 28 años. Desde entonces su ministerio lo desempeñó siempre como vicario parroquial de San Javier, Santa Inés, San Juan de la Cruz y San Marcos en Envigado, donde se habrían presentado los hechos en los últimos meses, que llevaron a su suspensión y a que su caso sea evaluado por la Santa Sede.

En varias oportunidades se trató de localizar al sacerdote. En una comunicación vía WhatsApp respondió lo siguiente a la pregunta, ¿dónde estás trabajando ahora?: "Juan. Yo le pedí al obispo un tiempo de descanso. Llevaba mucho rato trabajando con comunidad de jóvenes y ya estaba cansado. Entonces no tengo nombramiento. Estoy de relax".

Se le insistió en un encuentro en Medellín para que diera su opinión sobre las acusaciones, pero desapareció. Nunca volvió a contestar. En la parroquia de San Marcos no tienen razón de él. El padre Camilo, uno de los vicarios parroquiales afirmó haberse despedido de Juan Diego hace días en muy buenos términos, y que no conoce las razones por las que salió.

La parroquia de San Marcos en Envigado tiene a su vez colegio parroquial. El vicario parroquial generalmente asume las funciones de capellán. En ese contexto se desarrollaba la actividad pastoral del padre Juan Diego en esta comunidad de Envigado. No se tiene el panorama completo de la denuncia de la supuesta víctima. Lo que se sabe es que unos chats muy comprometedores entre el sacerdote y un menor de edad habrían sido el detonante de la denuncia ante las autoridades eclesiásticas. Esto respondió el arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón.

El padre Rodas dijo haberle pedido permiso al arzobispo. Este lo desmiente y asegura haberlo suspendido. Como en todos los otros casos que vamos a escuchar, la autoridad civil es ignorada. No existe denuncia en Fiscalía y el arzobispo insiste en que ni él ni la arquidiócesis denuncian. Su Derecho Canónico investiga y juzga. Reconoce monseñor que el sacerdote le acepta las acusaciones que hay contra él. ¿No es eso suficiente para presentar el caso ante la justicia penal?

El caso del sacerdote mayor.

Esta investigación conoció otro caso en el que se habría dado una conciliación, esta vez con una propiedad. El protagonista es un sacerdote mayor, cuyo nombre se omite por razones que más adelante serán explicadas. Cuando este sacerdote fue párroco en una de las parroquias de la Comuna 5, habría mantenido una relación con una menor de edad, que hacía parte del grupo de monaguillos. Supuestamente, producto de esa relación nace una niña por la que el sacerdote siempre ha respondido. El presbítero fue trasladado a una parroquia del Sur del Valle de Aburrá. Estando allí recibió noticias de la arquidiócesis: había sido denunciado por la madre de la menor.

Quien denunció al sacerdote, a diferencia de los otros casos, fue otro sacerdote, que llegó a reemplazarlo a esa parroquia de la Comuna 5. La supuesta hija del sacerdote tiene más de 10 años y la madre está llegando a los 30.

En conversación para esta investigación, el sacerdote insistió en que "nadie en esta vida es santo" y manifestó la importancia de "la privacidad de su vida". Sobre la supuesta hija que habría tenido con la menor de edad siempre fue recurrente en responder "no niego ni confirmo". Dice que responde por la niña y su familia, que siempre les ha ayudado desinteresadamente.

Tras la conversación con el padre en cuestión, se habló con la mujer que habría tenido la relación con el sacerdote y negó categóricamente dichos señalamientos. Aclaró que tiene dos hijos del mismo papá y que lo único que siente por el sacerdote es agradecimiento. Lo defendió a capa y espada y quedó preocupada por su salud, pues según ella, en los últimos meses, ha presentado quebrantos del corazón. La mujer, al igual que el sacerdote, negó que en este caso se haya dado cualquier tipo de conciliación. El arzobispo de Medellín, en diálogo sobre este caso, negó saber la información y de nuevo, dijo desconocer arreglos extrajudiciales.

No se sabe si la supuesta relación fue consensuada o si hubo algún tipo de abuso. Las evidencias van en la dirección de lo primero. Sin embargo, para el Derecho Canónico, existe una diferencia entre pederastia y abuso de menores, y lo aclaró el arzobispo Ricardo Tobón.

Este es otro caso que habría manejado la Iglesia internamente sin tener en cuenta a las autoridades civiles. El sacerdote pasó de parroquia en parroquia sin tener ningún tipo de sanción, gracias a la amistad con el entonces arzobispo de Medellín, monseñor Alberto Giraldo.

Se omite el nombre del presbítero por respeto a su edad; por sus quebrantos de salud; por haber respondido amablemente a la entrevista que se le planteó; porque la supuesta víctima lo defiende vehementemente y siente solo agradecimiento por él ya que siempre ha respondido, los ha ayudado. Es inexcusable el supuesto comportamiento del sacerdote, porque se trata de una menor de edad, pero una supuesta relación consensuada lo diferencia de los otros casos que está denunciando esta investigación.

El caso Juan Carlos Muriel

Es un sacerdote de 53 años, ordenado en 1989. Desde octubre de 2011 es párroco en Santa María de la Paz, en Belén Zafra, Comuna 16 de Medellín. También es capellán del Inem "José Félix de Restrepo". Previo a su actual parroquia fue párroco de Cristo Sacerdote en Moravia, donde se habrían presentado los supuestos hechos con una menor de edad. En esta parroquia, el sacerdote estuvo desde junio de 2001 hasta noviembre de 2007.

Dice una fuente cercana a esta investigación y a la parroquia en mención, que la adolescente les dijo a sus compañeritas del colegio que el padre Juan Carlos era su novio, rumor que llegó a la rectora del colegio, quien inmediatamente alertó a las autoridades eclesiásticas. También lo hizo la familia de la menor de edad al poner el caso ante al arzobispo, como lo confirma el padre Muriel.

En un extenso diálogo para esta investigación, sin permitir ser grabado para publicar, Muriel admitió que sí hubo acusaciones pero que después hubo una retractación, "ellos fueron a la curia y entrecomillas se retractaron". Aseguró el sacerdote que la joven se enamoró de él, "es una adolescente que se enamora de un cura". El caso se presentó en 2007 y al ser cuestionado sobre las supuestas acusaciones, Muriel afirmó que "el chismorreo de la gente fue que la niña se había enamorado de mí, que yo me había excedido".

Confirmó el sacerdote que fue suspendido de la arquidiócesis de Medellín, medida que según él, está dentro de los parámetros canónicos. Aseguró que siguió ejerciendo su sacerdocio. Lo cierto es que a Muriel Figueroa lo sacaron de la parroquia, le quitaron el cargo de párroco y lo enviaron a vivir a Nuestra Señora de Belén, donde era párroco Gustavo Grisales. Allí les contó a sus colegas la situación asegurando ser inocente. ¿Estuvo cuatro años sin ejercer como párroco mientras se desarrollaba una investigación, que para él tuvo un desenlace sencillo?

Dijo también el religioso que el caso "no se llevó al derecho penal, se manejó al interior de la iglesia". Insistió en que la familia se retractó "tal vez porque no era la intención de hacerle daño al sacerdote. Hay miradas perversas. No siempre lo ven a uno bueno. Yo seguí mi vida normal, el que nada debe nada teme". Al ser cuestionado por el nombre de la menor, el sacerdote coincidió con el que tiene esta investigación y el cual se reserva para proteger la identidad de la supuesta víctima. Llamó la atención que en alguna parte del diálogo el sacerdote habló de que según la comunidad "él se habría excedido", y la información que se ha recaudado va en esa misma dirección. Aunque no se tiene evidencia sólida del tipo de abuso que habría sufrido la menor, se sabe que su relato ante la curia habría sido fuerte. Al ser cuestionado sobre esto, aseguró el padre que no tuvo acceso a los específicos de la denuncia y no sabe quién la atendió. Afirmó que lo único que le dijo la curia fue "usted por ahora no va a tener la parroquia, esperemos a que todo se esclarezca".

Según Muriel, en una conversación en la que estuvo muy nervioso, esta situación le ha dejado varias lecciones como la "madurez y el respeto". Reconoce que hay casos de abuso de menores en la arquidiócesis sin atreverse a dar nombres, solo a señalar que "hay casos muy serios, como el de Elías Lopera".

Finalmente, negó también el padre Muriel Figueroa cualquier tipo de conciliación con la familia de la supuesta víctima. La fuente principal de esta investigación advirtió que la cifra habría alcanzado los 200 millones de pesos y que el conciliador, de nuevo, habría sido monseñor Alfonso Vásquez Benjumea, entonces Vicario General de la arquidiócesis de Medellín. Como en otros casos, el pago lo habría sido en efectivo y supuestamente siempre lo asumió el sacerdote, no la arquidiócesis.

El arzobispo reconoce que hubo un proceso contra el sacerdote previo a su llegada a Medellín. Dijo desconocer conciliación alguna y reconoce que nombró como párroco al padre Muriel. También lo mantuvo como capellán del colegio más grande de Antioquia, el Inem. Como en todos los casos, a excepción del caso Castrillón, el padre Muriel Figueroa no pasó por el escrutinio del derecho penal. Otro triunfo del Concordato.

Padre Álvaro Pimienta.

Es un sacerdote de 56 años, ordenado por el papa Juan Pablo II en 1986. Actualmente es párroco de San Bernardo en Belén, Comuna 16 de Medellín. También ha pastoreado las parroquias de La Maternidad Divina, El Calvario y San Pío X en Itagüí. El supuesto abuso, según la fuente principal de esta investigación, habría ocurrido en El Calvario, una hermosa parroquia de Campo Valdés, Comuna 4 de Medellín, cuyo párroco hoy en día es un sacerdote ejemplar de la arquidiócesis.

Cuenta la fuente principal de esta investigación que la supuesta víctima habría sido una menor de 16 años que pertenecía a los grupos pastorales de la parroquia. Un sacerdote que trabajaba con Pimienta en El Calvario habría denunciado la situación ante monseñor Gonzalo Rivera, quien a su vez le informó al arzobispo Alberto Giraldo Jaramillo.

La arquidiócesis, por iniciativa propia, buscó a la menor y la convenció de contar la verdad, pues al principio negó todo. Con la ayuda profesional de un psicólogo de Pastoral Social la joven pudo vencer sus miedos y vergüenzas, pues no quería que sus padres se enteraran. Era una familia muy católica, que se quedó sin palabras cuando miembros de la Curia le contaron lo supuestamente sucedido entre el sacerdote y la menor. El padre Pimienta no fue suspendido, simplemente pasó a otra parroquia.

Como en otros casos, al parecer hubo conciliación, esta vez en la figura de una millonaria fiducia para los estudios superiores de la supuesta víctima. Se buscó al sacerdote para responder por estas acusaciones pero vía WhatsApp las negó rotundamente. Sobre una entrevista dijo: "No sé qué le han dicho, ni cómo, ni con qué intención, por eso es mejor que primero me lo digas si tienes buena intención y te responderé con la verdad. Si es para bien de todos y mejorar a muchos, Gloria a Dios, si daña, qué Dios se apiade de mí y me perdone y de los demás se apiade por lo que puedan causar".

Días más tarde el padre Pimienta envió un extenso mensaje que decía: "... Pues yo no soy pederasta, por tanto no sería el indicado para eso y ya no es mi historia, sino la institución y el arzobispo es la persona competente para tratar el tema.... Apelo a mi derecho constitucional, internacional, natural y celestial de resguardar mi buen nombre".

Se le insistió sobre la supuesta conciliación y el sacerdote lo negó: "un rotundo no, y eso no hace parte de mis funciones, por tanto no tengo idea de eso". El arzobispo de Medellín también niega las acusaciones contra el padre Pimienta.

Nada más qué decir sobre este caso. Hubiese sido fantástico haber podido hablar con el sacerdote para que tuviera la oportunidad de defenderse.

Un caso enigmático: Rodrigo Flórez.

Es un sacerdote de 56 años quien fue ordenado a sus 28. Actualmente presta su servicio pastoral en la cárcel. Ha pasado por las parroquias Santa Beatriz de Silva, Divino Niño, San Maximiliano Kolbe, El Divino Rostro. Esta investigación ha recibido varias denuncias sobre este sacerdote pero ninguna con evidencia sólida y por eso se omiten los nombres. Sin embargo, el arzobispo de Medellín confirma que el sacerdote tuvo un proceso con la Santa Sede que lo llevó a estar suspendido en la casa que tiene la arquidiócesis en Copacabana para sacerdotes con problemas legales. Actualmente el sacerdote está en la cárcel, como capellán.

Como en los otros casos, la justicia penal no investigó. Las disposiciones del Derecho Canónico parecen ser suficientes y la casa de retiro en Copacabana es una especie de Casa Cural por Cárcel, para el Derecho Canónico.

Elías Lopera, ¿qué dice el arzobispo?

Hace dos años La W presentó el testimonio de Julio Cardona, quien dice ser la pareja del sacerdote Elías Lopera. En una larga entrevista Cardona dijo haber comenzado la relación con Lopera siendo menor de edad y lo acusó de haberle causado unas quemaduras en su cuerpo y amenazas. Tras años de supuesta convivencia como pareja, pelearon y se demandaron mutuamente en la Fiscalía de Medellín. La denuncia del sacerdote contra Cardona es por extorsión. Esto opina el arzobispo de Medellín sobre el caso Elías Lopera.

Sin permitir ser grabado para publicar, el sacerdote accedió a hablar sobre su caso. Dijo que esperaría las decisiones de la Fiscalía. Estuvo muy aporreado por la denuncia de Julio Cardona y ahora está descansando, sin tareas pastorales. Desmiente todo lo que se dijo sobre su relación con Pablo Escobar. Reconoce que sí le ayudó en algunas obras pero solo por unos seis meses hasta que descubrió quién era.

Carlos Yepes: un sacerdote influyente en Antioquia.

Uno de los sacerdotes más queridos por los antioqueños es el padre Carlos Yepes, de 52 años de edad, ordenado en 1993. Fue capellán de la gobernación de Antioquia y ha pasado por las parroquias de La Asunción, Santa Rita, San Esteban Protomártir y Sagrado Corazón de Jesús en Barrio Triste. Su ministerio lo inició en la parroquia de El Salvador, como vicario parroquial cuando tan solo tenía 29 años.

Es precisamente en el Salvador donde se habrían presentado los hechos que a continuación va a denunciar Hernán David Morales, un hombre de 36 años que denuncia haber sido abusado por el sacerdote siendo menor de edad. El arzobispo de Medellín reconoce que el sacerdote fue denunciado penalmente.

El sacerdote fue denunciado pero también denunció a la supuesta víctima. La historia entre el padre Yepes y el señor Morales duró desde los 90 hasta 2011, cuando terminaron mal por problemas laborales en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Lo cierto es que Morales trató de hablar con el arzobispo, le envió copias de las denuncias contra Yepes, quiso contar su historia, pero solo fue escuchado por un sacerdote de la curia. El poder del padre Yepes en la política, al haber sido capellán de la gobernación, y en los medios, pues es la figura central de Televid, un canal de excelentes contenidos católicos de la Congregación Mariana, habría hecho acallar las denuncias que viene haciendo Hernán Morales desde hace 7 años.

Hubiera sido ideal hablar con el padre Carlos Yepes, pero no supimos dónde encontrarlo. En el directorio web aparece sin nombramiento y en su celular no responde. Sería interesante escuchar su defensa frente a estas acusaciones.

"Siete u ocho casos más": Ricardo Tobón.

A esta lista de nueve sacerdotes se le suman los siete u ocho casos más que el arzobispo de Medellín reconoce que están ante la Santa Sede por abuso a menores y pederastia.

Son muchos nombres y muchas situaciones dice el arzobispo de Medellín. Y es que los casos son muchos más. Las víctimas no quieren hablar públicamente, solo cuentan sus historias. Tienen miedo y vergüenza. Anoche, por ejemplo, una víctima de un sacerdote de más de 20 años de ordenado retiró su testimonio porque el sacerdote fue a buscar a su madre para intentar detenerlo. Lo logró. Dijo que quería evitar problemas más cuando a sus 33 años le involucran a su madre.

Son 17 casos, de los cuales solo uno pasó por la justicia penal y fue condenado, pero absuelto por el Derecho Canónico. Otro consiguió condena del Derecho Canónico pero su caso fue archivado por la justicia ordinaria. No salió de la Fiscalía. El último se encuentra en la Fiscalía, gracias a la denuncia periodística, el del padre Elías Lopera denunciado hace dos años en La W. En los otros 14 casos ha actuado o actúa el Derecho Canónico. En toda la entrevista que se escuchó, el arzobispo Ricardo Tobón dice que ni él ni la arquidiócesis pueden denunciar. Esto opina la delegada del Director de Fiscalías de Medellín para este tema, la Fiscal Adriana Villegas.

Así concluye esta investigación: con el llamado que hace la Fiscalía para que denuncien. Los menores son sagrados y el derecho canónico no puede estar por encima del derecho penal.

Comunicado sobre el tema de la archidiócesis de Medellín:

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